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jueves, 9 de junio de 2016

Aquí y ahora - Winn Collier

El Llamado al Ministerio | 9Marks



 


Edifica tu matrimonio en tierra sólida - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 9

“Escudriñad las Escrituras”. Juan 5:39.

LA palabra griega traducida aquí por escudriñar significa una escrupulosa, minuciosa, diligente y cuidadosa investigación, como la que realizan los hombres cuando buscan oro, o los cazadores cuando marchan ansiosos tras la caza. No debemos descansar satisfechos por haber leído uno o dos capítulos de la Biblia, sino tenemos que buscar empeñosamente con la candela del Espíritu, el significado oculto de la palabra. Las Sagradas Escrituras requieren examen; mucho de ella sólo puede ser aprendido por cuidadoso estudio. Hay leche para los niños, pero hay también carne para hombres vigorosos. Los rabíes dicen sabiamente que una montaña de enseñanza hay en cada palabra; sí, en cada nombre de las Escrituras. Tertuliano exclama: “Adorno la plenitud de las Escrituras”. Ninguno que meramente hojee el libro de Dios puede sacar provecho de él; tenemos que cavar y excavar hasta que consigamos el tesoro escondido. La puerta de la palabra sólo se abre con la llave de la diligencia. Las Escrituras reclaman investigación. Ellas son las Escrituras de Dios que llevan el sello y la autorización divina. ¿Quién se atreverá a tratarlas con ligereza? El que las desprecia, desprecia a Dios, que las escribió. No permita Dios que alguno de nosotros deje que su Biblia se convierta en un testigo contra él en el gran día del juicio. La palabra de Dios recompensará al que la investigue. Dios no nos ordena zarandear un montón de tamo que contiene aquí y allí un grano de trigo, sino la Biblia, que es trigo aventado. Sólo tenemos que abrir la puerta del granero y hallarlo. La Biblia se agranda ante el que la estudia, pues está llena de sorpresas. La Biblia, a semejanza de un amplio templo pavimentado con oro y techado con rubíes, esmeraldas y toda suerte de gemas, brilla bajo la instrucción del Espíritu Santo con esplendor de revelación. No hay mercancía igual a la verdad de las Escrituras. Por fin, las Escrituras revelan a Jesús. “Ellas dan testimonio de mí”. Ningún estímulo más poderoso que este puede presentarse a los lectores de la Biblia: el que halla a Jesús halla vida, cielo y todas las cosas. Feliz el que, escudriñando su Biblia, halla a su Salvador.

Charles Haddon Spurgeon.