Versículo para hoy:

lunes, 18 de marzo de 2024

¿Qué puede enseñarnos el Tabernáculo Metropolitano sobre el ministerio de las mujeres? - Jenna DiPrima

 

El ministerio de las mujeres es mejor cuando el estudio serio de la Biblia es la ofrenda principal.

Remedios Preciosos Contra Las Artimañas Del Diablo - Tomás Brooks (publicación original en 1652, Inglaterra)

Introducción

Este libro trata con las tácticas usadas por satanás para conducir a los creyentes a pecar. Satanás es el enemigo de Cristo y de todos sus discípulos. Satanás quiere desviarlos de la voluntad de Dios y que se alejen de Él. En su intento satanás es muy sutil. Desea que los creyentes sean seducidos sin que ellos se den cuenta. Quiere que pequen pero no quiere que crean o sientan que están pecando.

        Hay cuatro asuntos acerca de los cuales los creyentes deben aprender. Deben aprender de nuestro Señor Jesucristo; acerca de la Biblia; acerca de sí mismos y acerca de la astucia de satanás en sus intentos para alejarlos de Dios.

        Satanás es un enemigo cruel. Demuestra su enojo en contra de Dios y su pueblo en todas las formas que le sea posible. Satanás quiere que el pueblo de Dios sea miserable y lleno de amargura. Sabe que no hay nada que les pueda hacer mas miserables que el hacerles caer en el pecado. Satanás utiliza muchas maneras engañosas para lograr que los creyentes pequen. Satanás es un enemigo fuerte, más fuerte que nuestra capacidad. Satanás puede herir y hacer mucho daño a los creyentes. En su astucia no quiere que los creyentes se percaten de qué tan fuerte es, y por lo tanto es necesario advertir a cada creyente: satanás es un enemigo fuerte y cruel. Deseo advertirles en cuanto a las formas en que satanás procurará dañarlos. Deseamos que todos los que lean este libro sean fortalecidos a fin de que puedan resistir a satanás en todas sus maquinaciones.

        Entonces no basta solamente leer este libro; hay que aprender y tomar medidas. Toda enseñanza cristiana no es simplemente para ayudar a los creyentes a que aprendan la verdad. Los creyentes deben no solo entender la voluntad de Dios, sino también hacerla. Jesús dijo, “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.” (Jn.13:17)

        Hay muchos textos en la Biblia que nos advierten acerca de la sutileza de satanás. Los creyentes necesitan ser fortalecidos para resistir a satanás. En seguida citaremos algunos textos de la Biblia que nos advierten acerca de satanás.

        El primer texto es 2 Cor.2:11: “Para que satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.” El apóstol dice aquí que sabe muy bien acerca de las maquinaciones satánicas para dañar a los creyentes. Pablo estaba consciente de las distintas formas que satanás usa para perjudicar a los creyentes.

        El segundo texto es Efesios 6:11: “Vestíos de toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.” Pablo dice a los creyentes que deben actuar como soldados que toman su armadura para protegerse de su enemigo. Pablo sabía que satanás atacaría a los creyentes de muchas maneras diferentes. A veces tratará de atraparlos atacándolos de repente sin advertencia. Otras ocasiones buscará desviarles del camino y los atacará cuando estén confundidos. También les tenderá una trampa de falsa seguridad y después les atacará tomándoles desprevenidos. En todas estas maquinaciones satanás desea herir al pueblo de Dios y lograr que dejen de trabajar y pelear en la causa de Dios. Los creyentes necesitan la armadura y la fortaleza de Dios para pelear con satanás.

        El tercer texto es 2 Tim.2:26: “Y escapen del lazo del diablo en que están cautivos a la voluntad de él.” Aquí el apóstol Pablo se refiere a personas que están siendo llevadas cautivas como prisioneros de guerra. Los prisioneros se sienten desesperados, sin poder alguno para librarse y sujetos a la voluntad de otro. Así satanás quiere lograr que los creyentes sean sus prisioneros. Esta palabra es usada también para referirse a las aves cuando son atrapadas en una jaula. Satanás quiere que los creyentes se sientan así.

        Tengan mucho cuidado de las artimañas de satanás. No se olviden de que satanás es un enemigo fuerte y cruel que se opone a todos los creyentes verdaderos. Los quiere dañar y lograr que sean inútiles para el reino de Dios.

domingo, 17 de marzo de 2024

MARZO 17 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 Si pones demasiadas cosas en tu canasta de necesidades, terminarás frustrado con la vida, herido por otros y con dudas sobre la benevolencia de Dios.

Creo que es una de las palabras más distorsionadas en el vocabulario humano. Si necesidad significa "algo esencial para la vida", entonces la gran mayoría de las cosas que decimos necesitar no son necesarias. Sabes a qué me refiero si tienes niños o convives con ellos. Digamos que eres una madre que ha llevado a su hijo al centro comercial (lo cual fue tu error principal). Al caminar por el centro comercial, tu hijo ve unos zapatos deportivos e inmediatamente gira a la izquierda. Luego, al presionar su nariz en contra del cristal de la tienda, te dice: "Mamá, necesito esos zapatos deportivos". Miras abajo y ves sus zapatos en perfecto estado y le dices: "No, no te voy a comprar esos zapatos. Ya tienes unos en perfecto estado". Ahora, cuando dices eso, tu hijo no piensa: "¡Vaya! ¡Qué mamá tan sabia tengo! Ha analizado la distorsión de mi concepto de lo que realmente necesito, ha reconocido mi deseo egoísta y me rescató de mí mismo". No, tu hijo patalea y dice: "Siempre me dices que no. No sé por qué tengo que tener una mamá que odia los zapatos". Después de eso, tu hijo no te vuelve a dirigir la palabra por el resto de tu visita al centro comercial.

cuando te dices a ti mismo que necesitas algo, surgen tres cosas. Primero, sientes que tienes derecho a poseer esa cosa porque, después de todo, es una necesidad. Segundo, debido a que es una necesidad, sientes que es tu derecho demandar esa cosa. Tercero, juzgas el amor de una persona por su disposición a darte esa cosa. Esto no sucede solamente en nuestras relaciones interpersonales, sino también en nuestra relación con Dios. Cuando catalogas algo como una necesidad y Dios no te lo da, dudas de Su benevolencia. Lo mortífero de esto es que nunca le pides ayuda a alguien en cuyo carácter no confías.

En Mateo 6:32 Jesús nos recuerda que tenemos un Padre celestial que conoce exactamente lo que necesitamos. Las palabras de Jesús son consoladoras y retadoras al mismo tiempo. La confrontación es esta: la razón por la que Jesús nos recuerda que tenemos un Padre que tiene un entendimiento claro de nuestras necesidades es porque nosotros no tenemos dicho entendimiento. Constantemente confundimos necesidades con caprichos y, cuando lo hacemos, somos tentados a cuestionar el amor del Padre. El consuelo es que, a través de la gracia, hemos sido adoptados por el Padre más sabio y amoroso que jamás hayamos conocido. Nuestro Padre nunca, nunca es confundido por nada. Él conoce nuestras necesidades más íntimas, pues Él nos creó. Podemos descansar en la gracia que nos ha hecho Sus hijos, sabiendo que nuestra posición en Su familia garantiza que tendremos todo lo que en realidad necesitamos.

Para profundizar y ser alentado: Salmo 145

sábado, 16 de marzo de 2024

MARZO 16 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 El descontento es bueno si causa que añores ir a casa, pero es malo si te hace dudar de Aquel que prepara un lugar para ti en Su casa.

Responde a mi clamor, Dios mío y defensor mío.

                            Dame alivio cuando esté angustiado, apiádate de mí y escucha mi oración.

Y ustedes, señores, ¿hasta cuándo cambiarán mi gloria en vergüenza?

                            ¿Hasta cuándo amarán ídolos vanos e irán en pos de lo ilusorio?

Sepan que el Señor honra al que le es fiel; 

                            el Señor me escucha cuando lo llamo.

Si se enojan, no pequen;

                            en la quietud del descanso nocturno examínense el corazón.

