Versículo para hoy:

lunes, 9 de octubre de 2023

OCTUBRE 9 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Poderoso para guardaros sin caída”. Judas 24.

EN cierto sentido el camino al cielo es muy seguro; pero, por otra parte, no hay un camino más peligroso, pues está rodeado de dificultades. Un solo paso mal dado (y cuán fácil es darlo si la gracia no está con nosotros) basta para que caigamos. ¡Qué resbaladizo es el camino por el cual algunos de nosotros debemos andar! ¡Cuántas veces tenemos que exclamar con el salmista: “Casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos”! Si fuésemos fuertes y diestros alpinistas, no importaría mucho; pero, ¡cuán débiles somos! En los mejores caminos pronto titubeamos, y en los más llanos, pronto tropezamos. Nuestras débiles rodillas apenas pueden sostener nuestro tambaleante cuerpo. Una paja puede hacernos caer y una piedrecita puede herirnos. Somos simples niños que damos trémulamente nuestros primeros pasos. Nuestro Padre nos sostiene de los brazos; de lo contrario, pronto caeríamos. Si somos guardados sin caídas, ¡cómo debemos bendecir al paciente poder que nos vigila día por día! Pensemos cuán propensos somos a pecar, cuán prontos a escoger el peligro, cuán fuerte es nuestra tendencia al desaliento, y estas reflexiones nos harán cantar más suavemente de lo que hasta ahora lo hemos hecho: “Gloria al que es poderoso para guardarnos sin caída”. Tenemos muchos enemigos que procuran derribarnos. El camino es escabroso y nosotros débiles; pero, aparte de esto, los enemigos se esconden en emboscadas y salen cuando menos los esperamos, y se esfuerzan por hacernos caer o por echarnos en el precipicio más próximo. Sólo un brazo todopoderoso puede preservarnos de estos invisibles enemigos, que buscan destruirnos. Ese brazo está empeñado en nuestra defensa. Fiel es el que prometió; él es poderoso para guardarnos sin caída. Así que, con un claro concepto de nuestra entera debilidad, tengamos firme confianza en la perfecta seguridad que tenemos en Jesús.

OCTUBRE 8 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Tira a alta mar, y echad vuestras redes para pescar”. Lucas 5:4.

DE esta narración aprendemos que la mediación humana es necesaria. La pesca de peces fue milagrosa; pero, sin embargo, ni el pescador, ni el barco, ni la red fueron pasados por alto: todo fue usado para conseguir peces. Así también, para salvar almas. Dios usa medios; y mientras dure la presente dispensación de gracia, Dios se complacerá en salvar a los creyentes por la locura de la predicación. Cuando Dios obra sin usar medios, es sin duda glorificado, pero, sin embargo, él determinó usarlos, porque por ellos él es muy magnificado sobre la tierra. Los medios son en sí mismos enteramente inútiles. “Maestro, habiendo trabajado toda la noche, nada hemos tomado”. ¿Por qué? ¿No desempeñaban bien su oficio de pescadores? En verdad ellos no eran novicios; conocían el trabajo. ¿Emprendieron sin maña su labor? No. ¿Les faltó diligencia? No; ellos habían trabajado. ¿Les faltó perseverancia? No; ellos habían trabajado toda la noche. ¿Había en la mar escasez de peces? Por supuesto que no, pues en cuanto vino el Maestro una gran multitud de ellos entró en la red. ¿Por qué, entonces, no habían pescado en toda la noche? Porque los medios en sí, sin la presencia de Jesús, no valen nada. “Sin él nada podemos hacer”. Pero con Jesús lo podemos hacer todo. La presencia de Cristo nos da éxito. Jesús se sentó en el barco de Pedro, y su voluntad, por una influencia misteriosa, atrajo los peces a la red. Cuando Jesús es exaltado en su Iglesia, su presencia constituye el poder de la misma; la aclamación de un rey está en medio de ella. “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos traeré a mí mismo”. Salgamos esta mañana a pescar almas, mirando arriba con fe y en derredor nuestro con solemne ansiedad. Trabajemos hasta que llegue la noche; y no lo haremos en vano, pues el que nos manda echar la red la llenará de peces.