Versículo para hoy:

miércoles, 31 de agosto de 2016

Afirma y apoya - Nancy DeMoss de Wolgemuth

¿Deseas que tu esposo sea más abierto y hable más contigo?

Programas de la serie

Tomado de Nancy Leigh DeMoss. Programa radial emitido Agosto 31, 2016. www.AvivaNuestrosCorazones.com.

LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 31

“Si andamos en luz como él está en luz”. 1 Juan 1:7.

¡COMO él está en luz! ¿Podemos lograr esto alguna vez? ¿Seremos capaces alguna vez de andar tan evidentemente en la luz como está en luz Aquel a quien llamamos “Padre nuestro”, y de quien está escrito: “Dios es luz y en él no hay ninguna tiniebla”? Este es, sin duda, el modelo que se nos pone delante, pues el Salvador mismo dijo: “Sed perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Y, aunque nos damos cuenta de que nunca podemos rivalizar con Dios en la perfección, sin embargo tenemos que ir en busca de ella y no quedar satisfechos hasta que la alcancemos. Al tomar, el joven artista, el pincel por primera vez, difícilmente puede pretender igualar a Rafael o a Miguel Ángel, pero, sin embargo, si no tiene delante de sí un bello ideal sólo logrará algo muy pobre y ordinario. Pero, ¿qué significa la expresión de que el cristiano debe andar en la luz como Dios está en luz? Creemos que significa semejanza, pero no proporción. Nosotros estamos realmente en la luz, estamos sinceramente en la luz, cordialmente en la luz, honestamente en la luz, aunque no lo estemos en la misma proporción que él. Yo no puedo vivir en el sol; es un lugar demasiado brillante para que yo resida en él, pero puedo andar a la luz del sol, y así, aunque no puedo lograr aquella perfección de pureza y de verdad que pertenece al Señor de los ejércitos, quien por naturaleza es infinitamente bueno, puedo no obstante, poner siempre al Señor delante de mí y esforzarme, con la ayuda del Espíritu, por parecerme a él. El famoso comentador Juan Trapp dice: “Podemos estar en la luz como Dios está en la luz por cualidad, pero no por igualdad”. Tenemos que tener la misma luz y tenerla realmente y andar en ella como lo hace Dios, aunque, en cuanto a igualdad con Dios, en santidad y pureza, tengamos que esperar hasta que crucemos el Jordán y entremos en la perfección del Altísimo. Observa que la bendición de sagrada comunión y de perfecta purificación está ligada con el andar en la luz.

Charles Haddon Spurgeon.

martes, 30 de agosto de 2016

Preguntas prácticas acerca de la sumisión - Nancy DeMoss de Wolgemuth

ESTAD SIEMPRE GOZOSOS II - Pr. Harvey Martínez



ESTAD SIEMPRE GOZOSOS I - Pr. Harvey Martínez





LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 30

“Sáname, oh Jehová, y seré sano”. Jeremías 17:14.
“Visto he sus caminos y le sanaré”. Isaías 57:18.

CURAR las enfermedades espirituales es exclusiva prerrogativa de Dios. Las enfermedades corporales pueden ser curadas por medio de la instrumentalidad humana, pero, aun en ese caso, el honor debe darse a Dios, quien confiere virtud a la medicina y da fuerza al cuerpo para expulsar la enfermedad. En cuanto a las enfermedades espirituales, sólo el gran Médico puede curarlas. El reclama esto como su prerrogativa diciendo: “Yo hago morir y yo hago vivir; yo hiero y yo curo”. Uno de los nombres más selectos del Señor es Jehová Rapha, Jehová te sana. “Te sanaré de tus heridas” es una promesa que no podría proceder de los labios del hombre, sino solamente de la boca del eterno Dios. Es por eso que el salmista clama a Dios diciendo: “Sáname, oh Jehová, porque mis huesos están conmovidos”. Y también: “Sana mi alma porque contra ti he pecado”. Es por eso, también, que el piadoso alaba el nombre del Señor diciendo: “El sana todas nuestras dolencias”. El que hizo al hombre puede restablecer al hombre. El que al principio fue el Creador de nuestra especie, puede crearla nuevamente. ¡Qué excelente consuelo nos da el pensar que en la persona de Jesús “habita toda la plenitud de la deidad corporalmente”! Alma mía, este gran Médico puede curarte, sea cual fuere tu enfermedad. Si él es Dios, su poder no puede tener límites. Ven, entonces, con el ojo ciego del entendimiento entenebrecido, ven con el pie cojo de gastadas energías, ven con la mano manca de la débil fe, con la fiebre de un temperamento airado o con el escalofrío del desaliento; ven, en fin, como estás, porque ciertamente Dios te puede restablecer de tu enfermedad. Ninguno podrá impedir la virtud salutífera que procede de Jesús nuestro Señor. Legiones de demonios han tenido que reconocer el poder del amado Médico y él jamás fue resistido. En el pasado todos sus pacientes fueron curados, y lo serán también en lo futuro. Y tú, amigo mío, serás uno entre ellos, si sólo confías en él esta noche.

