Versículo para hoy:

viernes, 19 de enero de 2024

ENERO 19 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 Si al contemplar tu reflejo en el espejo de la Palabra de Dios ves a alguien que necesita gracia, ¿por qué eres impaciente con aquellos que tienen la misma necesidad?

Tal vez uno de los pecados más grandes en las relaciones interpersonales es el pecado de olvidar. Desearía decir que este no es mi problema, pero sí lo es. Es fácil olvidar cuán profunda es nuestra necesidad de la gracia, y es igualmente fácil olvidar la gracia maravillosa que ha sido rociada sobre nosotros. Y, cuando olvidas la gracia que has recibido, serás mucho más propenso a tratar a las personas a tu alrededor con poca gracia.

Es muy claro que la gracia hacia otros no nace del deber. Imagina por un momento que estoy sentado en mi sillón junto a mi querida esposa, Luella, y le digo: "Luella, me he dado cuenta de que es mi obligación tener gracia contigo. Entonces, te voy a decir lo que voy a hacer. Te voy a tratar con gracia, no porque realmente lo desee, sino porque es lo que se supone que debo hacer". ¿Crees que Luella se sentiría animada en ese momento? Yo creo que no. Una vida gozosa y llena de gracia se derrama en otros cuando estamos plantados en el suelo de la gratitud. Cuando reflexiono en quién soy, en la gracia que no merecía o en el precio de esa gracia, es cuando puedo ser motivado a dar de gracia a otros.

Para el creyente, tratar a las personas con enojo, crítica e impaciencia siempre está relacionado con olvidar o negar quién es y qué ha recibido en Jesús. Es muy claro que nadie tiene más gracia que la persona que está convencida de su propia necesidad de ella.

Todos necesitamos recibir gracia en el momento en que somos llamados a derramar gracia sobre otros, especialmente porque tendemos a ser olvidadizos, a creer que merecemos todo y a pensar que somos más justos y capaces de lo que realmente somos.

El Dios de gracia está obrando esta gracia en cada uno de nosotros. 1 Juan 4:19 acierta cuando dice: "Nosotros amamos a Dios porque Él nos amó primero". ¡Eso es algo digno de recordar!

Para profundizar y ser alentado: Efesios 3:14-21