Versículo para hoy:

lunes, 29 de febrero de 2016

Él es Dios, nosotras no - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS - FEBRERO 29

"Y nosotros hemos recibido... el Espíritu que es de Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado". 1 Corintios 2:12.

QUERIDO lector, ¿has recibido el espíritu que es de Dios, formado por el Espíritu Santo en tu alma? La necesidad de la obra del Espíritu Santo en el corazón puede ser vista claramente en este hecho: que todo lo que haya sido hecho por Dios el Padre y por Dios el Hijo será inefectivo en nosotros a menos que el Espíritu revele estas cosas a nuestras almas. ¿Qué efecto tiene la doctrina de la elección sobre algún hombre hasta que el Espíritu de Dios no entre en él? La elección es una letra muerta en mi conciencia hasta que el Espíritu de Dios me llame de las tinieblas a su luz admirable. Entonces, por medio de mi llamamiento veo mi elección y, al conocer que he sido llamado por Dios, conozco que he sido elegido en el propósito eterno. Dios el Padre hizo un pacto con el Señor Jesucristo, pero de nada nos sirve ese pacto hasta que el Espíritu Santo nos traiga sus bendiciones y abra nuestros corazones para recibirlas. Las bendiciones cuelgan del clavo: Cristo Jesús, pero siendo nosotros bajos de estatura, no podemos alcanzarlas. El Espíritu de Dios las baja y nos las entrega y llegan a ser realmente nuestras. Las bendiciones del pacto son en sí mismas iguales al maná en los cielos, lejos del alcance humano, pero el Espíritu de Dios abre las ventanas de los cielos y esparce el pan vivo en los campos del Israel espiritual. La consumada obra de Cristo es como el vino guardado en la cuba; a causa de la incredulidad no podemos ni sacarlo ni beberlo. El Espíritu Santo hunde nuestro vaso en ese precioso vino y entonces bebemos; pero sin el Espíritu estamos tan muertos en pecado como si el Padre nunca nos hubiera elegido y el Hijo nunca nos hubiera comprado con su sangre. El Espíritu Santo es absolutamente necesario para nuestro bienestar. Vayamos a él con amor y temblemos ante el pensamiento de contristarlo.

Charles H. Spurgeon.

domingo, 28 de febrero de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – FEBRERO 28

“La tinaja de harina no escaseó, ni menguó la botija de aceite, conforme a la palabra de Jehová que había dicho por Elías”. 1 Reyes 17:16.

MIRA la fidelidad del amor divino. Tú ves que esta mujer tenía necesidades diarias. Ella tenía que procurar alimento para sí y para su hijo en tiempo de hambre, y, ahora, se había agregado el profeta Elías. Pero, aunque la necesidad era triple, la provisión de alimento no mermaba, pues ella tenía una provisión permanente. Cada día sacaba harina de la tinaja y siempre permanecía igual. Tú, querido lector, tienes necesidades diarias, y, por el hecho de ser estas tan frecuentes, estás propenso a temer que la tinaja de harina un día se vaciará y la botija de aceite se secará. Ten la certidumbre que, de acuerdo con la Palabra de Dios, esto no acontecerá. Cada día, aunque traiga su afán, traerá también su ayuda, y aunque vivieras más que Matusalén y tus necesidades llegaran a ser tantas como la arena que está a la orilla de la mar, la gracia y la misericordia perdurarán a través de todas tus necesidades y nunca tendrás una necesidad real. Por tres largos años, en los días de esta viuda, los cielos nunca vieron una nube, y las estrellas nunca lloraron una santa lágrima de rocío sobre la tierra maldecida. Hambre, desolación y muerte hicieron de la tierra un yermo desierto, pero esta mujer nunca sufrió hambre, sino vivió en la abundancia, llena de gozo. Así acontecerá contigo. Tú verás perecer la esperanza del pecador porque él confía en su fuerza natural; verás desmoronarse la confianza del fariseo, porque él cimenta su esperanza sobre la arena; verás aun tus propios planes marchitarse y secarse; pero tú, tú mismo hallarás que tu lugar de defensa es esta promesa: “Se te dará pan y tus aguas serán ciertas”. Es mejor que tengas a Dios como tu guarda, que el Banco de Inglaterra como tu posesión. Puedes agotar las riquezas de las Indias, pero las infinitas riquezas de Dios nunca quedarán exhaustas.

Charles Haddon Spurgeon.

sábado, 27 de febrero de 2016

LA DECADENCIA ESPIRITUAL - Pr. Sugel Michelén

LECTURAS VESPERTINAS – FEBRERO 27

“Sus salidas son desde el principio, desde los días del siglo”. Miqueas 5:2.