Ofrezcan sacrificios de justicia

                            y confíen en el Señor.

Muchos son los que nos dicen: «¿Quién puede mostrarnos algún bien?»

                            ¡Haz, Señor que sobre nosotros brille la luz de Tu rostro!

Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría,

                            alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino en abundancia.

En paz me acuesto y me duermo,

                            porque solo Tú, Señor, me haces vivir confiado. (Salmo 4)

Estas palabras fueron escritas por David en uno de los momentos más desgarradores de su vida. Se escondía en una cueva con un grupo de hombres fieles ya que su hijo lo había derrocado del trono. En una monarquía, la única forma de asegurar el trono es acabando con la vida de la persona que ocupa el trono. Imagina cuáles serían tus pensamientos y tus emociones en una situación así. ¿Está contento David? Por supuesto que no. Pareciera ser que nada bueno puede salir de este momento en su vida. Aun así, en medio de su angustia y descontento, encontró la paz. ¡Hasta dice que su corazón rebosa de alegría! ¿Por qué? Porque en el fondo de su corazón, su gozo y su paz no se basan en las circunstancias, sino que se basan en el Dios que gobierna las circunstancias. Si la seguridad de David está en Dios y solo en Él, entonces tiene la misma seguridad en la cueva que en el palacio, porque el Señor es el único que lo hace habitar seguro. No hay ninguna duda en las palabras de David.

¿Qué escogerás hoy, el descontento de la duda y el temor o el contentamiento de la paz y el descanso? Solo la gracia puede librarnos del temor y dar descanso a nuestro corazón, aun cuando estamos en lo más profundo de la cueva.

Para profundizar y ser alentado:  Miqueas 7

viernes, 15 de marzo de 2024

MARZO 15 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 Cada vez que cuestionas la sabiduría de Dios o vas más allá de Sus límites, te estás diciendo a ti mismo que eres más inteligente que Dios.

Es una de esas respuestas que te ponen en tu lugar. Dios está hablando con Job y está trazando la línea que divide al Creador de Su creación con declaraciones muy fuertes. Es una descripción impresionante de la majestad de Dios y la pequeñez de Job. Estas son palabras que debemos leer una y otra vez:

El  Señor  respondió a Job desde la tormenta. Él dijo:

 "¿Quién es éste, que oscurece mi consejo con palabras sin sentido?
    
 Prepárate para enfrentarme; ​​Voy a interrogarte y tú me responderás.
    
    

 »¿Dónde estabas cuando puse los cimientos de la tierra? ¡Dime si realmente sabes tanto!
    
 ¡Seguro que sabes quién estableció sus dimensiones y quién le puso la cinta métrica!
    
 ¿Sobre qué están puestos sus cimientos, o quién puso su piedra angular ?
    
 mientras las estrellas de la mañana cantaban a coro y todos los ángeles gritaban de alegría?  »¿Quién cerró tras sus puertas el mar cuando surgió del vientre de la tierra?

 
 ¿O cuando lo cubrí de nubes y lo envolví en una espesa oscuridad?
    
 ¿O cuando establecí sus límites y puse cerrojos a sus puertas?
    
 O cuando le dije: “Solo puedes llegar hasta cierto punto; tus orgullosas olas no pasarán de aquí"? (Job 38:1-11).

    

Ve a tu Biblia y continúa leyendo hasta el capítulo 40. Deja que tu corazón se hunda en la grandeza de la sabiduría y el poder de Dios. Deja que tu alma descanse en la maravilla de Su majestad. Luego recuerda  tu propia pequeñez y fragilidad. Humíllate contemplando lo poco que sabes y lo poco que eres capaz de hacer. Ríete de lo ridículo e irracional que es pensar que puedes ser más inteligente que Dios. Ríete de la ilusión de tu propia grandeza. Búrlate del delirio de tu propia gloria. Y, con actitud humilde, arrodíllate y adora a tu Dios.

Después de haber adorado, levántate y sírvele a este Dios glorioso. Niégate a cuestionar Su voluntad. Niégate a pensar que Sus límites son dañinos. Agradece que Su majestad es tu protección, Su gloria tu motivación, Su gracia tu ayuda y Su sabiduría tu dirección. Es infinitamente más inteligente que tú o que yo, incluso en nuestros momentos de mayor lucidez.

Para profundizar y animarse: Job 38:1-42:46

MARZO 14 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 La adoración congregacional está diseñada para aclarar tu confusión sobre lo que realmente importa en la vida.

Esto es lo que todos necesitamos entender: de este lado de la eternidad es muy difícil considerar importante en nuestros corazones aquello que Dios considera importante. Todos nosotros tenemos cosas que se elevan a un mayor nivel de importancia del que realmente tienen, y estas cosas gobiernan los pensamientos, motivaciones, deseos y decisiones de nuestro corazón. Como somos humanos hechos a la imagen de Dios, no vivimos por instinto. No, somos seres orientados por los valores, metas, propósitos y por las cosas que consideramos importantes. Siempre estamos viviendo en pos de algo. Siempre vivimos en pos de una visión, un deseo o un sueño. Cada día catalogamos cosas como importantes y, cuando lo hacemos, hacemos todo lo posible por alcanzar dichas cosas. En cierto sentido, todo lo que hacemos y decimos es un esfuerzo por alcanzar lo que es importante para nosotros en la situaciones y relaciones que rodean nuestra vida.

Lo que estoy describiendo es una enorme batalla espiritual que se lleva a cabo en tu corazón. Verás, aquella cosa importante que gobierna tu corazón también moldea tus palabras y tu conducta. La verdad de los hechos es que todos perdemos de vista lo que realmente es importante. Ganar un argumento se convierte en algo muy importante para nosotros. Una casa bonita se eleva por encima de su verdadero valor. Conseguir un ascenso en el trabajo se vuelve muy importante. Tener una vida cómoda y predecible se sobrevalúa en nuestro corazón. Ser apreciado por otras personas se vuelve más importante que buscar la aprobación de Dios. La belleza física y el placer tienen un lugar predominante en nuestro corazón. Un carro del año, un gran asado, ropa fina o un plato de cereal. Todo esto toma una importancia muy por encima de su verdadero valor. Todos necesitamos recordarnos, una y otra vez, de aquellas cosas que Dios ha declarado importantes en la vida.

Entonces, por Su gracia, Dios nos ha diseñado para reunirnos regularmente para recordar las cosas que son dignas de buscar. La adoración congregacional nos recuerda Su poder, Su gloria y Su gracia. Nos recuerda de la profundidad de nuestras necesidades espirituales. Nos recuerda de la eternidad venidera. Nos recuerda de la salvación pasada, presente y futura. Y al recordarnos estas cosas, Dios aclara nuestra confusión de valores una vez más, rescatándonos de nuestros corazones errantes y caprichosos, y apuntándonos hacia Aquel que demanda justamente nuestra alianza y que nos da todas aquellas cosas importantes que necesitaremos en la vida.

Para profundizar y ser alentado: Hebreos 10:19-25

miércoles, 13 de marzo de 2024

MARZO 13 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 No necesitas preguntarte si tu mundo está bajo control. Dios reina. Solo necesitas confiar en Él cuando Su reino no es evidente.

