Versículo para hoy:

viernes, 13 de mayo de 2016

¿Por qué nuestro estudio de la Biblia no nos transforma? - Jen Wilkin

“Cuando todos tus predicadores favoritos se hayan ido, y todos sus libros sean olvidados, tendrás tu Biblia. Domínala. Domínala”, John Piper. 


Me encuentro todo el tiempo con mujeres que tienen curiosidad sobre cómo deben estudiar las Escrituras. Tienen hambre de transformación, pero se les escapa. Aunque muchas han pasado años en la iglesia, incluso participando en estudios organizados, su alcance a los fundamentos sobre cómo acercarse a la Palabra de Dios es débil o inexistente y probablemente no es culpa de ellas. A menos que se nos enseñen buenos hábitos de estudio, pocos son los que se desarrollarán de forma natural.

No Hay Una Navaja En Tu Plátano - Pr. John Piper

Muchos de nosotros hemos pasado por periodos de nuestra vida plagados de miedos irracionales. Supongamos, por ejemplo, que en un Halloween usted oyó una advertencia por la radio que criminales culpables habían insertado navajas de afeitar de doble filo en los plátanos en varios supermercados. Estos habían sido puestos en las loncheras de los niños y varios las habían mordido. Usted está nervioso. No se lo puede quitar de su mente. Día tras día piensa en ello más y más seguido. Intenta olvidar todo el asunto. Pero cada plátano se lo recuerda, luego cada fruta, luego cada cara afeitada. Usted renuncia a los plátanos en su totalidad. Usted se aleja temeroso cuando ve a otros siquiera tocar un plátano. Luego, su mente ve navajas en otras frutas: manzanas, peras, duraznos. En poco tiempo su vida parece totalmente dominada por el temor a las navajas y apenas se puede mover para que no se corte.
Muchos de nosotros hemos sido librados de la intensidad destructiva de este tipo de fijaciones. Pero todos las hemos probado en parte.
Lo más frustrante es cómo salir de eso, o cómo ayudar a una persona a salir de eso. Parece sin esperanza porque cualquier avance directo hacia la sanidad parece contraproducente. Cuando una persona realmente sufre del miedo irracional que una navaja existe en su plátano, a él no le ayudan los argumentos sobre la ley de la probabilidad. Los miedos irracionales no ceden ante las evidencias racionales. Así que parece que todos los avances directos están condenados al fracaso. La necesidad urgente es que él se olvide de las navajas y coma el plátano sin siquiera pensar en un pensamiento tan espantoso. Pero todos los esfuerzos directos para aconsejarle a salir del miedo sólo sirven para recordarle lo que hay que olvidar.
¿Qué podemos hacer? Cuando tenía veinte años, era un crítico compulsivo. Solía sentarme en el comedor en el Wheaton y tener pensamientos negativos y de menosprecio de cada segunda persona que caminaba en la fila. Mi conciencia me condenó, pero no podía mantener fuera los pensamientos críticos y los sentimientos feos. Todos los ataques directos a mi esclavitud del pecado parecían inútiles. Sin embargo, durante los siguientes dos años cambié. No había visto suceder el cambio. Simplemente un día me di cuenta que no me sentía muy negativo hacia las personas; mis pensamientos no eran capturados por la crítica.
La batalla no había sido ganada con ataques directos. El enemigo había muerto por negligencia debido a cosas mayores, más fuertes y mejores que empezaron a llenar mi vida. El secreto parece ser lo que Thomas Chalmers llamó “La Fuerza De Expulsión De Un Nuevo Afecto.” Me enamoré de Noël; me enamoré de Wordsworth, Shelley, Keats, Herbert, Gray y Dickinson; me enamoré de Romanos; me enamoré del frente de la escuela en la primavera; y me enamoré de Dios. Y sin que yo lo supiera, los sentimientos base mezquinos y feos de rencor fueron expulsados. Y cuando llegué a estar consciente de lo que había sucedido, las viejas maneras realmente se veían y se sentían necias e indeseables.
De todo esto, he aprendido que lo más valioso que podemos hacer para liberar a la gente de pecados serviles y miedos irracionales es rodearlos por detrás de las líneas del frente y comenzar a llenar sus vidas con realidades grandes y poderosas. La mayoría de nosotros sufre de problemas insignificantes que consumen todo porque no somos cautivados por un gran Dios o llevados por alguna causa magnífica.
Así que no le diga que la navaja no está allí. Llévelo a dar un paseo alrededor del lago. Muéstrele las ardillas correteándose, los petirrojos trabajando, las borlas peludas sobre el olmo. Recítele algún poema espléndido que le quitaron las nubes de encima hoy. Regocíjese con él en alguna promesa… “La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan” (Esdras 8:22). Dios puede conceder que en un año o dos él se dé cuenta de que hay plátanos en su cereal —¡y han estado ahí durante meses!

Bajo un nuevo Afecto, El Pastor John

Vive generosamente - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – MAYO 13

“Jehová es mi porción”. Salmos 119:57.

CONTEMPLA tus posesiones, oh creyente, y compara tu porción con la suerte de tus semejantes. Algunos de ellos tienen su porción en el campo. Son ricos y sus cosechas les producen un aumento de oro; pero, ¿qué son las cosechas comparadas con tu Dios, que es el Dios de las cosechas? ¿Qué son los graneros rotos comparados con él, que es el labrador, que te alimenta con el pan del cielo? Algunos tienen su porción en la ciudad. Sus riquezas son abundantes y fluyen en sus cajas a raudales, hasta que se transforman en un verdadero depósito de oro; pero, ¿qué es el oro comparado con tu Dios? Tú no podrías nutrirte de él; tu vida espiritual no podría ser sustentada con él. Pon el oro sobre una conciencia turbada, ¿podría él quitar sus penas? Aplícalo a un corazón desalentado y mira si el oro puede reprimir un solo gemido o dar un dolor menos. Pero tú tienes a Dios y en él tienes más que lo que el oro o las riquezas podrían comprar. Algunos tienen su porción en lo que la mayor parte de los hombres más ambicionan, es, a saber, en el aplauso y en la fama; pero pregúntate a ti mismo, ¿no es tu Dios para ti más que todo eso? Si una miríada de clarines tocara fuerte en tu honor, ¿te prepararía eso para cruzar el Jordán o te alentaría ante la perspectiva del juicio? No; hay dolores en la vida que las riquezas no pueden aliviar, y existe la gran necesidad de la hora de la muerte para la cual ninguna riqueza puede hacer provisión. Pero si tienes a Dios como tu porción, tienes más que todo el resto puesto junto. En él toda necesidad se satisface, ya sea en la vida como en la muerte. Con Dios como tu porción, eres realmente rico, porque él suplirá tu necesidad, confortará tu corazón, mitigará tu dolor, guiará tus pasos, estará contigo en el valle de la sombra de la muerte y, después, te llevará al hogar para gozar de él como tu porción para siempre. “Yo tengo suficiente”, dijo Esaú. Esto es lo mejor que un mundano puede decir. Pero Jacob le replicó: “Yo tengo todo”, que es una nota demasiado alta para las mentes carnales.

Charles Haddon Spurgeon.