Versículo para hoy:

jueves, 30 de noviembre de 2023

NOVIEMBRE 30 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Y Amasías dijo al varón de Dios: ¿Qué pues se hará de cien talentos que he dado al ejército de Israel? Y el varón de Dios respondió: De Jehová es darte mucho más que esto”. 2 Crónicas 25:9.

PARECE que esta era una pregunta muy importante para el rey de Judá, y posiblemente es aún más importante para el cristiano tentado y probado. Perder dinero no es agradable en ningún tiempo, y aun cuando estén en juego los principios, la carne no siempre está dispuesta a hacer sacrificios. “¿Por qué perder lo que puede ser provechosamente empleado? La verdad misma, ¿no puede resultar demasiado cara? ¿Qué haremos sin el dinero? Tengamos presente a los hijos y nuestra escasa entrada”. Todas estas cosas y mil más podrían tentar al cristiano a extender su mano a ganancias injustas, y a dejar de poner en obra sus convicciones, cuando estas implican serias pérdidas. No todos los hombres pueden ver estas cosas a la luz de la fe, y aun entre los seguidores de Jesús la doctrina de “nosotros tenemos que vivir” tiene mucho peso.
De Jehová es darte mucho más que esto, es una respuesta muy satisfactoria para esa ansiosa pregunta. Nuestro Padre tiene la llave de nuestra caja y lo que perdemos por su causa él lo reintegra con mil tantos. Obedezcamos su voluntad y estemos seguros de que él nos proveerá lo necesario. El Señor nunca tendrá deudas con ningún hombre. Los santos saben que un gramo de tranquilidad vale más que una tonelada de oro. El que tiene buena conciencia ha ganado una riqueza espiritual mucho más deseable que todo lo que ha perdido, aunque tenga que vestirse con un traje gastado. Un calabozo con la aprobación del Señor es suficiente para un corazón veraz, pero un palacio sin su aprobación sería un infierno. Deja que suceda lo peor, que se pierdan todos los talentos, nosotros no hemos perdido nuestro tesoro, pues está en el cielo donde está Cristo a la diestra de Dios.

miércoles, 29 de noviembre de 2023

NOVIEMBRE 29 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“No andarás chismeando en tus pueblos… ingenuamente reprenderás a tu prójimo, y no consentirás sobre el pecado”. Levítico 19:16-17.

EL chisme despide un veneno triple, pues daña al que cuenta el chisme, al que lo oye y a aquel a quien se refiere. Por este precepto de la Palabra de Dios se nos prohíbe divulgar el rumor, sea este verdadero o falso. La reputación de los hijos de Dios tiene que ser para nosotros muy preciosa, y tendríamos que considerar una afrenta el ayudar al diablo a deshonrar a la Iglesia y al Señor. Algunas lenguas necesitan un freno. Muchos se gozan en denigrar a sus hermanos, como si, obrando así, se enaltecieran. Los hijos prudentes de Noé cubrieron la desnudez de su padre con un manto, pero el que se expuso a mirarla, recibió una espantosa maldición. Quizás nosotros mismos, al pasar alguna vez por esos tristes días, necesitemos que nuestros hermanos nos muestren clemencia y guarden silencio. Procedamos, pues, de esa manera con aquellos que ahora están en esa situación.
Sin embargo, el Espíritu Santo nos permite censurar el pecado y nos enseña la manera cómo hacerlo. Debemos hacerlo reprendiendo a nuestro hermano en su cara y no hablando mal de él a sus espaldas. Esta forma de reprender es aprobada, fraternal y cristiana, y con la bendición de Dios será provechosa. ¿La carne no quiere obrar así? Entonces tenemos que prestar más atención a la conciencia y ceñirnos estrictamente a nuestro deber, no sea que por tolerar el pecado en nuestro amigo nos hagamos participantes de él. Centenares de personas han sido libradas de graves pecados por las exhortaciones hechas a tiempo, con prudencia y con amor por los pastores y otros hermanos fieles. En la amonestación dada a Pedro, en la oración que la precedió y en la humildad con que soportó su arrogante negación, nuestro Señor nos dio un ejemplo de cómo tratar a los que yerran.

martes, 28 de noviembre de 2023

NOVIEMBRE 28 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Ciertamente me gocé mucho cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, así como tú andas en la verdad”. 3 Juan 3.

LA verdad estaba en Gaio y Gaio andaba en la verdad. Si lo primero no hubiese sido cierto no habría ocurrido lo segundo; y si lo segundo no se hubiese podido decir, lo primero habría sido una mera pretensión. La verdad debe entrar en el alma, penetrar en ella y saturarla, de lo contrario no tiene valor alguno. Las doctrinas que sólo se profesan como credo, son semejantes al pan en la mano: no suministran alimento al cuerpo. Pero la doctrina aceptada por el corazón, es como el alimento digerido, que, por asimilación, sostiene y vigoriza el cuerpo. La verdad debe ser en nosotros una fuerza viva, una energía activa, una realidad permanente y una parte de la trama y urdiembre de nuestro ser. Si la verdad está en nosotros, no podremos, en adelante, deshacernos de ella. Un hombre puede perder sus vestidos o los miembros de su cuerpo, pero sus órganos interiores son vitales, y no pueden ser arrancados sin la pérdida de la vida. Un cristiano puede morir, pero no puede negar la verdad. Es una ley de la naturaleza que lo interno afecta lo externo. La luz resplandece desde el centro del farol a través del vidrio. Cuando la verdad se enciende dentro del corazón, su resplandor pronto se manifiesta en la vida y en la conversación. Se dice que los alimentos de ciertos gusanos dan color al capullo de seda que ellos hacen. De la misma manera el alimento del cual vive el hombre interior da a sus palabras y obras un tinte peculiar. Andar en la verdad denota una vida de integridad, santidad, fidelidad y sinceridad, que es el resultado de los principios de verdad que nos enseña el Evangelio y que el Espíritu Santo nos permite recibir. ¡Oh Espíritu de gracia!, permítenos ser hoy regidos y gobernados por tu santa autoridad, de suerte que nada falso o pecador reine en nuestros corazones.

lunes, 27 de noviembre de 2023

NOVIEMBRE 27 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Josué, el gran sacerdote, el cual estaba delante del ángel de Jehová”. Zacarías 3:1.

EN Josué, el gran sacerdote, vemos una imagen de todos los hijos de Dios, los cuales han sido hechos cercanos por la sangre de Cristo y han sido enseñados a servir en las cosas santas y a entrar hasta dentro del velo. Jesús nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios, y aun aquí en la tierra ejercemos el sacerdocio de una vida consagrada y de un servicio santificado. Pero se dice que este gran sacerdote estaba delante de Jehová”; esto es, estaba para ministrar. Esta debiera ser la perpetua posición de todo verdadero creyente. Todo lugar es ahora templo de Dios, y los creyentes pueden servir al Señor tanto en sus ocupaciones diarias como en sus casas. Ellos están siempre “ministrando”, ofreciendo sacrificios espirituales de oración y alabanza, y presentándose como “sacrificio vivo”. Pero, observa dónde estaba Josué para ministrar: “estaba delante del ángel de Jehová”. Es sólo por medio de un mediador que nosotros, impuros pecadores, podemos llegar a ser sacerdotes para Dios. Lo que tengo lo presento delante del mensajero, el ángel del pacto, el Señor Jesús; y por medio de él mis oraciones, ocultas en las suyas, son aceptadas, y mis alabanzas se hacen fragantes al ser atadas con los manojos de mirra, áloes y casia del jardín de Cristo. Si no le puedo llevar otra cosa que lágrimas, él las pondrá con las suyas en su redoma, pues él también lloró una vez. Si no le puedo llevar otra cosa que gemidos y suspiros, él los aceptará como sacrificio acepto, pues una vez él también sintió quebrantado su corazón y gimió profundamente en espíritu. Yo mismo, estando delante de él, soy acepto en el Amado; y todas mis contaminadas obras, aunque en sí mismas sólo merecen el aborrecimiento divino, son, sin embargo, recibidas de tal manera que Dios percibe en ellas olor de suavidad. El está satisfecho y yo soy bendecido.

