Versículo para hoy:

viernes, 26 de enero de 2024

ENERO 26 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 Tener misericordia hacia otros revelará tu necesidad constante de misericordia, te llevará hasta lo más íntimo de ti y a los brazos de tu Salvador misericordioso.

No es normal para ninguno de nosotros. Es normal asegurarte que tus necesidades se cumplan. Es normal acaparar lo que tienes por temor a no tener lo suficiente en el futuro. Es normal cargar con un catálogo de cosas que deseas para ti mismo. Es normal tener más simpatía con tus sentimientos que con los sentimientos de los demás. Es normal querer misericordia para ti y justicia para los demás. Es normal percibir el pecado de otros, pero ser ciego al tuyo propio. Si queremos ser personas misericordiosas, entonces necesitamos recibir mucha misericordia ¡ya que lo que impide que seamos una comunidad de misericordia somos nosotros!

Me es imposible pensar sobre el llamado de Dios a ser instrumentos de misericordia sin relacionarlo con la parábola poderosa de Jesús en Mateo 18:21-35. Por favor detente y léelo ahora mismo. Cristo tenía dos razones para contar esta historia. La primera era revelar el corazón de Pedro al preguntar: "¿Cuántas veces debo perdonar?" Esta pregunta evidenciaba un corazón falto de misericordia. La segunda razón era revelar nuestros corazones. Verás, todos somos el siervo injusto. Celebramos la misericordia de Dios, pero les gritamos a nuestros hijos cuando se equivocan. Cantamos el himno "Maravillosa gracia", pero nos enojamos con nuestra pareja cuando nos ofende. Alabamos a Dios por Su amor, pero abandonamos una amistad cuando nos es desleal. Estamos agradecidos porque fuimos perdonados, pero decimos que la persona que sufre las consecuencias de sus decisiones se lo tiene merecido. Disfrutamos la gracia de Dios, pero lanzamos la ley a los demás. La verdad es que no practicamos la misericordia debido a que tendemos a vernos a nosotros mismos como superiores a los pobres y necesitados.

Pero cuando el llamado de Dios a ser misericordiosos limita con tu falta de misericordia, empiezas a verte con más exactitud. Empiezas a confesar que no posees dentro de ti lo que Dios requiere. Empiezas a admitirte a ti mismo, y a otros, que no puedes vivir al nivel de los estándares de Dios y empiezas a clamar por la misma cosa que has rehusado dar a otros. Y, al empezar a recordar que la misericordia de Dios es tu única esperanza y al meditar en la grandeza de la misericordia que ha sido rociada sobre ti, empiezas a desear que otros experimenten la misma miseericordia. Verás, si olvidas la misericordia que has recibido, será más fácil que no seas misericordioso hacia los demás. Yo necesito a diario la misericordia de Dios para llevar a cabo Su obra misericordiosa.

Para profundizar y ser alentado: Salmo 103