Versículo para hoy:

martes, 26 de julio de 2016

Un llamado a una iglesia en bancarrota - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – JULIO 26

“Para hacerlos sentar con los príncipes”. Salmo 113:8.

NUESTROS privilegios espirituales son de la mejor clase. “Con los príncipes” es el lugar de compañía selecta. “Nuestra comunión verdaderamente es con el Padre y con su Hijo Jesucristo”. Si hablamos de compañía selecta, no hay otra como esta. “Nosotros somos linaje escogido, real sacerdocio, gente santa”. “Nos hemos llegado a la congregación de los primogénitos que están alistados en los cielos”. Los santos tienen audiencia en la corte. Los príncipes tienen entrada a la majestad real cuando el común del pueblo tiene que quedar fuera. El hijo de Dios tiene libre acceso a los consejos secretos del cielo. “Por él, los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”. “Lleguémonos confiadamente”, dice el apóstol, “al trono de la gracia”. Los príncipes tienen abundantes riquezas, pero, ¿qué es la abundancia de los príncipes comparada con las riquezas de los creyentes? Pues “todo es vuestro; y vosotros de Cristo y Cristo de Dios”. “El que aún a su propio Hijo no perdonó, antes le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él todas las cosas?
Los príncipes tienen un poder peculiar. Un príncipe del imperio del cielo tiene mucha influencia; empuña un cetro en sus propios dominios y se sienta en el trono de Jesús, pues “él nos hizo reyes y sacerdotes para Dios y reinaremos para siempre jamás”. Reinamos sobre el reino unido del tiempo y de la eternidad. Además, los príncipes gozan de especial honor. Desde la altura en la cual la gracia nos ha colocado, podemos despreciar toda dignidad terrenal. Porque, ¿qué es la grandeza humana comparada con lo que dice este versículo: “Y juntamente nos resucitó y asimismo nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús”? Nosotros compartiremos el honor de Cristo. Comparado con esto, los esplendores terrenales no valen nada. La comunión con Jesús es la joya más valiosa que jamás brilló en la diadema imperial. La unión con el Señor es una hermosa corona que eclipsa el brillo de la pompa imperial.

Charles Haddon Spurgeon.