Versículo para hoy:

sábado, 30 de abril de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – ABRIL 30

“¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos!” Salmo 139:17.
LA divina omnisciencia no concede aliento a la mente impía, pero al hijo de Dios lo inunda de consolación. Dios está pensando siempre en nosotros, nunca desvía su mente y siempre nos tiene delante de sus ojos. Es así precisamente como deseamos que sea, porque sería espantoso existir un momento fuera de la observación de nuestro Padre celestial. Sus pensamientos son siempre tiernos, amables, sabios, prudentes, de mucho alcance y nos traen incontables beneficios. De ahí que sea un exquisito placer recordarlos. El Señor siempre pensó en su pueblo; de ahí la elección y el pacto de gracia por el cual la salvación de ese pueblo está asegurada. El Señor siempre pensará en ellos; de ahí la perseverancia final de los mismos, por la que serán llevados con seguridad a su descanso final. En todos nuestros extravíos la vigilante mirada del Eterno Velador está siempre fija en nosotros, y nosotros nunca vagamos más allá de los ojos del Pastor. En nuestros pesares nos observa incesantemente y no se le escapa ningún dolor. En nuestros trabajos él advierte toda nuestra fatiga y escribe en su libro todas las luchas de sus fieles. Estos pensamientos del Señor cercan todos nuestros pasos y penetran en lo íntimo de nuestro ser. Ningún nervio o tejido, válvula o vaso de nuestro cuerpo está descuidado. En todas las cosas pequeñas de este pequeño mundo piensa el gran Dios. Querido lector, ¿es esto precioso para ti? Entonces retenlo. Nunca te dejes extraviar por aquellos necios racionalistas que predican un Dios impersonal y charlan de la materia como si existiera y se gobernara a sí misma. El Señor vive y piensa en nosotros; es esta una verdad demasiado preciosa para que nos sea fácilmente quitada. Las atenciones de un noble son tan altamente estimadas que el que las tiene considera que su fortuna está hecha. ¡Cuánto más valioso es ser recordado por el Rey de reyes! Si el Señor piensa en nosotros, todo está bien y podemos regocijarnos siempre.

Charles Haddon Spurgeon.

viernes, 29 de abril de 2016

Capturados por el día - Seth Haines

¿Estás usando hojas de higuera? - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – ABRIL 29

“Jehová toma contentamiento con su pueblo”. Salmo 149:4.

¡CUAN amplio es el amor de Jesús! No hay parte de los intereses de su pueblo que él no lo tenga en cuenta; no hay nada que concierna a su bienestar que no sea importante para él. No sólo piensa en ti, creyente, como un ser inmortal, sino también como un ser mortal. No lo niegues ni lo dudes. “Aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados”. “Por Jehová son ordenados los pasos del hombre y aprueba su camino”. Sería triste para nosotros si este manto del amor no cubriera todas nuestras iniquidades; porque, en ese caso, nos perjudicaría en aquella parte de nuestras ocupaciones que no cayera bajo la inspección de nuestro bondadoso Señor. Creyente, descansa confiado que el corazón de Jesús cuida de tus asuntos más insignificantes. La anchura de su tierno amor es tal que puedes recurrir a él para cualquier asunto, porque él se siente afligido en todas tus aflicciones y como un padre se compadece de sus hijos, se compadece él de ti. Los más humildes intereses de todos sus santos son todos cargados sobre el amplio seno del Hijo de Dios. ¡Oh, qué corazón es el suyo, que no sólo contiene a los componentes de su pueblo, sino contiene también las diversas e innumerables preocupaciones de todos esos componentes! ¿Piensas, cristiano, que tú puedes medir el amor de Cristo? Piensa en lo que su amor te ha traído: justificación, adopción, santificación, vida eterna. Las riquezas de su bondad son inescrutables; nunca podrás contarlas o aun concebirlas. ¡Oh la anchura del amor de Cristo! ¿Tendrá un amor como este la mitad de nuestros corazones? ¿Lo retribuiremos con un amor frígido? El maravilloso cariño de Jesús y su tierno cuidado, ¿recibirán sólo una respuesta débil y un reconocimiento tardío? ¡Oh, alma mía!, entona en tu arpa un alegre canto de acción de gracias. Ven a descansar con gozo, porque tú no eres un solitario extraviado, sino un amado hijo, vigilado, cuidado, suplido y defendido por tu Señor.