Busqué en todos lados. Busqué arriba y abajo. Busqué en todos los cajones, gabinetes y armarios. Hasta salí al carro dos veces para asegurarme de que no lo hubiera dejado ahí. El archivo contenía documentos muy importantes y lo había perdido en alguna parte. Fue tan frustrante. Después de la intensa búsqueda, me encontraba tan perdido como al principio. Esa noche me di cuenta de que mi archivo perdido fue una fotografía del poco control que tengo sobre mi vida. Ni siquiera soy soberano sobre mi pequeño mundo como para garantizar que jamás pierda cosas importantes. Puede ser un poco atemorizante considerar esto. Tú y yo tenemos muy poco control y poder sobre las cosas más significativas de nuestras vidas. Tú y yo no sabemos qué es lo que sigue. No tenemos idea de lo que tendremos en nuestra bandeja la próxima semana o mes. Tenemos poco control sobre la gente principal en nuestras vidas, poco control sobre las situaciones que vivimos, y casi ningún control sobre los escenarios de nuestra vida.
Enfrentar con honestidad tu falta de soberanía sobre tu propia vida produce o ansiedad o alivio. La ansiedad significa olvidarse de Dios. Es el resultado de pensar que la vida recae sobre tus hombros, y que es tu trabajo resolver todo y mantener las cosas en orden. Es desgastante pensar que tu trabajo en la vida es controlar a las personas y a las situaciones para obtener lo que crees que necesitas. Si caes en esta forma de pensamiento, tu vida estará llena de preocupación, y tu corazón, de temor.
Pero hay un camino mejor: recordar a Dios. Recordar es descansar en el alivio que trae el saber que, aunque no lo parezca, tu vida está bajo el control de Aquel que define la sabiduría, el poder y el amor. En todos los momentos en que tu vida está fuera de tu control, no lo está del Suyo: "Su dominio es eterno; Su reino permanece para siempre [...] Dios hace lo que quiere con los poderes celestiales y con los pueblos de la tierra. No hay quien se oponga a Su poder ni quien le pida cuentas de Sus actos" (Daniel 4:34-35). 
Verás, el descanso no lo encontrarás en tu control, sino en la soberanía absoluta de Dios sobre todas las cosas. Nunca estarás en una situación, lugar o relación que no esté bajo Su control.
Para profundizar y ser alentado: Salmo 97 

martes, 12 de marzo de 2024

MARZO 12 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 Si te lamentas por el estado caído de tu mundo en vez de maldecir sus dificultades, entonces puedes estar seguro de que la gracia de Dios te ha visitado.

La vida en este terrible mundo caído es difícil. Constantemente estás lidiando con la frustración de vivir en un mundo que no opera en la forma en que Dios lo diseñó. Siempre enfrentas lo inesperado. Casi a diario enfrentas algo que tú no hubieras escogido para tu vida y, sin embargo ahí está, debido al lugar en el que vivimos. La vida aquí y ahora es como vivir en una casa desaliñada que ha comenzado a derrumbarse sobre su propio fundamento. Sigue siendo una casa, pero no funciona como debería hacerlo. Las puertas se atascan constantemente. La plomería en ocasiones funciona. Nunca estás seguro de lo que sucederá al conectar un electrodoméstico y pareciera que el techo gotea aun cuando no llueve. Así es el mundo en que vivimos. En verdad es una casa destartalada.

Ahora bien, solo existen dos respuestas que podemos tener ante el estado caído de nuestro mundo: maldecir o lamentar. Seamos honestos. Maldecir es la respuesta más natural. Maldecimos el hecho de que debemos lidiar con personas imperfectas. Maldecimos el hecho de que tenemos que lidiar con cosas que no funcionan bien. Maldecimos el hecho de que debemos lidiar con la contaminación y la enfermedad. Maldecimos el hecho de que las promesas son rotas, las relaciones se hacen añicos y los sueños se esfuman. Maldecimos la realidad del dolor y el sufrimiento. Maldecimos el hecho de que este mundo caído es nuestra casa. Todo esto nos provoca enojo, impaciencia, amargura y descontento. Sí, es correcto no querer estas cosas. Es normal que nos frustren, ya que, como Pablo dice en Romanos 8, todo el mundo gime al esperar la redención. Pero maldecir es la respuesta equivocada. Maldecimos lo que enfrentamos día a día porque hace que nuestras vidas sean más difíciles de lo que quisiéramos. Maldecimos porque buscamos nuestra comodidad, nuestro placer, nuestra relajación. Maldecir es, en su raíz, egocéntrico.

Lamentarse es una mejor respuesta. Lamentarse significa entender la tragedia de la caída. Lamentarse significa reconocer que el mundo no es como Dios lo diseñó. Lamentarse significa clamar por la mano redentora y restauradora de Dios. Lamentarse significa reconocer el sufrimiento de otros. Lamentarse significa dolerse por lo que el pecado le ha hecho al cosmos y desear que el Redentor venga y renueve este mundo caído.

Lamentarse, entonces es una respuesta producida por la gracia.

De este lado de la eternidad, en este mundo caído, maldecir es el idioma estándar del reino del yo, pero lamentarse es el idioma estándar del reino de Dios. Entonces ¿qué idioma hablarás hoy?

Para profundizar y ser alentado: Génesis1-3

lunes, 11 de marzo de 2024

MARZO 11 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 Por supuesto que no estás satisfecho en este mundo. Esto es una señal de que has sido diseñado para el mundo venidero.

Es algo que se encuentra en nuestros bosquejos teológicos, pero no vivimos como si realmente lo creyéramos. Todos decimos creer que lo que vemos no es todo lo que existe. Todos decimos creer en la vida después de la muerte. Nuestra teología formal contiene el hecho de un cielo nuevo y una tierra nueva, pero tendemos a vivir con la ansiedad y preocupación que distingue a los que creen que lo que vemos es todo lo que existe.

Este es el problema real y actual: si no mantienes los ojos de tu corazón enfocados en el paraíso venidero, tratarás de convertir este mundo caído en el paraíso que jamás será. En el corazón de cada ser humano hay un anhelo por el paraíso. El llanto de un bebé que se ha caído es un llanto de alguien que anhela el paraíso. Las lágrimas del pequeño alumno que fue rechazado por sus compañeros son lágrimas de alguien que anhela el paraíso. El dolor de la soledad que experimenta una persona sin amigos o familiares es el dolor de alguien que anhela el paraíso. La herida que siente la pareja cuyo matrimonio se disuelve es la herida de aquellos que anhelan el paraíso. La tristeza que el anciano siente en su cuerpo decaído es la tristeza de alguien que anhela el paraíso. Todos tenemos este anhelo, aun cuando no lo percibimos, ya que nos fue dado por el Creador. Él ha puesto la eternidad en cada uno de nuestros corazones (Eclesiastés 3:11). Nuestras lágrimas son más que lágrimas de dolor; también son lágrimas que anhelan algo mejor y que quieren estar satisfechas más que cualquier otra cosa en este mundo caído.

Cuando olvidas esto es cuando intentas convertir este mundo en el paraíso que nunca será. Tu matrimonio no será un paraíso. Tu trabajo no será un paraíso por mucho tiempo. Tus amistades nunca serán el paraíso que tu corazón anhela. El mundo a tu alrededor no será un paraíso. Tus hijos no obtendrán el paraíso por ti. Aun tu iglesia no cumple con los estándares del paraíso. Si eres hijo de Dios, el paraíso ha sido garantizado para ti, pero no aquí, no ahora. Todas las cosas que te decepcionan sirven para recordarte que este mundo no es todo lo que hay y para causar que anheles el paraíso venidero. Las flores que se marchitan te recuerdan que este no es el paraíso. El pecado que te asedia debe recordarte que este no es el paraíso. Las enfermedades que te infectan sirven para recordarte que este no es el paraíso. Ten esperanza, ya que el paraíso vendrá, y deja de pedirle a este mundo caído que sea el paraíso que nunca podrá ser.

Para profundizar y ser alentado: 1 Corintios 4

MARZO 10 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 Las cosas fuera de ti, sin importar lo difíciles que sean, no son tan peligrosas como el desastre dentro de ti, y para eso tienes la gracia de Jesús a tu disposición.


Escucha las palabras de Jesús:

De nuevo Jesús llamó a la multitud. "Escúchenme todos", dijo, "y entiendan esto: Nada de lo que viene de afuera puede contaminar a una persona. Más bien, lo que sale de la persona es lo que la contamina". Después de que dejó a la gente y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron sobre la comparación que había hecho. "¿Tampoco ustedes pueden entenderlo?", les dijo. "¿No se dan cuenta de que nada de lo que entra en una persona puede contaminarla? Porque no entra en su corazón sino en su estómago, y después va a dar a la letrina". Con esto Jesús declaraba limpios todos los alimentos. Luego añadió: "Lo que sale de la persona es lo que la contamina. Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona". (Marcos 7:14-23).