Charles Haddon Spurgeon.

lunes, 29 de agosto de 2016

Dios y los dioses [4/4] ¿Todo por la fama? - José de Segovia

Dios y los dioses [3/4 ] ¿Un hombre muy importante? - José de Segovia

Dios y los dioses [2/4] ¿Todo lo que necesitas es amor? - José de Segovia

Dios y los dioses [1/4] ¿Se puede conseguir todo con dinero? - José de Segovia

Hombres y mujeres en la iglesia - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 29

“Todo el tiempo de su nazareato, de todo lo que se hace de vid de vino, desde los granillos hasta el hollejo, no comerá”. Números 6:4.

ENTRE otros votos, los nazareos hacían uno que los privaba del uso del vino. Para que no violasen ese voto se les prohibía beber vinagre de vino o bebidas fuertes, y para que la orden resultase aún más clara, no tenían ni aun que gustar del zumo no fermentado de la uva, ni tampoco comer uvas frescas ni secas. Para garantizar del todo la integridad del voto no se les permitía probar ninguna cosa que tuviese relación con el vino. En realidad, los nazareos tenían que evitar aun la apariencia del mal. Es esta, sin duda, una lección para los nazareos del Señor, que les enseña a apartarse del pecado en todas sus formas, a evitar, no meramente sus formas más groseras, sino aun su espíritu y apariencia. El andar rectamente es muy menospreciado en nuestros días, pero ten la seguridad, querido lector, que ese andar es el más seguro y el más feliz. El que cede al mundo en uno o dos puntos está en tremendo peligro. El que come las uvas de Sodoma pronto beberá el vino de Gomorra. Una pequeña hendidura en los diques de Holanda dejaría entrar el mar y, al ensancharse rápidamente, las aguas anegarían toda una provincia. La conformidad con el mundo, en cualquier grado, es un lazo para el alma que la expone cada vez más a presuntuosos pecados. Además, el nazareo que bebía zumo de uva, no podía estar muy seguro de que ese zumo no había sufrido algún grado de fermentación y, en consecuencia, no podía estar seguro en su corazón de que su voto fue cumplido. De la misma manera el cristiano que cede y contemporiza no puede tener una conciencia libre de pecado, sino tiene que sentir que el oculto monitor está en duda acerca de él. No necesitamos vacilar en cuanto a las cosas dudosas, pues ellas son malas para nosotros. No debemos entretenernos con cosas tentadoras, sino huir de ellas con rapidez. Mejor es ser burlado como puritano que ser despreciado como un hipócrita. El andar prudentemente puede implicar mucha negación de nosotros mismos, pero tiene satisfacciones que constituyen una recompensa más que suficiente.

Charles Haddon Spurgeon.

domingo, 28 de agosto de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 28

“Alégrate, oh estéril”. Isaías 54:1.

AUNQUE hemos llevado algunos frutos para Cristo y tenemos una jubilosa esperanza de que somos “árboles plantados por su diestra”, sin embargo, hay ocasiones en que nos sentimos muy estériles. La oración no tiene vida, el amor es frío, la fe es débil y cada uno de los dones del jardín de nuestro corazón se agosta y cae. Somos como las flores bajo el fuerte sol, que requieren refrigerio de la lluvia. En tal situación, ¿qué debemos hacer? El texto nos habla a nosotros, que, precisamente, nos hallamos en tal estado: “Alégrate, oh estéril, levanta canción y da voces de júbilo”. Pero, ¿de qué puedo cantar? No puedo referirme al presente, y aun el pasado se presenta lleno de esterilidad. ¡Ah!, puedo cantar de Jesucristo. Puedo hablar de las visitas que el Redentor me hizo en tiempos pasados; y si no puedo exaltar el gran amor con que amó a su pueblo, cuando vino desde lo alto para redimirlo, iré de nuevo a la cruz. Ven, alma mía; muy cargada estabas tú una vez, pero aquí dejaste tu carga. Ve al Calvario otra vez. Quizás aquella misma cruz que te dio vida, te pueda dar fertilidad. ¿Qué es mi esterilidad? Es la plataforma donde se muestra el poder de Dios para producir frutos. ¿Qué es mi desolación? Es el engaste para el zafiro de su eterno amor. Iré con mi pobreza, con mi debilidad y con toda mi vergüenza y mis caídas, y le diré que aún soy su hijo y, confiado en la fidelidad de su corazón, aun yo, el estéril, levantaré canción y daré voces de júbilo. Canta, creyente, porque el canto alegra tu corazón y el corazón de otros afligidos. Sigue cantando, pues ahora que te sientes realmente avergonzado de ser estéril, pronto serás fructífero; ahora que Dios te ha hecho aborrecer el estado infructífero, pronto te cubrirá de racimos. La experiencia de nuestra esterilidad es penosa, pero las manifestaciones del Señor son placenteras. Un sentido de nuestra pobreza nos lleva a Cristo, donde necesitamos estar, pues nuestro fruto se halla en él.