Charles Haddon Spurgeon.

jueves, 28 de abril de 2016

EL GRAN SECRETO – Jeremiah Burroughs

          Pablo escribió que aprendió el secreto de estar contento. Esto lo llamó un secreto, porque es algo que muchas personas nunca llegan a aprender. También le llamó así por la gran dificultad que tienen los no creyentes para entender lo que hace que los creyentes estén felices. En este capítulo vamos a considerar algunas de las cosas acerca de la felicidad cristiana que pueden ser un enigma.

Cómo recuperarnos de un terremoto de género - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – ABRIL 28

“La casa de Israel son tiesos de frente, y duros de corazón”. Ezequiel 3:7.

¿NO hay excepciones? No, ni una. Aun al pueblo favorecido se le describe así. ¿Son los mejores tan malos? Entonces, ¿qué serán los peores? Ven, corazón mío, piensa hasta dónde tienes parte en esta acusación universal. Y mientras consideras esto, disponte a avergonzarte de ti mismo en lo que puedes haber sido culpable. El primer cargo es el de descaro o dureza de frente, falta de santa vergüenza, impía audacia para el mal. Antes de mi conversión podía pecar sin sentir compunción, oír hablar de mi pecado sin humillarme y aun confesar mi iniquidad sin sentir pesar. Un pecador impenitente que vaya a la casa de Dios y pretenda orar al Señor y alabarlo, revela un rostro de bronce de la peor especie. ¡Ay!, desde el día de mi nuevo nacimiento he dudado de mi Señor en su presencia, murmuré delante de él sin avergonzarme, lo adoré negligentemente y pequé sin llorar por haber pecado. Si mi frente no fuera como un diamante, más dura que un pedernal, tendría más santo temor y una contrición de espíritu más profunda. ¡Ay de mí!, yo soy uno de los descarados de la casa de Israel. El segundo cargo es el de duros de corazón. Yo no debo atreverme a hacerme el inocente en este particular. Una vez tuve un corazón de piedra, y, aunque ahora, por medio de la gracia, tengo un corazón nuevo y de carne, mucho de mi antigua obstinación permanece en mí. No me siento afectado por la muerte de Jesús como debiera; ni me siento conmovido, como sería de esperar, por la perdición de mis semejantes, por la maldad de los tiempos, por el castigo de mi Padre celestial y por mis propios fracasos. ¡Oh si mi corazón se derritiera ante la narración de los sufrimientos y la muerte de mi Salvador! Dios quiera que yo pueda librarme de esta piedra de molino que está dentro de mí, de este odioso cuerpo de muerte. Pero, bendito sea el nombre del Señor, la enfermedad no es incurable. La preciosa sangre del Salvador es el disolvente universal y a mí, sí, a mí, me ablandará realmente hasta que mi corazón se derrita como la cera ante el fuego.

Charles Haddon Spurgeon.

miércoles, 27 de abril de 2016


La razón de tu existencia - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – ABRIL 27

“Jehová, Rey eterno y perpetuo”. Salmo 10:16.

JESUCRISTO no es un despótico demandante de derecho divino, sino real y verdaderamente el Ungido del Señor. “Le ha placido al Padre que en él habitase toda la plenitud”. Dios le ha dado todo poder y autoridad. Como Hijo del hombre es ahora “cabeza sobre todas las cosas de la Iglesia”, y reina en el cielo, en la tierra y en el infierno con las llaves de vida y muerte puestas en su cinto. Ciertos príncipes se han complacido en llamarse a sí mismos reyes por voluntad popular y, ciertamente, nuestro Señor Jesucristo es tal en su Iglesia. Si se votara para determinar si Jesús debe ser rey en la Iglesia, todo corazón creyente lo coronaría. ¡Oh si lo coronáramos más gloriosamente de lo que lo hacemos! Ningún sacrificio que glorifique a Cristo debiera considerarse superfluo. Sufrir debiera ser un placer; y perder, ganancia, si con ello pudiéramos ceñir sus sienes con coronas más lucientes, presentándolo más glorioso a los ojos de los hombres y de los ángeles. Sí, él reinará. ¡Viva el Rey! ¡Salve, Rey Jesús! Salid, almas vírgenes que amáis a vuestro Señor, inclinaos a sus pies, sembrad sus sendas con los lirios de vuestro amor y las rosas de vuestra gratitud. “Sacad la diadema real y coronadle Señor de todo”. Además, nuestro Señor Jesús es Rey en Sión por derecho de conquista. El ha tomado por asalto y llevados los corazones de su pueblo, y ha muerto a los enemigos que lo tenían en cruel esclavitud. En el Mar Rojo de su propia sangre nuestro Redentor ahogó al Faraón de nuestros pecados. ¿No será él Rey en Jeshurun? El nos ha librado del yugo de hierro y de la gravosa maldición de la ley. ¿No será coronado Libertador? Nosotros somos su porción que él arrebató de la mano de los amorreos con su espada y con su arco. ¿Quién arrebatará su conquista de sus manos? ¡Salve, Rey Jesús!, nosotros alegremente reconocemos tu pacífico gobierno. Gobierna, pues, en nuestros corazones para siempre, cariñoso Príncipe de Paz.


