Versículo para hoy:

sábado, 4 de febrero de 2017

Febrero 4. La apremiante majestad de su poder

"El amor de Cristo nos constriñe..." 2 Corintios 5:14.
Pablo dijo que estaba dominado, sometido y sujetado como en una prensa, por el amor de Cristo. Muy pocos de nosotros sabemos realmente lo que significa ser asidos en un apretón del amor de Dios. Con frecuencia nuestra tendencia es a ser controlados simplemente por nuestra experiencia personal. Pero lo único que tenía sujeto a Pablo, con exclusión de todo lo demás, era el amor de Dios. El amor de Cristo nos constriñe: Cuando escuchas este sonido en la vida de un hombre o una mujer, no te resulta posible confundirlo con algo más. Tú sabes que el Espíritu de Dios está obrando con plena libertad en la vida de esa persona.
Cuando nacemos de nuevo por el Espíritu de Dios, nuestro testimonio se basa únicamente en lo que Dios ha hecho por nosotros y con toda razón. Pero, el bautismo en el Espíritu Santo elimina eso para siempre y entonces comenzamos a comprender lo que Jesús quiso decir cuando declaró: "me seréis testigos...", Hechos 1:8. No testigos de lo que Él puede hacer - este testimonio es básico y se sobreentiende - sino que seréis testigos de mí. Aceptaremos todo lo que ocurra como si le estuviera sucediendo a él, tanto si recibimos alabanzas o vituperios, persecuciones o elogios. Nadie que no esté totalmente apremiado por la majestad de su poder es capaz de asumir esta posición por Jesucristo. Es lo único importante, sin embargo, es extraño que es lo último que los obreros cristianos comprendemos. Pablo dijo que estaba asido por el amor de Dios y por eso actuaba como lo hacía. No le importaba si la gente lo calificaba de loco o cuerdo. Tenía una sola razón para vivir: persuadir a los hombres del juicio venidero de Dios y contarles del amor de Cristo. La sumisión total al amor de Cristo es el único propósito que producirá fruto en tu vida y siempre dejará la huella de la santidad y el poder de Dios, sin llamar nunca la atención hacia tu santidad personal.

Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.