NOVIEMBRE 26 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas”.
Eclesiastés 9:10.

“TODO lo que te viniere a la mano para hacer” se refiere a los trabajos que son posibles. Hay muchas cosas que nuestro corazón halla para hacer, que no las haremos nunca. Está bien que ellas estén en nuestro corazón, pero si queremos ser eminentemente útiles, no tenemos que estar satisfechos con hacer proyectos en nuestros corazones y hablar de ellos, sino tenemos que llevarlos a cabo. Una buena obra vale más que mil brillantes teorías. No aguardemos experiencias excepcionales ni una clase distinta de obras, sino hagamos día por día “lo que nos viniere a la mano para hacer”. Nosotros no tenemos otro tiempo que el presente en que vivir. El pasado se ha ido; el futuro no ha llegado; nunca, pues, tendremos otro tiempo que el presente. No esperes, entonces hasta que tu experiencia entre en la madurez antes de intentar servir a Dios. Esfuérzate en llevar fruto. Sirve a Dios ahora, pero mira bien cómo realizas aquello que te viniere a la mano para hacer: “hazlo según tus fuerzas”. No desperdicies tu vida pensando en lo que te propones hacer mañana, como si eso pudiera compensar el ocio de hoy. Ningún hombre sirvió jamás a Dios “haciendo cosas mañana”. Glorificamos a Cristo y recibimos bendiciones de él por las cosas que hacemos hoy. Cualquier cosa que hagas por Cristo, pon en ella toda tu alma. No presentes a Cristo una obra desganada, hecha de vez en cuando como algo común. Cuando lo sirvas, sírvele, más bien, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Pero, ¿dónde está la fuerza de un cristiano? No en sí mismo, pues él es una perfecta debilidad. Su fuerza reside en el Señor de los Ejércitos. Busquemos, pues, su ayuda. Obremos con oración y con fe; y cuando hayamos terminado lo que nuestras manos hallaron para hacer, esperemos una bendición del Señor. Lo que hagamos así, estará bien hecho.

NOVIEMBRE 25 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Para pregonar a los cautivos libertad”. Lucas 4:18.

NINGUNO, excepto Jesús, puede dar libertad a los cautivos. La verdadera libertad viene sólo de él. Es esta una libertad justamente otorgada, pues el Hijo, que es heredero de todas las cosas, tiene derecho a libertar a los hombres. Los santos veneran la justicia de Dios, que ahora les asegura la salvación. Esta libertad fue comprada a un precio elevado. Cristo habló de ella con su poder, pero la compró con su sangre. Él te hace libre, pero a costa de su prisión; te liberta porque Él llevó tu carga; te pone en libertad porque Él sufrió en tu lugar. Pero, aunque esa libertad la compró a un precio elevado, te la da, sin embargo, gratuitamente. Jesús no pide nada de nosotros, como preparación para recibir la libertad. Nos ve sentados en saco y en ceniza y nos pide que nos pongamos los bellos atavíos de la libertad. El nos salva tal como somos, y lo hace todo sin nuestra ayuda y sin nuestros méritos. Cuando Jesús nos pone en libertad, esa libertad está perpetuamente asegurada, ninguna cadena nos puede atar otra vez. Es suficiente que el Maestro me diga: “Cautivo, yo te he libertado”, para que yo quede libre para siempre. Satán procurará esclavizarnos, pero si el Señor está a nuestro lado, ¿a quién temeremos? El mundo con sus tentaciones buscará engañarnos, pero el que está por nosotros es más poderoso que los que están contra nosotros. Las maquinaciones de nuestro engañoso corazón nos acosarán y molestarán, pero el que empezó en nosotros la buena obra, la proseguirá y la perfeccionará hasta el fin. Los enemigos de Dios y los enemigos del hombre pueden reunir sus huestes y venir contra nosotros con renovada furia, pero si Dios nos liberta, ¿quién nos puede condenar? El águila que asciende hasta su nido y, después, se remonta hasta las nubes, no es más libre que el alma libertada por Cristo. Si no estamos más bajo la ley, si estamos libres de su maldición, exhibamos en forma práctica nuestra libertad, sirviendo a Dios con gratitud y placer.

viernes, 24 de noviembre de 2023

NOVIEMBRE 24 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Jehová será para con nosotros… lugar de ríos, de arroyos muy anchos”.
Isaías 33:21.

LOS ríos y arroyos anchos traen a la tierra fertilidad y abundancia. Los lugares que están cerca de los ríos anchos son notables por la variedad de sus plantas y por lo abundante de sus cosechas. Dios es todo esto para su Iglesia. Teniendo a Dios, la Iglesia tiene abundancia. ¿Qué puede ella pedir que él no le dé? ¿Qué necesidad puede mencionar, que él no supla? “Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos convite de engordados”. ¿Necesitas el pan de vida? Ese pan cae del cielo como el maná. ¿Necesitas arroyos refrescantes? La roca te sigue, y esa Roca es Cristo. Si padeces de alguna necesidad es por culpa tuya. Si “estás estrecho, no estás estrecho en él, sino en tus propias entrañas”. Los ríos y arroyos anchos indican comercio. Nuestro glorioso Señor es para nosotros un lugar de mercadería celestial. Por medio de nuestro Redentor comerciamos con el pasado. Las riquezas del Calvario, los tesoros del pacto, las riquezas de la elección y los depósitos de la eternidad han llegado hasta nosotros por el amplio arroyo de nuestro bondadoso Señor. Comerciamos también con el futuro. ¡Qué galeras cargadas hasta el borde llegaron a nosotros del milenio! ¡Qué visiones hemos tenido de los días del cielo sobre la tierra! Por medio de nuestro Señor comerciamos con los ángeles; tenemos comunión con los brillantes espíritus, lavados en la sangre, que cantan delante del trono; más aun: tenemos comunión con el Infinito. Los ríos y arroyos anchos están especialmente destinados a exponer la idea de seguridad. Antiguamente los ríos eran una defensa. ¡Oh amados, qué defensa es Dios para su Iglesia! El demonio no puede cruzar este amplio río de Dios. ¡Cómo le gustaría desviar la corriente! Pero no temas, pues Dios permanece inmutablemente el mismo. Satán puede angustiarnos, pero no destruirnos.

NOVIEMBRE 23 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Comunión con él”. 1 Juan 1:6.

CUANDO por la fe fuimos incorporados a Cristo hemos pasado a tener una comunión tan íntima con él, que llegamos a ser uno. Sus intereses y los nuestros se hicieron mutuos e idénticos. Nosotros tenemos comunión con Cristo en su amor. Lo que él ama, lo amamos nosotros. Él ama a los santos; nosotros también. Él ama a los pecadores; nosotros hacemos lo mismo. Él ama a la pobre especie humana, que está pereciendo, y desea ver los desiertos de la tierra transformados en jardín del Señor. Y así lo deseamos nosotros. Nosotros tenemos comunión con él en sus deseos. Él desea la gloria de Dios; y nosotros trabajamos para lo mismo. Él desea que los santos estén donde él está; y nosotros, por nuestra parte, deseamos estar con él. Él desea derrotar al pecado; y nosotros luchamos bajo su bandera. Él desea que el nombre de su Padre sea amado y adorado por todas sus criaturas; y nosotros oramos diariamente así: “Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Nosotros tenemos comunión con Cristo en sus sufrimientos. No somos clavados en la cruz ni morimos de muerte cruel, pero cuando él es vituperado, lo somos también nosotros. Nos es muy agradable ser afrentados por su causa, ser despreciados por seguir al Maestro y tener el mundo en contra de nosotros. El discípulo no tiene que ser más que su Maestro. Dentro de nuestra capacidad también tenemos comunión él en sus labores, ministrando a los hombres con la palabra de verdad y con las obras de amor. Nuestra comida y nuestra bebida, como fue la de él, es hacer la voluntad del que nos envió y terminar su obra. También tenemos comunión con Cristo en sus goces. Somos felices en su felicidad y nos gozamos en su exaltación. Creyente, ¿has probado alguna vez aquel gozo? No hay en la tierra un placer más puro y más conmovedor que tener en nosotros el gozo de Cristo, para que nuestro gozo sea cumplido.

miércoles, 22 de noviembre de 2023

NOVIEMBRE 22 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Sirvió Israel por mujer, y por mujer fue pastor”. Oseas 12:12.