Charles Haddon Spurgeon.

sábado, 27 de agosto de 2016

‘La ideología de género carece de base científica’ - PROTESTANTE DIGITAL



LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 27

“En tu mano encomiendo mi espíritu: Tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad”. Salmo 31:5.

ESTAS palabras fueron citadas a menudo por hombres santos en la hora de la muerte. Nosotros podemos esta noche meditarlas con provecho. El objeto de los afanes del hombre fiel, tanto en la vida como en la muerte, no es el cuerpo o los bienes, sino el espíritu. Como el espíritu es su precioso tesoro, si él está seguro, todo le va bien. ¿Qué son estos bienes humanos comparados con el alma? El creyente encomienda su alma en las manos de su Dios. Esa alma la recibió de Dios y, por lo tanto, a él le pertenece; él la sustentó tiempo atrás; él la puede cuidar ahora; es, pues, muy propio que él la reciba. Todas las cosas están seguras en las manos de Jehová. Lo que le confiamos al Señor estará seguro, tanto ahora como en aquel día de días hacia el cual marchamos apresuradamente. Confiar en la protección del cielo significa vida pacífica y muerte gloriosa. En todos los tiempos debemos encomendar nuestro todo en las fieles manos de Jesús; entonces, aunque la vida penda de un hilo y las adversidades se multipliquen como las arenas de la mar, nuestras almas vivirán confiadas y se deleitarán en tranquilos lugares de reposo.
“Tú me has redimido, Jehová, Dios de la verdad”. La redención es una sólida base de confianza. David no conoció el Calvario como lo conocemos nosotros, pero, la redención temporal lo alentó. ¿Y no nos alentará a nosotros la redención eterna? Las liberaciones que hemos experimentado en el pasado constituyen un poderoso motivo para esperar ayuda en el presente. Lo que el Señor ha hecho lo hará otra vez, pues él no cambia. El es fiel a sus promesas y bondadoso para con sus santos. El no se apartará de su pueblo.
No habré de temer ni desconfiar
En los brazos de mi Salvador;
En él puedo yo bien seguro estar
De los lazos del vil tentador.

Charles Haddon Spurgeon.

viernes, 26 de agosto de 2016

Todos nos sometemos a alguien - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 26

“Y luego toda la gente, viéndole, se espantó, y corriendo a él, le saludaron”. Marcos 9:15.

¡CUAN grande es la diferencia entre Moisés y Jesús! Cuando el profeta de Horeb estuvo cuarenta días en el monte, sufrió una especie de transfiguración, de suerte que su rostro resplandecía con gran brillantez y, como el pueblo no podía mirar su gloria, Moisés se ponía un velo sobre su rostro. No ocurrió así con nuestro Salvador. El se transfiguró con una gloria mayor que la de Moisés y, sin embargo, no está escrito que el pueblo se haya deslumbrado por el resplandor de su rostro, sino más bien dice que la gente se espantó y, corriendo, lo saludaron. La gloria de la ley repele, pero la maravillosa gloria de la cruz atrae. Aunque Jesús es santo y justo, sin embargo, junto a su pureza hay tanto de verdad y de gracia que los pecadores corren atónitos ante su bondad, fascinados por su amor. Ellos lo saludaron, se hicieron sus discípulos y lo aceptaron como Señor y Maestro. Lector, puede ser que precisamente ahora estés deslumbrado por la encandilante brillantez de la ley de Dios. Sientes sus demandas sobre tu conciencia, pero no puedes cumplirlas en tu vida. No quiero decir que halles falta en la ley; al contrario, ella reclama tu más profunda estima; sin embargo, de ninguna manera eres atraído a Dios por ella; más bien ella endurece tu corazón y te lleva al borde de la desesperación. ¡Ah!, pobre corazón, aparta tus ojos de Moisés, con todo su repelente esplendor, y mira a Jesús, que resplandece con glorias más suaves. Contempla sus sangrantes heridas y su cabeza coronada de espinas. El es el Hijo de Dios y, por eso, más grande que Moisés. El es el Señor de amor y, por eso, más tierno que el legislador. El soportó la ira de Dios y en su muerte reveló más de la justicia de Dios que el Sinaí con sus llamas de fuego. Pero esa justicia es ahora defendida, y de aquí en adelante será la guardiana de los creyentes en Jesús. Mira, pecador, al sangrante Salvador y, al sentir la atracción de su amor, arrójate en sus brazos y serás salvo.

