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jueves, 8 de septiembre de 2016

Cómo puedes recibirlo de nuevo - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 8

“Y cuál la grandeza supereminente de su poder para con nosotros los que creemos, por la operación de la potencia de su fortaleza, la cual obró en Cristo resucitándole de los muertos y colocándole a su diestra en los cielos”.   Efesios 1:19-20.


TANTO en la resurrección de Cristo como en nuestra salvación intervino nada menos que el poder divino. ¿Qué diremos de los que piensan que la conversión es obrada solamente por el libre albedrío del hombre y que se debe a sus excelentes aptitudes? Cuando veamos que los muertos se levantan del sepulcro por su propio poder, entonces quizás, veamos a los impíos pecadores volver a Cristo por su albedrío. No es la palabra predicada o la palabra leída lo que, por sí misma, obra la conversión, sino el poder vivificador del Espíritu Santo. Ese poder es irresistible. Los soldados y los sumos sacerdotes no pudieron retener en el sepulcro el cuerpo de Cristo. La muerte misma no pudo retener a Jesús en sus ligaduras. Así es el poder que obra en el creyente cuando es levantado a una vida nueva: nadie lo puede resistir. Ni el pecado, ni la corrupción, ni los demonios del infierno, ni los pecadores de la tierra pueden detener la mano de la gracia de Dios cuando se propone convertir a un hombre. Si el Dios Omnipotente dice: “Tú serás”, el hombre no dirá: “No, no seré”. Observa que el poder que levantó a Cristo de los muertos era un poder “glorioso”, que glorificó a Dios y produjo espanto en las huestes del mal. Así Dios es muy glorificado en la conversión de cada pecador. Era ese un poder eterno. “Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñoreará más de él”. Así también nosotros, habiendo resucitado de los muertos, no retrocedamos a nuestras obras de muerte ni a nuestras antiguas corrupciones, sino vivamos para Dios. “Porque él vive, también vivimos nosotros”. “Porque muertos somos y nuestra vida está escondida con Cristo en Dios”. “Como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida”. Por fin, observa en el texto la unión de la nueva vida con Jesús. El mismo poder que resucitó a la Cabeza comunica vida a los miembros. ¡Qué bendición resucitar juntamente con Cristo!

Charles Haddon Spurgeon.