JACOB describe así sus fatigas mientras alterca con Labán: “Estos veinte años he estado contigo. Nunca te traje lo arrebatado por las fieras; yo pagaba el daño; lo hurtado así de día como de noche, de mi mano lo requerías. De día me consumía el calor, y de noche la helada, y el sueño se huía de mis ojos”. La vida terrenal del Salvador fue mucho más fatigosa que la de Jacob. El guardó todas sus ovejas hasta este último informe: “De las que me diste, no perdí ninguna”. Su cabello fue mojado con rocío y sus guedejas con las gotas de la noche. El sueño huyó de sus ojos, pues toda la noche estuvo en oración, luchando en favor de su pueblo. Una noche rogó por Pedro; luego intercedió por otro. Ningún pastor podría jamás proferir, por la dureza de su trabajo, lamentos semejantes a los que hubiera podido proferir Jesucristo por la dureza de los que él realizó para conseguir a su esposa. “Las frías montañas y el aire de medianoche, fueron testigos del fervor de su oración. El desierto conoció sus tentaciones, sus conflictos y también su victoria”. Labán exigió a Jacob todas las ovejas. Es agradable detenernos a considerar el paralelo espiritual de este hecho. Si las ovejas eran arrebatadas por las fieras, Jacob tenía que pagarlas. Si alguna de ellas moría, él tenía que responder por ella, pues era fiador de todas. ¿No fueron los trabajos de Jesucristo por su Iglesia, los trabajos de uno que estaba bajo las obligaciones de fiador, y que, por lo tanto, tenía que llevar salvos a todos los creyentes a las manos de Aquel que se las confió a su custodia?
Mira al fatigado Jacob y ve en él una representación de aquel de quien leemos esto: “Él, como pastor, apacentará su rebaño”.

martes, 21 de noviembre de 2023

NOVIEMBRE 21 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“No contristéis al Espíritu Santo”. Efesios 4:30.

TODO lo que el creyente tiene debe venir de Cristo, pero viene únicamente por el canal del Espíritu de toda gracia. Además, así como todas las bendiciones vienen a ti por medio del Espíritu Santo, así también los pensamientos santos, el culto fervoroso y los actos de bondad no pueden salir de ti, sin la obra santificadora del mismo Espíritu. Aun la buena simiente (si fuese sembrada en ti) no germinaría si el Espíritu no obrara en ti “así el querer como el hacer por su buena voluntad”. ¿Deseas hablar por Jesús? ¿Cómo lo podrás hacer si el Espíritu Santo no toca tu lengua? ¿Quieres orar? ¡Qué pesada resulta esta obra si el Espíritu no intercede por ti! ¿Deseas vencer el pecado? ¿Quieres ser santo? ¿Quieres imitar a tu Maestro? ¿Deseas ascender a las más encumbradas alturas de la espiritualidad? ¿Anhelas ser como los ángeles de Dios: lleno de celo y ardor por la causa del Maestro? Sin el Espíritu no puedes hacer ninguna de esas cosas. “Sin mí, nada podéis hacer”. ¡Oh, pámpano de la vid, tú no puedes llevar fruto sin la savia! ¡Oh, hijo de Dios, aparte de la vida que Dios te da por medio de su Espíritu, tú no tienes vida en ti mismo! No lo contristes, pues, ni provoques su ira con tus pecados. No lo apaguemos en ninguna de las delicadísimas operaciones que lleva a cabo en nuestras almas; cumplamos cada una de sus sugestiones y estemos listos para obedecer todos sus impulsos. Si el Espíritu es en realidad tan poderoso, no intentemos nada sin él. No empecemos ningún proyecto, ni prosigamos ninguna empresa, ni cerremos ningún trato sin implorar su bendición. Convenzámonos de que sin él somos enteramente débiles, y dependamos sólo de él, haciendo nuestra esta oración: “Abre tú mi corazón y todo mi ser para que puedas entrar, y susténtame con tu libre Espíritu cuando yo lo haya recibido en mi corazón”.

lunes, 20 de noviembre de 2023

NOVIEMBRE 20 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

OBSERVA cuán positivamente habla el profeta. No dice: “Espero, confío, pienso algunas veces que Dios ha abogado las causas de mi alma”, sino habla del asunto como de una realidad indiscutible. “Abogaste la causa de mi alma”. Librémonos, con la ayuda del Consolador, de estas dudas y temores que tanto perjudican nuestra paz y nuestro bienestar. Pidamos a Dios que nos conceda vernos libres de la desagradable y gruñona voz de la sospecha y del recelo, y que nos enseñe a hablar con la clara y melodiosa voz de la plena seguridad. Observa con cuanta gratitud habla el profeta, atribuyendo la gloria sólo a Dios. No hay aquí ni una sola palabra tocante a sí mismo o a su defensa. El no atribuye su rescate a ningún hombre, y mucho menos a sus propios méritos. El profeta dice, más bien, lo siguiente: “, oh Señor, abogaste la causa de mi alma; redimiste mi vida”. El cristiano debiera cultivar siempre un espíritu de gratitud; y, especialmente después de haber sido librados de alguna prueba, tendríamos que cantar a nuestro Dios. La tierra debiera estar llena de cantos, entonados por santos agradecidos; y cada día debiera ser un incensario, en el que arda el suave incienso de la acción de gracias. ¡Cuán alegre parece estar Jeremías mientras recuerda la bendición de Dios, y cuán triunfalmente eleva el tono! El había estado en la mazmorra, y, hasta ahora, no era otra cosa que el profeta llorón; y, sin embargo, en el mismo libro llamado “Lamentaciones”, sonora como el canto de María cuando tocaba el pandero, penetrante como el tono de Débora cuando salió al encuentro de Barac con exclamaciones de victoria, oímos la voz de Jeremías que, subiendo al cielo, dice: “Tú abogaste, Señor, la causa de mi alma; tú redimiste mi vida”. ¡Oh, hijos de Dios!, procurad tener una experiencia vital de la bondad del Señor; y cuando la tengáis, hablad de ella con certeza.

NOVIEMBRE 19 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Evita cuestiones necias”. Tito 3:9.

NUESTROS días son pocos, y cuando hacemos bien, los empleamos mucho mejor que cuando disputamos sobre asuntos que, en el mejor de los casos, son de menor importancia. Los antiguos escolásticos ocasionaron mucho mal con sus incesantes discusiones sobre asuntos que carecen de importancia práctica. Nuestras iglesias padecen mucho de discusiones sin importancia sobre puntos obscuros y cuestiones insignificantes. Una vez que todo lo que podía decirse ha sido dicho, ninguno de los dos bandos resulta más sabio que el otro, y, en consecuencia, la discusión no fomenta ni el conocimiento ni el amor. Es una tontería sembrar en terreno tan estéril. Cuestiones sobre detalles que la Biblia calla, sobre misterios que pertenecen sólo a Dios, sobre profecías de dudosa interpretación y sobre maneras de observar ceremonias humanas, son todas cuestiones necias que los hombres sabios evitan. Nuestra tarea no es preguntar ni responder cuestiones necias, sino evitarlas enteramente. Y si observamos el precepto del apóstol (Tito 3:8), de procurar gobernarnos por buenas obras, nos hallaremos muy ocupados en trabajos provechosos, y así no tomaremos mucho interés en contenciones indignas e inútiles. Hay, sin embargo, algunas cuestiones que no son necias y que no deben ser evitadas, sino imparcial y honestamente encaradas. He aquí algunas: ¿Creo yo en el Señor Jesucristo? ¿Ha sido renovado mi espíritu? ¿Ando yo, no según la carne, sino según el Espíritu? ¿Estoy creciendo en la gracia? ¿Adorna mi conversación la doctrina de Dios mi Salvador? ¿Estoy esperando la venida del Señor y velando como un siervo que aguarda a su amo? ¿Qué más puedo hacer por Jesús? Preguntas de esta clase demandan urgentemente nuestra atención. Si hemos estado entregados a cavilaciones, ocupemos desde ahora nuestros talentos en trabajos más provechosos. Seamos pacificadores y enseñemos a otros, que “eviten cuestiones necias”.