Charles Haddon Spurgeon.

jueves, 25 de agosto de 2016

HAMBRE POR DIOS: LOS MAYORES ADVERSARIOS DE DIOS SON SUS DONES - John Piper


          El más grande enemigo del hambre por Dios no es un veneno, sino algo apetitoso. No es el banquete de los inicuos que opacan nuestro apetito por el cielo, sino la infinidad de bocadillos en la mesa del mundo. No son los videos censurados, sino los triviales pedacitos escogidos de los mejores programas que cada noche tragamos. Para todo el mal que Satanás pueda hacer, cuando Dios describe lo que nos aparta de la mesa de banquete de su amor, es un lote de terreno, un yugo de buey, y una esposa (Lucas 14:18/20) El mayor adversario del amor a Dios no son sus enemigos, sino sus propios dones. Y los apetitos más mortales no son para envenenar el mal, sino para los simples placeres de la tierra. Porque cuando estos reemplazan un apetito por Dios mismo, la idolatría es difícilmente reconocible y casi incurable.
          Jesús dijo que hay quienes oyen la palabra de Dios, que despierta en sus corazones un deseo por Dios. Mas entonces, “yéndose, son ahogados por los afanes, las riquezas y los placeres de la vida.” En otra parte dijo: “las codicias de otras cosas entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.” (Marcos 4:19) “Los placeres de esta vida” y “la codicia de otras cosas” – que no son malas en sí. No son vicios. Son dones de Dios. Ellos son sus básicos carne y papas y café, jardinear, leer, decorar, viajar, invertir, mirar la TV, navegar por Internet, comprar, hacer ejercicio, colectar y hablar. Y todos ellos se pueden convertir en mortales sustitutos de Dios.

Fragmento del libro HAMBRE POR DIOS de John Piper.

Las relaciones nos enseñan de la sumisión a Dios - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 25

“Si crees de todo corazón, bien puedes”. Hechos 8:37.

ESTAS palabras, devoto lector, pueden responder a tus dudas en cuanto al Bautismo y la Cena del Señor. Quizás digas: “Temo ser bautizado; es un acto muy solemne el declarar que muero con Cristo y soy sepultado con él. No me siento en libertad de acercarme a la mesa del Señor; temo comer y beber juicio para mí, no discerniendo el cuerpo del Señor”. ¡Ah!, pobre temeroso, Jesús te ha dado libertad; no temas. Si un extraño fuese a tu casa, quedaría en la puerta o esperaría en el hall; no se atrevería a entrar en tu sala de recepción sin ser invitado, pues no está en su casa. Pero, en cambio, tu hijo se siente muy libre en la casa. Y lo mismo acontece con el hijo de Dios. Un extraño no puede meterse donde puede hacerlo un hijo. Cuando el Espíritu Santo nos ha concedido experimentar el espíritu de adopción, no debemos temer ser bautizados y participar de la Cena del Señor. La misma regla se aplica a los privilegios íntimos del cristiano. Tú crees, pobre buscador, que no se te permite regocijarte con gozo inefable y glorificado, pero si se te deja trasponer la puerta de Cristo o sentarte a su mesa te sientes bien contento. ¡Ah!, pero tú no tendrás menos privilegios que los que tienen los más ilustres. Dios no hace diferencia en su amor para con los hijos. Un hijo es un hijo de él, y no hará de él un sirviente, sino hará que coma del becerro grueso y goce de la sinfonía y de las danzas como si nunca se hubiese extraviado. Cuando Jesús entra en el corazón, decreta una autorización general para que este se goce en el Señor. Ninguna cadena se usa en la corte del Rey Jesús. Nuestra admisión a la plenitud de los privilegios puede ser gradual, pero es segura. Quizás el lector esté diciendo: “Yo quisiera poder gozar de las promesas y andar libremente en los mandamientos de mi Señor”. “Si crees de todo corazón, bien puedes”. Desata las cadenas de tu cuello, oh hija cautiva, porque Jesús te hace libre.

