Versículo para hoy:

sábado, 9 de enero de 2016

¡NO TE CANSES! - Betsy Torres de Gómez


LA IMPORTANCIA DE CONOCER NUESTRO PECADO - John Piper


¡La Ley Existe!

El tema principal del libro a los Romanos hasta este momento es que Dios es gloriosamente justo en justificar a los incrédulos solo por la fe aparte de las obras de la ley. Romanos 4:5 dice: “mas al que no trabaja, pero cree en aquel que justifica al impío, su fe se le cuenta por justicia” ¿Cómo puede ser? ¿Cómo puede Dios justificar - declarar justo - al incrédulo que solamente se aleja de sí hacia Cristo y confía en Jesús? ¿Cómo puede absolver al culpable?
La respuesta viene en una de las declaraciones más importantes de la Biblia, Romanos 3:24-26. Dios introdujo a Jesucristo, su Hijo, para morir en nuestro lugar “a fin de que El sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús”. Aquí tenemos el tema principal del libro hasta el momento: Jesús, quien fue crucificado, es el Redentor que cargó nuestros pecados; nosotros, quienes confiamos en él, somos justificados; Dios, quien lo por nosotros, es justo. Este es el glorioso evangelio de Cristo.
Ahora, hay una gran suposición bajo este evangelio. La suposición es: existe la ley. El Creador del universo ha revelado su voluntad. Y su voluntad es la ley. Cuando no está cumplida, hay verdadera culpabilidad y verdadera condenación y verdadera pena. Por eso, la existencia de la ley en el universo - la voluntad revelada de Dios - crea el fundamento para el quebrantamiento de la ley y la culpabilidad, para la observación de la ley y la justicia, para un tribunal y un Juez, y para la justificación y la condenación. Todos estos grandes conceptos dependen de una sola suposición: existe la ley. Continuar leyendo...

Fuente: By John Piper. © Desiring God. Website: desiringGod.org

LECTURAS VESPERTINAS – ENERO 9

“Servid a Jehová con alegría”. Salmos 100:2.

EL placer en el servicio divino es señal de aceptación. Los que sirven a Dios con rostros tristes, porque hacen lo que les desagrada, no están en realidad sirviéndole, pues ofrecen la forma de la reverencia, pero la vida está ausente. Nuestro Dios no pide esclavos para adornar su trono; él es Señor del imperio del amor y desea que sus siervos se vistan con el uniforme del gozo. Los ángeles de Dios lo sirven con cánticos no con gemidos; una murmuración o un suspiro serían como una sedición en sus filas. La obediencia que no es voluntaria es desobediencia, pues el Señor mira el corazón; y si ve que lo servimos por la fuerza y no por amor, rechaza nuestra ofrenda. El servicio acompañado de alegría es servicio de corazón, y, por lo tanto, es verdadero. Quita del cristiano la alegre espontaneidad y habrás quitado la prueba de su sinceridad. El que es arrastrado a la batalla no es patriota, pero el que marcha al combate con brillantes ojos y radiante faz, cantando “es dulce morir por la patria”, demuestra ser sincero en su patriotismo. La alegría es el sostén de nuestra fuerza; en el gozo del Señor somos fuertes. El gozo actúa como removedor de dificultades. El gozo es a nuestros trabajos por el Señor, lo que el aceite es a las ruedas de un vehículo. Sin aceite el eje se calienta, y ocurren accidentes. Si una santa alegría no aceita nuestras ruedas, nuestros espíritus se verán impedidos por la fatiga. El que está alegre en el servicio de Dios demuestra que la obediencia es su elemento. El tal puede cantar: “Hazme andar en tus mandamientos, pues ellos constituyen un sendero delicioso”.
Lector, permíteme hacerte esta pregunta: ¿Sirves a Dios con alegría? Mostremos a los del mundo, que piensan que nuestra religión es una esclavitud, que para nosotros es más bien un placer y un gozo. Que nuestro gozo proclame que estamos sirviendo a un buen Amo.

Charles Haddon Spurgeon.