Versículo para hoy:

sábado, 25 de abril de 2015

LA PRIMERA BIENAVENTURANZA - Charles H. Spurgeon

"Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos." Mateo 5:3.

La pobreza en espíritu es el atrio del templo de las Bienaventuranzas.
Así como un hombre sabio no planea nunca edificar las paredes de su casa mientras no haya cavado los cimientos, así tampoco nadie que sea diestro en las cosas divinas esperaría ver algunas de las virtudes más elevadas, allí donde la pobreza en espíritu esté ausente. Mientras no seamos vaciados del yo, no podremos ser llenados con Dios; debemos ser desvestidos antes de que podamos ser vestidos con la justicia que es del cielo.
Cristo no será precioso nunca mientras no seamos pobres en espíritu. Debemos ver nuestras propias necesidades antes de que podamos percibir Su riqueza. El orgullo ciega los ojos, y la humildad sincera debe abrirlos, pues, de otra manera, las bienaventuranzas de Jesús estarían ocultas de nosotros para siempre.
La puerta estrecha no es lo suficientemente ancha para permitir la entrada del hombre que es grande en su propia opinión; es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un hombre engreído por sus propias riquezas espirituales entre en el reino del cielo. Leer el mensaje completo...

Fuente: Charles H. Spurgeon http://www.spurgeon.com.mx/

La nobleza de un llamado superior (segunda parte) - Pr. José Mendoza

La nobleza de un llamado superior - Pr. José Mendoza




ABRIL 25

"Toda suerte de dulces frutas, nuevas y añejas, que para ti, oh amado, he guardado". Cantares 7:13.

LA esposa desea dar a Jesús todo lo que produce. Nuestro corazón tiene "toda suerte de frutas, nuevas y añejas", las cuales están guardadas para nuestro Amado. En esta estación otoñal, rica en frutos, inspeccionemos nuestros depósitos. Tenemos frutas nuevas. Deseamos sentir nueva vida, nuevo gozo, nueva gratitud; queremos hacer nuevas resoluciones y cumplirlas con nuevas actividades; nuestro corazón eleva nuevas oraciones, y nuestra alma está empeñada en nuevos esfuerzos. Pero tenemos también frutas añejas. Allí está nuestro primer amor, un fruto selecto, en el que Dios se goza; aquí tenemos nuestra primera fe, aquella fe sincera por la cual no teniendo nada, lo poseemos todo; tenemos también el primer gozo que experimentamos cuando conocimos al Señor: avivémoslo. Tenemos también recuerdos de las promesas. ¡Cuán fiel ha sido Dios! ¡Cómo ablandó nuestra cama en la enfermedad! ¡Cuán plácidamente nos sostuvo cuando estábamos en las aguas profundas! ¡Cuán benignamente nos libró del horno de fuego ardiendo! ¡Son estas, en verdad, frutas añejas! Tenemos muchas de ellas, pues sus mercedes han sido más numerosas que los cabellos de nuestras cabezas. Tenemos que lamentar nuestros antiguos pecados; pero ya nos hemos arrepentido de ellos, hemos llorado hasta llegar a la cruz, y hemos comprendido el valor de los méritos de la sangre de Cristo. Esta mañana tenemos frutos nuevos y añejos; pero aquí está el punto: estos frutos están guardados para Jesús. En verdad, estos son los mejores y más aceptables servicios, en los que Jesús es el único objeto del alma, y en los que su gloria, sin mezcla alguna, es la meta de todos nuestros esfuerzos. Guardemos nuestros frutos sólo para nuestro Amado; exhibámoslos cuando él está con nosotros, pero no lo presentemos a la mirada de los hombres.

Fuente: LECTURAS MATUTINAS de Charles Haddon Spurgeon.