Charles Haddon Spurgeon.

martes, 26 de abril de 2016

La inmutabilidad de Dios (Charles Spurgeon)

¿Estás mostrando la gloria de Dios? - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – ABRIL 26

“Bienaventurado el que vela”. Apocalipsis 16:15.

“CADA día muero”, dijo el apóstol. Esta era la vida de los primitivos cristianos: iban por todas partes con sus vidas en sus manos. Nosotros no somos hoy llamados a pasar por las mismas espantosas persecuciones. Si tuviéramos que pasar por ellas, el Señor nos daría gracia para soportar la prueba. Pero, al presente, las pruebas del cristiano, aunque aparentemente no son tan terribles, son, sin embargo, más apropiadas para derrotarlo que las de la época de la persecución. Tenemos que soportar la mofa del mundo, lo que en realidad es poca cosa; pues mucho peor son sus halagos, sus suaves palabras, sus zalamerías, su adulación y su hipocresía. Nuestro peligro es que nos hagamos ricos y lleguemos a ser orgullosos; que sigamos las modas de este mundo y perdamos la fe. Si no son las riquezas, pueden ser los cuidados del siglo que, al fin, son tan dañinos como aquellas. Que seamos despedazados por el león rugiente o apretados por el oso hasta asfixiarnos, al diablo nada le importa, con tal de que pueda destruir nuestro amor a Cristo y nuestra confianza en él. Temo que la Iglesia cristiana esté mucho más propensa a perder su integridad en estos suaves y sedosos días que en aquellos tiempos borrascosos. Debemos despertarnos ahora, pues estamos atravesando por la tierra encantada y es muy probable que caigamos dormidos para nuestra propia ruina, a menos que nuestra fe en Jesús sea una realidad y nuestro amor una ardiente llama. Muchos en estos días de fácil profesión resulten probablemente cizañas y no trigo, o hipócritas con hermosas caretas en sus rostros, pero no hijos del Dios viviente, nacidos de nuevo. Cristiano, no pienses que estos son tiempos en los que tú puedas vivir sin velar y sin santo fervor. Tú necesitas estas cosas hoy más que nunca. Que el Espíritu de Dios muestre en ti su omnipotencia para que puedas decir en los días fáciles como en los difíciles: “Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”.

Charles Haddon Spurgeon.

lunes, 25 de abril de 2016

Tienes un credo - Nancy DeMosss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – ABRIL 25

“Si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré á él”. Apocalipsis 3:20.

¿CUAL es tu deseo esta noche? ¿Es un deseo de cosas celestiales? ¿Deseas gozar de la sublime doctrina del amor eterno? ¿Deseas tener libremente íntima comunión con Dios? ¿Aspiras a conocer la anchura, la longura, la profundidad y la altura? Entonces tienes que acercarte a Jesús, tienes que tener una clara visión de él en su preciosidad y perfección, tienes que verlo en su obra, en sus funciones y en su persona. El que conoce a Cristo recibe una unción del Santo, por la cual conoce todas las cosas. Cristo es la gran llave maestra de todas las cámaras de Dios. No hay tesorería de Dios que no se abra y entregue todas sus riquezas al alma que vive cerca de Jesús. ¿Estás diciendo: ¡Oh, si él habitase en mi corazón! ¡Quisiera que él hiciese de mi corazón su eterna morada!? Entonces, amado, abre la puerta y él entrará en tu alma. Hace tiempo que él está golpeando, y todo con el objeto de que pueda cenar contigo y tú con él. El cena contigo porque tú provees la casa o sea el corazón; y tú con él, porque él lleva la provisión. El no puede cenar contigo sino en tu corazón, proveyendo tú la casa; ni tú puedes cenar con él si él no trajese la provisión, pues tu despensa está vacía. Derriba, pues, los portales de tu alma. El vendrá con aquel amor que tú ansías sentir; vendrá con aquel gozo al cual tú no puedes llevar tu pobre y deprimido espíritu. El traerá la paz que ahora tú no tienes; vendrá con sus frascos de vino y con sabrosas manzanas de amor y te alegrará hasta que no tengas otra enfermedad que aquella del “subyugante amor, amor divino”. Pero ábrele la puerta, expulsa a sus enemigos, dale las llaves de tu corazón y él habitará allí para siempre. ¡Oh admirable amor que traes tal huésped para habitar en tal corazón!