Charles Haddon Spurgeon.

miércoles, 24 de agosto de 2016

¿Menosprecia la Biblia a las mujeres? - Nancy DeMoss de Wolgemuth

¿Menosprecia la Biblia a las mujeres?

Programas de la serie

Tomado de Nancy Leigh DeMoss. Programa radial emitido Agosto 24, 2016. www.AvivaNuestrosCorazones.com.

LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 24

“Cuando rompiere un fuego y hallare espinas y fuere quemado montón o haz o campo, el que encendió el fuego pagará”. Éxodo 22:6.

PERO, ¿qué pago puede hacer el que esparce el fuego del error o las brasas de la concupiscencia y coloca las almas de los hombres sobre llamas con el fuego del infierno? El daño no se puede calcular y su resultado es irreparable. Aunque tal ofensor sea perdonado, ¡qué dolor experimentará al echar una mirada retrospectiva!, pues no podrá anular el mal que hizo. Un mal ejemplo puede encender una llama que, años de carácter enmendado, no pueden apagar. Quemar los alimentos del hombre es un gran mal, pero, ¡cuánto peor es destruir el alma! Nos puede ser útil averiguar hasta dónde hemos sido culpables en el pasado e inquirir para ver si, aun en el presente, no hay algún mal en nosotros que tienda a dañar las almas de nuestros familiares, amigos o vecinos. El fuego de la contienda es un mal terrible cuando se enciende en una Iglesia cristiana. Donde los convertidos se multiplican y Dios es glorificado, el celo y la envidia hacen su obra más perniciosa. Donde el rubio grano es almacenado para recompensar las fatigas del gran Booz, el fuego de la enemistad se introduce y no deja otra cosa que humo y negrura. ¡Ay de aquellos por medio de quienes viene el escándalo! Que nunca venga por causa nuestra, porque, aunque no podamos pagar el daño, seremos, sin duda, las principales víctimas, si somos los principales ofensores. Los que alimentan el fuego merecen justa censura, pero el que lo encendió es más culpable. La discordia, por lo regular, primero hace presa de las espinas, es decir, se propaga entre los hipócritas y malos creyentes en la Iglesia y, después, se difunde entre los rectos, llevada por los vientos del infierno y nadie sabe dónde termina. ¡Oh tú, Señor y dador de la paz, haznos pacificadores y nunca permitas que ayudemos o alentemos a los hombres de discordia o aun que, sin intención, causemos división entre tu pueblo!

Charles Haddon Spurgeon.

martes, 23 de agosto de 2016

No puedes convertirte en una mujer verdadera (por tu cuenta) - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 23

“Que habite Cristo por la fe en vuestros corazones”. Efesios 3:17.

ES de desear que nosotros, como creyentes, tengamos a la persona de Jesús constantemente delante de nosotros para inflamar nuestro amor hacia él y tener de él un conocimiento más profundo. Quiera Dios que mis lectores estén todos inscriptos como aplicados alumnos en la escuela de Jesús, estudiantes de “Corpus Christi”, o sea del cuerpo de Cristo, resueltos a alcanzar un alto grado en la ciencia de la cruz. Pero para tener siempre cerca a Jesús, el corazón tiene que estar lleno de él, manando su amor hasta rebosar. De ahí que el apóstol ore diciendo: “que Cristo habite en vuestros corazones”. Mira cuán cerca quisiera él tener a Jesús. No podrías tener a alguien más cerca de ti que tenerlo en el corazón. “Que habite”. No que te visite algunas veces, como lo hace una visita casual que entra en una casa y queda allí por una noche, sino que habite, que Jesús llegue a ser el Señor y el Morador de lo íntimo de tu ser para no irse jamás. Observa las palabras: “Que habite Cristo por la fe en vuestros corazones”, pues el corazón es el mejor cuarto de la casa del hombre. No sólo en vuestros pensamientos, sino en vuestros afectos; no meramente en las meditaciones de la mente, sino en las emociones del corazón. Debiéramos suspirar por un amor a Cristo de carácter permanente, no un amor que resplandece por un tiempo y después se apaga poco a poco en las tinieblas de algunas ascuas, sino una llama persistente, alimentada con un combustible sagrado como el fuego del altar, que nunca se apagaba. Esto no puede realizarse sino por la fe. La fe tiene que ser fuerte, de lo contrario el amor no será ferviente. La raíz de la flor debe ser sana, de lo contrario no podemos esperar que la flor sea fragante. La fe es la raíz del lirio y el amor es la flor. Lector, Jesús no puede estar en el amor de tu corazón si tú no tienes una firme posesión de él por la fe de tu corazón. Ruega, pues, que siempre puedas confiar en Cristo para que lo ames siempre. Si el amor es frío, ten por cierto que la fe está decayendo.