EL Señor Jesús tuvo salidas para su pueblo como su representante delante del trono, mucho antes de que este tuviese existencia. Fue “desde los días del siglo” que Jesús firmó el pacto con su Padre que lo comprometía a pagar sangre por sangre, sufrimiento por sufrimiento, agonía por agonía y muerte por muerte a favor de su pueblo. Fue “desde los días del siglo” que él se dio a sí mismo sin proferir palabra, para que desde la cabeza hasta los pies sudase grandes gotas de sangre, para que fuese escupido, herido, burlado y quebrantado bajo los dolores de la muerte. Sus salidas como nuestro fiador fueron desde la eternidad. ¡Detente, alma mía, y admírate! Tú tuviste salidas en la persona de Jesús “desde los días del siglo”. Cristo te amó no sólo cuando naciste en el mundo, sino que su delicia fue con los hijos de los hombres antes de que estos existiesen. El pensó en ellos a menudo. De eternidad a eternidad puso en ellos su afecto. ¡Qué!, alma mía, tanto tiempo estuvo él ocupado en tu salvación, ¿y ahora no la cumplirá? Ha salido él desde la eternidad para salvarme, ¿y ahora me dejará perder? ¡Qué!, me ha llevado en sus manos como preciosa joya, ¿y ahora me dejará escurrir entre sus dedos? Me eligió antes que salieran los montes o se cavaran los canales del abismo, ¿y ahora me rechazará? ¡Imposible! Estoy seguro que no me habría amado tanto si no hubiese sido un inmutable Amador. Si él pudiese cansarse de mí, se hubiera cansado hace mucho tiempo. Si no me hubiese amado con un amor tan profundo como el infierno y tan fuerte como la muerte, hace mucho que se habría apartado de mí. ¡Oh! gozo sobre todos los gozos saber que soy su eterna e inalienable herencia, dada a él por su Padre. El perdurable amor será la almohada para mi cabeza esta noche.

Charles Haddon Spurgeon.

viernes, 26 de febrero de 2016

Una ilustración de contentamiento - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – FEBRERO 26

“Si la lepra hubiere cubierto toda su carne, dará por limpio al llagado”.  Levítico 13:13.

ESTE reglamento parece muy extraño, sin embargo hay en él mucha sabiduría, pues la eliminación de la enfermedad demostraba que la constitución era sana. Nos será útil esta tarde ver la lección típica de una reglamentación tan singular. Nosotros también somos leprosos y podemos leer la ley del leproso como aplicable a nosotros. Cuando un hombre se ve enteramente perdido y arruinado, cubierto con la contaminación del pecado, lleno de corrupción; cuando renuncia a toda justicia propia y se confiesa culpable delante del Señor, entonces está limpio por la sangre de Jesús y por la gracia de Dios. La verdadera lepra es el pecado oculto, no sentido e inconfesado; pero cuando el pecado es visto y sentido, ha recibido su golpe mortal, y el Señor mira con ojos de misericordia al alma afligida por él. Nada es más mortífero que la justicia propia ni más lleno de esperanza que la contrición. Tenemos que confesar que no somos “nada sino pecado”, pues ninguna otra confesión contendrá toda la verdad. Si el Espíritu Santo obra en nosotros convenciéndonos de pecado, no tendremos dificultad de reconocer esto, pues brotará espontáneamente de nuestros labios. ¡Qué aliento depara este texto a los pecadores bien despiertos! ¡La misma circunstancia que tan penosamente los desalienta se transforma aquí en señal y síntoma de un estado lleno de esperanza! Uno debe estar desnudo antes de vestirse. Cavar los cimientos es lo primero que se hace en una edificación, y un completo sentido de pecado es una de las primeras obras de gracia realizadas en el corazón. ¡Oh!, tú, pobre pecador-leproso, que no tienes ni una parte sana, toma aliento de este texto y ven a Jesús tal como estás.
Tal como soy de pecador
Sin más confianza que tu amor,
Ya que me llamas, acudí,
Cordero de Dios, heme aquí.

Charles Haddon Spurgeon.

jueves, 25 de febrero de 2016

Un corazón confiado y libre de egoísmo - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – FEBRERO 25

“Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová á Tarsis, y descendió a Joppe”. Jonás 1:3.