Charles Haddon Spurgeon.

domingo, 24 de abril de 2016

EL VERDUGO- Autor Anónimo

Sumiso, cual cordero que acompañan
Camino de su propio matadero,
Avanza entre la turba sin entrañas
el hombre más sublime y verdadero.

Cargado con la cruz, no retrocede,
Soporta con heroica valentía
Las burlas que continuas se suceden
Haciendo interminable su agonía.

Lo azotan, y sus labios no maldicen.
Lo insultan, y sus ojos no condenan.
Sus manos doloridas, aún bendicen
A aquellos que por Él lloran de pena.

Y asciende hasta la cumbre del Calvario
Cual mártir, sin quejidos ni lamentos.
Envuelven al Señor como un sudario
La sangre y el dolor de sus tormentos.

Lo clavan en la cruz y no se queja…
Levantan el madero y sufre horrores…
Su cuerpo se desgarra, mas Él deja
Que el hombre le descargue sus furores.

¿Pero es posible, oh Dios, tanta ceguera?…
¿No ven que aquel ser puro es inocente?…
No pueden acusarlo tan siquiera
De ser ante el dolor indiferente.

Con tanta enfermedad como sanaste,
¿no hay nadie que con pecho agradecido
defienda tu inocencia? ¡Qué contraste…!
Hoy todos con temor se han escondido.

Los mismos que horas antes prometían
Su causa defender, lo abandonaron,
Y ocultan su vergüenza y cobardía
No lejos del que sufre el desamparo.

Y sigue allá en la cruz: mientras la gente
Le injuria sin piedad, hieren y afrentan.
Él ruega con amor al Dios Potente
Que aquel pecado atroz no tenga en cuenta.

¡Con cuánta abnegación sufre el martirio…!
¡Qué amor tan sin medida está mostrando!…
Soporta aquel satánico delirio
Y aún ruega por los que le están matando.

Su cuerpo está bañado en sangre pura,
De sangre inmaculada, redentora.
Rebosa ya su copa de amargura
Pero Él aguanta firme aquella hora.

Contemplo aquella escena horrorizado,
Al ver la crueldad de aquel proceso.
No entiendo por qué el odio han desatado,
Ni por qué le traicionan con un beso.

Tratando de entender, sigo las huellas
De sangre que deja el Nazareno,
Y encuentro alrededor rostros de piedra
Miradas ponzoñosas de veneno.

Verdugos con las caras impasibles.
Soldados con coraza en los sentidos.
Escribas, fariseos, insensibles
Con alma y corazón empedernidos.

Me acerco y en mi ser siento el impulso
Rabioso de escupir a aquella escoria.
Allí están, los infames que yo acuso
Del crimen más horrendo de la historia.

Les miro y mi sorpresa es pavorosa.
Los seres que yo encuentro allí delante,
Me miran con sonrisa maliciosa
Y en todos se refleja mi semblante.

Mi cara, mi expresión, mis movimientos,
Lo mismo que un espejo reflejaban.
Y ahora, igual que yo, todos a un tiempo
con gesto retadores me acusaban.

¡Señor…! ¿Qué significa?…¿por qué un yugo
me une en semejanza tan terrible?
Resulta, que yo soy el cruel verdugo
Que esta crucificándote… ¡¡Es horrible…!!

Me siento avergonzado, confundido,
Al ver con realidad lo revelado.
El principal verdugo, sólo ha sido
La furia criminal de mi pecado.

Mis vicios, mis pasiones y rencores,
El odio, envidia, orgullo y vanidad,
Cual lanza y clavo fueron los autores
Que dieron muerte a Cristo en realidad.

No quiero yo acusar con osadía
Ni a Herodes, ni Pilatos, ni a Caifás.
Si Cristo padeció, la culpa es mía.
No es noble que me excuse en los demás.

¿Por qué te irrita, oh mundo, el ver a veces
la imagen de Jesús crucificado?
Tú mismo que al mirarlo te enterneces,
también por culpa tuya fue clavado.

Quien puso a Jesucristo en el madero
No fueron ni judíos ni romanos.
Ha sido tu maldad, el verdadero
Verdugo de aquel crimen tan villano.