NOVIEMBRE 18 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Fuente cerrada, fuente sellada”. Cantares 4:12.

EN esta metáfora, que hace referencia a la vida íntima del creyente, tenemos muy claramente expresada la idea del secreto. Es esta una fuente cerrada, como lo eran las fuentes de Oriente, sobre las cuales se levantaba un edificio, de modo que nadie podía llegar hasta ellas, salvo los que conocían la entrada secreta. Así es el corazón del creyente cuando es renovado por la gracia; hay en él una vida misteriosa que ningún arte puede tocar. Este es un secreto que ningún otro hombre conoce; más aun: que el mismo hombre que lo posee no puede revelarlo a su prójimo. Este texto no sólo incluye secreto, sino también separación. Esta no es la fuente común, de la que puede beber todo transeúnte, sino es una fuente guardada y preservada. Es una fuente que lleva una marca, un sello real, de suerte que todos puedan conocer que no es una fuente pública, sino una fuente que tiene dueño, y, por eso mismo, está sola. Así pasa con la vida espiritual. Los escogidos de Dios fueron separados por decreto eterno; fueron separados por Dios en el día de la redención; son separados porque poseen una vida que los otros no tienen. Es imposible que se sientan cómodos en el mundo o que hallen satisfacción en sus placeres. Aquí tenemos también la idea de santidad. La fuente cerrada es preservada para uso de alguna persona especial. Y lo mismo acontece con el corazón del cristiano, que es una fuente reservada para Jesús. Todo cristiano debiera saber que tiene sobre sí el sello de Dios, y tendría que estar en condiciones de decir con el apóstol Pablo: “De aquí adelante nadie me sea molesto; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús”. Otra idea prominente en este texto es la de seguridad. ¡Cuán segura es la vida interior del creyente! Aunque todos los poderes de la tierra y del infierno se combinaran contra ella, esa vida inmortal seguiría existiendo, pues el que la dio brindó su vida para que fuese preservada.

NOVIEMBRE 17 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“A él sea gloria por los siglos. Amén”. Romanos 11:36.

“A él sea gloria por los siglos”. Este debiera ser el único deseo del cristiano. Todos los otros deseos deben estar subordinados a este. El cristiano puede anhelar prosperidad en sus negocios, pero sólo hasta donde ese anhelo le ayude a promover lo que dice este versículo: “A él sea gloria por los siglos”. Puede desear tener más dones, pero con la finalidad de que “a él sea gloria por los siglos”. No estás obrando como debes cuando lo haces impulsado por otro motivo que no sea el de la gloria de Dios. Como cristiano, eres “de Dios y por mediación de Dios”; vive, pues, “para Dios”. Que nada haga latir tu corazón tan fuertemente como el amor a Dios. Que esta ambición inflame tu alma; que sea el fundamento de todas tus empresas y la fuerza que te sostenga cuando tu celo se enfríe. Haz de Dios tu único objeto y depende de Él, pues donde empieza el yo, empieza la aflicción. Que tus deseos a favor de la gloria de Dios crezcan. En tu juventud, lo has alabado; no te satisfagas ahora con las alabanzas que le tributaste en tu juventud. ¿Te ha prosperado Dios en tus negocios? Como él te dio más, tribútale tú también mayores alabanzas. ¿Te ha dado experiencia? Alábalo, pues, por poseer ahora una fe más poderosa. ¿Ha crecido tu conocimiento? Entonces canta más melodiosamente. ¿Gozas ahora de tiempos más felices de los que has gozado tiempo atrás? ¿Te has restablecido de alguna enfermedad y tu tristeza ha tornado en gozo y paz? Entonces canta más a menudo a su nombre. Pon más brasas y más incienso limpio en el incensario de tu alabanza. En tu vida práctica da a Dios la gloria debida a su nombre. Con tu servicio personal y con tu creciente santidad, pon el “Amén” a esta doxología tributada a tu misericordioso Señor.

jueves, 16 de noviembre de 2023

NOVIEMBRE 16 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“El Señor es mi parte, dijo mi alma”. Lamentaciones 3:24.

NO dice: “El Señor es en parte mi porción”, ni: “El Señor está en mi porción”, porque Él mismo constituye la suma total de la herencia de mi alma. Dentro del perímetro de aquel círculo está todo lo que poseemos o deseamos. El Señor es mi parte. No meramente su gracia, ni su amor, ni su pacto, sino Jehová mismo. El nos escogió a nosotros como su parte, y nosotros lo hemos elegido a él como nuestra parte. Es verdad, que el Señor debe primero elegir nuestra herencia en nuestro lugar, de lo contrario, por nosotros mismos, nunca lo elegiremos. Si realmente somos llamados de acuerdo con el propósito de la elección de amor, podemos decir: “Dios me amó. Yo, por mi parte, ardo de amor por él. Dios, antes que empezara el tiempo, me eligió. Yo, a mi vez, lo elijo a él”.
El Señor es nuestra omnisuficiente parte. Dios satisface: y si Dios en sí mismo es suficiente, debe también ser suficiente para nosotros. No es fácil satisfacer los deseos de un hombre. Cuando se imagina que está satisfecho, enseguida se da cuenta de que aun hay algo más allá, y la sanguijuela de su corazón clama, al instante: “Trae, trae”. Pero todo lo que nosotros podemos desear es ser hallados en nuestra divina porción, de suerte que digamos: “¿A quién tengo en el cielo sino sólo a ti?” Y añadamos: “Aparte de ti, no deseo nada de lo que hay en la tierra”. Bien podemos nosotros “gozarnos en el Señor”, que nos hace beber del torrente de sus delicias. Nuestra fe extiende sus alas y asciende como águila al cielo del divino amor, donde está su refugio. “Las cuerdas nos cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que nos ha tocado”. Gocémonos en el Señor siempre. Mostremos al mundo que formamos un pueblo bienaventurado y feliz, y así lo induciremos a exclamar: “Nosotros iremos contigo, porque hemos oído que Dios está contigo”.

miércoles, 15 de noviembre de 2023

NOVIEMBRE 15 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“La parte de Jehová es su pueblo”. Deuteronomio 32:9.

¿POR qué son suyos? Lo son por su soberana elección. Él los escogió y puso en ellos su amor. Esto lo hizo independientemente de cualquier bondad que haya habido en ellos o que haya previsto en ellos. Él tuvo misericordia del que quiso, y “ordenó para vida eterna” a una escogida compañía, de modo que son suyos por voluntaria elección. No sólo son suyos por elección, sino también por compra. El los compró, y pagó por ellos hasta el último centavo; no puede, pues, haber discusión acerca de su título de propiedad. La parte de Jehová no ha sido redimida con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la preciosa sangre de Cristo. No hay hipoteca sobre sus bienes; ningún pleito puede ser suscitado por ningún demandante, pues el precio fue pagado en pleno tribunal, y la Iglesia es la absoluta y eterna propiedad del Señor. Mira las marcas de sangre que están sobre todos sus escogidos; son invisibles a los ojos humanos, pero conocidas por Cristo, pues “el Señor conoce a los que son suyos”. El no olvida a ninguno de los que redimió de entre los hombres. Cuenta las ovejas por las cuales puso su vida, y recuerda distintivamente a la Iglesia por la que se dio a sí mismo. Son suyos, también, por conquista. ¡Qué batalla tuvo que sostener en nosotros antes de ganarnos! ¡Por cuánto tiempo sitió nuestros corazones! ¡Cuán a menudo nos envió condiciones de capitulación! Pero nosotros atrancamos nuestras puertas y custodiamos contra Él nuestras murallas. ¿No recordamos aquella gloriosa hora cuando Jesús tomó por asalto nuestros corazones, cuando colocó su cruz contra la muralla y subiendo a ella colocó sobre nuestra plaza fuerte la bandera encarnada de su omnipotente misericordia? Sí, nosotros somos, en verdad, los cautivos conquistados por su omnipotente amor. Siendo nosotros escogidos, comprados y conquistados, los derechos que Él tiene sobre nosotros son inalienables.

martes, 14 de noviembre de 2023

NOVIEMBRE 14 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Cortaré a aquellos adoradores que juran por Jehová y juran por Milcom”.
Sofonías 1:5.