Jesús está diciendo algo muy poderoso. No puedes derrotar el desastre del pecado al separarte de personas o experiencias pecaminosas. Ahora, eso puede ser algo bueno, pero nunca erradicará el problema de tu pecado. Si pudieras derrotar al pecado al separarte de sus manifestaciones externas, la encarnación de Jesús no sería necesaria. Mira, no somos monjes medievales. Ellos pensaban que la manera de derrotar al pecado era mediante la separación del mundo exterior. Sabemos que esos monjes replicaban los mismos males de los cuales huían. ¿Sabes cuál era el gran error de los monasterios? La respuesta es muy sencilla: admitían humanos. Cuando humanos entraban al monasterio, sus corazones pecaminosos entraban tras ellos y gracias a eso recreaban todas las cosas de las cuales estaban huyendo.

Jesús nos llama a humillarnos y a admitir que el mayor peligro para cada uno de nosotros no reside fuera de nosotros, sino en la iniquidad de nuestro propio corazón. Una vez que hayas admitido eso, empezarás a entusiasmarte en cuanto a la gracia de Dios en Jesucristo. Si tu mayor problema está fuera de ti, realmente no necesitas la gracia de Dios; solo necesitas un cambio en tu situación o tus relaciones. Ahora comprendo por qué a muchas personas que se denominan cristianas no les entusiasma la gracia. Si crees que el ambiente es tu problema, no apreciarás la gracia, pero una vez que admites que tú eres tu mayor problema, serás capaz de celebrar la gracia que te rescata de ti mismo.

Para profundizar y ser alentado: Romanos 3:21-31

sábado, 9 de marzo de 2024

MARZO 9 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul Davitd Tripp

 Dios pregunta: "¿Por qué gastas tu dinero y esfuerzo en lo que no satisface?" Es triste, pero muchos hacemos eso día tras día.


Es otra de esas cosas que todos tendemos a hacer. Todos tendemos a buscar la vida eterna en los lugares equivocados. Todos tendemos a buscar la vida eterna a nivel horizontal, cuando la realidad es que solo la encontraremos a nivel vertical. De una u otra forma, todos tendemos a buscar la vida eterna en las cosas creadas. Todos cargamos con un catálogo personal de "si tan solo". "Si tan solo estuviera casada, entonces sería feliz". "Si tan solo pudiera obtener ese trabajo, entonces estaría satisfecho". "Si tan solo pudiera comprar esa casa, creo que ya no desearía nada más". "Si tan solo mi matrimonio fuera mejor, entonces estaría contento". "Si tan solo mis hijos se portaran bien, entonces estaría en paz". "Si tan solo pudiera lograr _________,  entonces ya no desearía nada más". "Si tan solo nuestras finanzas fueran más estables, entonces ya no me quejaría tanto". Cualquier cosa que esté del otro lado de tu "si tan solo" es en lo que estás buscando vida, paz, gozo, esperanza y contentamiento. El problema es que continúas gastando tu dinero en lo que no te llenará y trabajando muy duro para obtener lo que no te satisfará. Es un desastre espiritual devastador que te deja obeso, adicto, endeudado y con un corazón insatisfecho. ¿Por qué? Porque el mundo jamás será tu salvador. El mundo creado, con todo su esplendor y belleza, jamás será capaz de satisfacer tu corazón. El mundo físico fue diseñado por Dios para ser un gran dedo que apunta al único lugar donde tu corazón puede encontrar satisfacción y descanso. Tu corazón solo descansará cuando encuentre su descanso en Dios, y solo en Él.
Jesús dijo: "Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni polilla que destruya" (Lucas 12:33). ¿En qué anclarás tu corazón hoy? ¿Dónde buscarás paz y descanso para tu corazón? ¿En qué pondrás tu esperanza? ¿Dónde buscaras en la creación lo que solo el Creador te puede dar? ¿Qué pan comprarás hoy que nunca satisfará tu estómago espiritual?
¿Por qué buscas frenéticamente en la creación lo que ya has recibido en Cristo? ¿Por qué le pides a este mundo caído que sea tu salvador, cuando Jesús es el Salvador que, en Su gracia suple todo lo que necesitas?
Para profundizar y ser alentado: Isaías 55

viernes, 8 de marzo de 2024

MARZO 8 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 Sí, tu vida es conflictiva y dura, pero eso no quiere decir que el plan falló; de hecho, ese es el plan. Dios está obrando en ti para terminar lo que empezó.

Es muy diferente a la forma en la que normalmente pensamos sobre la gracia. No es la forma en la que pensamos en cuanto al amor de Dios. No nos parece bueno o sabio. Ocasiona que cuestionemos la fidelidad y el amor de Dios. Simplemente no es lo que pensamos que pasaría al poner nuestra confianza en Jesucristo. No es una definición típica sobre la buena vida, y esto ocasiona que a veces pensemos que Dios no está al tanto de las cosas y que las personas malas están triunfando.

Puede ser que seas tentado a pensar que, debido a que eres hijo de Dios, tu vida debería ser más fácil, más predecible y -definitivamente- más cómoda. Pero eso no es lo que la Biblia enseña. Al contrario, la Biblia revela que las luchas son parte del plan de Dios para ti. Esto quiere decir que si eres hijo de Dios, nunca debes permitirte pensar que las situaciones difíciles que enfrentas son fracasos de las promesas de Dios, de Su carácter, de Su poder o de Su plan. Nunca debes pensar que Dios te ha dado la espalda. Nunca debes considerar la posibilidad de que Dios no es tan digno de confianza como realmente pensabas. No debes permitir ninguna de estas cosas, ya que cuando comienzas a dudar de la bondad de Dios, dejas de ir a Él en busca de ayuda. Nadie busca ayuda de alguien en quien no confía.

Dios ha escogido permitirte vivir en este mundo caído porque Su plan es que las dificultades ayuden a completar Su trabajo en ti. Esto significa que esos momentos de dificultad no son una interrupción o una falla de Su plan, sino una parte importante del mismo. Creo que hay momentos en que clamamos para que Dios nos dé de Su gracia y la recibimos, pero a veces no es la gracia que esperábamos. Queremos la gracia de alivio y libertad. Recibimos esas cosas en pequeñas cantidades, pero las grandes porciones todavía están por venir. Lo que todos necesitamos aquí y ahora es la gracia de la transformación. La gracia de Dios no siempre es placentera. En ocasiones viene en forma de algo que nunca hubiéramos escogido si nosotros estuviéramos al mando.

Todos necesitamos enseñarnos y animarnos mutuamente con la teología de la gracia incómoda porque, de este lado de la eternidad, la gracia de Dios generalmente nos llega en formas incómodas. Quizá no es lo que tú y yo queremos, pero es precisamente lo que necesitamos. Dios es fiel; Él utilizará la corrupción de este mundo para completar la obra amorosa de tu transformación personal que ya ha empezado. ¡Eso sí que es gracia!

Para profundizar y ser alentado: Salmo 66

jueves, 7 de marzo de 2024

MARZO 7 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 El problema es el corazón. Las personas o las situaciones no son la causa de mi pecado; son el lugar donde el pecado de mi corazón es revelado.

Si le preguntas a un niño por qué le pegó a su hermana, no te dirá que lo hizo por el pecado de su corazón. No, te dirá: "Ella me estaba molestando". Si le preguntas a un adolescente por qué llegó tan tarde, no se hará responsable de ello. Te contará una larga historia sobre el accidente en el camino, luego sobre el tren que se interpuso, y después de la inundación de la calle por la que generalmente transita. Si le preguntas a un padre por qué está tan enojado todo el tiempo, no te dirá que es por el egoísmo y la impaciencia en su corazón. No, te dirá que es por los niños; simplemente lo vuelven loco. Si le preguntas a la madre soltera por qué está tan triste y angustiada, no te dirá que es debido a los celos en su corazón. Te explicará cómo su vida ha sido tan dura. Si le preguntas al anciano por qué es tan irritable, no te dirá que es debido a la amargura que ha acaparado su corazón. No, te hablará de todas las ocasiones en su vida cuando no recibió lo que él creía que merecía. En ocasiones pienso que nadie cree en la verdad bíblic de que el pecado brota del corazón. Cuando hacemos algo malo, todos tendemos a buscar la causa afuera de nosotros: "Ese tráfico me irrita tanto", "Ella me encoleriza", "Mi jefe provoca lo peor en mí".