Murió por el mortal que no merece
Ni amor ni compasión por su extravío,
Y gracias a su cruz, hoy nos ofrece
Perdón para el pecado tuyo y mío.

¿Que harás ante la gracia Redentora?
Acude con el alma arrepentida,
Que Cristo el Salvador te espera ahora
Dispuesto a darte amor y eterna vida.

LECTURAS VESPERTINAS – ABRIL 24

“Hanse mostrado las flores en la tierra, y el tiempo de la canción es venido. Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola”. Cantares 2:12.

LA primavera es encantadora. El largo y triste invierno nos ayuda a apreciar su agradable calor, y el anuncio que ella hace del verano acrecienta sus presentes encantos. Después de algunos períodos de depresión de espíritu es placentero contemplar de nuevo la luz del Sol de Justicia. Entonces nuestras adormecidas gracias se levantan de su letargo como el azafrán y el narciso de sus lechos terrestres. Entonces nuestro corazón se alegra con melodiosas notas de gratitud, mucho más melodiosas que los gorjeos de los pájaros; y la reconfortante seguridad de paz, mucho más agradable que la voz de la tórtola, se oye dentro del alma. Ahora es el tiempo en que el alma debe buscar comunión con su Amado; ahora debe levantarse de su natural bajeza y apartarse de sus antiguas compañías. Si no alzamos las velas cuando la brisa es favorable, seremos dignos de reproche. Los tiempos de refrigerio no deben pasar sin ser aprovechados. Cuando es Jesús mismo el que nos visita con ternura y nos ruega que nos levantemos, ¿seremos nosotros tan ruines como para rehusar su súplica? El mismo se ha levantado para atraernos a sí. Nos ha regenerado por su Espíritu para que podamos, en novedad de vida, ascender al cielo y mantener comunión con él. Para frialdad e indiferencia debe bastarnos nuestro estado invernal. Cuando el Señor produce una primavera dentro de nosotros, dejemos que nuestra savia suba con fuerza y nuestras ramas crezcan con vigor. ¡Oh Señor!, si no llegó la primavera en mi frío corazón, haz que llegue, porque, sinceramente, estoy cansado de vivir lejos de ti. ¡Oh!, ¿cuándo pondrás fin al largo y triste invierno? Ven, Espíritu y renueva mi alma. Avívame, restáurame y ten misericordia de mí. Esta misma noche te ruego ardientemente que tengas piedad de tu siervo y me des un feliz avivamiento en mi vida espiritual.

Charles Haddon Spurgeon.

sábado, 23 de abril de 2016

CONFERENCIA BÍBLICA VOLVERÉ 2014 - IGLESIA BÍBLICA DEL SEÑOR JESUCRISTO

LECTURAS VESPERTINAS – ABRIL 23

“He aquí en medio del trono… estaba un Cordero inmolado”. Apocalipsis 5:6.

¿POR qué debía nuestro exaltado Señor aparecer con sus heridas en la gloria? Las heridas de Jesús son sus glorias, sus joyas, y sus sagrados ornamentos. Para el ojo del creyente, Jesús es muy hermoso porque es “blanco y rubio”; blanco por su inocencia y rubio por su propia sangre. Lo vemos como el lirio de incomparable pureza y como la rosa enrojecida con su propia sangre. Cristo es hermoso en el monte de los olivos y en el Tabor y por el mar, pero nunca fue tan incomparable como cuando pendía de la cruz. Allí contemplamos todas sus bellezas en perfección, todos sus atributos revelados, todo su amor manifestado, todo su carácter expresado. Amado, las heridas de Jesús son mucho más hermosas a nuestros ojos que todos los esplendores y pompas de los reyes. La corona de espinas es más que una diadema imperial. Es cierto que él ya no empuña el cetro de caña; sin embargo, en ese cetro hubo una gloria que nunca la hubo en el cetro de oro. Como traje de corte, Jesús usa el del Cordero inmolado con el cual corteja nuestras almas y las redime por su perfecta expiación. Y no son sólo estos los ornamentos de Cristo. Están también los trofeos de su amor y de su victoria. El ha dividido despojos con los fuertes; ha redimido para sí una gran multitud, la cual ninguno puede contar; y esas cicatrices son los recuerdos de la batalla. ¡Ah!, si Cristo se complace en conservar el recuerdo de sus sufrimientos por su pueblo, ¡cuán preciosas debieran ser sus heridas para nosotros!
De sus heridas la viva fuente
De pura sangre veo manar;
Y salpicando mi impura frente,
La infame culpa logra borrar.