ESTAS personas se creían seguras porque estaban con ambas partes. Iban con los seguidores de Jehová y al mismo tiempo se inclinaban a Milcom. Pero la duplicidad es abominable a Dios, y su alma odia la hipocresía. El idólatra que abiertamente se entrega a su dios falso, tiene un pecado menos que el que ofrece su profano y detestable sacrificio en el templo del Señor, mientras que su corazón está con el mundo y con sus pecados. En las cosas comunes de la vida diaria el hombre de doblado ánimo es despreciado; pero, en religión, es aborrecible hasta el último grado. El castigo pronunciado en este pasaje es terrible; pero es bien merecido, pues, ¿cómo es posible que la justicia divina perdone al pecador que conoce lo recto, lo aprueba y profesa seguirlo, y sin embargo, ama continuamente al pecado y le entrega el dominio de su corazón? Alma mía, examínate esta mañana, y mira si eres culpable de esta doblez. ¿Profesas ser un seguidor de Jesús? ¿Lo amas en verdad? ¿Es tu corazón recto para con Dios? ¿Eres de la familia del anciano Padre Honesto o eres un pariente del señor Interés Particular? Tener nombre que vivimos vale poco, si estamos muertos en delitos y pecados. Tener un pie en la tierra de la verdad y el otro en el mar de la falsedad, significará una caída terrible y una ruina total. Cristo será todo o nada. Dios llena todo el universo, de ahí que no haya lugar para otro dios. Si él reina en mi corazón, entonces no habrá lugar para otro poder. ¿Descanso sólo en Jesús crucificado y vivo sólo por él? ¿Es mi deseo que sea así? ¿Se esfuerza mi corazón en obrar así? Si es así, bendita sea la poderosa gracia que me guió a la salvación; y si no es así, perdona, oh Señor, mi terrible ofensa y une mi corazón para temer tu nombre.

NOVIEMBRE 13 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“El pámpano no puede llevar fruto de sí mismo”. Juan 15:4.

¿CUÁNDO empezaste a llevar fruto? Fue cuando viniste a Jesús, confiaste en su gran expiación y descansaste en su perfecta justicia. ¡Ah, qué fruto llevabas entonces! ¿Recuerdas aquellos primeros días? Entonces, en verdad la vid florecía, las tiernas uvas aparecían, las granadas germinaban y las eras de especias daban su fragancia. ¿Has decaído desde entonces? Si has decaído, te exhortamos a que recuerdes aquel tiempo de amor, a que te arrepientas y hagas las primeras obras. Ocúpate continuamente en aquellas cosas que te acercan más a Cristo, pues es de él de quien proceden todos tus frutos. Cualquier actividad que te acerque a él, te ayudará a llevar fruto. El sol es, sin duda, un gran obrero que produce frutos entre los árboles del huerto; y Jesús los produce en mayor proporción entre los árboles del huerto de su gracia. ¿Cuándo has sido más infructífero? ¿No ha sido cuando has vivido muy lejos del Señor Jesucristo, cuando has descuidado la oración, cuando te has apartado de la sencillez de tu fe, cuando tus dones en lugar de tu Señor han absorbido tu atención, cuando has dicho: “Mi montaña permanece firme; yo nunca seré movido”, y has olvidado dónde reside tu poder? ¿No fue entonces cuando dejaste de llevar fruto? A algunos de nosotros se nos ha enseñado que fuera de Cristo no tenemos nada, y esto por causa de la terrible degradación de nuestro corazón delante del Señor. Y cuando hemos visto la completa esterilidad y la muerte de toda potencia humana, hemos exclamado angustiosamente: “De él proceden todos mis frutos; yo, por mí mismo, jamás pude producir uno”. La experiencia nos ha enseñado que cuanto más sinceramente dependamos de la gracia de Dios en Cristo y atendamos al Espíritu Santo, más frutos llevaremos para Dios. ¡Que el Señor nos enseñe a confiar en Jesús tanto para llevar fruto como para gozar de vida!

domingo, 12 de noviembre de 2023

El cuidado de las almas / Conferencia 2023


NOVIEMBRE 12 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"La prueba de vuestra fe". 1 Pedro 1:7.

LA fe no probada puede ser una fe genuina, pero es, sin duda una fe débil, y probablemente mientras esté sin pruebas ha de permanecer enana. La fe nunca prospera más que cuando todas las cosas le son contrarias: las tormentas son sus entrenadores y los relámpagos son sus iluminadores. Cuando en el mar reina calma, extiende como quieras las velas, la nave no marchará hacia su puerto, pues en un mar dormido la quilla duerme también. Deja que los vientos soplen furiosamente y que las aguas se agiten, pues es así como el barco podrá llegar al puerto deseado, aunque se balancee de un lado al otro, y aunque su cubierta se lave con las olas, y el mástil cruja bajo la presión de las infladas velas. Ninguna flor tiene un azul tan hermoso como las que crecen al pie de los helados ventisqueros. Ninguna estrella brilla más que las que fulguran en el cielo polar; ninguna agua tiene un gusto más agradable que la que corre por el desierto de arena, y ninguna fe es tan preciosa como la que vive y triunfa en la adversidad. La fe probada trae experiencia. Si no hubieses estado obligado a pasar por los ríos, no habrías creído en tu debilidad; si no hubieses sido sostenido en medio de las aguas, nunca habrías conocido la potencia de Dios. La fe cuanto más se ejercita en la tribulación, más crece en firmeza, en seguridad y en intensidad. La fe es preciosa, y su prueba es preciosa también.
Que esto, sin embargo, no desanime a los que son jóvenes en la fe. Tú tendrás, sin buscarlas, suficientes pruebas; la porción completa la tendrás a su debido tiempo. Entretanto, si aun no puedes hablar de los resultados de una larga experiencia, agradece a Dios por la que tienes; alaba a Dios por el grado de confianza que has alcanzado. Anda conforme a esa norma, y tú tendrás más y más de las bendiciones de Dios, hasta que tu fe desarraigará las montañas y superará las imposibilidades.

NOVIEMBRE 11 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Acá abajo están los brazos eternos”. Deuteronomio 33:27.

