Versículo para hoy:

jueves, 12 de abril de 2018

pasos prácticos respecto a la pureza sexual - Tim Challies



Un encuentro con el poder - Nancy DeMoss de Wolgemuth



ABRIL 12

“Porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de sus pecados”. Jeremías 31:34.

Cuando conocemos al Señor, recibimos el perdón de los pecados. Se le conoce como Dios de gracia que pasa por alto nuestras transgresiones. ¡Qué gozoso descubrimiento es este!

¡Pero cuán divinamente está expresada esta promesa: el Señor promete que nunca más se acordará de nuestros pecados! ¿Puede Dios olvidarse? Él dice que sí y siempre piensa lo que dice. Nos considera como si nunca hubiésemos pecado. La gran expiación quitó tan eficazmente todo pecado que, para el recuerdo de Dios no existe ya. El creyente está ahora en Cristo Jesús, tan acepto como Adán en su inocencia; aún más, porque está vestido de una justicia divina, y la de Adán fue solamente humana.

El Gran Señor no se acordará de nuestros pecados para castigarlos, o para amarnos un átomo menos a causa de ellos. Como una deuda pagada, cesa de ser deuda, así el Señor hace una cancelación completa de la iniquidad de su pueblo.

Cuando lamentamos nuestras transgresiones y omisiones, como es nuestro deber hacerlo mientras vivimos, regocijémonos al mismo tiempo de que nunca más serán mencionadas en contra de nosotros. Esto nos hace odiar el pecado. El perdón gratuito de Dios nos hace desear no entristecerle más por la desobediencia.

FUENTE: Libro de Cheques del Banco de la Fe – Charles H. Spurgeon.