Esto es una herejía sutil y cómoda. Se siente bien pensar que tus mayores problemas en la vida existen fuera de ti y no dentro tuyo, pero el problema es que eso no es verdad. Jesús destruyó esa perspectiva autocompasiva del comportamiento humano en el Sermón del Monte: "Ustedes han oído que se dijo a sus antepasados: "No mates, y todo el que mate quedará sujeto al juicio del tribunal". Pero yo les digo que todo el que se enoje con su hermano quedará sujeto al juicio del tribunal [...] Ustedes han oído que se dijo: "No cometas adulterio". Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón" (Mateo 5:21, 27). El pecado es un asunto del corazón antes de ser un asunto de la conducta. Esto significa que tu problema más grande en la vida existe dentro de ti, no fuera. Es el maligno en mí que me conecta con el maligno fuera de mí. Debo confesar entonces que yo soy mi mayor problema. Y si confieso eso, estoy diciendo que no necesito ser rescatado de personas o de situaciones. Necesito desesperadamente de la gracia que puede rescatarme de mí mismo. Puedo evadir personas y situaciones, pero no tengo el poder de escapar de mí mismo. Es por esto que David oró en el Salmo 51 que Dios creara en él un corazón limpio. La gracia de Dios es gracia para el corazón, y esas son muy buenas noticias.

Para profundizar y ser alentado: Santiago 4:1-10

miércoles, 6 de marzo de 2024

MARZO 6 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 Ya que tu posición ante Dios no está basada en tu justicia, sino en la de Cristo, en los momentos de fracaso puedes correr hacia Él, en vez de huir de Él.

Eso es lo que somos. Todos somos unos fracasados. Acéptalo; es bueno para ti hacerlo. No hay un día en nuestras vidas en que no demos evidencias empíricas de que somos unos fracasados. Tal vez lo demostramos con una palabra áspera, un mal pensamiento o un deseo impío. Tal vez lo demostramos en un momento de envidia o avaricia. Tal vez en un momento de orgullo, cuando queremos ser el centro de atención, robándole la gloria a Dios. Quizá en un acto de glotonería o un deseo de lujuria. Tal vez en un instante en el que nuestro corazón fue frío y antipático contra los pobres o los que sufren. Tal vez en los celos de la belleza o el poder de otra persona. Quizá se reveló cuando rendimos nuestros corazones una vez más ante algún ídolo terrenal. Quizá se demostró al tomar lo que no es nuestro o al no dar lo que debimos haber dado. De una u otra forma, todos lo hacemos todos los días: quedamos cortos ante el estándar de la justicia de Dios. Todos fracasamos en ser lo que fuimos destinados y llamados a ser.

Ahora, cuando seas confrontado con tu fracaso -y, si somos humildes y honestos, todos lo haremos en algún punto- solo tienes tres opciones: Puedes negar la evidencia y convencerte de estás bien cuando realmente no lo estás. Puedes consolarte con argumentos justificables de por qué haces lo que haces para acallar tu consciencia. O, al enfrentar tu fracaso, puedes sumergirte en culpabilidad y vergüenza, atormentándote por lo sucedido o tratando de esconder tus fracasos ante Dios y ante los demás.

Y, sin embargo, hay otra opción. Al ser quebrantado y entristecido por tus fracasos, puedes correr a Dios, afianzándote de Su gracia. Puedes correr hacia la luz de Su santa presencia sin ningún temor, con la confianza de que, aunque Él es justo y tú no, no te desechará jamás. Puedes hacer esto debido a que tu posición ante Él nunca ha dependido de tu justicia, sino de la perfecta obediencia de tu Salvador. Debido a que estás en Él, eres justificado ante Dios y, por tanto, aceptado en Su santa presencia por siempre y siempre y siempre.

Sí, Dios te ha llamado a vivir una vida santa, pero tu forma de vivir nunca ha sido y nunca será el fundamento de tu posición delante de Dios. Puedes postrarte a Sus pies y confesar tus pecados, sabiendo que recibirás gracia en vez de castigo, ya que el justo Jesús pagó tu penalidad para que tú no la llevaras más. Efesios 3:12 nos recuerda que en Cristo tenemos libertad y confianza para acercarnos a Dios mediante la fe. Entonces, al fracasar una vez más hoy, ¿adónde irás?

Para profundizar y ser alentado: Hebreos 4:14-16

martes, 5 de marzo de 2024

MARZO 5 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 Si eres hijo de Dios, puedes descansar hoy en que tanto tu posición delante de Él como Su gobierno sobre ti es seguro y sólido.

Hay dos cosas en tu vida de las que no debes preocuparte; dos grandes cargas que no tienes que llevar sobre tus hombros. Cada día, tú y yo cargamos con las preocupaciones importantes de la vida. No, no estoy hablando sobre ser abrumado por la ansiedad, sino de tomar las cosas importantes con seriedad. Es bueno preocuparte por tus finanzas. Es importante cargar con la preocupación de que tu matrimonio sea todo lo que Dios espera que sea. Es bueno enfocarte en el desarrollo y en el bienestar de tus hijos. Es de vital importancia tomar en serio tu responsabilidad con el cuerpo de Cristo. Sería necio no preocuparte por tu salud física. Es responsable cargar con estas preocupaciones. Sería imprudente no considerar todas estas cosas como importantes y dignas de tu atención.

Pero no tienes que preocuparte por las dos cosas más importantes y significativas de tu vida. No tienes que tener ansiedad sobre estas cosas. No necesitas preguntarte qué pasaría si estas cosas ya no son tuyas mañana. Puedes despertarte mañana tras mañana con una sonrisa en tu rostro por el conocimiento de que las cosas más importantes de tu vida nunca, nunca están en riesgo. Es un dulce regalo de la gracia de Dios saber que estas cosas que definen tu vida son tuyas para siempre. Puedes perder tu casa, tu trabajo, tu familia, tus amistades, tu salud y tu iglesia, pero no estas cosas. Puedes enfrentar desilusiones y pérdidas, pero estas cosas permanecerán. Puedes sufrir dolor y derrota, pero estas cosas continuarán siendo tuyas. Puedes perderlo todo, pero nadie puede arrebatar la vida que hay en ti, porque lo que define la vida no puede ser arrebatado.

No existen dos cosas más importantes que estas: la gracia que te ha comprado un lugar en la familia de Dios y el hecho de que, debido a que eres miembro de Su familia, Dios gobierna todas las cosas para tu bien. Tú nunca podrías haber merecido estas dos realidades inamovibles. Son tuyas solo por gracia. Es por gracia que tienes un lugar eterno en la familia de Dios. Es por gracia que tu vida es gobernada cuidadosamente por el mismo Rey de reyes. Es por gracia que, aun en tus días más oscuros, sigues siendo amado y aceptado por Dios. Es por gracia que cuando nada tiene sentido, tu vida sigue estando bajo Su control. Puedes preocuparte por muchas cosas, pero no por estas dos. Su amor nunca falla y Su gobierno es eterno.

Para profundizar y ser alentado: Romanos 8:31-39

lunes, 4 de marzo de 2024

MARZO 4 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

Si no reconoces tu pecado, no valorarás la gracia.
Si no valoras la gracia, no buscarás el perdón y el rescate que esta provee.

