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12 Estas fueron las palabras de Rutherford en su lecho de muerte: "¡Oh que todos mis hermanos supieran a qué Señor he servido y qué paz tengo este día! Dormiré en Cristo y cuando despierte estaré satisfecho con ver su rostro" (1661). Estas fueron las palabras de Baxter en su lecho de muerte: "Bendigo a Dios porque tengo una seguridad absoluta de mi felicidad eterna y mucha paz y consolación en mi interior". Cuando casi llegaba a su final, le preguntaron cómo estaba. La respuesta fue: "Casi bien". (1691).
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El fortísimo consuelo que la seguridad puede dar en la hora de la muerte es un punto de gran importancia. Podemos depender de esto, nunca nos será tan preciada la seguridad como cuando nos llega el turno para morir. Son pocos los creyentes que en esa hora atroz no descubren el valor y privilegio de una "esperanza segura", lo hayan pensado o no durante su vida. Las "esperanzas" y "confianzas", en general, son muy buenas mientras brilla el sol y el cuerpo está fuerte; pero cuando estamos por morir, queremos poder decir "Yo sé que..." y "Yo siento que...". El río de la muerte contiene una corriente fría y tenemos que cruzarla solos. Ningún amigo terrenal nos puede ayudar. El postrer enemigo, el rey de terrores, es un oponente fuerte. Cuando nuestras almas están partiendo, no hay mejor bebida que el vino fuerte de la seguridad.
En el Libro de Oraciones hay expresiones hermosas en el servicio diseñado para la visita a los enfermos: "El Señor todopoderoso que es torre fuerte para todos aquellos que ponen su confianza en él, sea ahora eternamente tu defensa, y te haga saber y sentir que no hay otro nombre debajo del cielo, por medio del cual puedes recibir salud y salvación, que el nombre de nuestro Señor Jesucristo". Los compiladores de ese servicio mostraron aquí gran sabiduría. Vieron que cuando los ojos se oscurecen, el corazón se debilita y el espíritu está a punto de partir tiene que haber el saber y el sentir lo que Cristo ha hecho por nosotros, de otra manera, no puede haber paz perfecta13.
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13 "La medida más pequeña de fe, quita el aguijón de la muerte porque elimina la culpa; pero la seguridad absoluta de la fe, rompe los dientes y la quijada de la muerte misma porque anula el temor y terror a ella". -Sermon in the Morning Exercises (Sermón en los Ejercicios Matinales) por Fairclough.