Versículo para hoy:

viernes, 7 de abril de 2017

Rey - Nancy DeMoss de Wolgemuth

Abril 7. ¿Por qué no se nos habla con claridad?

"Les mandó que a nadie dijeran lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado de los muertos" Marcos 9:9
Así como se les ordenó a los discípulos, tú tampoco debes decir nada hasta que el Hijo del hombre haya resucitado en ti. Es decir, hasta que la vida del Cristo resucitado te domine de tal manera que verdaderamente entiendas lo que Él enseñó mientras estuvo aquí en la tierra. Cuando llegas al estado interior apropiado, las palabras que Jesús pronunció se vuelven tan claras que te sorprende no haberlas comprendido antes. Pero, no las podías entender porque no habías desarrollado una adecuada disposición espiritual que te permitiera sobrellevarlas.
Nuestro Señor no oculta estas cosas, pero sólo estaremos preparados para recibirlas cuando la condición de nuestra vida espiritual sea idónea. Jesús dijo: Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar (Juan 16:12). Primero debe existir una comunión con su vida resucitada para que podamos soportar cualquier verdad en especial. ¿Realmente sabemos algo sobre la vida del Jesús resucitado que mora en nosotros? La evidencia de que sí lo sabemos es que comenzamos a entender a su Palabra. Dios no puede revelarnos nada, si no tenemos su Espíritu. Y nuestros puntos de vista obstinados e inflexibles efectivamente van a impedir que Él nos revele algo. Sin embargo, nuestra obtusa manera de pensar terminará tan pronto permitamos que la vida nueva en Cristo actúe con libertad en nosotros.
Les mandó que a nadie dijeran... Pero son tantos los que hablan de lo que vieron en el monte de la transfiguración, de su experiencia en la cumbre. Han tenido la visión y dan testimonio de ella, pero no hay una relación entre lo que hablan y la manera en que viven. Sus vidas no tienen sentido porque el Hijo del hombre todavía no ha resucitado en ellos. Me pregunto cuándo se va a formar Cristo en ti y en mí.

Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.