Versículo para hoy:

domingo, 24 de enero de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – ENERO 24

“Marta se distraía en muchos servicios”. Lucas 10:40.

SU falta no consistió en que ella servía: la condición de siervo le sienta bien a todo cristiano. “Yo sirvo” debiera ser el lema de todos los príncipes de la real familia del cielo. Su falta tampoco consistió en que ella desempeñase muchos servicios. Nunca podemos hacer demasiado. Hagamos todo lo que nos es posible; que la mente, el corazón y las manos estén ocupadas en el servicio del Maestro. Tampoco consistió su falta en que estuviera ocupada en la preparación de una fiesta para el Maestro. ¡Dichosa Marta, que tuvo oportunidad de agasajar a tan bendito huésped; y dichosa, también, porque tuvo el valor de poner toda su alma, tan sinceramente, en tal ocupación! Su falta consistió en que ella “se distraía en muchos servicios”, de suerte que olvidaba a Jesús, y sólo recordaba el servicio. Ella permitía que el servicio anulase la comunión y así presentaba un deber manchado con la sangre del otro. Debemos ser Marta y María a la vez. Tenemos que servir mucho y, al mismo tiempo, tener mucha comunión. Para esto necesitamos grande gracia. Es más fácil servir que estar en comunión. Josué nunca se cansó en la lucha con los amalecitas, pero Moisés, estando en oración, en la cumbre de la montaña, necesitó dos ayudadores para que le sostuviesen las manos en alto. Cuanto más espiritual sea el trabajo más pronto nos cansamos. Las frutas más delicadas son las más difíciles de cultivar. La mayor parte de las gracias espirituales son sumamente difíciles de cultivar. Amado, al mismo tiempo que no olvidamos las cosas externas, que son muy buenas en sí mismas, debemos también procurar disfrutar de una viva y personal comunión con Jesús. No te olvides de sentarte a los pies del Salvador, aun bajo el especioso pretexto de estar sirviéndole. La primera cosa para la salud de nuestra alma, la primera cosa para su gloria, y la primera cosa para nuestra utilidad es conservarnos en perpetua comunión con el Señor Jesús, y ver que la vital espiritualidad de nuestra religión sea mantenida sobre y por encima de cualquier otra cosa del mundo.

Charles Haddon Spurgeon.