Veo su angustia ya terminada,
Hecha la ofrenda de expiación;
Su noble frente mustia, inclinada,
Y consumada la redención.
Charles Haddon Spurgeon.

viernes, 22 de abril de 2016

EL CAMINO DE LA SALVACIÓN - Arthur W. Pink

¿Qué debo hacer para ser salvo? ¿Salvo de qué? De Qué deseas ser salvo? Del infierno? Eso no prueba nada. Nadie quiere ir allá. El asunto entre Dios y el hombre es EL PECADO. ¿Quieres ser salvo de ésto?



¿Qué es el pecado? El pecado es una especie de rebelión en contra de Dios. Es auto-complacencia; es ignorar los reclamos de Dios, y ser indiferente por completo al hecho de que nuestra conducta puede agradar o desagradar a Dios.
          Antes que Dios salve a un hombre, Él lo convence de su pecaminosidad. No quiero decir con esto que él diga como muchos dicen, -Si, todos somos pecadores, ya lo sabemos.- Más bien, quiero decir que el Espíritu Santo me hace sentir en el corazón que he estado toda mi vida en rebelión contra Dios, y que mis pecados son tantos, tan grandes, tan negros, que temo haber transgredido fuera del alcance de la misericordia divina.
          ¿Has tenido esta experiencia alguna vez? ¿Te has sentido totalmente indigno para el cielo y alelado de la presencia de un Dios Santo? ¿Percibes que en tí hay nada bueno, ni nada bueno acreditado a tu cuenta; y que siempre has amado las cosas que Dios odia y odiado las cosas que Dios ama?
          ¿Al pensar en estas cosas no se te ha quebrantado el corazón ante Dios? ¿No te lamentas tú por haber hecho mal uso de Sus misericordias, de Sus bendiciones, por haber abusado del Día del Señor, por haber desechado Su Palabra, y por no haberle dado un verdadero lugar en tus pensamientos, en tus afecciones y en tu vida? Si no has visto ni sentido esto personalmente, entonces actualmente no hay esperanza para tí, pues Dios dice, "Antes si no os arrepintiereis, todos pereceréis igualmente" (Lucas 13:3). Y si mueres en tu condición actual, estarás perdido para siempre.
          Pero si has llegado al lugar donde el pecado es tu mayor plaga, donde ofender a Dios es tu mayor pesar, y donde tu mayor anhelo es agradarle y honrarlo a Él; entonces tienes esperanza. "Porque el Hijo del Hombre vino á buscar y á salvar lo que se había perdido" (Lucas 19:10). Él te salvará, si estás listo y dispuesto a abandonar las armas de tu rebelión en contra de Él, te inclinas a Su Señorio, y te rindes a Su control.
          Su sangre puede limpiar la mancha más obscura. Su gracia puede sostener al más débil. Su poder puede librar al que sufre con pruebas y tentaciones. "He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salud" (2 Co.6:2). Cede ante los reclamos de Dios.
          Dále el trono de tu corazón. Confiá en Su muerte expiatoria. Amalo con toda tu alma. Obedécelo con todas tus fuerzas, y Él te guiará al cielo. "Cree en el Senor Jesucristo, y seras salvo tu, y tu hogar" (Hechos 16:31).

Fuente: Arthur Pink - Iglesia Reformada, http://www.iglesiareformada.com/Pink_El_Camino.html

¿Porqué es tu familia tan importante? Dannah Gresh, Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – ABRIL 22

“No tendrás temor de espanto nocturno”. Salmo 91:5.

¿QUÉ es este espanto? Puede ser el grito de ¡fuego!, o el ruido de ladrones o apariciones imaginadas o el clamor de enfermedad o muerte repentinas. Vivimos en el mundo de la muerte y del dolor; podemos, por lo tanto, esperar males tanto en vigilias de la noche como bajo el resplandor del ardiente sol. Esto no debiera alarmarnos, porque sea cual fuere el espanto, la promesa es que el creyente no tendrá temor. ¿Por qué lo ha de temer? Pongamos esto más ajustadamente: ¿Por qué lo hemos de temer? Dios, nuestro Padre, está aquí y estará aquí a través de las horas de la soledad. El es un omnipotente Velador, un Guardián que no se duerme, un fiel Amigo. Nada puede acontecer sin su orden, pues aun el infierno está bajo su control. Las tinieblas no son oscuras para él. El ha prometido ser una muralla de fuego en torno de su pueblo. ¿Y quién podrá abrirse camino por tal barrera? Los mundanos bien pueden estar espantados, porque ellos tienen sobre sí a un Dios airado; dentro de sí una conciencia culpable; y debajo de sí un infierno abierto. Pero nosotros que descansamos en Jesús, estamos a salvo de todas estas cosas por su rica misericordia. Si damos lugar a necios temores, deshonraremos nuestra profesión y llevaremos a otros a dudar de la realidad de la piedad. Debemos tener temor de temer, no sea que contristemos al Espíritu Santo con necia desconfianza. ¡Abajo, pues, tristes presentimientos e infundadas aprensiones! Dios no se ha olvidado de ser benigno ni encerró sus mercedes. Aunque sea de noche en el alma, no hay necesidad de temer, porque el Dios de amor no cambia. Los hijos de luz pueden andar en tinieblas, pero no por eso son abandonados; no, más bien se les permite en la prueba demostrar su adopción, confiando en su Padre celestial como no pueden hacerlo los hipócritas.
Señor Jesús, el día ya se fue,
La noche cierra, oh conmigo sé;
Sin otro amparo tú, por compasión,
Al desvalido da consolación.