Charles Haddon Spurgeon.

lunes, 22 de agosto de 2016

Poniendo el enfoque en Dios - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 22

“Las inescrutables riquezas de Cristo”. Efesios 3:8.

MI Señor tiene riquezas que sobrepasan los cálculos de la aritmética, la medida de la razón, la visión de la imaginación o la elocuencia de las palabras. ¡Son inescrutables! Tú puedes considerar y estudiar y ponderar, pero Jesús es un Salvador más grande de lo que tú puedes suponer cuando supones lo más grande. Jesús está más pronto a perdonar que tú a pecar; es más capaz de perdonar que tú de transgredir. Mi Señor está más dispuesto a suplir tus necesidades que tú a confesarlas. Nunca pienses con desprecio de mi Señor Jesús. Cuando pones la corona sobre su cabeza, lo estás coronando con plata, cuando él merece oro. Mi Señor tiene riquezas de felicidad para concederte ahora. El puede hacerte yacer en lugares de delicados pastos y guiarte junto a aguas de reposo. No hay música como la suya cuando él es el Pastor y tú la oveja y te acuestas a sus pies. No hay amor como el suyo; ni la tierra ni el cielo lo pueden igualar. Conocer a Cristo es ser hallado en él. ¡Oh!, esto es vida, esto es gozo, esto es meollo y grosura, vino sobre las heces bien refinado. Mi Señor no trata a sus siervos brutalmente. El les da como un rey a otro rey. Les da dos cielos: uno aquí mientras lo sirven, y otro allá cuando se gocen con él para siempre. Sus inescrutables riquezas serán mejor conocidas en la eternidad. Mientras te diriges al cielo te dará todo lo que necesitas. Tu guarida serán las fortificaciones de las peñas; tu pan te será dado y tu agua será segura. Pero es allá, ALLÁ, donde oirás los cantos de los que triunfan, la aclamación de los que se gozan y donde verás cara a cara al Glorioso y Amado. ¡Las inescrutables riquezas de Cristo! Este es el tono para los cantores de la tierra y el canto para las arpas del cielo. Señor, enséñanos más de Jesús y nosotros daremos a otros las buenas nuevas.

Charles Haddon Spurgeon.

domingo, 21 de agosto de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 21

“No dije a la generación de Jacob: en vano me buscáis”. Isaías 45:19.

PODEMOS obtener mucho solaz considerando lo que Dios no ha dicho. Lo que ha dicho está indeciblemente lleno de consuelo y de placer. Lo que no ha dicho, apenas es menos rico en consolación. Fue uno de estos “no dije” que preservó el reino de Israel en los días de Jeroboam, hijo de Joas, porque “Jehová no había determinado raer el nombre de Israel de debajo del cielo” (2 Reyes 14:27). En el texto de Isaías se nos asegura de que Dios responderá la oración, porque él “no ha dicho a la generación de Jacob: en vano me buscáis”. Tú, que escribes cosas amargas contra ti mismo, debieras reconocer que si Dios no te ha desheredado de la gracia, no hay lugar para la desesperación, digan lo que quieran tus dudas y temores. Aun la voz de la conciencia es de poca monta si no es auxiliada por la voz de Dios. ¡Tiembla más bien ante lo que Dios ha dicho! Pero no permitas que tus vanas imaginaciones te abrumen con desaliento y pecaminosa desesperación. Muchas personas tímidas han sido acosadas por la sospecha de que puede haber algo en las disposiciones de Dios que le cierre la puerta de la esperanza, pero hay una terminante refutación a ese molesto temor, pues ninguno que busque sinceramente puede ser condenado a la ira. “No hablé en escondido, en lugar de tierra de tinieblas; no dije –aun en lo secreto de mis inescrutables decretos– en vano me buscáis”. Dios ha manifestado claramente que él oirá la oración de los que lo invocan y esa declaración no puede ser contravenida. El ha hablado tan firme, verdadera y rectamente que no puede haber lugar a dudas. El no revela sus designios en ininteligibles palabras, sino habla clara y positivamente diciendo “pedid y recibiréis”. Cree, oh tú que tiemblas, esta segura verdad: la oración tiene que ser oída y será oída y nunca, aún en los secretos de la eternidad, ha dicho el Señor a ninguna alma viviente: “En vano me buscáis”.

Charles Haddon Spurgeon.

sábado, 20 de agosto de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 20

“Así dejaron reparado a Jerusalén hasta el muro ancho”. Nehemías 3:8.

