Versículo para hoy:

martes, 19 de julio de 2016

La esperanza que nos lleva a la santidad - Nancy DeMoss de Wolgemuth

Esperando el regreso de Cristo - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – JULIO 19

“La caña cascada no quebrará, y el pábilo que humea no apagará”. Mateo 12:20.

¿QUÉ más débil que una caña cascada o un pábilo que humea? Si un pato silvestre tropieza ligeramente en una caña que crece en el pantano o en la ciénaga, esta se quiebra en seguida. Si el pie del hombre la toca, se quiebra y rompe; y cualquier viento que sople a través del río la mueve de un lado a otro. No se puede pensar en nada que sea más frágil o quebradizo o cuya existencia esté más en peligro que una caña cascada. Luego, fíjate en el pábilo que humea. ¿Qué es? Es una chispa casi apagada. Un niñito la puede apagar de un soplo. Nada tiene una existencia más precaria que su llama. Aquí se describen cosas débiles; sin embargo Jesús dice de ellas: “No apagaré el pábilo que humea ni quebraré la caña cascada”. Algunos de los hijos de Dios han sido hechos fuertes para que realicen a favor de Dios obras portentosas. Dios tiene sus Sansones aquí y allí que toman las puertas de Gaza y las llevan a la cumbre del monte. El tiene unos pocos hombres que son fuertes como leones, pero la mayor parte de los suyos son tímidos y temblorosos. Son como el estornino, pájaro que se espanta ante cualquiera que pasa. Son una tímida manada pequeña. Si viene la tentación, caen como los pájaros en la red. Si la prueba amenaza, pronto desmayan; su frágil embarcación es sacudida por las olas. Son llevadas de acá para allá como un pájaro marino sobre la cresta de las olas: débiles cosas sin fuerza ni sabiduría, sin perspicacia. Sin embargo, débiles como son, y porque son tan débiles, tienen esta promesa hecha especialmente para ellos. Aquí hay gracia y benignidad; aquí hay amor y cariño. ¡Cómo nos revela la compasión de Jesús: tan suave, tierno y atento! Es necesario que no nos retiremos nunca de su contacto; es menester que nunca temamos una palabra áspera de él. Aunque pudiera reprendernos por nuestra debilidad, no nos reprocha. Las cañas cascadas no recibirán ningún golpe de él y el pábilo que humea tampoco será apagado por él.

Charles Haddon Spurgeon.