Versículo para hoy:

domingo, 8 de junio de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)


II. El ministerio de Pablo

    En segundo lugar, notemos lo que dice Pablo acerca de su ministerio. Las palabras del apóstol son muy sencillas al referirse a él. Dice: "Me fue dada esta gracia de anunciar" o sea, predicar.

    El significado de esta frase es claro: "Me fue dado el privilegio de ser un mensajero de las buenas nuevas. He sido comisionado para ser el heraldo de las nuevas de gran gozo". No podemos dudar de que el concepto paulino del oficio del pastor, incluía la administración de las ordenanzas y de hacer todas las demás cosas necesarias para la edificación del cuerpo de Cristo. Pero aquí, como en otros lugares, es evidente que la idea principal continuamente en su mente era la responsabilidad principal de un ministro del Nuevo Testamento. Esta responsabilidad es ser predicador, evangelista, embajador de Dios, mensajero de Dios y heraldo de las buenas nuevas a un mundo caído. Dice en otro lugar: "No me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio" (1 Co. 1:17).

    No veo que Pablo haya apoyado alguna vez la teoría favorita de muchos, de que la intención era que fuera un ministerio sacerdotal, un sacerdocio eucarístico-sacrificial en la iglesia de Cristo¹. No hay ni una palabra en el libro de los Hechos ni las epístolas a las iglesias que justifique semejante noción. No está escrito en ninguna parte que "Dios haya nombrado a algunos en la iglesia, primero apóstoles, luego [sacerdotes]" (1 Co. 12:28). Hay una ausencia notable de esta teoría en las epístolas pastorales a Timoteo y Tito, donde uno esperaría encontrarla, si es que pretendiera encontrar base para esas ideas.

    Por el contrario, precisamente en estas epístolas, leemos expresiones como: "Manifestó su palabra por medio de la predicación". "Yo fui constituido predicador". "Para que por mí fuese cumplida la predicación" (Tito 1:3; 1 Ti. 2:7; 2 Ti. 1:11; 2 Ti. 4:17). Y, como broche de oro, una de sus últimas exhortaciones a su hijo espiritual Timoteo, cuando lo dejó a cargo de una iglesia organizada, es esta frase concisa y expresiva: "Que prediques la palabra" (2 Ti. 4:2). En suma, creo que Pablo quiso que comprendiéramos que, no importa lo variadas que sean las obras para las cuales el pastor es apartado, la primera, más importante y principal es ser predicador de la Palabra de Dios.

    Pero, a pesar de que me niego a aceptar que las Escrituras justifiquen la creencia de un sacerdocio eucarístico-sacrificial, no nos vayamos al otro extremo y quitemos valor al oficio del siervo de Cristo. Es peligroso ir en esa dirección. Aferrémonos a ciertos principios firmes sobre el ministerio cristiano y no importa cuánto nos disguste el sacerdocio y las enseñanzas católicas romanas, no dejemos que nada nos tiente a dejar que estos principios se nos vayan de las manos. Hay un término medio sólido entre una idolatría oprobiosa del  "sacerdotalismo" [creencia que enfatiza el poder de los sacerdotes como mediadores esenciales entre Dios y los hombres], por un lado, y una anarquía desordenada por el otro. El hecho de que no seamos papistas en este aspecto del ministerio, no quiere decir que tenemos que ser Cuáqueros o Hermanos Libres². Esto no era lo que Pablo tenía en mente.

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¹ Para aprehensión de muchos, los Cuáqueros y los Hermanos Libres parecen ignorar totalmente el oficio pastoral.
² [Editor: El Sacerdotalismo enfatiza la necesidad de un sacerdote para administrar la Cena del Señor y como mediador entre el creyente y Cristo].

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