Versículo para hoy:

martes, 19 de enero de 2016

REQUISITOS PARA CAMINAR POR FE - Pr. Charles Stanley

Fruto del Espíritu - Pr. Harvey Martínez

¡Vísteme con humildad! Día 5 - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – ENERO 19

“Entonces les abrió el sentido, para que entendiesen las Escrituras”.

JESÚS, a quien vimos anoche abrir las Escrituras, lo vemos aquí abriendo el sentido. En la primera obra tiene muchos colaboradores, pero en la segunda permanece solo; muchos pueden llevar a la mente las Escrituras, pero sólo Dios puede preparar la mente para recibirlas. Nuestro Señor Jesús difiere de todos los otros maestros; estos llegan al oído, pero él instruye el corazón. Ellos tratan con la letra exterior, pero él imparte un gusto interior por la verdad, por el que percibimos su sabor y su espíritu. El más ignorante de los hombres llega a ser un perfecto erudito en la escuela de la gracia, cuando el Señor Jesús, por su Santo Espíritu, le revela los misterios del reino y le concede la divina unción, por la cual lo capacita para contemplar lo invisible. Si nuestros sentidos fueron abiertos y fortalecidos por el Maestro, somos felices. ¡Cuántos hombres de profunda erudición ignoran las cosas eternas! Conocen, de la revelación, la letra que mata, pero no pueden discernir su espíritu que vivifica. Tienen un velo sobre sus corazones que los ojos de la razón carnal no pueden penetrar. Tal era nuestro caso hace poco. Nosotros, que ahora vemos, éramos una vez enteramente ciegos. La verdad era, para nosotros, como la belleza en la obscuridad: una cosa inadvertida y olvidada. Si no hubiese sido por el amor de Jesús, habríamos permanecido en perfecta ignorancia hasta este momento; pues, si no nos hubiese abierto él el sentido, no hubiéramos nosotros alcanzado el conocimiento espiritual; así como un niño no podría por sí solo escalar las pirámides. La escuela de Jesús es la única en la que la verdad de Dios puede realmente ser aprendida. Otras escuelas pueden enseñarnos qué debe creerse, pero sólo la de Cristo puede enseñarnos cómo creer. Sentémonos a los pies de Jesús, y con ardiente ruego imploremos su bendita ayuda, para que nuestros embotados sentidos puedan ir esclareciéndose y nuestros débiles entendimientos acepten las cosas celestiales.

Charles Haddon Spurgeon.