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lunes, 30 de octubre de 2023

¿Por qué celebramos la Reforma el 31 de octubre? | JOSUÉ BARRIOS

 

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OCTUBRE 30 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Te alabaré, oh Jehová”. Salmo 9:1.

LA alabanza debiera siempre seguir a la oración contestada, así como la niebla de la gratitud terrestre se eleva cuando el sol del amor celestial calienta el suelo. ¿Ha sido el Señor misericordioso para contigo y ha inclinado su oído a la voz de tu súplica? Entonces alábalo mientras vivas. Deja que el fruto maduro caiga al fértil suelo de donde extrajo su vida. No niegues un canto al que contestó tu oración y te dio el deseo de tu corazón. Estar callado frente a las bendiciones de Dios es incurrir en la ingratitud; es obrar tan vilmente como los nueve leprosos, quienes, después de haber sido curados, no volvieron para dar gracias al Señor que los había sanado. Descuidar la alabanza a Dios es rehusar beneficiarnos a nosotros mismos, pues la alabanza, igual que la oración, es un poderoso medio para estimular el crecimiento en la vida espiritual. La alabanza nos ayuda a quitar nuestras cargas; a alentar nuestra esperanza y acrecentar nuestra fe. La alabanza es un ejercicio saludable y vigorizador que aviva el pulso del creyente, y le da fuerzas para realizar nuevas hazañas en el servicio del Maestro. El bendecir a Dios por las bendiciones recibidas es, además, el medio para bendecir a nuestros prójimos: “Oiránlo los mansos y se alegrarán”. Otros, que han pasado por las mismas circunstancias, tomarán aliento si podemos decir: “Engrandeced a Jehová conmigo, y ensalcemos su nombre a una. Busqué a Jehová y él me oyó”. Los corazones débiles se fortalecerán y los creyentes desanimados se reanimarán mientras escuchan nuestros “cánticos de liberación”. Sus dudas y temores se sentirán censurados mientras nos enseñamos y amonestamos unos a otros “con salmos, y con himnos, y canciones espirituales”. Ellos también “cantarán de los caminos de Jehová”, cuando nos oigan magnificar su santo nombre. La alabanza es el más sublime de los deberes cristianos.

OCTUBRE 29 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos”. Mateo 6:9.

ESTA oración empieza donde deben empezar todas las verdaderas oraciones, es decir, en el espíritu de adopción: “Padre nuestro”. La oración no será aceptable hasta que digamos: “Me levantaré e iré a mi Padre”. Este espíritu dócil percibe pronto la grandeza del Padre que está “en los cielos”, y pasa a la fervorosa adoración: “Santificado sea tu nombre”. El balbuceo infantil: “Abba, Padre” se cambia en el clamor de los querubines: “Santo, santo, santo”. Hay sólo un paso entre el culto inspirador y el ardiente espíritu misionero, que es el seguro resultado del amor filial y de la adoración reverente: “Venga tu reino; sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. A continuación tenemos la sentida expresión de nuestra dependencia de Dios: “Danos hoy nuestro pan cotidiano”. Además, siendo iluminado por el Espíritu, descubre que no sólo es dependiente sino pecador; y entonces implora misericordia: “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Después de haber sido perdonado, de haber obtenido la justicia de Cristo y de conocer que ha sido aceptado por Dios, pide humildemente al Señor que le dé perseverancia: “No nos metas en tentación”. El que ha sido perdonado ansía no pecar más; la posesión de la justificación lo conduce a desear la santificación. “Perdónanos nuestras deudas”: esto es justificación. “No nos metas en tentación, mas líbranos del mal”: esto es santificación en su forma positiva y negativa. Como resultado de todo esto, sigue una triunfante alabanza: “Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén”. Nos gozamos de que nuestro Rey reine ejerciendo su providencia; y nos gozamos también de que reinará manifestando su gracia “desde el río hasta los cabos de la tierra”, y de su reino no habrá fin. Este breve modelo de oración conduce al alma desde la adopción a la comunión con Jesús.

OCTUBRE 28 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Yo os elegí del mundo”. Juan 15:19.

AQUÍ tenemos una gracia que honra y una consideración que enaltece, pues algunos son los especiales objetos del amor divino; no temas detenerte en la sublime doctrina de la elección. Cuando estés muy triste y deprimido, hallarás que esta doctrina es como un rico cordial. Los que dudan de las doctrinas de la gracia o las echan al olvido, pierden los más ricos racimos de Escol; pierden también los “vinos sobre las heces bien refinados y los manjares pingües de mucho meollo”. No hay bálsamo en Galaad comparable a este. Si la miel de la vara de Jonatán, con sólo gustarla, le esclareció los ojos, la miel de esta doctrina iluminará tu corazón para amar y aprender los misterios del reino de Dios. Come y no temas una indigestión; vive de este exquisito bocado y no temas que sea una comida demasiado delicada. La vianda de la mesa del Rey no hará mal a ninguno de sus cortesanos. Ansía tener más capacidad mental para comprender más y más al eterno amor de Dios, que enaltece. Después de haber ascendido al alto monte de la elección, detente en el monte del pacto de la gracia. Los contratos del pacto son las fortificaciones de estupenda roca detrás de las cuales estamos atrincherados. Los contratos del pacto, con el fiador, Cristo Jesús, constituyen el tranquilo lugar de reposo de los espíritus temblorosos.
En la tormenta es mi sostén
El pacto que juró y selló.
Su amor es mi supremo bien,
Su amor que mi alma redimió.

