Versículo para hoy:

lunes, 11 de abril de 2016

El propósito del sufrimiento - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – ABRIL 11

“Mira mi aflicción y mi trabajo, y perdona todos mis pecados”. Salmos 25:18.

ES para nosotros un bien cuando las oraciones a favor de nuestras aflicciones están ligadas con súplicas relativas a nuestros pecados; cuando, estando bajo la mano de Dios, no somos completamente absorbidos por nuestras aflicciones, sino recordamos nuestras ofensas contra Dios. Es un bien también llevar aflicciones y pecados al mismo lugar. David llevó su aflicción a Dios y a Dios confesó su pecado. Observemos entonces que nosotros debemos llevar nuestras aflicciones a Dios. Aun tus pequeños pesares pueden ser colocados sobre Dios, pues él cuenta los cabellos de nuestras cabezas; pero también tus grandes pesares pueden ser confiados a él, pues él contiene el océano en el hueco de la palma de su mano. Ve a él, cualquiera sea tu presente dificultad, y lo hallarás capaz y deseoso de socorrerte. Pero también debemos llevar nuestros pecados a Dios. Debemos llevarlos a la cruz para que la sangre caiga sobre ellos y quite su culpa y elimine su poder corruptor. La lección peculiar del texto es esta: que nosotros debemos ir al Señor con pesares y pecados, en espíritu correcto. Nota que todo lo que David pide en cuanto a su aflicción es “Mira mi aflicción y mi trabajo”. Pero la otra petición es mucho más expresiva, definida, categórica y clara: “Perdona todos mis pecados”. Muchos pacientes se expresan así: “Quita mi aflicción y mi trabajo y mira mis pecados”. Pero David no se expresa así, sino dice: “Señor, en cuanto a mi aflicción y a mi trabajo yo no daré órdenes a tu sabiduría. Señor, míralos; te los entregaré a ti. Sería motivo de gozo para mí ver mi dolor eliminado, pero haz como tú quieras. Empero, en cuanto a mis pecados, necesito tenerlos perdonados. No puedo aguantar un momento más bajo su maldición”. Un cristiano considera más llevadera la aflicción que el pecado. Puede tolerar que sus enfermedades continúen, pero no puede soportar la carga de sus transgresiones.

Charles Haddon Spurgeon.