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lunes, 19 de diciembre de 2016

22 Verdades liberadoras para la mujer de hoy - Nancy DeMoss de Wolgemuth


¿Quieres ser bendecida? ¡Obedece! - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – DICIEMBRE 19

“Y la mar ya no es”. Apocalipsis 21:1.

APENAS nos podríamos regocijar ante la idea de perder el glorioso y antiguo océano. Los nuevos cielos y la nueva tierra, de ninguna manera serían para nosotros más hermosos si, en verdad, literalmente, no ha de haber ningún grande y ancho mar, con sus centelleantes olas y sus arenosas playas. ¿No debe este texto ser leído como una metáfora matizada con el prejuicio con que los orientales siempre miraron el mar en la antigüedad? Es muy triste imaginarnos un verdadero mundo físico sin un mar; sería igual que un anillo de hierro sin el zafiro, que le da valor. Tiene, pues, que haber aquí un significado espiritual. En la nueva dispensación no habrá división. El mar separa a las naciones y divide a los pueblos unos de otros. Para Juan en Patmos, las profundas aguas fueron como murallas de una prisión que lo apartaron de sus hermanos y de su obra. No habrá tales barreras en el mundo venidero. Montañas de arrolladoras olas hay entre nosotros y muchos parientes a quienes esta noche recordamos en oración; pero en el mundo de luz hacia donde nos dirigimos, no habrá separación para la familia redimida, sino una comunión ininterrumpida. El mar es el emblema del cambio; pues con sus flujos y reflujos, su cristalina superficie y sus elevadas olas, sus suaves murmullos y sus ruidosos rugidos, el mar nunca es, por largo tiempo, el mismo. Esclavo de los mudables vientos y de la variable luna, su inestabilidad es proverbial. En esta vida humana tenemos muchos de estos cambios, pues la tierra es sólo constante en su inconstancia; pero en la vida celestial, todo cambio que cause tristeza será desconocido, y, también, todo temor de tormenta que haga naufragar nuestras esperanzas y ahogar nuestros goces. El mar de cristal resplandece con una gloria a la que no perturba ninguna ola. Ninguna tempestad brama a lo largo de las tranquilas playas del paraíso. Pronto llegaremos a aquella patria feliz donde no habrá divisiones ni cambios. Jesús nos llevará allá. ¿Estamos o no en él? Esta es la cuestión.

Charles Haddon Spurgeon.