DIOS –el eterno Dios- es nuestro sostén en todos los tiempos, y especialmente cuando estamos sumergidos en profunda aflicción. Hay ocasiones cuando el cristiano se sume en profunda humillación. Bajo un profundo sentimiento de su propia perversidad, se humilla a tal punto que apenas sabe cómo orar, pues, en su concepto, aparece muy indigno. Hijo de Dios, recuerda que cuando estás en lo peor de esa aflicción, “abajo” de ti “están los brazos eternos”. El pecado te puede arrastrar a ese bajo nivel, pero la gran expiación de Cristo está, sin embargo, debajo de ti. Quizás hayas descendido a las profundidades, pero no puedes haber caído “hasta lo sumo”. Además el cristiano se hunde a veces muy profundamente en terribles pruebas que le vienen de afuera. Le quitan toda ayuda terrenal. ¿Qué hacer en ese caso? Debajo de él aun están los brazos eternos. No puede descender tan profundamente en la angustia y en la aflicción sin que la gracia del pacto del siempre justo Dios, no lo rodee aun allí. El cristiano puede también sumergirse en la aflicción que procede de su ser, por las luchas que sostiene, pero aun en ese caso no puede descender más allá del alcance de “los brazos eternos”, pues ellos están debajo de él; y mientras esté sostenido por ellos, todos los esfuerzos del diablo para dañarlo no prosperarán. Esta seguridad de ser sostenido es un aliciente a cualquier débil pero fervoroso obrero que está ocupado en el servicio de Dios. Esto significa una promesa de fortaleza para cada día, de gracia para cada necesidad, y de fuerza en el cumplimiento de cada deber. Y, además, cuando venga la muerte, la promesa subsistirá aun. Cuando estemos en medio del Jordán, podremos decir con David: “No temeré mal alguno porque tú estarás conmigo”. Descenderemos al sepulcro, pero no más allá, porque los brazos eternos nos sostendrán. En el curso de toda la vida y en su terminación, seremos sostenidos por los “Brazos Eternos”.

viernes, 10 de noviembre de 2023

🎯 INVITACIÓN 10 y 11 DE NOVIEMBRE DE 2023, CÓRDOBA, ARGENTINA

https://www.eventbrite.com.ar/e/el-cuidado-de-las-almas-conferencia-teologica-2023-seminario-carey-tickets-631060197037

NOVIEMBRE 10 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“El eterno Dios es nuestro refugio”. Deuteronomio 33:27.

LA palabra refugio puede ser traducida por “mansión” o por “casa”, lo que da la idea de que Dios es nuestra morada y nuestro hogar. Hay en esta metáfora plenitud y dulzura, pues el hogar, aunque sea una humilde choza o una reducida casucha, es, sin embargo, querido a nuestro corazón; y mucho más querido es nuestro bendito Dios, en quien “vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser”. Es en el hogar donde nos sentimos seguros; dejamos fuera al mundo y permanecemos en tranquila seguridad. Así también cuando estamos con nuestro Dios, no tememos al mal. El es nuestro escudo, nuestro asilo y nuestro permanente refugio. En el hogar descansamos. Es allí donde hallamos reposo después de los trabajos y de las fatigas del día. Y de la misma forma, nuestros corazones hallan descanso en Dios cuando, cansados con las luchas de la vida, nos volvemos a él y reposamos tranquilamente. En el hogar, dejamos nuestros corazones en libertad. No tememos ser mal entendidos ni tememos que alguien tuerza el sentido de nuestras palabras. Así también cuando estamos con Dios, podemos conversar libremente con él, pues si “el secreto de Jehová es para los que le temen”, los secretos de los que le temen deben ser y tienen que ser para su Señor. El hogar es, además, el lugar de nuestra más pura y verdadera felicidad. Tenemos en él un gozo que sobrepuja todo otro gozo. Es también a favor de nuestro hogar que trabajamos y obramos. Pensando en nuestro hogar, recibimos fuerzas para soportar las cargas diarias y para cumplir con nuestro cometido. Aun en este sentido podemos decir que Dios es nuestro hogar. El amor a él nos fortalece. Lo recordamos en la persona de su Hijo. Un vislumbre del rostro del Redentor nos constriñe a trabajar en su causa. Sabemos que tenemos que trabajar, pues tenemos hermanos que aun no son salvos, y por lo tanto, tenemos que alegrar el corazón de nuestro Padre, llevando al hogar a los hijos pródigos.

NOVIEMBRE 9 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"Andad en él". Colosenses 2:6.

SI hemos recibido a Cristo en nuestros corazones, nuestra nueva vida manifestará el íntimo conocimiento que tiene de él, observando una conducta de fe en él. Andar denota acción. Nuestra religión no tiene que aprisionarse en nuestra cámara secreta; tenemos, más bien, que llevar a la práctica lo que creemos. Si un hombre anda en Cristo obrará como obraría Cristo, pues estando Cristo en él, con su esperanza, su amor, su gozo y su vida, el tal es el reflejo de la imagen de Jesús, y los hombres dicen de él: "Es igual a su Maestro; vive como Jesucristo". Andar significa progreso. "Así andad en él". Creyente, avanza de gracia en gracia; corre adelante hasta alcanzar el más alto grado de conocimiento que el hombre puede obtener en cuanto a nuestro Amado. Andar denota permanencia. Tenemos que gozar de una perpetua permanencia en Cristo. ¡Cuántos cristianos piensan que sólo por la mañana y por la noche deben tener comunión con Jesús, y que después, pueden entregar sus corazones al mundo durante el día! Es esa una manera muy pobre de vivir. Nosotros tendríamos que estar siempre con él, andar en sus pisadas y hacer su voluntad. Andar denota también hábito. Cuando hablamos de la conducta y de la conversación de un hombre nos referimos a sus hábitos y al constante tenor de su vida. Ahora bien, si nosotros por un tiempo gozamos de Cristo, y después lo olvidamos; si a veces decimos que es nuestro, y luego lo abandonamos, entonces no tenemos perseverancia, no andamos en él. Tenemos que estar constantemente unidos a él, no abandonándolo jamás. Tenemos que "vivir y tener nuestro ser en él". Persevera, cristiano, en el mismo camino en el que has empezado a andar, y como al principio Jesús fue la esperanza de tu fe, la fuente de tu vida, el motivo de tus actos y el gozo de tu espíritu, que siga siendo así hasta el fin. Que lo sea también cuando pases por el valle de la sombra de la muerte y entres en el descanso eterno.

NOVIEMBRE 8 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“De la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo”. Colosenses 2:6.

LA vida de fe está representada como recibiendo; acto este que denota precisamente lo opuesto a todo lo que signifique mérito.
Es sencillamente la aceptación de un don. Como la tierra embebe la lluvia, como el mar recibe los ríos, como la noche acepta la luz de las estrellas, así nosotros, no dando nada, participamos gratuitamente de la gracia de Dios. Los santos, por naturaleza, no son ni fuentes ni manantiales, sino sólo cisternas, en las que fluye el agua viva. Son vasos vacíos en los que Dios derrama su salvación. La idea de recibir denota tener sentido de la realidad. No se puede recibir una sombra; nosotros recibimos lo que es real. Así acontece con la vida de fe; por ella Cristo llega a ser real para nosotros. Mientras estamos sin fe, Cristo es para nosotros un mero nombre, una persona que vivió hace mucho tiempo, y que, por lo tanto, su vida es ahora para nosotros sólo una historia. Por un acto de fe Cristo llega a ser, para nuestros corazones, una persona real. Pero recibir significa también tomar posesión de algo. La cosa que recibo llega a ser mía; yo me apropio de lo que me ha sido dado. Cuando recibo a Jesús, él se convierte, en mi Salvador, tan mío que ni la vida ni la muerte me podrán apartar de él. Todo esto significa recibir a Cristo: recibirlo como el gratuito don de Dios, tener conciencia de su presencia en mi corazón y apropiármelo como mío. La salvación puede describirse como el ciego que recibe la vista, el sordo que recibe la facultad de oír; el muerto que recibe la vida. Pero nosotros no sólo recibimos estas bendiciones, sino que recibimos a Jesucristo mismo. Es verdad que él nos dio vida, nos dio perdón y nos atribuyó su justicia. Todas estas son cosas preciosas, pero no estamos satisfechos con ellas; nosotros hemos recibido a Cristo mismo. El Hijo de Dios ha sido derramado en nosotros, y nosotros lo hemos recibido y nos hemos apropiado de él ¡Qué corazón debe de tener Jesús, pues ni aun el cielo lo pudo contener!

NOVIEMBRE 7 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“He aquí que en las palmas te tengo esculpida”. Isaías 49:16.