LAS ciudades bien fortificadas tenían anchos muros; también los tenía Jerusalén en sus tiempos de gloria. La Nueva Jerusalén debe, en la misma forma, ser rodeada y preservada por un ancho muro de disidencia con el mundo y de separación de sus costumbres y de su espíritu. La tendencia de estos días es romper la santa barrera y hacer que la distinción entre la Iglesia y el mundo sea meramente nominal. Los creyentes ya no son más estrictos y puritanos; una literatura de dudosa moralidad es leída todos los días. Por lo regular, se toleran pasatiempos frívolos y un relajamiento general amenaza despojar al pueblo del Señor de aquellas peculiaridades que lo distinguen de los pecadores. Será un mal día aquel para el mundo cuando la propuesta amalgamación sea consumada. Entonces será anunciado otro diluvio de ira. Amado lector, que el propósito de tu corazón sea mantener el “muro ancho”, tanto en el corazón como en las palabras, en el vestir como en las acciones, recordando que la amistad de este mundo es enemistad contra Dios. El ancho muro proporcionaba un lugar de reunión para los habitantes de Jerusalén, desde el cual podían disfrutar de la perspectiva que ofrecían los países circunvecinos. Esto nos recuerda los muy amplios mandamientos del Señor, en los cuales andamos libremente en comunión con Jesús, mirando los paisajes de la tierra, pero también contemplando las glorias del cielo. Separados del mundo y “renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos”, no estamos, sin embargo, en una prisión ni restringidos dentro de estrechos límites; no, andamos, más bien, en libertad porque guardamos sus preceptos. Ven, lector, anda esta noche con Dios en sus estatutos. Como en los muros de la ciudad se encontraban los amigos, así encuéntrate tú con Dios en el camino de santa oración y meditación. Tú tienes el derecho de recorrer los baluartes de la salvación, pues tú eres un liberto de la ciudad real, un ciudadano de la metrópoli del universo.


Charles Haddon Spurgeon.

viernes, 19 de agosto de 2016

CUANDO DIOS GUARDA SILENCIO - PR. CHARLES STANLEY

Dios se da a conocer - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 19

“Me sacarás de la red que han escondido para mí; porque tú eres mi fortaleza”. Salmo 31:4.

NUESTROS enemigos espirituales son la generación de la serpiente y buscan engañarnos con astucia. La oración de este versículo supone la posibilidad de que el creyente sea cazado como un pájaro. Tan astutamente el cazador hace su obra que los simples caen pronto en la red. En el texto se suplica que aún de las redes de Satanás el cautivo sea librado; es esta una petición conveniente que puede ser concedida. De entre las quijadas del león y de las entrañas del infierno puede el amor eterno rescatar al santo.
Quizás sea necesario un fuerte tirón para salvar un alma de la red de la tentación; y un violento tirón para desenredar a una persona de las trampas de un malicioso ardid; pero el Señor es el mismo para todas las necesidades y, por lo tanto, las redes del cazador más habilidoso nunca podrán atrapar a sus elegidos. ¡Ay de aquellos que son hábiles en poner trampas! Los que tientan a otros se destruirán a sí mismos. “Porque tú eres mi fortaleza”. ¡Qué indecible dulzura hallamos en estas breves palabras! ¡Con cuánto gozo podemos combatir las redes y cuán alegremente soportar los sufrimientos cuando nos asimos de la fortaleza celestial! El poder divino hará pedazos todas las redes de nuestros enemigos, confundirá su astucia y frustrará sus maliciosas estratagemas. El que tiene de su lado tan incomparable poder es feliz. Nuestras propias fuerzas serán de poco valor cuando estemos en aprieto, en las redes de vil artimaña, pero la fortaleza del Señor es siempre eficaz. Sólo tenemos que invocarla y la hallaremos cerca. Si por fe estamos dependiendo sólo de la fortaleza del poderoso Dios de Israel, podemos usar nuestra santa confianza como argumento en la súplica.

Mi mano ten, Señor, tan flaco y débil,
Sin ti no puedo riesgos afrontar;
Tenla, Señor, mi vida el gozo llene,
Al verme libre así de todo azar.

Charles Haddon Spurgeon.

jueves, 18 de agosto de 2016

Puedes ser libre del pecado - Nancy DeMoss de Wolgemuth

No existe un pecado que hayas cometido que sea  tan grande que Dios no pueda perdonar.

Programas de la serie

Tomado de Nancy Leigh DeMoss. Programa radial emitido Agosto 18, 2016. www.AvivaNuestrosCorazones.com.

LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 18

“Y le dieron a beber vino mezclado con mirra, mas él no lo tomó”. Marcos 15:23.