EN lugar de ir a Nínive para predicar la Palabra, como Dios se lo había mandado, Jonás no sintió placer por la obra y se fue a Joppe para huir de ella. Hay ocasiones cuando los siervos de Dios evaden el deber. Pero, ¿cuál es la consecuencia? ¿Qué perdió Jonás con su conducta? Perdió la presencia y el confortable goce del amor de Dios. Cuando servimos al Señor Jesús como los creyentes deben hacerlo, nuestro Dios está con nosotros; y aunque tengamos al mundo entero en contra nuestra, ¿qué nos importa? Pero cuando retrocedemos y buscamos nuestras propias conveniencias, nos hallamos en la mar sin piloto. Entonces podemos lamentar largamente y gemir diciendo: “¡Oh, Dios mío!, ¿adónde te has ido?, ¿cómo puedo yo ser tan necio para apartarme de tu servicio y, de este modo, perder todo el brillante esplendor de tu rostro? Este es un precio demasiado elevado. Permíteme volver a serte fiel para que pueda regocijarme en tu presencia”. En segundo lugar, Jonás perdió toda su tranquilidad. El pecado destruye pronto el bienestar del creyente. El pecado es el árbol venenoso cuyas hojas destilan gotas mortíferas que matan la vida de gozo y paz. Jonás perdió todo aquello de lo cual podía sacar aliento para su vida. No podía decir: “Señor, hallo dificultades en el cumplimiento de mi deber: ayúdame”. Jonás estaba cosechando lo que sembró. Cristiano, no imites a Jonás, a no ser que desees que todas las ondas y las olas pasen sobre tu cabeza. Tú hallarás, al fin y al cabo, que es más duro rehuir la obra y la voluntad de Dios que cumplirla. Jonás perdió su tiempo, pues, por fin, tuvo que ir a Tarsis. Es duro contender con Dios; rindámonos a él enseguida.

Charles Haddon Spurgeon.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Los resultados del descontento - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – FEBRERO 24

“Oh Jehová de los ejércitos, ¿hasta cuándo no tendrás piedad de Jerusalén?... Y Jehová respondió buenas palabras, palabras consolatorias a aquel ángel”. Zacarías 1:12-13.


¡QUÉ amable respuesta a una ansiosa pregunta! ¡Oh! Sión, hay buenas cosas guardadas para ti. Tu hora de parto pronto pasará; tus hijos nacerán; tu cautividad terminará. Soporta pacientemente por un tiempo la disciplina y aun bajo las tinieblas confía en Dios, pues su amor arde por ti. Dios ama a la Iglesia con un amor demasiado profundo para la comprensión humana; él la ama de todo corazón. Por lo tanto, sus hijos deben estar alegres. No puede estar lejos de la prosperidad aquella Iglesia a la cual Dios dirige “buenas palabras, palabras consolatorias”. Cuáles son estas palabras consolatorias, el profeta lo dice a continuación: “Celé a Jerusalén y a Sión con gran celo”. El Señor ama tanto a su Iglesia que no puede permitir que vaya tras de otros; y cuando ha caído en ese mal, no puede verla sufrir mucho ni muy severamente. No permitirá que sus enemigos la aflijan; está disgustado con ellos porque aumentan su miseria. Cuando más parece que Dios abandona a su Iglesia, más afectuoso se muestra su corazón para con ella. La historia nos demuestra que cuando Dios usa una vara para castigar a sus siervos, siempre la rompe después, como si abominara la vara que causó dolor a sus hijos. El siente más que su pueblo las heridas. “Como el padre se compadece de los hijos se compadece Jehová de los que le temen”. Dios no nos olvida porque nos haya herido; sus golpes no son evidencia de falta de amor. Si esto es verdad con respecto a su Iglesia colectivamente, lo es necesariamente también de cada miembro individualmente. Puedes temer que Dios te haya pasado por alto, pero no es así. El que cuenta las estrellas, y las llama por nombre no olvidará a sus propios hijos. El conoce tu situación tan perfectamente como si tú fueras el único ser que él creó, o el único santo al que amó. Acércate a él y queda en paz.

Charles Haddon Spurgeon.

martes, 23 de febrero de 2016

Los Puritanos y la Consejería. :: Iglesia Puritana Reformada en Argentina



RESUMEN GENERAL
Los escritos de los Puritanos constituyen un rico manantial de ayuda a la consejería bíblica porque:
(1) Estaban comprometidos con la autoridad funcional de la Escritura; la Biblia era el manual por excelencia para resolver todos los problemas del corazón.
(2) Desarrollaron un sistema de diagnóstico sofisticado y sensible para problemas personales, distinguiendo entre una variedad de causas físicas, espirituales, temperamentales y demoníacas.
(3) Desarrollaron balance notable en sus terapias porque no se apoyaron en ninguna "teoría de la personalidad" individual que no fuera las enseñanzas bíblicas sobre el corazón.
(4) Fueron realistas sobre las dificultades de la vida cristiana, en particular conflictos relacionados con pecado remanente persistente.
(5) Su enfoque no era solo conducta sino motivos y deseos subyacentes. El hombre es adorador, los problemas derivan de una "imaginación pecaminosa" o de la creación de ídolos.
(6) Consideraban que el remedio espiritual esencial era creer en el evangelio, usado tanto para arrepentimiento como para el desarrollo de un adecuado entendimiento propio. IR AL ARTÍCULO COMPLETO.


Fuente: Tim Keller. CCEF http://www.ccef.org/puritan-resources-biblical-counseling Tim Keller is pastor of Redeemer Presbyterian Church in New York City.
This article appeared in The Journal of Pastoral Practice Volume 9, Number 3, 1988.
© 1988, 2010 - The Christian Counseling and Educational Foundation


Leer más: http://puritanos-en-argentina.webnode.com.ar/news/los-puritanos-y-la-consejeria-/

Tú puedes cultivar el contentamiento en el corazón - Nancy Leigh DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – FEBRERO 23

“Sígueme, tomando tu cruz”. Marcos 10:21.

