Versículo para hoy:

viernes, 8 de abril de 2016

Espera el sufrimiento - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – ABRIL 8

“No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”. Salmos 23:4.

¡MIRAD cuán independiente de circunstancias externas el Espíritu Santo hace al cristiano! ¡Qué luz brillante resplandece dentro de nosotros cuando afuera es todo tinieblas! ¡Cuán firmes, felices, tranquilos y pacíficos podemos estar cuando la palabra nos sacude de acá para allá y los pilares de la tierra son conmovidos! Aun la muerte misma, con todo su influjo, no tiene poder para interrumpir la música del corazón cristiano; antes, al contrario, ella hace que esa música sea más dulce, más clara, más celestial. Por fin, el último acto bondadoso que la muerte podrá realizar es dejar que la melodía terrenal se funda con el coro celestial, y el gozo terrenal, en la eterna felicidad. Tengamos confianza, pues, en el poder del bendito Espíritu para confortarnos. Querido lector, ¿estás presintiendo la pobreza? No temas. El divino Espíritu puede darte en tu necesidad una abundancia mayor que la que tiene el rico. Tú no sabes qué goces pueden estar guardados para ti en la choza en torno de la cual la gracia plantará rosas de alegría. ¿Te estás dando cuenta de que tus fuerzas físicas están disminuyendo? ¿Esperas sufrir largas noches de tristeza y días de dolor? ¡Oh, no estés melancólico! Esa cama puede llegar a ser un trono para ti. Tú conoces poco tocante a cómo todo dolor que atraviesa tu cuerpo puede ser un fuego purificador que consuma tus escorias, un destello de gloria que ilumine las partes secretas de tu alma. ¿Tus ojos se están oscureciendo? Jesús será tu luz. ¿Te están fallando los oídos? El nombre de Jesús será la mejor música de tu alma, y su persona, tu placer predilecto. Sócrates solía decir: “Los filósofos pueden ser felices sin la música”. Y los cristianos pueden ser más felices que los filósofos cuando todas las causas externas de regocijo les son quitadas. En ti, mi Dios, mi corazón vencerá, venga lo que viniere de los males exteriores. ¡Oh, bendito Espíritu, por tu poder mi corazón estará muy gozoso aunque todas las cosas de aquí abajo me fallen!

Charles Haddon Spurgeon.