Si Jesús se comprometió a llevarme a la gloria, y si el Padre prometió que yo seré dado al Hijo como una parte de la infinita recompensa del trabajo de su alma, entonces, alma mía, puedes descansar segura. Cuando David saltaba delante del Arca, le dijo a Mical que la elección lo había movido a obrar así. Ven, alma mía, regocíjate delante del Dios de la gracia y salta de gozo.

OCTUBRE 27 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Es palabra fiel”. 2 Timoteo 2:11.

PABLO tiene cuatro de estas “palabras fieles”. La primera se halla en 1ª Timoteo 1:15, y dice: “Palabra fiel y digna de ser recibida de todos; que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores”. La segunda se halla en 1ª Timoteo 4:8-9, y dice: “La piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente y de la venidera. Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida de todos”. La tercera se halla en 2ª Timoteo 2:11-12, y dice: “Es palabra fiel:… si sufrimos, también reinaremos con él”. Y la cuarta se halla en Tito 3:8, y dice: “Palabra fiel… que los que creen a Dios procuren gobernarse en buenas obras”. Podemos señalar la conexión que hay entre estas “palabras fieles”. La primera pone en la gratuita gracia de Dios el fundamento de nuestra eterna salvación, como se nos muestra en la misión del Gran Redentor. La segunda afirma la doble beatitud que obtenemos por medio de esta salvación –las bendiciones de las fuentes de arriba y las de las de abajo- del tiempo y de la eternidad. La tercera nos muestra uno de los deberes al cual el pueblo elegido es llamado. Se nos ordena sufrir por Cristo con la promesa de que “si sufrimos, también reinaremos con él”. La cuarta expone la actividad del servicio cristiano, exhortándonos diligentemente a gobernarnos por buenas obras. De este modo, tenemos la raíz de la salvación en la gratuita gracia; los privilegios de esa salvación en la vida presente y en la venidera, y, además, las dos grandes ramas (el sufrir con Cristo y el vivir con Cristo) llenas de frutos del Espíritu. Atesora estas palabras fieles. Que sean ellas las guías de nuestras vidas, nuestro consuelo y nuestra instrucción. El apóstol de los gentiles comprobó que eran fieles, y siguen siendo fieles hasta ahora; ninguna palabra fracasará. Ellas son dignas de ser recibidas de todos. Aceptémoslas ahora y probemos su fidelidad. Que estas cuatro palabras fieles sean escritas en las cuatro esquinas de mi casa.

OCTUBRE 26 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Buscáis mucho y halláis poco; y encerráis en casa, y soplo en ello. ¿Por qué?, dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa”. Hageo 1:9.

LAS almas avaras escatiman sus contribuciones para la obra pastoral y misionera, y consideran ese ahorro como una buena economía. Los tales no se dan cuenta de que, obrando así, más bien se están empobreciendo. Se excusan diciendo que tienen que cuidar sus propias familias, pero olvidan que la manera más segura de llevar a la ruina sus hogares es olvidando la casa de Dios. Nuestro Dios tiene un método por el cual, o puede hacer prosperar nuestros esfuerzos más allá de lo que esperamos, o puede hacerlos fracasar para nuestra confusión y congoja. Con una simple vuelta dada por su mano puede conducir nuestro barco por un canal ventajoso o también encallarlo en la pobreza y en la bancarrota. La Biblia enseña que el Señor enriquece al dadivoso, pero que abandona al mezquino para que descubra que el no dar conduce a la pobreza. He podido notar, después de una amplia observación, que los cristianos más generosos han sido siempre los más felices, y, casi invariablemente, los más prósperos. He visto al dador liberal elevarse a una riqueza en la que nunca soñó, y he visto también al mezquino descender a la pobreza por la misma tacañería con la cual pensaba enriquecerse. Los hombres confían a los buenos mayordomos grandes sumas de dinero; y de esa manera obra también el Señor. Dios da por carretadas a los que dan por fanegas. En los casos en que las riquezas no han sido concedidas, el Señor hace que lo poco sea mucho, por medio de la satisfacción que el corazón santificado siente en una porción cuyo diezmo ha sido dedicado al Señor. El egoísmo atiende primero la casa, pero la piedad busca primero el reino de Dios y su justicia. Sin embargo, a la larga, el egoísmo es pérdida, y la piedad es grande ganancia.