NO hay duda de que una parte de la admiración que contienen las palabras: “He aquí”, es producida por la incrédula lamentación del versículo 14. Sión dijo: “Dejóme Jehová, y el Señor se olvidó de mí”. ¡Cuán asombrada parece estar la mente divina ante esta impía incredulidad! No hay otra cosa que sorprenda más que las dudas y los temores infundados del favorecido pueblo de Dios. Las amorosas palabras de reproche que pronuncia el Señor, debieran hacernos sonrojar. Dicen así: “¿Cómo puedo olvidarte si te tengo esculpida en las palmas de mis manos? ¿Cómo te atreves a dudar de que te recuerdo constantemente, si tu memoria está puesta en mi mismo ser? ¡Oh incredulidad, qué extraña maravilla eres tú! No sabemos de qué admirarnos más, si de la fidelidad de Dios o de la incredulidad de su pueblo. Él cumple mil veces con su promesa, y, sin embargo, la próxima dificultad que nos viene, nos hace dudar de él. El nunca falla, nunca se halla como fuente exhausta, ni como sol que se pone, ni como vapor que se disipa, y, sin embargo, nosotros estamos siempre acosados con ansiedades, atormentados con desconfianza y turbados con temores, como si Dios fuera el espejismo del desierto. “He aquí” es una expresión que se aplica para excitar la admiración. Aquí, en realidad, hay motivo para maravillarnos. Los cielos y la tierra bien pueden sorprenderse de que los rebeldes hayan conseguido acercarse tanto al corazón del amor infinito como para ser esculpidos en las palmas de sus manos. “Te tengo esculpida”. No dice: “Tengo esculpido tu nombre”. El nombre está también, pero eso no es todo: “A ti te tengo esculpida”. ¡Mira cuánto significa esto! He esculpido tu persona, tu imagen, tus circunstancias, tus tentaciones, tus debilidades, tus necesidades y tus obras. ¿Dirás otra vez que Dios te ha olvidado, sabiendo que has sido esculpido en sus propias palmas?

NOVIEMBRE 6 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Yo derramaré aguas sobre el secadal”. Isaías 44:3.

CUANDO un creyente ha caído en el abatimiento y en la melancolía, procura, frecuentemente, levantarse de ese estado, maltratándose con tristes y lúgubres temores. No es ese sin embargo el camino para levantarse del polvo, sino para continuar en él. El mismo efecto que produciría una cadena en las alas del águila cuando la queremos hacer volar, es el efecto que produce la duda cuando queremos crecer en la gracia. No es la ley sino el Evangelio lo que salva al alma arrepentida, y no es la servidumbre legal, sino la libertad del Evangelio la que puede restaurar al creyente desalentado. No son los temores serviles los que hacen retornar al que se apartó de Dios, sino la dulce invitación de amor que lo atrae hacia el seno de Jesús. ¿Tienes esta mañana sed del Dios vivo, y te sientes desdichado porque no puedes hallarlo para deleite de tu corazón? ¿Has perdido el gozo de la fe y oras diciendo: “Vuélveme el gozo de tu salud”? ¿Te sientes estéril como tierra seca? ¿No rindes a Dios los frutos que él tiene derecho a esperar de ti? ¿Sientes que no eres ni en la Iglesia ni en el mundo tan útil como debieras ser? Entonces aquí está la promesa que necesitas: “Yo derramaré agua sobre el sequedal”. Recibirás la gracia que tanto buscas, y la tendrás al alcance de tus necesidades. El agua refrigera al sediento: tú, pues, serás refrigerado y tus deseos quedarán satisfechos. El agua aviva la adormecida vida vegetal; tu vida también será vivificada con nueva gracia. El agua hincha los brotes y madura los frutos; tú también tendrás la gracia que hace fructificar, y serás fructífero en los caminos del Señor. Cualquiera de las buenas cualidades que hay en la gracia divina la gozarás plenamente. Recibirás en abundancia todas las riquezas de la divina gracia; estarás empapado en ellas. Y como las praderas algunas veces se inundan por el desbordamiento de los ríos, y los campos se convierten en lagunas, así serás tú.

NOVIEMBRE 5 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Ninguna arma forjada contra ti tendrá éxito”. Isaías 54:17.

ESTE día es notable en la historia de Inglaterra por las dos grandes liberaciones que Dios obró en nuestro favor. En este día, en el año 1605, fue descubierto el complot de los papistas para destruir las Cámaras del Parlamento. “Mientras ellos preparaban en profundas cavernas una trampa para nuestros gobernantes, Dios arrojó del cielo un penetrante rayo y la tenebrosa traición salió a la luz”.
En segundo lugar, hoy es el aniversario del desembarco del rey Guillermo III, en Torbay, en 1688, con lo cual la esperanza del poder papal se desvaneció y la libertad religiosa quedó asegurada. Este día debe ser celebrado no con el libertinaje de los jóvenes sino con el canto de los santos. Nuestros puritanos antecesores, con mucha devoción, hicieron de este día una ocasión especial de acción de gracias. Matthew Henry predicó varios sermones sobre este día. Nuestros sentimientos protestantes y nuestro amor a la libertad tendrían que hacernos observar esta fecha con santa gratitud. Que nuestros corazones y nuestros labios exclamen: “Con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado, la obra que hiciste en sus días en los tiempos antiguos, oh Dios”. Tú has hecho de esta nación el hogar del Evangelio, y cuando el enemigo se ha levantado contra ella, tú la has protegido. Ayúdanos a ofrecerte repetidos cantos por tus reiteradas liberaciones. Concédenos más y más odio contra el Anticristo y apresura el día de su completa destrucción. Hasta entonces, y continuamente, creemos en esta promesa: “Ninguna arma forjada contra ti tendrá éxito”. ¿No tendría todo amante del Evangelio de Cristo que abogar hoy por el derrocamiento de las falsas doctrinas y por la propagación de la verdad de Dios? ¿No sería bueno que escudriñásemos nuestros corazones, y sacásemos de él el estorbo de la justicia propia que quizá está escondido en él?

lunes, 6 de noviembre de 2023

NOVIEMBRE 4 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Porque mi poder en la flaqueza se perfecciona”. 2 Corintios 12:9.


UN requisito elemental para servir a Dios con algún éxito y para realizar bien y triunfalmente su obra, es tener conciencia de nuestra propia debilidad. Cuando el soldado de Dios marche a la batalla confiando en sus fuerzas, cuando diga jactanciosamente: “Sé que saldré vencedor; mi brazo y mi espada me llevarán a la victoria”, entonces su derrota es segura. Dios no acompañará al hombre que marche confiando en sus propias fuerzas. El que confía vencer en esa forma está muy equivocado, pues, como está escrito, “no con ejército ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”. Los que salen a luchar jactándose en su valentía, volverán arrastrando sus banderas en el polvo y con sus armas cubiertas de ignominia. Los que sirven a Dios deben servirlo como él lo dispone y con las fuerzas que da él, de lo contrario Dios nunca aceptará sus servicios. Lo que los hombres hacen sin ayuda divina, Dios nunca lo puede reconocer. El desecha los simples frutos de la tierra; sólo cosecha el grano cuya semilla fue sembrada por el cielo, regada por la gracia y madurada por el sol del amor divino. Antes de poner en ti lo que es suyo, Dios sacará afuera lo que es tuyo; antes de llenar tus alfolíes con el trigo más fino, los limpiará. El río de Dios está lleno de agua, pero ninguna de sus gotas procede de fuentes terrenales. Dios usará en sus batallas únicamente las fuerzas que él imparte. ¿Estás lamentándote de tu debilidad? Ten ánimo, pues tienes que tener conciencia de tu debilidad antes de que el Señor te dé la victoria. Tu vaciedad es una preparación para que puedas, después, ser lleno; y tu abatimiento es una preparación para que puedas, más tarde, estar animado. “Cuando soy flaco, entonces soy poderoso”.

viernes, 3 de noviembre de 2023

NOVIEMBRE 3 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“He aquí, él ora”. Hechos 9:11.