TÚ no conoces la forma de tu propia cruz, aunque la incredulidad es un carpintero maestro en la fabricación de cruces. Tampoco se te permite elegir tu propia cruz, aunque a la voluntad propia de buena gana le gustaría ser señora y dueña. Tu cruz es preparada y te es asignada por el amor divino y tú tienes que aceptarla con gozo. Tienes que tomar tu cruz como tu escogido distintivo y como tu carga y no estar cavilando en ella. Esta noche Jesús te ordena someter tus hombros a su fácil yugo. No des coces contra la cruz con mal genio, ni la pisotees con vanagloria, ni caigas sobre ella en desesperación, ni huyas de ella con temor, sino tómala como verdadero seguidor de Jesús. Jesús llevó la cruz. El señaló el camino en la senda del dolor. Sin duda no podrías desear un guía mejor. Y si Jesús lleva una cruz, ¿qué carga más noble podrías desear? La Vía Crucis es el camino de la seguridad; no temas andar por sus espinosos senderos.
Amado, la cruz no está hecha de plumas o forrada con terciopelo, sino es pesada y rústica para los hombres desobedientes. Sin embargo, no es una cruz de hierro, aunque tus temores te la hayan presentado así. Es, más bien, una cruz de madera, y cualquier hombre la puede llevar, pues el Varón de Dolores la llevó. Toma tu cruz y, por el poder del Espíritu de Dios, pronto la amarás de tal forma que, como Moisés, no cambiarás el vituperio de Cristo por los tesoros de Egipto. Recuerda que Jesús llevó la cruz, y ella te resultará liviana; recuerda que a la cruz pronto seguirá la corona, y el pensamiento del próximo peso de gloria aliviará grandemente el presente peso de la tribulación. Que el Señor te ayude, esta noche, antes de dormir, a humillar tu espíritu en sumisión a su divina voluntad, para que, al despertar mañana, puedas llevar la cruz del día con espíritu sumiso y santo, siendo así un seguidor del Crucificado.

Charles Haddon Spurgeon.

lunes, 22 de febrero de 2016

En el desierto - Nancy Leigh DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – FEBRERO 22

“Jehová es tardo para la ira y grande en poder”. Nahum 1:3.

JEHOVÁ “es tardo para la ira”. Cuando la misericordia viene al mundo es traída por alados corceles. Los ejes de las ruedas de su carro están rojos por la velocidad; pero cuando viene la ira, avanza con pasos cortos, porque Dios no tiene placer en la muerte del pecador. La vara de la misericordia siempre está extendida en su mano; en cambio, su espada de justicia está en su vaina, sujeta por aquella amorosa mano traspasada que sangró por los pecados de los hombres. “Jehová es tardo para la ira”, porque es grande en poder. Es en verdad grande en poder quien tiene dominio sobre sí mismo. Cuando el poder de Dios se contiene, entonces es realmente poder. El poder que traba a la omnipotencia es omnipotencia superada. Un hombre de gran corazón puede soportar el insulto por mucho tiempo y sólo se ofende por el agravio cuando un sentido de justicia demanda su acción. El débil de alma se irrita en seguida; el fuerte, soporta como una roca, que no se mueve, aunque mil olas se estrellen sobre ella, y echen su despreciable malicia en espuma sobre su cima. Dios observa a sus enemigos, y sin embargo no se excita, sino contiene su ira. Si fuera menos divino de lo que es, hubiera, hace tiempo, enviado la totalidad de sus truenos y vaciado los depósitos del cielo; hubiera secado la tierra con extraños fuegos de sus más bajas regiones, y el hombre hubiera sido enteramente destruido, pero la grandeza de su poder nos trajo, en cambio, misericordia. Querido lector, ¿en qué estado te hallas esta tarde? ¿Puedes con fe humilde mirar a Jesús y decir: “Substituto mío, tú eres mi roca y mi esperanza”? Entonces, amado, no temas el poder de Dios, porque ahora que has sido perdonado y aceptado, ahora que por la fe te has refugiado en Cristo, el poder de Dios no debe espantarte más que el escudo y la espada del soldado espantan a aquellos a quienes él ama. Regocíjate más bien en que el que es “grande en poder” es tu Padre y Amigo.

Charles Haddon Spurgeon.

domingo, 21 de febrero de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – FEBRERO 21

“¿Entiendes lo que lees?” Hechos 8:30.