Haré esta confesión,
aunque me duela hacerlo:
Soy un hábil
autoestafador.
Soy muy bueno para cometer
acciones fraudulentas
con mi moralidad.
A menudo, pretendo
tener justicia que
simplemente no tengo.
Es muy fácil para mí
decir que mis malas obras
no son tan malas.
Y, al minimizar la gravedad
de mi condición fatal,
devalúo la gracia
que es mi única esperanza de
ser rescatado,
ser transformado,
ser liberado.
Señor, 
por favor aplasta mi corazón 
con la culpa de mi pecado,
para que puedas llenarlo de nuevo
con la gloria de Tu
gracia redentora.

Para profundizar y ser alentado: Salmo 38

domingo, 3 de marzo de 2024

MARZO 3 - Nuevas Misericordias Cada Día - Paul David Tripp

 La oración significa abandonar mi dependencia de mí mismo y correr hacia el descanso que solo puede encontrarse al depender del poder de Dios.

La oración abandona la independencia. La oración hace a un lado la idea de que estarás bien por tu propia cuenta. La oración admite nuestra debilidad. La oración renuncia al ego. La oración abraza la realidad del fracaso. La oración te recuerda que no eres el centro del universo. La oración te llama a abandonar tus planes a cambio de los planes más sabios de Dios. La oración fluye de un profundo sentido de necesidad personal y se dirige hacia la gracia abundante de Dios.

Debido a su verdadero significado, la oración no le nace a nadie. No es normal para nosotros el ver nuestro pecado, nuestra debilidad y nuestras fallas. No es normal para nosotros estar cómodos al depender de la misericordia de otro. No es normal para nosotros rendir nuestras esperanzas y sueños a cambio de los sueños de otro. No es normal para nosotros rendir nuestra sabiduría a alguien mayor que nosotros. No es normal para nosotros pensar que necesitamos gracia. Por otro lado, sí es normal para nosotros pensar que nuestra justicia, nuestra sabiduría y nuestras obras son suficientes. Como resultado, muchas de nuestras oraciones son declaraciones religiosas y egocéntricas, como una lista del supermercado, con demandas impacientes de personas que se preguntan qué está haciendo Dios. Así que muchas de nuestras oraciones ni siquiera son oraciones (ver Lucas 18:9-14).

En resumidas cuentas, necesitamos la gracia de Dios si es que realmente queremos abandonar nuestra independencia. Solo a través de la gracia podremos reconocer nuestra necesidad de Dios y adorarle por la gracia que ha derramado sobre nosotros. Debido a que la oración va en contra de nuestro sentido común, necesitamos que la gracia nos rescate de nuestra religiosidad egocéntrica para poder reconocer a Dios, con un corazón humilde, como el Rey soberano de nuestras vidas. La oración siempre hace a un lado el reino del yo para ir en pos del reino de Dios, y para eso todos necesitamos la gracia perdonadora, rescatadora y transformadora de Dios. Esta es justo la clase de gracia por la que la oración verdadera clama.

Para profundizar y ser alentado: Lucas 11:1-13

sábado, 2 de marzo de 2024

MARZO 2 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 Esperar en Dios no significa sentarse a esperar un milagro. Esperar significa creer que Dios hará lo que ha prometido y después actuar con base en ello.

Esperar en Dios no es como la espera insignificante en la oficina del dentista. Ya sabes, el dentista siempre está ocupado, así que terminas esperando por más de una hora para que te atienda. Aunque eres un hombre varonil, terminas leyendo la revista para amas de casa. Empiezas a leer el artículo "Las 7 mejores recetas de pollo en el mundo". Si eres hombre y estás a punto de copiar una de esas recetas, ¡tal vez has estado esperando por mucho tiempo en la oficina del dentista!

Pero esperar en Dios no es así. Esperar en Dios es algo activo, basándonos en Su presencia y Sus promesas, en vez de algo pasivo, esperando a que suceda un milagro. Esperar en Dios no es un tormento interno que lleva a la parálisis. No, esperar en Dios es un descanso interno que resulta en una acción vigorosa.

Esperar es tu llamado. Esperar es tu bendición. Cada uno de los hijos de Dios ha sido escogido para esperar, porque cada uno de los hijos de Dios vive entre el "ya" y el "todavía no". Este mundo ya ha sido corrompido, pero todavía no ha sido renovado. Jesús ya vino, pero todavía no ha regresado para llevarte a casa con Él para siempre. Tu pecado ya ha sido perdonado, pero todavía no has sido liberado de él por completo. Jesús ya reina, pero todavía no ha se ha completado Su reino. El pecado ya ha sido derrotado, pero todavía no ha sido destruido por completo. El Espíritu Santo ya está en ti, pero todavía no ha terminado de moldearte a la imagen de Jesucristo. Dios ya te ha dado Su palabra, pero todavía no te ha transformado por completo. Ya has recibido la gracia, pero esa gracia todavía no termina su obra. Verás, todos somos llamados a esperar porque todos vivimos justo en medio de la gran historia de redención de Dios. Todos esperamos el final de la obra que Dios ha empezado en nosotros y por nosotros.

No solo esperamos, sino que esperamos con esperanza. La esperanza en Dios es la convicción de un resultado garantizado. Esperamos creyendo que lo que Dios ha empezado también lo completará, así que vivimos con confianza y valentía. Nos levantamos cada mañana y actuamos con base en el porvenir, y debido a que el porvenir es seguro, sabemos que nuestra labor en la viña del Señor nunca es en vano. Entonces esperamos y actuamos al mismo tiempo. Esperamos y trabajamos. Esperamos y luchamos. Esperamos y conquistamos. Esperamos y proclamamos. Esperamos y corremos. Esperamos y nos sacrificamos. Esperamos y ofrendamos. Esperamos y adoramos. Esperar en Dios es una acción  basada en la seguridad plena de la gracia venidera.

Para profundizar y ser alentado: Romanos 4

viernes, 1 de marzo de 2024

MARZO 1 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 La misericordia significa estar tan agradecido por el perdón recibido que es imposible evitar esparcir esa misma misericordia a otros.

Todos lo hacemos, probablemente todos los días. No tenemos idea de cómo lo estamos haciendo, pero, aun así tiene un impacto sobre la forma en que nos percibimos a nosotros mismos y también sobre cómo respondemos a otros. Es una de las razones por las que hay tantas discordias en la casa de Dios. ¿Qué es esto que causa tanto daño y que todos tendemos a hacer? El olvido. Todos olvidamos. Tristemente, en nuestras agendas tan apretadas y egocéntricas, es fácil olvidar lo mucho que hemos sido bendecidos por la misericordia de Dios. El hecho de que Dios nos ha bendecido con Su favor cuando lo que merecíamos era Su ira se escapa de nuestra memoria como una canción cuya letra ya olvidamos. La realidad de que cada mañana recibimos nuevas misericordias no es lo primero que viene a nuestra mente al alistarnos para empezar el día. Cuando recostamos nuestra fatigada cabeza sobre la almohada al final del día, se nos olvidan las tantas misericordias que Dios derramó sobre nuestras pequeñas vidas. No solemos tomar tiempo para sentarnos y meditar en lo que nuestras vidas serían si la misericordia del Redentor no hubiera sido escrita en nuestras historias personales. Es triste, pero todos olvidamos la misericordia de Dios con demasiada frecuencia.

Olvidar la misericordia de Dios es peligroso; afecta la forma en que piensas sobre ti mismo y sobre otros. Cuando recuerdas la misericordia, también recuerdas que no hiciste nada para merecer tal cosa. Cuando recuerdas la misericordia, eres agradecido, humilde y sensible. Cuando recuerdas la misericordia, la queja se convierte en gratitud y el deseo egoísta en adoración. Pero cuando olvidas la misericordia, te dices a ti mismo que todo lo que tienes es por mérito propio. Cuando olvidas la misericordia, te acreditas aquello que solo la misericordia puede producir. Cuando olvidas la misericordia, te catalogas como justo y merecedor, y vives una vida engreída y demandante.

Cuando olvidas la misericordia y piensas que mereces todo, encontrarás que es muy fácil no ser misericordioso con los demás. Tu orgullo causará que pienses que mereces lo que tienes y que los demás también se lo tienen merecido. Tu corazón orgulloso no es sensible, así que no es conmovido por el arrepentimiento de otros. Olvidas que tú también estás en necesidad, que ninguno es justo ante Dios. La humildad es el suelo sobre el cual crece la semilla de la misericordia. La gratitud por la misericordia recibida es lo que motiva la misericordia extendida. Pablo dice: "Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo" (Efesios 4:32).