UNA áurea verdad está implícita en el hecho de que el Salvador apartó de sus labios el vino mezclado con mirra. El Hijo de Dios estuvo en las alturas desde el principio y, al mirar desde allí nuestro globo, midió como Salvador su profundo descenso a las honduras de la desdicha humana. Calculó la suma total de todas las agonías que la expiación requería, no descontando nada, y solemnemente llegó a la conclusión de que para ofrecer un sacrificio expiatorio suficiente, debía recorrer todo el camino desde lo más alto a lo más bajo, desde el trono de la augusta gloria hasta la cruz de profundo dolor. Esta copa de mirra, con su efecto soporífico, lo hubiese detenido a corta distancia del límite extremo de su sufrimiento; por eso lo rehusó. El no quería dejar de sufrir nada de todo lo que se había propuesto sufrir a favor de los suyos. ¡Ah!, cuántos de nosotros hemos ansiado vehementemente un alivio a nuestros dolores, alivio que nos hubiese resultado perjudicial. Lector, ¿nunca rogaste con impaciente y porfiada avidez que Dios te librara de dura servidumbre o de sufrir? La providencia te quitó de golpe el deseo de tus ojos (Ezequiel 24. 16). Di, cristiano: si se te hubiera dicho: “Si así lo quieres, ese ser amado vivirá; pero Dios no será glorificado”, ¿habrías en ese caso desechado la tentación y dicho: “Sea hecha tu voluntad”? ¡Oh! Es agradable poder decir: “Señor mío, aun cuando por otras razones no necesito sufrir, sin embargo, si con el sufrimiento y con la pérdida de lo que me es querido puedo glorificarte más, entonces que así se haga. Rehúso el consuelo si este obstruye el camino de tu glorificación”. ¡Oh!, que podamos andar más en las pisadas de nuestro Señor, soportando alegremente las pruebas por su causa, desechando pronto y voluntariamente el pensar en nosotros mismos y en el consuelo, cuando este no nos permita terminar la obra que él nos dio para hacer. Mucha gracia nos es necesaria, pero también mucha gracia nos es concedida.

Charles Haddon Spurgeon.

miércoles, 17 de agosto de 2016

15 oraciones para el poder de Dios - Pr. John Piper

¡Detesto como soy! - Rosanna Ramírez de Rosario

Puedes ser libre de condenación - Nancy DeMoss de Wolgemuth

Puedes ser libre de condenación.

Programas de la serie

Tomado de Nancy Leigh DeMoss. Programa radial emitido Agosto 17, 2016. www.AvivaNuestrosCorazones.com.

LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 17

“Esta enfermedad no es para muerte”. Juan 11:4.

DE las palabras de nuestro Señor aprendemos que hay un límite para la enfermedad. Aquí hay un “para” dentro del cual su último término está limitado y más allá no puede ir. Lázaro pudo pasar a través de la muerte, pero la muerte no tenía que ser el ultimátum de su enfermedad. En toda enfermedad, el Señor dice de las olas de dolor: “Hasta aquí llegarás, pero no más allá”. Su propósito permanente no es la destrucción sino la instrucción de los suyos. La sabiduría cuelga el termómetro a la puerta del horno y regula el calor.

1. El límite es alentadoramente amplio. El Dios de la providencia ha limitado el tiempo, el modo, la intensidad, la repetición y los efectos de todas nuestras enfermedades. Todo latido ha sido decretado por él; toda hora de insomnio, predestinada; toda recaída, ordenada; toda depresión de ánimo, prevista, y todo resultado santificador, designado desde la eternidad. Nada grande o pequeño escapa a la mano ordenadora del que cuenta los cabellos de nuestras cabezas.
2. Este límite está sabiamente ajustado a nuestras fuerzas, al fin designado y a la gracia distribuida. La aflicción no viene por accidente; la intensidad de cada golpe de la vara está cuidadosamente medida. El que no cometió errores al diferenciar las nubes y medir los cielos, tampoco se equivocará al medir los ingredientes que componen la medicina de las almas. No podemos sufrir más de la medida ni ser aliviados demasiado tarde.
3. El límite es cariñosamente fijado. El bisturí del Médico Celestial nunca corta más profundamente de lo que es absolutamente necesario. “No aflige ni congoja de corazón a los hijos de los hombres”. El corazón de una madre clama: “Conservadme a mi hijo”. Pero ninguna madre es más compasiva que nuestro bondadoso Dios. Cuando consideramos cuán duros de boca somos nos admira que no seamos guiados con un freno más áspero. El pensamiento está lleno de consuelo: que el que ha fijado los límites de nuestra habitación, ha fijado también los límites de nuestra tribulación.

Charles Haddon Spurgeon.