Versículo para hoy:

viernes, 6 de septiembre de 2019

Su amor es para siempre - Nancy DeMoss de Wolgemuth



6 de setiembre – LO QUE DIOS REVELA

Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17.

He escuchado decir que hay algunas verdades en la Palabra de Dios de las cuales es mejor no predicar. Admiten que son verdades, pero dicen que no son edificantes. No estoy de acuerdo con nada de eso; es como volver atrás, al método que usaron los romanos. Todo lo que la sabiduría de Dios consideró bueno revelar, los siervos de Dios deben considerar sabio proclamar. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar entre esta y aquella verdad y para decir que sobre esto debemos predicar y sobre aquello no? Este sistema nos convertiría, después de todo, en jueces de lo que debe ser el evangelio de Cristo. No debe suceder eso con nosotros; sería asumir una responsabilidad que somos incapaces de llevar.

Mi hermano, lo que el Señor te haya enseñado por medio de su Espíritu, díselo a otros. Según tengas oportunidad, revélales lo que Dios te ha revelado a ti; recuerda lo que el mismo Jesús encargó a sus discípulos: «Lo que les digo en la oscuridad, díganlo ustedes a plena luz; lo que se les susurra al oído, proclámenlo desde las azoteas» (Mateo 10:27). Debes predicar todas las verdades en su debida proporción; hay un tiempo para una y un tiempo para la otra, y no debes omitir ninguna. Al final de nuestro ministerio, debemos ser capaces de decir: «No me he callado nada de lo que Dios me ha enseñado, sino que lo he enseñado a otros, así que mi ministerio ha sido veraz».

A través de la Biblia en un año: Salmos 89-90

FUENTE: Charles H. Spurgeon -Tomado del libro “A los Pies del Maestro”, Compilado por Audie G. Lewis.

Fortalecida a través de los cánticos - Nancy DeMoss de Wolgemuth



5 de setiembre – UN TERRENO PELIGROSO

El amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores. 1 Timoteo 6:10.

Yo creo solemnemente que de todos los hipócritas, los peores son aquellos cuyo dios es el dinero. Tal vez pienses que un borracho es peor, pero gracias a Dios hemos visto muchos de ellos que, luego de volver a su vicio en la condición de cristianos caídos, han abandonado su vicio por segunda vez y han regresado. Sin embargo, me temo que han sido muy pocas las veces que hemos visto a hombres avaros alcanzar la salvación, tan pocas veces que pudiéramos escribirlo en la uña de un dedo. Este es un pecado que el mundo no condena, el ministro más fiel escasamente pudiera golpearlo en la frente. Dios es testigo de la dureza con que he tratado a hombres cuya riqueza está en este mundo y que, sin embargo, pretenden ser seguidores de Cristo, pero ellos siempre dicen: «Eso no es conmigo». Lo que yo llamo avaricia ellos lo llaman prudencia, discreción, economía, etc.; y harán acciones que me harían escupir, mientras que ellos piensan que sus manos están limpias luego de llevarlas a cabo, y que pertenecen al pueblo de Dios, y escuchan lo que escucha el pueblo de Dios, y piensan que luego de haber vendido a Cristo por una ganancia irrisoria, todavía irán al cielo. ¡Ay, almas, almas, almas, manténganse alertas, más que todo, de la avaricia! La raíz de toda clase de males no es el dinero, ni la falta de él, sino el amor al dinero. No es el hecho de ganarlo, ni siquiera de ahorrarlo. Es el hecho de amarlo, de convertirlo en tu dios, de considerarlo como lo mejor, y no considerar la causa de Cristo, ni la verdad de Cristo, ni la santidad de Cristo, sino que sacrificas todo lo que posees por obtener ganancias.

A través de la Biblia en un año: Salmos 85-88

FUENTE: Charles H. Spurgeon -Tomado del libro “A los Pies del Maestro”, Compilado por Audie G. Lewis.