SERÍAMOS maestros más capaces y menos propensos a ser llevados por todo viento de doctrina, si practicáramos tener una comprensión más inteligente de la Palabra de Dios. Como el Espíritu Santo, Autor de las Escrituras, es el único que nos puede iluminar correctamente para entenderlas, debiéramos constantemente suplicarle que nos instruya y nos guíe a toda verdad. Cuando el profeta Daniel deseaba interpretar el sueño de Nabucodonosor, ¿qué hizo? Oró fervientemente para que Dios le revelara la visión. El apóstol Juan en su visión en Patmos vio un libro sellado con siete sellos que ninguno era digno de abrir ni mirar. El libro fue más tarde abierto por el León de la Tribu de Judá, quien prevaleció para abrirlo. Pero está escrito primero: “Yo lloraba mucho”. Las lágrimas de Juan, que eran sus oraciones líquidas, fueron para él las sagradas llaves que abrieron el libro cerrado. Por tanto, si para tu provecho y el de otros, deseas ser “lleno del conocimiento de la voluntad de Dios en toda sabiduría y espiritual inteligencia” (Col. 1:9), recuerda que la oración es el mejor medio de estudio. Como Daniel entenderás el sueño y su interpretación, cuando hayas buscado a Dios; y como Juan, verás los siete sellos de preciosa verdad desatados, después que hayas llorado mucho. Las piedras no se rompen sino con fuertes martillazos, y el rompedor de piedras debe estar de rodillas. Usa el martillo de la diligencia, y dobla tus rodillas en oración; y entonces no habrá en la Biblia una doctrina que te sea útil entender que no se aclare bajo el ejercicio de la oración y de la fe. Ante el poder de la oración ceden las más grandes dificultades. Las reflexiones y los razonamientos son como simples cuñas, pero la oración es como una poderosa palanca que abre el cofre del sagrado misterio para que nos apropiemos de los tesoros que contiene.

Charles Haddon Spurgeon.

sábado, 20 de febrero de 2016

ECLESIASTÉS - Pr. Sugel Michelén

LECTURAS VESPERTINAS – FEBRERO 20

“Entonces Jesús fue llevado del Espíritu al desierto, para ser tentado del diablo”. Mateo 4:1.

UN carácter santo no impide la tentación, pues Jesús siendo santo fue tentado. Cuando Satanás nos tienta, sus chispas caen sobre la yesca, pero en el caso de Cristo, la tentación fue igual a las chispas que caen sobre las aguas; sin embargo el enemigo continuó su mala obra. Ahora bien, si, a pesar de no tener resultados, el diablo sigue echando fuego, ¡cuánto más lo hará cuando conozca cuán inflamable es la materia de que está hecho nuestro corazón! Aunque el Espíritu Santo te haya santificado por completo, el gran perro del infierno te seguirá ladrando. Hay tentaciones en las guaridas de los hombres, pero también las hay en la soledad. Jesucristo fue llevado de la sociedad humana al desierto y fue tentado por el diablo. La soledad tiene sus encantos y beneficios y puede ser útil para frenar la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, pero el demonio nos seguirá aun en el más plácido retiro. No supongas que sólo el mundano tiene espantosos pensamientos y blasfemas tentaciones, pues también las personas espirituales sufren lo mismo, y en la posición más santa podemos experimentar la más terrible tentación. La más elevada consagración de espíritu no es una garantía contra la tentación satánica. Cristo estaba consagrado enteramente; su comida y bebida era hacer la voluntad del que lo envió, y, sin embargo, él fue tentado. Tu corazón puede arder con una seráfica llama de amor a Jesús, pero, a pesar de eso, el diablo procurará llevarte a la tibieza de Laodicea. Si tú puedes decirme cuándo Dios permite que el cristiano deponga sus armas, yo te diré cuándo Satanás deja de tentar. Debemos dormir, como los caballeros en tiempo de guerra, con el yelmo y la coraza colocados, pues el archiengañador aprovechará cualquier descuido para hacernos presa suya. El Señor nos guarde vigilantes en todos los tiempos y nos liberte por completo de las mandíbulas del león y de las garras del oso.

Charles Haddon Spurgeon.

viernes, 19 de febrero de 2016

EL PECADO REMANENTE - Pr. Harvey Martínez

Hablando vida - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – FEBRERO 19

“Halló primero a su hermano Simón”. Juan 1:41.

