Versículo para hoy:

viernes, 17 de febrero de 2023

FEBRERO 17 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

 "Y habitó Isaac junto al pozo del Viviente que me ve". Génesis 25.11

Allí Agar fue librada una vez de su prueba, e Ismael bebió de las aguas que tan benignamente le mostró el Dios que vive y que ve a los hijos de los hombres. Pero esta era meramente una visita casual, como las que hacen los mundanos al Señor en tiempos de necesidad y para su propio provecho. Claman a él en la aflicción pero lo olvidan en la prosperidad.
Isaac, en cambio, habitó allí, y el pozo del Dios que vive y que todo lo ve, fue su constante provisión. El tenor habitual de la vida del hombre y el lugar donde su alma constantemente habita, constituyen la verdadera piedra de toque de su estado espiritual. 
La gracia providencial experimentada por Agar impresionó la mente de Isaac y lo condujo a reverenciar aquel lugar. Su nombre místico ganó su cariño. Las frecuentes meditaciones que Isaac tuvo sobre el borde de este pozo, a la hora de la tarde, hicieron que él se familiarizara con este lugar. El encuentro que en ese lugar había tenido con Rebeca hizo que su espíritu se sintiese cómodo allí. Pero fue especialmente el hecho de haber gozado allí de íntima comunión con el Dios viviente lo que hizo que Isaac eligiese ese lugar santificado como habitación suya. Aprendamos a vivir en la presencia del Dios vivo. Oremos para que en este día y en todos los días podamos experimentar esta verdad: "Tú eres el Dios de la Vista". 
Que el Señor sea para nosotros como un pozo delicioso, confortante, seguro, que salte para vida eterna. Las botellas de las criaturas se rompen y se secan, pero el pozo del Creador nunca falla.
¡Feliz es el que habita junto al pozo y así tiene a mano abundantes y continuas provisiones! El Señor ha sido a otros un constante ayudador: su nombre es Shaddai, Dios Todopoderoso. Nuestros corazones han tenido frecuentemente muy deliciosas relaciones con él. Por intermedio del Padre nuestras almas hallaron al glorioso esposo, el Señor Jesús. Permanezcamos, pues, en estrecha comunión con Él.

FEBRERO 16 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"He aprendido a contentarme con lo que tengo". Filipenses 4.11

Estas palabras nos demuestran que el contentamiento no es, en el hombre, una inclinación natural. "La mala hierba crece pronto". La codicia, el descontento y la murmuración son en el hombre tan naturales como lo son las espinas en el campo. No necesitamos sembrar espinas y cardos; crecen solos en buena cantidad, pues la tierra los produce en todas partes. No necesitamos enseñar a los hombres a que se lamenten; ya se lamentan bastante sin enseñanza alguna. Pero las cosas preciosas de la tierra tienen que ser cultivadas. Si queremos trigo, tenemos que arar y sembrarlo. Si queremos flores tenemos que tener un jardín y contar con los cuidados de un jardinero.
Ahora bien, el contentamiento es una de las flores del cielo, y si queremos tenerlo, tenemos que cultivarlo; no crecerá en nosotros por sí solo. Sólo la nueva naturaleza puede producirlo, y aun entonces tenemos que mostrarnos muy cuidadosos y vigilantes en mantener y cultivar la gracia que Dios haya sembrado en nosotros. Pablo dice: "Yo he aprendido... a contentarme", por lo que nos da a entender que hubo un tiempo cuando no lo sabía. Sin duda le costó bastante alcanzar a comprender el misterio de esta gran verdad. Quizás a veces pensaba que lo había aprendido, pero luego cayó otra vez. Cuando al fin lo alcanzó, pudo decir: "He aprendido a contentarme con lo que tengo". En ese entonces ya era anciano, hombre canoso; estaba al borde de la sepultura, estaba pasando en Roma, en la cárcel de Nerón, sus últimos días terrenales. Si podemos alcanzar la graduación espiritual de Pablo, muy bien podremos soportar las enfermedades Pablo y participar con él de la fría cárcel. 
Creyente, no des lugar a la idea de que puedes estar contento si aprender, y aprender sin disciplina. No es esta una virtud que se puede ejercer por naturaleza; debemos aprenderla gradualmente como una ciencia. Sabemos esto por experiencia. Hermano, detén esa murmuración, aun cuando es natural, y prosigue como diligente alumno en la escuela del contentamiento.