Para profundizar y ser alentado: Lucas 6:27-36; Mateo 18:21-35

jueves, 29 de febrero de 2024

FEBRERO 29 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 ¿Necesitas algo más aparte de la cruenta cruz de Jesucristo para convencerte de tu profunda necesidad de Su gracia?

Piénsalo. Dios estaba tan seguro de la profundidad y el costo de tu pecado, de tu incapacidad para ver tu pobre condición (e incluso si fueras capaz de verla, de tu completa incapacidad para librarte de ella) que quiso utilizar las fuerzas de la naturaleza y controlar los eventos de la historia de la humanidad para que, en cierto punto de la historia, Jesús viniera a vivir la vida que tú no pudiste haber vivido, a sufrir la muerte que tú debiste sufrir y a resucitar conquistando la muerte. ¿Por qué Dios llevó a cabo este plan tan elaborado y de tanto sacrificio? Solo hay una respuesta a esta pregunta. El Padre lo planeó, el Hijo estaba dispuesto a hacerlo y el Espíritu Santo aplicó este trabajo a tu corazón, debido a que no había otra forma de hacerlo.

El pecado es la enfermedad de todo ser humano. Es imposible escapar de él en nuestras fuerzas. Te separa del Dios que te creó. Perjudica cada aspecto de tu vida. Hace imposible que seas la persona que Dios había diseñado que fueras y hace imposible que hagas lo que Dios quiere que hagas. Te roba el gozo interior y la paz, poniéndote en guerra con otros seres humanos. Te hace ciego, débil, egoísta y rebelde.. Nos reduce a todos a necios y, finalmente nos lleva a la muerte. El pecado es un desastre que no puede ser mitigado ni calculado. Puedes huir de cierta situación, puedes escapar de alguna relación y puedes mudarte y decidir no regresar. Pero no tenemos la capacidad para escapar del hoyo en el que el pecado nos tiene. Es el mismo hoyo en el que está el corazón de cada persona. Pocos pasajes capturan mejor el desastre del pecado y sus consecuencias como Génesis 6:5-6: "Al ver el Señor que la maldad del ser humano en la tierra era muy grande, y que todos sus pensamientos tendían siempre hacia el mal, se arrepintió de haber hecho al ser humano en la tierra, y le dolió en el corazón". Veamos dos cosas de este pasaje. La primera, que el efecto del pecado en las personas era profundo, llegaba hasta sus corazones. El pecado no es solo un asunto de la conducta. Es una condición del corazón. Es por eso que no puedes librarte de él por ti mismo. La segunda cosa es que los efectos de nuestros pecados son holísticos. Observa las palabras "todos sus pensamientos" seguidas de la oración "tendían siempre hacia el mal".

Pero el pasaje nos dice más. Dios no se conformó con dejarnos en el desastre del pecado. La enfermedad que infectó el corazón de cada ser humano produjo dolor en Su corazón. Pero Su dolor no era solo un dolor de remordimiento; era un dolor de gracia. Las palabras de Génesis 6:8: "Pero Noé contaba con el favor del Señor", aclara que Génesis 6 no es el final de la historia. Dios no solo castigaría el pecado; también levantaría una nación de donde vendría Su Hijo a vivir y a morir para liberarnos de sus garras. La cruz de Su Hijo se erige como un recordatorio permanente de cuán desesperante es nuestra necesidad de la gracia que esa cruz representa.

Para profundizar y ser alentado: 1 Pedro 3:18-22

miércoles, 28 de febrero de 2024

FEBRERO 28 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 El amor que a lo malo llama bueno y a lo bueno malo no es un amor real. El amor verdadero reprende y perdona.

Hay muchas cosas a las que llamamos amor pero no están a la altura de lo que el amor es y hace. Estar dispuestos a tolerar cosas que son incorrectas a los ojos de Dios puede crear una apariencia superficial de paz, pero eso no es lo que hace el amor. El vivir voluntariamente dentro de un círculo de maldad, sin decir nada, puede hacerme agradable a la gente, pero eso no es amor. Decir "está bien, no te preocupes" a una persona que realmente hizo algo equivocado no es amor. Mantener la paz a cualquier costo no es amor. Mantenerme callado cuando debo hablar no es amor. Querer evitar momentos de tensión con alguien porque hay maldad entre nosotros que debe ser expuesta no es amor. Pedirte que toleres cualquier cosa que yo diga o haga solo porque dices que me amas es confundir lo que el amor es y hace. Mucho de lo que pensamos que es el amor sencillamente no es amor.
El amor real, bíblico y que honra a Dios nunca compromete lo que Dios establece como bueno y malo. El amor y la verdad están entrañablemente unidos entre sí. El amor que niega la verdad no es amor. La verdad sin amor deja de ser verdad, debido a que es una verdad trastornada y manipulada. Si el amor quiere y busca lo mejor para ti, entonces se compromete a ser parte de lo que Dios dice que es es lo mejor para tu vida. Entonces, mi compromiso debe ser convertirme en una herramienta de Dios en tu vida, incluso si tenemos que pasar por momentos difíciles para lograrlo. Creo que en ocasiones optamos por el silencio, evitando asuntos y dejando que cosas malas pasen desapercibidas no porque amemos a los demás, sino porque nos amamos a nosotros mismos y no queremos enfrentar las dificultades que conlleva lidiar con algo que Dios dice que es erróneo. No estamos dispuestos a hacer los sacrificios personales que conlleva el amor verdadero. Ahora, no estoy hablando de juzgar, criticar o condenar a otros. No, estoy hablando de elegir no ignorar lo malo, sino lidiar con ello con la misma gracia que Dios nos ha dado. La gracia nunca llama malo a lo bueno. Si lo malo fuera bueno, la gracia no sería necesaria. Si el pecado no fuera perverso y malo, Jesús no tendría que haber venido al mundo.
La cruz de Cristo es el único modelo que necesitas para ver lo que el amor hace al enfrentar lo malo. El amor no llama malo a lo bueno. El amor no ignora lo malo, esperando que desaparezca. El amor no te da la espalda cuando estás equivocado. El amor no se burla de ti. El amor no busca darle vuelta a las cosas para herirte de la misma manera en la que has herido. El amor no es pasivo ni se queda callado ante lo malo. El amor se acerca a ti precisamente porque estás equivocado y necesitas ser rescatado. Al acercarse, el amor está dispuesto a pasar dificultades y a hacer sacrificios para que puedas reconciliarte con Dios y con los demás. Dios nos brinda Su amor para que podamos ser herramientas de este mismo amor en las vidas de los demás.

Para profundizar y ser alentado: 1 Corintios 13:4-13

martes, 27 de febrero de 2024

FEBRERO 27 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 Naciste en un mundo de autoridad, y esa autoridad no es la tuya. La desobediencia hace a un lado a Dios y te pone a ti mismo en el trono de tu corazón.

Las palabras más importantes de la Biblia son las primeras cuatro: "Dios, en el principio". Esas palabras fueron diseñadas para cambiar la forma en la que piensas sobre ti mismo, sobre la vida, sobre Dios y sobre todo lo demás. Dios estaba en el mapa antes que tú. La tierra y todo lo que hay en ella  es una expresión de Su diseño y Su propósito. Ya que Él es el creador de todas las cosas, todo le pertenece. Dios te creó. Eso significa que le perteneces. Fuimos creados cuidadosamente para cumplir Su propósito. No nos hicimos a nosotros mismos. No nos levantamos del barro por fuerza propia. Somos el producto directo del poder creativo y de la voluntad de Dios.

