Versículo para hoy:

domingo, 2 de septiembre de 2018

SEPTIEMBRE 2

“Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová”. Oseas 6:3.

No todo a la vez, sino gradualmente, alcanzaremos el conocimiento santo, y a nosotros nos toca perseverar y aprender poco a poco. No desesperemos aunque nuestro progreso sea lento, porque aun hemos de saber. El Señor que se ha hecho nuestro Maestro no nos dejará aunque seamos tardos en comprender; porque no sería para honra suya que un cierto grado de ignorancia humana resultara obstáculo insuperable para su saber. El Señor se complace en hacer sabios a los simples.

Nuestro deber es adherirnos a nuestro objeto principal y proseguir en el conocimiento, no de esta doctrina particular o de la otra, sino de Jehová mismo. Conocer al Padre, al Hijo y al Espíritu, al Dios uno en tres personas, esta es la vida eterna; atengámonos a esto, porque de esta manera alcanzaremos completa instrucción. Prosiguiendo a conocer al Señor aprenderemos lo que es ser curados después de ser lacerados, ser vendados después de ser heridos, y sabremos lo que es la vida después de la muerte. La experiencia tiene perfecta su obra cuando el corazón sigue el sendero del Señor Omnipotente.

Alma mía, mantente cerca de Jesús, prosigue en conocer a Dios en Jesús, y así llegarás al conocimiento de Cristo, que es la más excelente de todas las ciencias. El Espíritu Santo te guiará a toda verdad. ¿No es este su ministerio benigno? Contemos con Él, que Él lo cumplirá.

FUENTE: Libro de Cheques del Banco de la Fe – Charles H. Spurgeon.

SEPTIEMBRE 1

“Si guardareis mis mandamientos, estaréis en mi amor”. Juan 15:10.

Estas cosas no pueden ser separadas; permanecer en la obediencia, y permanecer en el amor de Jesús. Sólo una vida bajo el mando de Cristo puede manifestar que somos objeto del gozo de nuestro Señor. Tenemos que guardar el mandamiento de nuestro Señor si queremos vivir al calor de su amor. Si vivimos en pecado no podemos vivir en el amor de Cristo. Sin la santidad que agrada a Dios, no podemos agradar a Jesús. El que no aprecia la santidad, no sabe nada del amor de Jesús.

El gozo que sentimos del amor de nuestro Señor es una cosa delicada. Es mucho más sensible al pecado y a la santidad que el mercurio al frío y al calor. Cuando tenemos un corazón tierno y procuramos honrar a nuestro Señor Jesús en pensamiento, palabra y vida, entonces recibimos señales sin número de su amor. Si deseamos perpetuar tal bienaventuranza, tenemos que perpetuar la santidad. El Señor Jesús no esconderá su rostro de nosotros a menos que escondamos nuestro rostro de Él. El pecado produce la nube que oculta nuestro Sol; si queremos ser obedientes con vigilancia, y completamente consagrados, podemos andar en luz, como Dios está en luz, y estar tan ciertamente en el amor de Jesús como Jesús está en el amor del Padre. Aquí tenemos una promesa dulce con un “si” solemne. ¡Señor, haz que tenga yo este “si” en mi mano, porque, como una llave, abre una cajita!

FUENTE: Libro de Cheques del Banco de la Fe – Charles H. Spurgeon.