Versículo para hoy:

sábado, 28 de septiembre de 2019

28 de setiembre – NUESTRA NAVAJA

Ciertamente, la Palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón. Hebreos 4:12.

La promulgación de un credo frío y la exposición de algunas doctrinas y su aplicación lógica, sin lidiar con la conciencia de los oyentes, sin presentarles su pecado, sin decirles el peligro que están corriendo, sin rogarles con lágrimas y súplicas que vengan al Salvador, ¡es un trabajo sin ningún poder! Buscamos obreros, no charlatanes. Ahora bien, fíjate lo que lleva un obrero en sus manos. Es una hoz. Su filo, con el que corta el grano, es agudo y cortante. El obrero corta con exactitud, atraviesa el grano y lo echa a la tierra. El hombre que Dios busca para que trabaje en su cosecha no puede venir con palabras suaves y delicadas y doctrinas halagadoras que se refieran a la dignidad de la naturaleza humana y a la excelencia de la auto ayuda y de los esfuerzos propios para rectificar nuestra condición caída y cosas por el estilo. Dios maldecirá a esa boca acaramelada, ya que esa es la maldición de esta generación. El predicador honesto llama pecado al pecado y al pan, pan y al vino, vino, y le dice a los hombres: «Se están arruinando ustedes mismos, cuando rechazan a Cristo se colocan al borde del infierno y allí se perderán para toda la eternidad. No hay alternativas, tienen que escapar de la ira que vendrá, mediante la fe en Jesús o serán echados para siempre de la presencia de Dios y perderán todo posible gozo». El predicador debe lograr que sus sermones sean cortantes. El propósito de nuestra hoz es cortar. El evangelio tiene que herir la conciencia y atravesar el corazón, con el objetivo de separar el alma del pecado y del yo, tal como se separa el grano del suelo.

A través de la Biblia en un año: Proverbios 10-12

FUENTE: Charles H. Spurgeon -Tomado del libro “A los Pies del Maestro”, Compilado por Audie G. Lewis.