Versículo para hoy:

miércoles, 7 de marzo de 2018

MARZO 8

“Bendito tu canastillo y tus sobras”. Deuteronomio 28:5.

La obediencia trae una bendición sobre todas las provisiones que son ganadas por nuestro trabajo. Lo que entra y sale enseguida, como la fruta en el canastillo que es para uso inmediato, será bendito; y lo que guardamos con nosotros para más largo tiempo, recibirá igualmente una bendición. Tal vez lo nuestro es una porción de cestilla. Tenemos un poco para el desayuno, y un bocado pequeño para la comida en un canastillo cuando salimos a nuestro trabajo por la mañana. Esto está bien, porque la bendición de Dios es prometida sobre el canastillo. Si vivimos de mano a boca, recibiendo cada día la provisión del día, somos tan dichosos como Israel; porque cuando el Señor mantuvo a su pueblo favorecido, solamente les dio maná para un día a la vez. ¿Qué más necesitaron ellos? ¿Qué más necesitamos nosotros?

¡Pero si tenemos sobras, cómo necesitamos que el Señor las bendiga! Porque hay el cuidado de adquirir, el cuidado de guardar, el cuidado de administrar y el cuidado de usar; y si el Señor no las bendice, estos cuidados consumirán nuestros corazones hasta hacer de nuestros bienes nuestros dioses, y nuestros cuidados vendrán a ser como gangrena.

¡Oh Señor bendice nuestros bienes! Ayúdanos a usarlos para tu gloria. Ayúdanos a guardar las cosas mundanas en su propio lugar, y que nuestros ahorros nunca pongan en peligro la salvación de nuestras almas.

FUENTE: Libro de Cheques del Banco de la Fe – Charles H. Spurgeon.

MARZO 7

“Jehová suelta a los aprisionados”. Salmo 146:7.

Lo ha hecho. Acuérdate de José, de Israel en Egipto, de Manasés, Jeremías, Pedro y muchos otros. Aún lo puede hacer. Él quebranta cerrojos de bronce con una palabra, y rompe las cadenas de hierro con una mirada. Lo está haciendo. En mil sitios salen los afligidos a la luz y a la libertad. Jesús proclama todavía a los presos abertura de la cárcel. En este momento se están abriendo puertas, y están cayendo a tierra grillos de hierro.

Él se alegrará en librarte, querido amigo, si en este momento estás gimiendo a causa de tristeza, duda y temor. Será un gozo para Jesús darte la libertad. Le causará tanto placer soltarte, como te dará placer a ti ser suelto. No, tú no tienes que romper la cadena de hierro; el mismo Señor lo hará. Solamente confía en Él, y Él será tu Libertador. Cree en Él, no obstante las murallas de piedra o las esposas de hierro. Satán no te puede detener, el pecado no te puede encadenar, aun la desesperación no te puede atar, si quieres creer ahora en el Señor Jesús, en la liberalidad de su gracia y en la plenitud de su poder para salvar.

Desafía al enemigo y que la palabra ahora delante de ti sea tu cántico de liberación: “Jehová suelta a los aprisionados”.

FUENTE: Libro de Cheques del Banco de la Fe – Charles H. Spurgeon.