Versículo para hoy:

miércoles, 3 de agosto de 2022

Agosto 3 El propósito de Dios que nos constriñe - OSWALD CHAMBERS

"Les dijo: Cuando lleguemos a Jerusalén", Lucas 18:31

En la vida de nuestro Señor, Jerusalén representa el lugar donde llegó al punto culminante de la voluntad de su Padre. Jesús dijo: "No busco mi voluntad, sino la voluntad del Padre, que me envió", Juan 5:30, lo cual fue el interés preponderante a lo largo de la vida de nuestro Señor. Y jamás nada de lo que encontró en el camino, gozo o dolor, éxito o fracaso, lo disuadió de su propósito. "Él, con determinación afirmó su rostro para ir a Jerusalén", Lucas 9:51. 

Lo más grande que debemos recordar es que subimos a Jerusalén para cumplir el propósito de Dios, no el nuestro. En la vida natural, nuestras ambiciones son las de nosotros, pero en la vida cristiana no tenemos ninguna meta propia. Hoy se habla tanto de nuestras decisiones a favor de Cristo, nuestra decisión de ser cristianos, nuestras decisiones en cuanto a esto o aquello. Pero en el Nuevo Testamento lo que se pone de manifiesto es que el propósito de Dios nos constriñe. "No me elegisteis vosotros a mi, sino que yo os elegí a vosotros", Juan 15:16. 

Dios no me lleva a comprometerme con su propósito de una manera consciente, sino que me atrae hacia Él sin que me dé cuenta en absoluto. No tenemos idea de cuál puede ser su propósito y al seguir adelante se hace cada vez más vago. Parecería como si el objetivo de Dios no se fuera a cumplir, porque somos demasiado cortos de vista para ver lo que Él se propone. Al principio de la vida cristiana tenemos nuestras propias ideas acerca del propósito divino. Decimos: “Dios quiere que vaya allí. Él me ha llamado para realizar esta obra especial”. Hacemos lo que pensamos que es correcto, pero aun así Dios nos sigue constriñendo. El trabajo que hacemos no tiene ningún valor al compararlo con el propósito de Dios que nos constriñe. Es sólo el andamiaje al lado de su obra. "Tomando Jesús a los doce...", Lucas 18:31. Dios nos toma todo el tiempo. Todavía no hemos entendido todo lo que hay que saber del propósito de Dios que nos constriñe.

Agosto 2 La disciplina de las dificultades - OSWALD CHAMBERS

"En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo", Juan 16:33

Una manera común y corriente de percibir la vida cristiana es que por medio de ella nos libraremos de toda adversidad. Pero, realmente seremos librados en medio de ella, lo cual es muy diferente. "El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente... No te sobrevendrá mal ni plaga tocará tu morada", Salmos 91:1,10, es decir, el lugar donde estás en unidad con Él. 

Si eres un hijo de Dios, con seguridad encontrarás adversidades, pero Jesús afirma que no debes sorprenderte cuando vengan. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo. Él te dice, “no hay nada que temer”. Las mismas personas que antes de haber sido salvas rechazaban hablar de sus problemas, a menudo se quejan y preocupan después de haber nacido de nuevo, porque tienen una idea equivocada de lo que significa la vida de un creyente. 

Dios no nos da una vida triunfante, nos da una vida a medida que triunfamos. Las presiones construyen nuestra fortaleza. Si no hay problemas, no habrá fuerza. ¿Estás pidiéndole a Dios que te dé vida, libertad y gozo? Él no lo hará, a menos que estés dispuesto a aceptar la tensión. En cuanto te enfrentes a ella, obtendrás la fortaleza. Vence tu propia cobardía, da el primer paso y Dios te dará el alimento que necesitas. "Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida", Apocalipsis 2:7. Si das tu máximo en lo físico, te agotas; pero, cuando te rindes por completo espiritualmente, obtienes más fuerza. Dios nunca nos da la fuerza para el día de mañana o para la hora siguiente, sino sólo para la presión del momento. Nuestra tentación es afrontar las adversidades de acuerdo con el sentido común. Pero un santo se goza incluso cuando está aparentemente vencido por las adversidades, porque la victoria es absurdamente imposible para todo el mundo, menos para Dios.