Versículo para hoy:

viernes, 25 de noviembre de 2016

La perspectiva de Dios sobre el pecado - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – NOVIEMBRE 25

“Mas a Moisés dice: Tendré misericordia del que tendré misericordia, y me compadeceré del que me compadeceré”. Romanos 9:15.

CON estas palabras el Señor, en la forma más clara, reclama el derecho de dar o de retener su misericordia, de acuerdo con su soberana voluntad. Como un monarca es investido con la prerrogativa de vida y muerte, así el Juez de toda la tierra tiene derecho a perdonar o condenar al culpado como mejor le parezca. Los hombres, por sus pecados, han perdido todo derecho ante Dios; por lo tanto, lo que merecen es perecer por sus pecados y, si efectivamente perecieran todos, no tendrían razón de lamentarse. Si el Señor se adelanta para salvar a alguno, lo puede hacer si los designios de la justicia no son contrariados; pero si él cree mejor dejar que el condenado sufra la justa sentencia, ninguno puede denunciarlo ante el tribunal. Necios e impúdicos son todos los discursos acerca de los derechos que tienen los hombres a ser colocados sobre la misma base. Ignorantes y peor que ignorantes son los debates contra la elección que hace la gracia, debates que sólo muestran las rebeliones de la soberbia naturaleza humana contra la corona y cetro de Jehová. Cuando se nos lleva a ver tanto nuestra completa ruina y demérito como la justicia del veredicto divino contra el pecado, no cavilemos más ante la verdad de que el Señor no está obligado a salvarnos y, si él opta por salvar a otros, no murmuremos como si Dios estuviera haciendo una injuria, sino entendamos que si él determina mirarnos, lo hará como un acto de soberana bondad, por la cual bendeciremos su nombre para siempre. ¿Cómo los que son objeto de la divina elección adorarán suficientemente la gracia de Dios? Ellos no tienen de qué jactarse, pues la soberanía excluye la jactancia completamente. Únicamente la voluntad del Señor tiene que ser glorificada, y la sola idea de méritos humanos es echada fuera con eterno desprecio. No hay en las Escrituras una doctrina que humille más que la doctrina de la elección; ninguna que promueva más la gratitud y, en consecuencia, la santificación. Los creyentes no tienen que temer esta doctrina, sino regocijarse en ella con adoración.

Charles Haddon Spurgeon.