Ahora piensa en lo siguiente. Cuando hago algo, eso me pertenece precisamente porque yo lo hice. La Biblia dice: "Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan" (Salmo 24:1). Esto significa que no hay tal cosa como la autonomía humana. Negar lo anterior es decirme a mí mismo que mi vida me pertenece y que puedo hacer lo que yo quiera para alcanzar mi felicidad. No es solo negar la existencia y autoridad de Dios; también es negar mi propia humanidad. Todos los seres humanos fueron creados para vivir para Dios y en sumisión voluntaria a Su autoridad. Significa que tú y yo nunca estamos en el centro de la vida, porque ese lugar le pertenece a Dios. La vida nunca se trata de nosotros, sino de Él. No se trata de nuestra voluntad o de nuestra manera de hacer las cosas, sino de la Suya. Nunca seremos la autoridad máxima en nuestras vidas, por Él la es. Negar esto es negar la realidad y entregarte a la ilusión más peligrosa de todas. Negar esto es como negar la existencia del sol. Si hicieras eso, la gente que te rodea pensaría que estás loco. El pecado nos vuelve así de locos. Negamos la evidencia que hay a nuestro alrededor sobre la existencia de Dios y Su autoridad. Nos decimos que somos la única autoridad que necesitamos. Escribimos nuestras propias reglas de moral. Nos decimos que sabemos lo que es mejor para nosotros. Voluntariamente sobrepasamos las sabias y protectoras fronteras de Dios. Corremos hacia lo que Dios dice que incorrecto y rechazamos lo que Él dice que es bueno. Lo negamos como Rey y nos "autoentronizamos" en nuestros pequeños mundos. Olvidamos Su gloria y vivimos para la gloria de nuestro propio placer, poder, comodidad y tranquilidad.

Es por esto que la gracia es esencial. Necesitamos gracia poderosa y redentora que nos tome y nos transforme en seres sumisos ante la voluntad de Dios. Se requiere gracia poderosa para convertirme en una persona que se somete a la autoridad de Dios. Se necesita gracia para reconocer que hay un Rey y que no soy yo. Se requiere la mano redentora de Dios para que yo renuncie al propósito de mi reino y vaya tras el Suyo. Jesús se sometió a la voluntad del Padre, incluso hasta la muerte, para que tú y yo tuviéramos la gracia necesaria para hacer lo mismo.

Para profundizar y ser alentado: Salmo 19

lunes, 26 de febrero de 2024

FEBRERO 26 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 Tu vida no es buena porque es fácil y predecible, sino porque el Yo Soy ha invadido tu existencia con Su gracia.

Hay un hermoso cuadro en la vida de Jesús y Sus discípulos grabado para nosotros en Marcos 6:45-52. Jesús envió a Sus discípulos a Betsaida. Encontraron un poderoso viento y olas agitadas en el Mar de Galilea. Si analizas la línea del tiempo en el pasaje, podrás ver que han estado remando por cerca de ocho horas. Están en medio de una situación que parece imposible, agotadora, frustrante y potencialmente peligrosa. La situación ha sobrepasado sus fuerzas y habilidades. Mientras lees el pasaje, podrías preguntarte por qué Jesús deseaba que los discípulos enfrentaran este tipo de dificultades. Es claro que no están en medio de esta situación por ser desobedientes, arrogantes o necios, sino porque han obedecido a Jesús.
Jesús ve que Sus discípulos se encuentran en esta situación peligrosa y extenuante, por lo que acude a ellos, caminando sobre el mar. Sí, has leído bien: Él caminó sobre el mar. Ahora, en el momento en que comienza a caminar sobre el mar, te enfrentas a dos cosas. La primera es el hecho de que Jesús de Nazaret es el Señor Dios Todopoderoso, ya que ningún otro ser humano puede hacer lo que acaba de hacer. Pero hay una segunda cosa importante que debemos observar. En el momento en que comienza a caminar, puedes saber lo que pasa por Su mente. Si lo único que Jesús deseaba era controlar las dificultades, entonces no era necesario caminar sobre el mar. Todo lo que Él tendría que hacer era reprender al viento desde la orilla y este cesaría. Pero caminó sobre el mar porque su objetivo no era la tormenta. Su objetivo eran los hombres en medio de la dificultad. Él está buscando cambiar todo lo que ellos pensaban sobre sí mismos y sobre sus vidas. Parado junto al bote, mientras el viento aún sopla y las olas golpean, les dice: "Yo Soy, no teman". Jesús está apropiándose uno de los nombres de Dios. Les está diciendo que el Yo Soy está con ellos, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, Aquel en quien descansan todas las promesas del pacto. Es imposible que los discípulos estén solos, ya que su existencia ha sido invadida por la gracia y la gloria del Yo Soy.
¿Por qué Jesús envió a los discípulos a la tormenta? Lo hizo por la misma razón que a veces te envía a ti a las tormentas -porque sabe que, en ocasiones, necesitas la tormenta para poder ver Su gloria. Para el creyente, la paz no se encuentra en una vida tranquila. La verdadera paz solo se encuentra en la presencia, el poder y la gracia del Salvador, el Rey, el Cordero, el Yo Soy. Esa paz es tuya, a pesar de que las tormentas de la vida te lleven más allá de tus límites, de tu sabiduría o tus fuerzas. Puedes vivir con esperanza y valor en medio de lo que antes te producía desánimo y miedo, porque sabes que nunca estás solo. El Yo Soy, en Su gracia habita en todas tus situaciones, relaciones y lugares. Él vive en ti. Él está ahí para ti. Él es tu esperanza.
Para profundizar y ser alentado: 1 Samuel 17

domingo, 25 de febrero de 2024

FEBRERO 25 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 Desearás tener éxito en toda tu vida. Espero que escojas tener el éxito que el evangelio produce en tu corazón.

Tú y yo no vivimos por instinto. Somos seres humanos orientados por valores, metas y propósitos. Constantemente estamos evaluando todo en nuestras vidas. Todos tenemos cosas que son importantes para nosotros y cosas que no lo son, cosas que valoramos mucho y cosas que valoramos poco. Nos sacrificamos por alguna cosa y nos negamos a sacrificarnos por otras. Nos entristece la pérdida de algo y celebramos la pérdida de otra cosa. Amamos lo que otra persona odia y atesoramos lo que para otra persona es basura. Vemos alguna cosa y percibimos belleza, mientras que la persona a nuestro lado percibe todo, menos belleza. Algunas cosas tienen tanta importancia para nosotros que moldean las decisiones que tomamos y las acciones que emprendemos. Algunas cosas dirigen la lealtad de nuestros corazones mientras otras apenas captan nuestra atención.

En el centro de este sistema de valores se encuentra nuestra definición de éxito. Ningún ser humano racional quiere ser un fracasado. Nadie quiere pensar que ha desperdiciado su vida. Nadie quiere imaginarse mirando atrás y descubriendo que invirtió su vida en cosas que no importaban. Todos queremos pensar que nuestras vidas serán exitosas. Pero ¿qué es el éxito? ¿Está basado en el tamaño de tu casa, la cantidad de tus amigos, lo exitoso de tu carrera, el poder de tu posición, la cantidad de tus posesiones, la perfección de tu belleza física, la profundidad de tu conocimiento o la lista de tus logros? El problema con todas estas cosas es que muy pronto se desvanecen y, por lo tanto, si has vivido por estas cosas, al final terminarás vacío.

Compara esa perspectiva del éxito con el éxito de la obra de Dios en ti y a través de ti. Dios te ofrece cosas de valor supremo (Su perdón, Su presencia, la entrada a Su reino, una conciencia limpia y un corazón puro). Estas cosas jamás pasarán. Son regalos eternamente valiosos de la divina gracia. Esto te deja con la siguiente pregunta: "¿Qué quiero realmente en la vida: el éxito de la gracia de Dios o el cumplimiento de mi catálogo de deseos?"  Al final del día, ¿qué anhelas? ¿que la gracia de Dios haga su trabajo o las cosas que este mundo físico puede ofrecerte? Sé honesto. ¿Qué clase de éxito se encuentra anclado en tu corazón, el cual moldea las decisiones que tomas y las acciones que emprendes?

Para profundizar y ser alentado: Mateo 6:25-34