Versículo para hoy:

jueves, 17 de marzo de 2016

La esperanza es una Persona - Nancy DeMoss de Wolgemuth, Paul David Tripp

LECTURAS VESPERTINAS – MARZO 17

“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Mateo 5:9.

ES esta la séptima de las bienaventuranzas, y el número siete, entre los hebreos, era el número de la perfección. Puede ser que el Salvador colocara al pacificador en el séptimo lugar, porque este se parece más al hombre perfecto en Cristo Jesús. El que desee tener perfecta felicidad, hasta donde esta pueda ser gozada sobre la tierra, debe alcanzar esta séptima bienaventuranza y convertirse en pacificador. Hay también un significado en la posición del texto. El verso que precede habla de la bienaventuranza de “los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”. Es bueno que entendamos que primero debemos ser “limpios” y después “pacificadores”. Ser pacificador no significa tener un pacto con el pecado o tolerar el mal. Debemos poner nuestros rostros como pedernales contra todo lo que es contrario a Dios y a su santidad. Si la pureza está arraigada en nuestras almas, entonces podemos pasar a ser pacificadores. Aun el verso que sigue parece haber sido puesto allí con un propósito. Por más que seamos pacíficos en este mundo, seremos, no obstante, calumniados y mal comprendidos. Y no hay que sorprenderse, pues aun el Príncipe de la paz trajo fuego sobre la tierra. El mismo, aunque amó a la humanidad y no hizo maldad, fue “despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto”. Por eso, para que los pacíficos de corazón no se sorprendan cuando se encuentren con enemigos, se dice en el siguiente verso: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”. Así, los pacificadores, no sólo son declarados bienaventurados, sino rodeados de bendiciones. ¡Señor, danos gracia para ascender hasta esta séptima bienaventuranza! Purifica nuestras mentes para que podamos ser “primero puros, y luego pacíficos”, y fortifica nuestras almas para que nuestra condición de pacíficos no nos conduzca a la cobardía y a la desesperación cuando por tu causa seamos perseguidos.

Charles Haddon Spurgeon.