ES este un excelente ejemplo de todos los casos donde la vida espiritual es vigorosa. En cuanto un hombre halla a Cristo, enseguida trata de hallar él mismo a otros. No creo que hayas probado la miel del Evangelio, si puedes comerla sin hacer que otros participen de ella. La verdadera gracia pone fin a todo monopolio espiritual. Andrés primero halló a su hermano Simón, y después a otros. El parentesco exige que le dediquemos a los nuestros los primeros esfuerzos individuales. Andrés, hiciste bien en empezar con Simón. Dudo que no haya cristianos que reparten tratados en las casas de otras personas que no harían bien en repartirlos a los suyos; dudo que no haya alguno ocupado en obras de utilidad general que no olvide su gran esfera de utilizar en el hogar. Puede ser que seas o no seas llamado a evangelizar a la gente de una localidad particular, pero, sin duda, serás llamado a hacerlo con tus sirvientes, con tus parientes y conocidos. Que tu religión empiece en casa. Muchos mercaderes exportan sus mejores comodidades; el cristiano no debe hacerlo. Sin duda el cristiano debe observar en todo lugar una conducta irreprochable, pero los más sabrosos frutos de vida espiritual y testimonio debe producirlos en su propia familia. Cuando Andrés salió para hallar a su hermano, no se imaginó cuán famoso este llegaría a ser. Por lo que se desprende del relato bíblico, Simón Pedro valía diez veces más que Andrés, sin embargo, Andrés fue el medio para llevarlo a Jesús. Quizás seas pobre en talentos, pero puedes ser el medio para conducir a Cristo a alguno que llegará a ser ilustre en gracia y en obras. ¡Ah!, querido amigo, poco conoces las posibilidades que hay en ti. Quizás sólo puedas hablar algunas palabras a un niño, pero posiblemente hay en ese niño un corazón noble que animará a la Iglesia Cristiana en los días venideros. Andrés tenía sólo dos talentos, pero halló a Pedro. Ve y haz tú lo mismo.

Charles Haddon Spurgeon.

jueves, 18 de febrero de 2016

Bendice a los que te maldicen - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – FEBRERO 18

“Padre, he pecado”. Lucas 15:18.

ES muy cierto que aquellos a quienes Cristo ha lavado en su preciosa sangre, no necesitan, como delincuentes o criminales, hacer confesión de pecado ante Dios el Juez, pues Cristo ha quitado, en sentido legal, todos sus pecados para siempre; de suerte que ellos no están más en el lugar donde podrían ser condenados, sino son eternamente aceptos en el Amado. Pero, habiendo llegado a ser hijos, y ofendiendo como hijos, ¿no deben ir todos los días ante su Padre celestial a confesarle sus pecados y a reconocer sus iniquidades? La naturaleza enseña que es deber de los hijos extraviados hacer confesión a su padre terrenal; y la gracia de Dios en el corazón nos enseña que nosotros, como cristianos, tenemos el mismo deber para con nuestro Padre celestial. Ofendemos diariamente; no debemos, pues, descansar sin un perdón diario. Pues, suponiendo que mis transgresiones contra mi Padre no fuesen enseguida llevadas a él para que las lave con el poder purificante del Señor Jesús, ¿cuál sería la consecuencia? Si no he buscado perdón y no he sido lavado de las ofensas contra mi Padre, entonces me sentiré distanciado de él, dudaré de su amor para conmigo, temblaré ante él, temeré orar, seré igual al hijo pródigo, quien, aunque era un jovencito, estaba, sin embargo, lejos de su padre. Pero si, con el pesar de un hijo, por haber ofendido a tan misericordioso y amante Padre, voy a él y le digo todo, y no descanso hasta que sienta que estoy perdonado, entonces experimentaré un santo amor para con mi Padre y seguiré mi carrera cristiana, no sólo como salvado, sino como uno que goza de paz con Dios por medio de Jesucristo el Señor. Hay una gran diferencia entre confesar el pecado como delincuente y confesarlo como hijo. El seno del Padre es el lugar para las confesiones del penitente. Nosotros hemos sido limpiados una vez por todas, pero nuestros pies aún necesitan ser lavados de la contaminación de nuestro diario andar como hijos de Dios.

Charles Haddon Spurgeon.

miércoles, 17 de febrero de 2016

GEDEÓN, PODER EN LA DEBILIDAD - Pr. Eduardo Saladín


Proferir maldición - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – FEBRERO 17

“Estando allí Jehová”. Ezequiel 35:10.

LOS príncipes de Edom vieron desolada toda la tierra y creyeron fácil su conquista; pero había en su camino una gran dificultad, que ellos no conocían, y era que “el Señor estaba allí”. Y en este hecho residía la singular seguridad de la tierra escogida. Cualquiera sean las maquinaciones y estratagemas de los enemigos del pueblo de Dios, allí está siempre la misma eficaz barrera para frustrar sus designios. Los santos son la herencia de Dios, quien está en medio de ellos para protegerlos. ¡Qué ánimo nos da esta seguridad en las pruebas y conflictos espirituales! ¡Somos constantemente combatidos, pero perpetuamente preservados! ¡Cuán a menudo Satanás lanza sus dardos contra nuestra fe!, pero nuestra fe desafía el poder de los ardientes dardos del infierno, los cuales no sólo son desviados sino apagados en el escudo, porque “el Señor está allí”. Nuestras buenas obras son el blanco de los ataques de Satanás. Nunca un santo ha tenido alguna virtud o gracia que no haya sido el blanco de los proyectiles infernales. Ya la firme esperanza, ya el ferviente amor, ya la paciencia que todo lo soporta o el celo que arde sin cesar, todo lo ha intentado destruir el viejo enemigo de lo bueno. La única causa porque lo virtuoso o amable sobrevive en nosotros es porque “el Señor está allí”. Si el Señor está con nosotros en la vida, no tenemos por qué preocuparnos en cuanto a nuestra confianza en las horas de la muerte; porque cuando estemos por morir, hallaremos que “el Señor está allí”. Donde las olas son más borrascosas y el agua es más fría, tocaremos el fondo y conoceremos que este es bueno, pues nuestros pies estarán sobre la Roca de los siglos cuando el tiempo no sea más. Amado, desde el principio al fin de la vida de un cristiano, la única razón porque no perece es porque “el Señor está allí”. Si el Dios de eterno amor cambiara y dejara perecer a sus escogidos, entonces la Iglesia de Dios podría ser destruida; pero no hasta entonces, porque está escrito Jehová Samma, “el Señor está allí”.

