Versículo para hoy:

miércoles, 1 de junio de 2016

Espiritualmente rica - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 1

“Tornará su desierto como paraíso”. Isaías 51:3.

ME parece ver en visión un espantoso yermo, un dilatado y terrible desierto igual al de Sahara. No veo nada en él en que pueda descansar la vista; más bien me hastío viendo en todas partes cálidas y áridas arenas sembradas con diez mil pálidos esqueletos de hombres infelices que murieron de angustia porque se extraviaron en el desierto erial. ¡Qué tétrica visión! ¡Cuán horrible! ¡Un mar de arena sin término y sin un oasis! ¡Un triste cementerio para una raza desamparada! Pero, ¡mirad y admiraos! De repente veo una planta de renombre que brota de la ardiente arena; al crecer, produce pimpollos y el pimpollo se agranda y se convierte en rosa. A su lado un lirio inclina su modesta cabeza y, ¡maravilla de maravillas!, al difundirse la fragancia de estas flores, el desierto se transforma en campo fértil y se llena de flores; le es dada la gloria del Líbano y la excelencia del Carmelo y de Sarón. No lo llames más Sahara; llámalo Paraíso. No hables más de él como el valle de la sombra de la muerte, pues he aquí donde yacían los emblanquecidos esqueletos, se proclama una resurrección y se levantan los muertos como un poderoso ejército, lleno de vida inmortal. La planta de renombre es Jesús cuya presencia hace nuevas todas las cosas. La admiración no es menor cuando consideramos la salvación de cada individuo. Te contemplo a ti, querido lector, abandonado como una criatura fajada y sucia,, manchada con su propia sangre y expuesta para que sirva de alimento a los animales de rapiña. Pero, ¡he aquí!, una joya ha sido arrojada en tu pecho por una mano divina y, por su causa, has sido compadecido y guardado por la divina providencia; fuiste lavado y limpiado de tus manchas y fuiste adoptado en la familia del cielo; el hermoso sello del amor fue colocado en tu frente y el anillo de fidelidad, en tu mano. Ahora, para Dios eres un príncipe, aunque una vez fuiste un huérfano abandonado. ¡Oh, estima mucho el incomparable poder y la gracia que convierte el desierto en jardín y hace cantar de gozo al corazón estéril!

Charles Haddon Spurgeon.