Versículo para hoy:

lunes, 1 de agosto de 2016

Glorificando a Dios a través del cine - Jairo Namnún


Dios ha hecho todo nuevo - Yuliana Fragozo

Por qué podrías sentarte en el trono de Cristo - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 1

"Tú coronas el año de tus bienes”. Salmo 65:11.

TODO el año y cada hora de cada día Dios nos está bendiciendo ricamente. Tanto cuando dormimos como cuando estamos despiertos, su gracia nos acompaña. Puede el sol dejarnos una herencia de tinieblas, pero nuestro Dios nunca cesa de resplandecer sobre sus hijos con rayos de amor. Su bondad, como un río, fluye siempre con una plenitud que es inagotable como su propia naturaleza. A semejanza de la atmósfera, que constantemente rodea la tierra y está siempre pronta a mantener la vida del hombre, así la benevolencia de Dios circunda a sus criaturas. En esto, como en su elemento, ellas viven, se mueven y tienen su ser. Sin embargo, como el sol en los días de verano, nos alegra con rayos más cálidos y brillantes que en otra estación; como los ríos, en ciertas épocas del año, se llenan por la lluvia, y como la misma atmósfera se carga de elementos más frescos, tonificantes y balsámicos que en los días pasados, así acontece con la gracia de Dios. Tiene sus horas de oro y sus días de superabundancia, en los cuales Dios magnifica su gracia delante de los hijos de los hombres. Entre las bendiciones de orden inferior, los gozosos días de la siega constituyen una época especial de gran favor. Es gloria del otoño el que en su tiempo nos conceda la providencia sazonados frutos en abundancia. Es esa la estación de las realizaciones, mientras que todo lo anterior sólo fue esperanza y expectativa. Grande es el gozo que produce la siega. Felices son los segadores que llenan sus brazos con la generosidad del cielo. El salmista nos dice que la siega es la coronación del año. Sin duda, estos beneficios requieren acciones de gracias. Rindámoslas con íntimas emociones de gratitud. Que nuestros corazones sean avivados; que nuestros espíritus recuerden esta bondad del Señor y mediten y piensen en ella. Luego alabémoslo con nuestros labios y loemos, magnifiquemos su nombre, de cuya liberalidad proviene toda esta bondad. Glorifiquemos a Dios, dando nuestras ofrendas para su causa. Una prueba práctica de gratitud es dar una ofrenda al Señor de la cosecha.

Charles Haddon Spurgeon.