Versículo para hoy:

jueves, 9 de abril de 2015

COMO DESARROLLAR UNA MENTE CRISTIANA - John Stott

«No seáis como el caballo, ni como el mulo, sin entendimiento» (Sal 32.9); en otras palabras: «No esperen que yo los guíe en la forma en que ustedes guían a los caballos o a las mulas, porque ustedes no son ni lo uno ni lo otro. Tienen entendimiento». Estaban dos mujeres conversando en el supermercado y una le dijo a la otra: «¿Qué es lo que te pasa? Pareces muy preocupada». «Lo estoy, me preocupa la situación en el mundo», contestó su amiga. «Tienes que tomar las cosas más filosóficamente y dejar de pensar», respondió la primera mujer.

Curiosa idea esta de que para ser más filosóficos hay que dejar de pensar. Sin embargo, estas dos mujeres estaban reflejando la forma de pensar del mundo actual. El mundo moderno ha dado a luz a dos gemelos terribles: uno se llama falta de inteligencia y el otro carencia de sentido. En contraste con esta tendencia vemos lo que dice la Escritura: «Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar» (1 Co. 14:20). Notemos que Pablo por un lado les prohibe que sean niños, y por otro les manda que lo sean, pero en diferentes esferas. En lo que se refiere a la malicia, les dice que deben ser tan inocentes como niños pequeños, pero en su manera de pensar tienen que ser personas maduras.

La importancia de la mente

El uso correcto de nuestra mente produce tres beneficios. En primer lugar, glorificar a nuestro Creador. Siendo nuestro Creador un Dios racional que nos hizo seres racionales a su imagen y semejanza, y habiéndonos dado en la naturaleza y en las Escrituras una revelación racional, espera que usemos nuestra mente para estudiar su revelación. Al estudiar el universo y leer las Escrituras estamos pensando los pensamientos de Dios como él quiere. Por esto, un uso correcto de nuestra mente glorifica a nuestro Creador.

En segundo lugar, enriquece nuestra vida cristiana. No estoy hablando de la educación, la cultura y el arte, que enriquecen la calidad de nuestra vida humana; estoy hablando de nuestro discipulado cristiano. Ningún área del discipulado es posible sin el uso de nuestra mente. Alabar es amar a Dios con todo nuestro ser, incluso con nuestra mente. La fe es una confianza razonable y otro ejemplo de la manera en que Dios nos guía.

En tercer lugar, fortalece nuestro testimonio evangelizador. Con frecuencia nos preguntamos: ¿Por qué unos no aceptan a Jesucristo? Podríamos dar muchas razones, pero hay una acerca de la cual no pensamos lo suficiente: ellos perciben que nuestro evangelio es trivial, no les parece suficientemente amplio como para relacionarse con la vida real. Tenemos que recordar cómo evangelizaban los apóstoles, de qué forma razonaban con la gente, y que basándose en las Escrituras muchos fueron persuadidos. De hecho, Pablo define su ministerio diciendo: «Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres» (2 Co 5.11). Utilizar argumentos en nuestra evangelización no es incompatible con la fe en la obra del Espíritu. El Espíritu Santo no hace que la gente llegue a Jesucristo a pesar de las evidencias, sino que atrae a las personas a Cristo por medio de éstas, cuando Él abre sus mentes para que las tengan en cuenta. Pablo puso su confianza en el poder del Espíritu Santo, pero no por eso dejó de pensar y argumentar. El antiintelectualismo es algo negativo y destructivo, insulta a nuestro Creador, empobrece nuestra vida cristiana y debilita nuestro testimonio; el uso adecuado de la mente glorifica a Dios, nos enriquece y fortalece nuestro testimonio en el mundo.

Esperanza para madres imperfectas - Nancy Leigh DeMoss

ABRIL 9

"Y le seguía una grande multitud de pueblo, y de mujeres, las cuales le lloraban y lamentaban". Lucas 23:27.

EN medio de la plebe que acompañaba a Jesús al patíbulo, había algunas almas piadosas cuya amarga angustia se desahogaba en sollozos y lamentaciones, música apropiada para acompañar a aquella marcha de ayes.
Cuando mi alma puede ver, en la imaginación, al Salvador llevando su cruz al Calvario, se une a las mujeres piadosas y llora con ellas, pues hay allí justificado motivo para el dolor, más justificado de lo que las afligidas mujeres pensaban. Ellas lloraban la inocencia maltratada, la bondad perseguida, el amor que sangraba, la mansedumbre que moría. Pero mi corazón tiene un motivo más profundo y más amargo para llorar. Mis pecados fueron los azotes que laceraron aquellos benditos hombros, y coronaron con espinas aquellas sangrantes sienes; mis pecados gritaron: "Crucifícale, crucifícale", y colocaron la cruz sobre sus bondadosos hombros. En su conducción hacia el Calvario hay suficiente dolor para una eternidad, pero en el hecho de haber sido yo su verdugo, hay más, infinitamente más aflicción que lo que una pobre fuente de lágrimas puede expresar.
     No es difícil darse cuenta por qué aquellas mujeres amaron y lloraron, pero ellas no pudieron haber tenido mayor razón para amar y lamentar que la que tiene mi corazón. La viuda de Naín vio resucitado a su hijo, pero yo me veo a mí mismo resucitado en novedad de vida. La madre de la esposa de Pedro fue curada de fiebre, pero yo he sido curado de la más grave plaga de pecado. De Magdalena salieron siete demonios, pero una entera legión de ellos salió de mí. María y Marta fueron favorecidas con visitas de Jesús, pero yo con su permanencia en mí. Su madre dio a luz su cuerpo, pero Cristo, la esperanza de gloria, está formado en mí. En lo que respecta a deudas, en nada quedo atrás de las santas mujeres; que tampoco sea menos en gratitud.

Fuente: LECTURAS MATUTINAS de Charles Haddon Spurgeon.