Charles Haddon Spurgeon.

jueves, 21 de abril de 2016

Perseverando con gozo - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – ABRIL 21

“Quien además está a la diestra de Dios”. Romanos 8:34.
EL que una vez fue despreciado y desechado entre los hombres, ahora ocupa la honrosa posición de un amado y venerado Hijo. La diestra de Dios es el lugar de majestad y favor. Nuestro Señor Jesús es el representante de su pueblo. Cuando él murió por los suyos, ellos tuvieron reposo; cuando resucitó, tuvieron libertad; cuando se sentó a la diestra de su Padre, tuvieron favor, honor y dignidad. La resurrección y la ascensión de Cristo es la elevación, la aceptación y glorificación de todo su pueblo, pues él es su cabeza y su representante. El sentarse a la diestra de Dios debe considerarse, pues, como la aceptación de la persona del Fiador, la recepción del Representante y, en consecuencia, la aceptación de nuestras almas. ¡Oh santo, ve en esto tu segura liberación de la condenación! “¿Quién condenará?” ¿Quién condenará a los que están en Jesús a la diestra de Dios? La diestra de Dios es el lugar del poder. Cristo a la diestra de Dios tiene todo poder en el cielo y en la tierra. ¿Quién se atreverá a luchar contra un pueblo que tiene a un Capitán investido con tal poder? ¡Oh, alma mía!, ¿qué te puede destruir si el Omnipotente es tu Auxiliador? Si el escudo del Todopoderoso te cubre, ¿qué espada te puede herir? Descansa segura. Si Jesús es tu triunfante Rey, que ha hollado a tus enemigos debajo de tus pies; si el pecado, la muerte y el infierno son todos conquistados por él y tú estás representado en él, no hay posibilidad de que tú puedas ser aniquilado.
Ved al Cristo, ser de gloria
Es del mundo vencedor.
De la guerra vuelve invicto.
Todos deben darle loor.

Escuchad las alabanzas
Que se elevan hacia él,
Victorioso reina el Cristo:
Adorad a Emmanuel.

Charles Haddon Spurgeon.

miércoles, 20 de abril de 2016

El discernimiento importa - Pr. Charles F. Stanley

¿Cuándo fue la última vez que escuchó hablar de discernimiento? Ese no es un tema muy popular en nuestro mundo hoy; sin embargo, es probable que ninguna otra generación haya tenido tanta necesidad de discernimiento como la nuestra. Estamos llenos de información, pero... IR A ARTÍCULO COMPLETO.


Lo que conoces y a Quién conoces - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – ABRIL 20

“Las batallas de Jehová”. 1 Samuel 18:17.