Charles Haddon Spurgeon.

martes, 16 de febrero de 2016

Viviendo en la Verdad - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – FEBRERO 16

“Tu espíritu bueno”. Nehemías 9:20.

COMÚN, muy común es el pecado de olvidar al Espíritu Santo. Esto es insensatez e ingratitud. El merece lo mejor de nosotros, pues es bueno, muy bueno. Como Dios, es bueno esencialmente. El Espíritu Santo participa del triple tributo de “Santo, Santo, Santo”, que asciende al trono del trino Jehová. Pureza sin mezcla, verdad y gracia es él. Es bueno, por su benignidad. Soporta con compasión nuestra desobediencia y lucha contra nuestra rebelde voluntad. Nos levanta de nuestra muerte en el pecado y después nos ejercita para el cielo como una amorosa ama cría a su hijo. ¡Cuán generoso, perdonador y tierno es el paciente Espíritu de Dios! Es bueno, por sus obras. Todas sus obras son buenas en el más alto grado. El sugiere buenos pensamientos, inspira buenas acciones, revela excelentes verdades, aplica buenas promesas, nos ayuda a hacer buenas adquisiciones y nos conduce a buenos resultados. No hay en todo el mundo ningún bien del cual él no sea el autor y el sustentador; el cielo mismo será deudor a la obra del Espíritu por el carácter perfecto de sus habitantes. Él es bueno, por su ministerio. Como consolador, instructor, guía, santificador, vivificador e intercesor, cumple bien su ministerio, y todas sus obras están llenas del más elevado bien para la Iglesia de Dios. Los que se rinden a su influencia llegan a ser buenos; los que obedecen a sus impulsos hacen lo bueno; los que viven bajo su poder reciben el bien. Conduzcámonos, pues, ante tan buena persona de acuerdo con los dictados de la gratitud. Reverenciemos su persona y adorémoslo como Dios sobre todo, bendito para siempre. Reconozcamos su poder y la necesidad que tenemos de él en todas nuestras santas empresas. Busquemos su ayuda en todo momento y no lo contristemos nunca. Hablemos en su honor siempre que tengamos ocasión. La Iglesia nunca prosperará hasta que crea en el Espíritu Santo más reverentemente. El es tan bueno y afectuoso que es triste que sea contristado por descuido y negligencia.

Charles Haddon Spurgeon.

lunes, 15 de febrero de 2016

Más poderoso que las palabras - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – FEBRERO 15

“Te han recreado”. Salmo 45:8.

¿QUIÉN tiene el privilegio de recrear al Salvador? Su Iglesia, su pueblo. Pero, ¿es esto posible? El nos recreó a nosotros, mas ¿cómo podemos nosotros recrearlo a él? Por nuestro amor. ¡Ay!, nuestro amor es tan frío y tan débil. Sin embargo, para Cristo es muy agradable. Oye el elogio que él hace de ese amor: “¡Cuán hermosos son tus amores, hermana mía, esposa mía; cuánto mejores que el vino tus amores!” ¡Mira, amante corazón, cómo él se deleita en ti! Cuando reclinas tu cabeza en su pecho, no sólo recibes gozo, sino lo das a él; cuando contemplas con amor su gloriosa faz, no sólo obtienes solaz, sino impartes deleite. Nuestra alabanza también le da gozo; no la alabanza de labios, sino la melodía de la profunda gratitud del corazón. Nuestros dones también son muy placenteros. El se goza también cuando nos ve poner nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestros bienes sobre su altar, no por el valor de lo que damos, sino por el móvil que origina. Para él la modesta ofrenda de sus santos es más aceptable que los miles de oro y plata. La santidad es para él como el incienso y la mirra. Perdona a tus enemigos y recrearás a Cristo; da de tus bienes a los pobres, y él se gozará; sé un medio para la salvación de almas, y le harás ver el fruto de sus trabajos; proclama el Evangelio y serás para él olor de suavidad; ve a los ignorantes y levanta el estandarte de la cruz, y lo honrarás. Todavía puedes quebrar el alabastro de ungüento y derramar sobre su cabeza el precioso óleo de gozo, como lo hizo la mujer de la antigüedad, cuyo recuerdo se hace presente hasta el día de hoy donde quiera el Evangelio es predicado. ¿Te mostrarás negligente, entonces? ¿No quieres perfumar a tu amado Señor con la mirra, el óleo y la casia de la alabanza de tu corazón? Sí, palacios de marfil, vosotros oiréis los cantos de los santos.

