Versículo para hoy:

lunes, 13 de abril de 2020

Un mensaje vital - Nancy DeMoss Wolgemuth



13 de abril - La tentación del mal - Ray Stedman



Pasemos a considerar la estrategia que emplea el Tentador. Esto resulta de lo más instructivo porque es exactamente la estrategia que emplea cuando aparece ante nosotros como un ángel de luz, no porque nosotros vayamos a tener visiones de seres brillantes, sino que la personalidad que ejemplifica y el carácter con el que aparece,  es el mismo ahora y antes. Las Escrituras dejan claro que el demonio también puede aparecer como un león rugiente, lo cual significa que puede asestar un golpe por medio de la tragedia, de la enfermedad o de cualquier mal físico, de la misma manera que atacó a Job o a Pablo, mediante su espina en la carne, a lo que Pablo llamó mensajero de Satanás. Cuando aparece como un león, puede hacer que sintamos temor en nuestros corazones. Pero su estrategia más efectiva es aparecer como una buena persona, como alguien atractivo, como algo o alguien que nos atrae como si fuese un ángel de luz.
Si aprende usted a reconocer la estrategia del demonio, se encontrará con que emplea las mismas tácticas de manera invariable. Hay un sentido en el que está muy limitado y no cambia sus tácticas en gran manera. A veces sentimos como si nunca fuésemos a aprender cómo anticiparnos al demonio, pero podemos aprender. Pablo dice que no ignoraba las estratagemas del demonio (2 Corintios 2:11). Si aprendemos cómo actúa él, podemos fácilmente aprender a detectarle en nuestras vidas.
Santiago ha descrito esta estrategia de una manera muy clara en uno o dos versículos. Dice: “sino que cada uno es tentado, cuando de su propia pasión es atraído y seducido. Entonces la pasión, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:14-15).
He ahí la estrategia del demonio, que siempre se acerca a nosotros siguiendo estas mismas tres etapas y estos tres pasos que han quedado claramente subrayados en este texto. Santiago dice que todo hombre “es tentado, cuando de su propia pasión es atraído y seducido” (1:14). El primer paso que da el demonio con nosotros tiene que ver siempre con despertar el deseo de hacer el mal, creando un hambre, una atracción, o por medio de una tentación hacia el mal.
El segundo es permitir que se forme la intención a fin de que suceda un acto. Santiago describe esto diciendo: “Entonces la pasión, después que ha concebido, da a luz el pecado” (1:15). Fíjese en que el símbolo que emplea es el de la concepción y del nacimiento. Hay un periodo de gestación en la tentación, porque una vez que se ha despertado el deseo, tiene lugar un proceso interior que antes o después tiene como resultado el pecado, un acto que está mal.
La tercera etapa es que el demonio actúa de inmediato sobre la oportunidad conseguida por medio del acto malvado, entrando y produciendo resultados que las Escrituras describen como muerte: “el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”. Este es el propósito esencial del demonio. Jesús dijo que el demonio era “homicida desde el principio” (Juan 8:44). El se deleita en magullar, machucar, torcer, destrozar, dañar y destruir. Vemos que su actividad está presente por todas partes; está sucediendo a nuestro alrededor, en nuestras propias vidas y en las vidas de otras personas. Estas son “las obras del diablo”, dicen las Escrituras (1 Juan 3:8).
Señor, te doy gracias por este recordatorio de que tengo un enemigo y me encuentro en una batalla. Enséñame a descubrir las estrategias de Satanás y a mantenerme firme en contra de sus ataques.



Aplicación a la vida

El demonio se deleita en las falacias que tenemos respecto a él. ¿Hemos aprendido a reconocer las estrategias de Satanás y las tres etapas repetitivas que usa para dirigirse a nosotros?