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sábado, 27 de agosto de 2016

‘La ideología de género carece de base científica’ - PROTESTANTE DIGITAL



LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 27

“En tu mano encomiendo mi espíritu: Tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad”. Salmo 31:5.

ESTAS palabras fueron citadas a menudo por hombres santos en la hora de la muerte. Nosotros podemos esta noche meditarlas con provecho. El objeto de los afanes del hombre fiel, tanto en la vida como en la muerte, no es el cuerpo o los bienes, sino el espíritu. Como el espíritu es su precioso tesoro, si él está seguro, todo le va bien. ¿Qué son estos bienes humanos comparados con el alma? El creyente encomienda su alma en las manos de su Dios. Esa alma la recibió de Dios y, por lo tanto, a él le pertenece; él la sustentó tiempo atrás; él la puede cuidar ahora; es, pues, muy propio que él la reciba. Todas las cosas están seguras en las manos de Jehová. Lo que le confiamos al Señor estará seguro, tanto ahora como en aquel día de días hacia el cual marchamos apresuradamente. Confiar en la protección del cielo significa vida pacífica y muerte gloriosa. En todos los tiempos debemos encomendar nuestro todo en las fieles manos de Jesús; entonces, aunque la vida penda de un hilo y las adversidades se multipliquen como las arenas de la mar, nuestras almas vivirán confiadas y se deleitarán en tranquilos lugares de reposo.
“Tú me has redimido, Jehová, Dios de la verdad”. La redención es una sólida base de confianza. David no conoció el Calvario como lo conocemos nosotros, pero, la redención temporal lo alentó. ¿Y no nos alentará a nosotros la redención eterna? Las liberaciones que hemos experimentado en el pasado constituyen un poderoso motivo para esperar ayuda en el presente. Lo que el Señor ha hecho lo hará otra vez, pues él no cambia. El es fiel a sus promesas y bondadoso para con sus santos. El no se apartará de su pueblo.
No habré de temer ni desconfiar
En los brazos de mi Salvador;
En él puedo yo bien seguro estar
De los lazos del vil tentador.

Charles Haddon Spurgeon.