Versículo para hoy:

viernes, 12 de agosto de 2016

Puedes salirte con la tuya - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 12

“Se dejará ver entonces mi arco en las nubes”. Génesis 9:14.

EL arco iris, símbolo del pacto con Noé, es figura de nuestro Señor Jesús, que es testigo de Dios a su pueblo. ¿Cuándo esperamos ver la señal del pacto? El arco iris sólo puede ser proyectado en una nube. Cuando la conciencia del pecador está oscurecida con nubes, cuando recuerda sus pecados pasados y llora delante de Dios, entonces Jesús se revela a él como el arco iris del pacto, mostrando todos los gloriosos colores del carácter divino y prometiendo paz. En cuanto al creyente, cuando sus pruebas y tentaciones lo acosan, le es muy grato contemplar la persona de nuestro Señor Jesucristo: verle sangrando, viviendo, resucitando e intercediendo por nosotros. El arco iris de Dios se muestra en la nube de nuestros pecados, de nuestras tristezas, de nuestros dolores para anunciar redención. La nube sola no produce arco iris; tiene que haber también gotas cristalinas para poder reflejar la luz del sol. Así nuestras aflicciones no sólo deben amenazarnos sino caer realmente sobre nosotros. Si la ira de Dios fue meramente una nube amenazadora, entonces Cristo no se hizo presente por nosotros, pues el castigo debe caer en pavorosas gotas sobre el Fiador. Hasta que haya una angustia real en la conciencia del pecador, no hay Cristo para él; hasta que el castigo que experimenta se haga penoso, no puede ver a Jesús. Pero debe también haber un sol, pues las nubes y las gotas de la lluvia no producen arco iris si el sol no alumbra. Amado, nuestro Dios, que para nosotros es como el sol, siempre alumbra, pero nosotros no siempre lo vemos. Las nubes nos ocultan su rostro. Pero, no importa qué gotas estén cayendo o qué nubes nos estén amenazando; si él alumbra, habrá arco iris en el acto. Se dice que cuando vemos el arco iris, la lluvia termina. Lo cierto es que cuando Cristo se hace presente, quita nuestras aflicciones; cuando contemplamos a Jesús, nuestros pecados desaparecen y nuestras dudas y temores se disipan. Cuando Jesús anda sobre las aguas de la mar, ¡cuán profunda es la calma!


Charles Haddon Spurgeon.