LAS oraciones son oídas instantáneamente en el cielo. En el momento en que Saulo empezó a orar el Señor lo oyó. Aquí hay aliento para el alma afligida que ora. Un pobre atribulado dobla a menudo sus rodillas, pero sólo puede expresar su lamentación en el lenguaje de los suspiros y de las lágrimas. Sin embargo, aquel gemido ha hecho que todas las arpas del cielo vibrasen con música, y aquellas lágrimas fueron recogidas por Dios y atesoradas en el lacrimatorio del cielo. “Pusiste mis lágrimas en tu redoma”, significa que fueron recogidas mientras caían. El suplicante, cuyos temores impiden sus palabras, será bien entendido por el Altísimo. Él, sólo puede rogar con ojos humedecidos, pero “la oración es la caída de una lágrima”. Las lágrimas son los diamantes del cielo; los suspiros forman una parte de la música del séquito de Jehová, y están contadas entre “las más sublimes melodías que llegan hasta la majestad en las alturas”. –No pienses que tu oración, aunque sea débil o temblorosa, será desatendida. La escala de Jacob es alta, pero nuestras oraciones se apoyarán en el Ángel del pacto, y así subirán por sus brillantes peldaños. Nuestro Dios no sólo oye la oración sino que le agrada oírla. “El no se olvida del clamor de los afligidos”. El no atiende, es verdad, a los de rostro altivo y a los que emplean palabras altisonantes; no le gustan la pompa y el fausto de reyes; no escucha la música marcial; no presta atención a la vanagloria y a la ostentación del hombre. Pero donde haya un corazón lleno de tristeza, un par de labios que se estremecen de angustia, un profundo gemido o un suspiro de arrepentimiento el corazón de Jehová se abre. El anota ese caso en el libro de su memoria; pone nuestras oraciones, como si fueran pétalos de rosa, entre las páginas de su libro de recuerdos y cuando, al fin, ese libro sea abierto, saldrá de él preciosa fragancia.

jueves, 2 de noviembre de 2023

NOVIEMBRE 2 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Yo Jehová, no me mudo”. Malaquías 3:6.

ES bueno para nosotros que en medio de toda la inestabilidad de la vida, haya uno a quien los cambios no puedan afectarlo; uno cuyo corazón no pueda ser alterado por el tiempo; uno en cuya frente la mutabilidad no pueda hacer arrugas. Por otra parte, todas las cosas han cambiado y siguen cambiando. El sol mismo se oscurece con el tiempo; el mundo se envejece. El envolvimiento de la ropa gastada ha empezado; los cielos y la tierra han de perecer pronto; perecerán y se envejecerán como se envejece un vestido. Pero hay uno “quien sólo tiene inmortalidad”, de cuyos años no hay fin y en cuya persona no hay cambio. El placer que experimenta el marinero cuando, después de haber sido sacudido por muchos días pone otra vez su pie en tierra, es como la satisfacción que experimenta el cristiano cuando, en medio de todos los cambios de esta turbulenta vida, pone el pie de su fe en esta verdad: “Yo Jehová, no me mudo”. La estabilidad que da el ancla a la nave cuando, por fin, se aferra en un lugar firme, es semejante a la estabilidad que la esperanza cristiana le da al creyente, cuando se prende de esa gloriosa verdad. En Dios “no hay mudanza ni sombra de variación”. Lo que sus atributos fueron en lo antiguo lo son también ahora. Su poder, su sabiduría, su justicia y su verdad son igualmente inalterables.. El siempre ha sido el refugio y la fortaleza de su pueblo en el día de la angustia; y aun ahora sigue siendo su seguro Auxiliador. El es inalterable en su amor. Ha amado a su pueblo con un amor eterno. Los ama ahora tanto como los amó siempre, y cuando todas las cosas terrestres se deshagan en la última conflagración, su amor perdurará aun en toda su fuerza. ¡Preciosa es la seguridad de que él no cambia! La rueda de la providencia gira alrededor del eje del amor eterno.

NOVIEMBRE 1 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores”. Cantares 5:13.

¡HE aquí, el mes de las flores ha llegado! Los vientos de septiembre y las lluvias de octubre han pasado y toda la tierra se ha ataviado de belleza. Ven, alma mía, ponte tus vestidos de fiesta y sal a recoger guirnaldas de pensamientos celestiales. Tú sabes adonde ir, pues para ti “las eras de especias” son bien conocidas; además, has percibido tan frecuentemente el perfume de “las fragantes flores”, que irás enseguida a tu bien amado y hallarás en él encanto y gozo. Aquellas mejillas, una vez tan rudamente heridas con una vara, tan frecuentemente regadas con lágrimas de compasión y manchadas con saliva, -aquellas mejillas, digo-, son a mi corazón, mientras sonríen, como fragante aroma. ¡Oh Señor Jesús!, tú no escondiste tu rostro de la vergüenza y del desprecio, por lo tanto mi mayor placer será alabarte. Aquellas mejillas fueron surcadas con el arado del dolor y enrojecidas con rojas líneas de sangre que bajaban de sus sienes coronadas de espinas. Estas señales de inmenso amor atraen a mi alma mucho más que “los pilares de perfume”. Si no pudiese ver todo su rostro, me agradaría ver sus mejillas, pues el más insignificante vislumbre de Cristo vivifica mi espíritu y le trae diversidad de deleites. En Jesús no sólo hallo fragancia, sino “eras de especias”; no sólo una flor, sino toda clase de “fragantes flores”. El es mi rosa, mi lirio, mi pensamiento y mi racimo de copher. Cuando él está conmigo todo el año es primavera, y mi alma sale a lavarse el rostro con el rocío matutino de su gracia, y a solazarse con el canto de los pájaros de sus promesas. ¡Precioso Señor Jesús permíteme, en verdad, conocer la felicidad que hay en una permanente comunión contigo! Yo soy un pobre indigno, cuyas mejillas tú te has dignado besar. Permite, en retribución, que te bese con los besos de mis labios.

OCTUBRE 31 - LECTURAS MATUTINAS - C. H. SPURGEON

“Renueva un espíritu recto dentro de mí”. Salmo 51:10.

SI el que se ha apartado del Señor, tiene todavía un átomo de vida, gemirá deseando su restauración. En esta renovación se requiere el mismo ejercicio de gracia que se necesitó en nuestra conversión. Entonces tuvimos necesidad de arrepentimiento, y ahora también lo necesitamos. Ahora como entonces necesitamos fe para acercarnos a Cristo. Ahora como entonces necesitamos una palabra del Altísimo, una palabra de los labios del Amado que ponga fin a nuestros temores. Ningún hombre puede ser renovado sin una manifestación del poder del Espíritu Santo, que sea tan real y verdadera como la que sentimos al principio, porque la obra es muy grande, y la carne y la sangre incomodan ahora como incomodaron antes. ¡Oh cristiano!, que tu debilidad personal sea para ti un poderoso motivo para que ores a tu Dios fervorosamente, pidiéndole ayuda. Recuerda que cuando David se sintió impotente, no se cruzó de brazos ni cerró los labios, sino fue apresuradamente al trono de la gracia con esta plegaria: “Renueva un espíritu recto dentro de mí”. Que la doctrina de que sin ayuda no puedes hacer nada, no te haga dormir, sino te sirva, más bien, como un aguijón en tu costado, que te conduzca con gran diligencia al fuerte Auxiliador de Israel. ¡Ojalá tengas la gracia de suplicar a Dios como si suplicases por tu misma vida, diciendo: “Señor, renueva un espíritu recto dentro de mí”! El que sinceramente pide a Dios que le conceda esto, demostrará su honestidad usando los medios por los cuales obra Dios. Permanece mucho en oración; aliméntate mucho de la Palabra de Dios; mata las concupiscencias que te apartaron de Dios. Observa diligentemente al pecado en todo intento de futura sublevación. El Señor tiene sus propios caminos; siéntate junto a ellos, y, cuando él pase por allí, estarás preparado. Prosigue en todos los medios de gracia que nutrirán y fortificarán tu débil vida.