Versículo para hoy:

jueves, 6 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

Hay miles de personas bautizadas en nuestras iglesias que son inmunes a la inmoralidad e infidelidad y, sin embargo, caen víctimas del amor al mundo. Hay miles que andan bien durante un tiempo y parece que seguramente arribarán al cielo, pero a la larga, abandonan la carrera y le dan totalmente la espalda a Cristo. ¿Y qué los detiene? ¿Han comprobado que la Biblia no es la verdad? ¿Han comprobado que el Señor Jesús no cumple su palabra? No, de ninguna manera. Pero se han contagiado de la enfermedad epidémica; están infectados del amor a este mundo. De corazón, apelo a cada pastor evangélico que lee este escrito que mire alrededor a toda su congregación. Apelo a cada cristiano maduro a que mire alrededor del círculo de sus conocidos. Estoy seguro de estar diciendo la verdad. Estoy seguro de que es hora de recordar el pecado de la mujer de Lot.

(a) ¡Cuántos hijos de familias cristianas empiezan bien y terminan mal! En su niñez parecen llenos de espiritualidad. Pueden recitar textos e himnos en abundancia, tienen sentimientos espirituales y convicciones de pecado, profesan amar al Señor Jesús y anhelan ir al cielo, les gusta ir a la iglesia y escuchar sermones, dicen cosas que los padres, que los quieren, atesoran porque indican que hay gracia, hacen cosas que llevan a aquellos con los que se relacionan a decir: "¿Qué clase de niño será este?" ¡Pero, ay, con frecuencia su bondad desaparece como la bruma y el rocío de la mañana! El muchacho se hace joven y ya no le importan otras cosas que no sean las diversiones, los deportes, los excesos y parrandear. La niña se convierte en señorita y solo le importa la ropa, las amistades alegres, leer novelas y las emociones. ¿Dónde está la espiritualidad que parecía prometer tanto? Se fue, está enterrada, ha sido descartada por el amor al mundo. Siguen los pasos de la mujer de Lot. Miran atrás.

(b) ¡Cuántas personas casadas aparentemente andan por buen camino espiritual, hasta que sus hijos comienzan a crecer y, entonces, se apartan! En los primeros años de su matrimonio parecen seguir a Cristo con diligencia y ser sus buenos testigos. Asisten regularmente a la predicación del evangelio, dan fruto de buenas obras y nunca se los ve en malas compañías. Su fe práctica es sólida y caminan tomados de la mano. Pero ay, cuántas veces una peste espiritual ataca al hogar cuando los hijos comienzan a crecer y es necesario hacerlos progresar en la vida. Empieza a aparecer una levadura en sus hábitos, su manera de vestir, sus diversiones y su empleo del tiempo. Ya no son estrictos en cuanto a los amigos que visitan y los lugares que frecuentan. ¿Dónde está la clara línea divisoria que antes respetaban? ¿Dónde está la abstinencia total de las diversiones mundanas que antes los caracterizaba? Todo ha sido olvidado. Todo ha sido descartado, como un viejo almanaque. Han cambiado, el espíritu del mundo ha tomado posesión de sus corazones. Siguen los pasos de la mujer de Lot. Miran atrás.

(c) ¡Cuántas señoritas parecen amar decididamente la fe cristiana hasta que cumplen los veinte o veintiún años y, entonces, lo pierden todo! Hasta este momento de sus vidas su conducta relacionada con cuestiones de su fe, ha sido todo lo que debe ser. Mantienen el hábito de orar a solas, leen su Biblia con diligencia, visitan a los pobres cuando se presenta la oportunidad, ministran a las necesidades temporales y espirituales de los pobres, les gusta tener amistades cristianas, les encanta hablar de temas espirituales, escriben cartas llenas de expresiones y experiencias espirituales. ¡Pero ay, muchas veces prueban ser inestables como el agua y el amor al mundo las arruina! Poco a poco se apartan y dejan su primer amor. Poco a poco las "cosas que se ven" van quitando de sus mentes las "cosas que no se ven" y, como plaga de langostas, se comen todo lo verde en sus almas. Paso a paso se apartan de la posición decidida que antes tenían. Dejan de ser celosas en cuanto a la doctrina y pretenden descubrir que es "ser dura" pensar que una persona tenga más espiritualidad que otra, descubren que es "ser exclusivista" intentar cualquier separación de las costumbres de la sociedad. Con el tiempo, dan su cariño a algún hombre que ni siquiera pretende seguir decididamente a Cristo. Por último, terminan por renunciar a los últimos resabios de su cristianismo y se convierten totalmente en hijas del mundo. Siguen los pasos de la mujer de Lot. Miran atrás.

(d) ¡Cuántos miembros de iglesias fueron durante un tiempo profesantes celosos y serios, y ahora son letárgicos, su religión es sólo de forma y, además, son fríos! Hubo un tiempo cuando nadie parecía más consagrado que ellos. Ninguno como ellos era tan diligente en asistir a los medios de gracia, nadie tan ansioso por promover la causa del evangelio y tan dispuesto para toda buena obra, ninguno tan agradecido por recibir instrucción espiritual, ninguno, aparentemente, tan deseoso de crecer en la gracia.

¡Pero ahora, ay, todo parece haber cambiado! El "amor por otras cosas" se ha apoderado de sus corazones y ha asfixiado la buena semilla de la Palabra. El dinero del mundo, las recompensas del mundo, la literatura del mundo, los honores del mundo ocupan ahora el primer lugar en sus afectos. Hable con ellos y no encontrará ninguna reacción positiva a las cosas espirituales. Observe su conducta diaria y no encontrará nada de celo por el reino de Dios. De hecho, tienen religión, pero ya no una fe viva. La fuente de su cristianismo de antes se ha secado y desaparecido, el fuego de la maquinaria se ha apagado y enfriado. El mundo ha extinguido la llama que una vez brillaba con esplendor. Andan en los pasos de la mujer de Lot. Han mirado atrás.