Versículo para hoy:

lunes, 29 de noviembre de 2021

29 de noviembre - Mirando atrás - Ray Stedman

 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 2 Timoteo 4:7

Pablo usa aquí tres frases que resumen los logros de su vida. ¿Qué diría usted acerca de su vida si estuviese mirando atrás e intentando resumir con breves palabras lo que ha logrado usted? He aquí las palabras del apóstol.

Primero dice: “He peleado la buena batalla”. Es muy importante darnos cuenta de que no dijo: “He peleado una buena batalla”, como se cita con frecuencia que dijo. Si él hubiese dicho eso, esto indicaría su opinión acerca de lo bien que lo había hecho: "He participado y he hecho lo que era correcto”. Pero no es eso lo que dice. Él dice: “He peleado la buena batalla”, que quiere decir la batalla significativa, la gran batalla que la vida le presentó.

Pablo dice: “he acabado la carrera”. Esta es otra figura común en sus escritos. En Filipenses 3, describe esta carrera: “olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (vv. 13b-14), dice. La carrera, como es natural, es la vida cristiana misma que vivimos momento tras momento, de la misma manera que una carrera se corre paso a paso. La cuestión es si usted vive cada paso en la carne o en el Espíritu, si está viviendo con el poder de la nueva vida que tiene en Cristo, o si sigue corriendo según la antigua manera de pensar, las antiguas actitudes centradas en sí mismo, carnales, pensando en sí mismo. Cada momento está o bien contribuyendo a alcanzar la meta por el premio, o si la está usted demorando, perdiendo tiempo en la carne. Los cristianos han sido llamados a participar en la carrera.

En tercer lugar el apóstol dice: “he guardado la fe”. Con esto se refiere a la totalidad del cuerpo de la verdad que se encuentra en el evangelio, lo que llama en 1ª de Corintios: “el secreto de la sabiduría de Dios” (1 Corintios 2:7a). Esta sabiduría es totalmente diferente a la sabiduría de este mundo. Es la verdad que Dios nos cuenta acerca de nosotros mismos y acerca de Él, acerca de este mundo y por qué se encuentra como está. Es el poder sobre el poder del mal, “el misterio de la iniquidad” (2 Tesalonicenses 2:7a), y “el misterio de la piedad” (1 Timoteo 3:16a), con el cual podemos contrarrestar el mal. Esta es la fe acerca de la cual está hablando Pablo. Al borde mismo de la eternidad puede decir acerca de sí mismo: “He guardado la fe; no he perdido ninguna parte del buen depósito que Dios me ha confiado”. Lo ha guardado como un tesoro, y le dice a Timoteo a su vez: “Guarda el buen depósito que te ha sido confiado” (2 Timoteo 1:14). Pablo ha evitado que este tesoro sea maltratado o distorsionado por aquellos que intentarían torcerlo y usarlo para sus propios propósitos. Ha contestado a sus críticos. Ha advertido a aquellos que la extraviarían, como lo hace en esta epístola misma, por lo que “he guardado la fe”.

Señor, concédeme la gracia de participar en la buena batalla, acabar la carrera y guardar la fe. Te doy gracias porque Tú eres fiel para permitirme hacerlo.

 
 
 
Aplicación a la vida
 
El acabar bien es un propósito valioso. ¿Estamos nosotros definiendo claramente el viaje? ¿Hemos aprovechado nosotros el poder disponible en Cristo para enfrentarnos con regularidad con los obstáculos y para contrarrestarnos el mal?

28 de noviembre - Predicar la Palabra - Ray Stedman

 Que prediques la palabra y que instes a tiempo y fuera de tiempo. Redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. 2 Timoteo 4:2

Este versículo nos habla de algo que es un gran esencial del cual es preciso que nos ocupemos, para que se cumpla la oración de nuestro Señor y para avanzar el reino de Dios, para hacer que se cumpla esa asombrosa obra que empezó cuando Él apareció por primera vez en la tierra. Sin embargo, cuando leemos la frase “que prediques la palabra”, la mayoría de nosotros creemos que esto va dirigido a los predicadores como yo mismo, que uno debe hacer esto en la iglesia, sobre una plataforma o detrás del púlpito.

Esta palabra no va exclusivamente dirigida a los predicadores. Incluye a todo el pueblo de Dios, porque Pablo no solo quiere decir “predicar”; la palabra es en realidad “anunciar, proclamar, establecer la verdad, darla a conocer”. No es algo acerca de lo que se discute; lo declaramos porque Dios mismo lo ha dicho. Esto es algo que se puede hacer tomando una taza de café, en el despacho, o en un coche mientras conduce usted al trabajo. Es algo que puede surgir en cualquier lugar en cualquier momento. Donde los corazones humanos están abiertos, buscando, anhelando y doloridos está el lugar y la oportunidad para “predicar la Palabra”.

“Proclamad las buenas nuevas”, dice Pablo. No se trata de noticias acerca de lo que debemos hacer para Dios. Esa distorsión ha sido ampliamente propagada por todo el mundo y en este país, dando como resultado un cristianismo falso. El evangelio es la historia de lo que Dios ha hecho ya por nosotros; es lo que ministra a los corazones doloridos. El evangelio es la noticia de que Dios nos ama, siente lástima de nosotros y nos ve cuando estamos doloridos; ve nuestra agonía, nuestro fracaso y nuestra debilidad. El evangelio es que Él nos ve en nuestro atrevimiento orgulloso, a pesar de lo cual sigue amándonos. Y ya ha hecho algo al respecto, por medio de la muerte y la resurrección de Jesús. En esa serie de sucesos asombrosos que tuvieron lugar cuando apareció Jesús en la tierra, Él acabó con el dominio absoluto del mal sobre los corazones humanos, encontrando la manera de dejar a un lado Su propia y justa sentencia de muerte. Por medio de aquellos que abren sus corazones al Salvador, ha encontrado la manera no solamente de morir, sino de venir y vivir en nosotros y de empezar el proceso de renovarnos, haciéndonos de nuevo y restaurándonos nuestra herencia perdida. Esa es la palabra que debemos proclamar. Esto es algo que debe hacer todo cristiano en todas las circunstancias imaginables de la vida.

Espero haber transmitido esto de una manera clara, porque esto es lo que el apóstol Pablo está intentando decirle a Timoteo. Teniendo como telón de fondo los impresionantes cielos que nos contemplan, y teniendo en cuenta la suprema importancia de continuar la obra redentora de Cristo, Pablo le hace este encargo solemne a Timoteo de la misma manera que lo hace con el “predicad la Palabra”.

Señor, concédeme que me entregue de nuevo para ser un suministrador de la verdad, predicador de la Palabra y heraldo de las buenas nuevas en Jesucristo.

 
 
 
Aplicación a la vida
 
El evangelio, que transforma las vidas, es la mejor de las buenas noticias. ¿Estamos nosotros guardándonos el tesoro, o estamos siempre pendientes de oportunidades para compartirlo con otros pecadores que necesitan la gracia?