Charles Haddon Spurgeon.

domingo, 14 de febrero de 2016

CURSO DE CONSEJERÍA BÍBLICA - Pr. David Barceló

LECTURAS VESPERTINAS – FEBRERO 14

“Al instante había sido sanada”. Lucas 8:47.

TENEMOS esta noche delante nuestro uno de los milagros más conmovedores e instructivos del Salvador. La mujer era muy ignorante. Se imaginó que había salido virtud de Cristo naturalmente, sin su conocimiento o inmediata voluntad. Por otra parte, ella desconocía la generosidad del carácter de Jesús, de lo contrario no hubiera ido detrás de él a robar la sanidad que él estaba pronto a darle. La miseria debiera colocarse siempre frente a la misericordia. Si la mujer hubiese conocido el amor del corazón de Jesús habría dicho: “Sólo tengo que ponerme donde me pueda ver. Su omnisciencia le hará conocer mi caso, y su amor obrará enseguida mi cura”. Admiramos su fe, pero nos maravillamos de su ignorancia. Cuando hubo obtenido la cura, se regocijó con temblor; estaba alegre, porque la divina virtud había obrado en ella una maravilla; pero temió que Cristo le quitara la bendición y le negara su gracia. ¡Poco conocía la plenitud de su amor! Nosotros no tenemos un concepto tan claro de él como quisiéramos. No conocemos las alturas y profundidades de su amor, pero sabemos, con seguridad, que él es demasiado bueno para quitar de un alma temblorosa el don que ha obtenido. Pero aquí está lo maravilloso; aunque su conocimiento era limitado, su fe (porque era fe verdadera) la salvó, y la salvó al instante. No hubo una demora tediosa; el milagro de la fe fue instantáneo. Si tenemos fe como un grano de mostaza, entonces la salvación es nuestra posesión presente y eterna. Aunque en la lista de los hijos de Dios estemos inscriptos como los más débiles de su familia, sin embargo, siendo herederos por la fe, ningún poder humano o diabólico puede privarnos de la salvación. Aunque no podamos tomar en los brazos al Señor como lo hizo Simeón, aunque no nos atrevamos a reclinar nuestras cabezas en su seno como Juan, sin embargo, si nos aventuramos a abrirnos paso tras él y tocarle el borde de sus vestidos, seremos eternamente sanos. ¡Coraje, tímido! Tu fe te ha salvado; ve en paz. “Justificados por la fe, tenemos paz para con Dios”.

Charles Haddon Spurgeon.

sábado, 13 de febrero de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – FEBRERO 13

“Ahora, pues, ninguna condenación hay”. Romanos 8:1.

VEN, alma mía, piensa en esto. Al creer en Jesús, te libras real y efectivamente de la culpa; sales fuera de la prisión. No permaneces más en cadenas, como un esclavo; quedas libre ahora de la esclavitud de la ley y del pecado, y puedes andar libremente, pues la sangre de tu Salvador ha logrado tu completa absolución. Ahora tienes derecho de acercarte al trono de tu Padre. Ninguna llama de venganza hay ahora allí para espantarte; ninguna espada encendida. La justicia no puede castigar al inocente. Tus incapacidades son quitadas. Tú eras una vez incapaz de ver el rostro de tu Padre, pero lo puedes ver ahora. No podías hablar con él, pero ahora tienes acceso con confianza. En otro tiempo había en ti temor al infierno, pero ahora no temes más, pues, ¿cómo puede haber castigo para el inocente? El que cree no es condenado, y no puede ser castigado. Y además de todo eso, los privilegios que tú hubieras gozado si no hubieses pecado, son ahora, que eres justificado, tuyos. Todas las bendiciones que hubieras tenido si hubieses guardado la ley, y mucho más, son tuyas porque Cristo las ha reservado para ti. Todo el amor y la aceptación que la obediencia perfecta podría haber conseguido de Dios te pertenecen, porque Cristo fue perfectamente obediente por ti y te ha imputado todos sus méritos para que tú puedas ser muy rico por medio de él, que por tu causa se hizo muy pobre. ¡Oh, cuán grande es la deuda de amor y de gratitud que debes a tu Salvador!
¡Amado Cristo!, no podré
Jamás pagar tu amor;
Mas lo que tengo doy a ti.
Tu siervo soy, Señor.

Charles Haddon Spurgeon.