EL ejército de los elegidos de Dios está guerreando aún sobre la tierra, siendo Jesucristo el Capitán de su salvación. El ha dicho: “He aquí, yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. ¡Oíd los gritos de guerra! Que el pueblo de Dios esté firme en sus filas y que a nadie le falte coraje. Es verdad que en nuestro país, justamente ahora, la batalla se ha tornado contra nosotros, y, a no ser que el Señor levante su espada, no sabemos qué puede llegar a ser de la Iglesia de Dios en este país. Pero tengamos coraje y seamos varoniles. Nunca hubo una ocasión cuando el protestantismo pareció temblar más en la balanza que ahora cuando se está haciendo un esfuerzo feroz para restaurar el papismo anticristiano a su antigua posición. Necesitamos mucho una voz valiente y una mano enérgica para predicar y propagar al antiguo Evangelio por el cual los mártires derramaron su sangre. El Salvador, con su Espíritu, está aun sobre la tierra; regocijémonos por esto. El está siempre en medio de la batalla, y, por lo tanto, el combate no es dudoso. Y mientras arrecia la lucha, ¡qué grata satisfacción nos produce el saber que el Señor Jesús, en su función de Intercesor, está abogando con éxito a favor de su pueblo! ¡Oh, ansioso espectador, no te fijes mucho en la batalla de abajo, porque serás envuelto en humo y sorprendido con los vestidos bañados en sangre! Fija, más bien, tu mirada allá donde el Salvador vive y aboga, porque mientras él intercede, la causa de Dios está segura. Luchemos como si todo dependiese de nosotros, pero miremos arriba y reconozcamos que todo depende de él. Por los lirios de la pureza cristiana y por las rosas de la expiación del Salvador; por los corzos y por las ciervas del campo, os exhortamos a vosotros que amáis a Jesús a portaros valientemente en la Guerra Santa a favor de la verdad y la justicia, a favor del reino y de las gemas de la corona de vuestro Maestro. ¡Adelante, “porque la batalla no es vuestra, sino de Dios”!

Charles Haddon Spurgeon.

martes, 19 de abril de 2016

La realidad de la resurrección - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – ABRIL 19

“El Amén”. Apocalipsis 3:14.

LA palabra Amén confirma solemnemente lo que ha sido dicho, y Jesús es el gran Confirmador. Inmutable para siempre es el Amén en todas sus promesas. Pecador, quisiera animarte en esta reflexión. Jesucristo dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar”. Si tú vas a él, él dirá Amén en tu alma. Su promesa será fiel para ti. El dijo en los días de su carne: “La caña cascada no quebrará”. ¡Oh tú, pobre, quebrantado y herido corazón; si vas a él, él te dirá Amén, amén que será real en tu alma como lo fue en centenares de casos en años idos! Cristiano, ¿no es reconfortante para ti saber que no hay una sola palabra salida de los labios del Salvador, de la que él se haya después retractado? Las palabras de Jesús permanecerán cuando el cielo y la tierra pasen. Si logras confiar sólo en la mitad de una promesa, la hallarás fiel. Cuidado, sin embargo, con las llamadas “promesas cercenadas”, que destruyen mucho del aliento de la palabra de Dios. Jesús es Sí y Amén en todos sus ministerios. El fue sacerdote para perdonar y limpiar; y aún ahora es Sacerdote “Amén”. El fue Rey para gobernar y reinar a favor de los suyos y para defenderlos con su poderoso brazo; y aún ahora es Rey Amén. El fue un profeta de la antigüedad para predecir las buenas cosas que habían de acontecer; y aún ahora sus labios son suaves y destilan miel, pues es un Profeta Amén. El es Amén en cuanto a los méritos de su sangre, es Amén en cuanto a su justicia. Aquel manto sagrado permanecerá hermoso y glorioso cuando la naturaleza decline. El es Amén en cada uno de los títulos que lleva. Es tu Esposo, que nunca entabla divorcio; tu Amigo, más conjunto que un hermano; tu pastor que estará contigo en el valle de la sombra de la muerte; tu Ayuda y tu Libertador; tu Castillo y tu Torre Alta; el Cuerno de tu fuerza, tu confianza, tu gozo, tu todo en todo y tu Sí y Amén en todo.

Charles Haddon Spurgeon.

lunes, 18 de abril de 2016

El resultado de la perseverancia - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – ABRIL 18

“Y tú has dicho: Yo te haré bien”. Génesis 32:12.


CUANDO Jacob estaba al otro lado del vado de Jabbok y Esaú venía con hombres armados, Jacob buscó fervientemente la protección de Dios, presentando este poderoso argumento: “Tú has dicho: Yo te haré bien”. ¡Oh, qué fuerza tiene este argumento! Jacob está atando a Dios a su propia palabra. “Tú has dicho”. El atributo de la fidelidad de Dios es un magnífico cuerno del altar del cual uno puede asirse; pero la promesa que tiene en sí el atributo y algo más, es un sostén aún más poderoso: “Tú has dicho: Yo te haré bien”. Ha dicho él, ¿y no lo hará? “Sea Dios verdadero y todo hombre mentiroso”. ¿No será él verdadero? ¿No cumplirá él su palabra? Cada palabra que sale de sus labios, ¿no será firme y se cumplirá? Salomón, al inaugurar el templo, usó el mismo poderoso argumento. Suplicó a Dios que recordara la palabra que había hablado a su padre David y bendijese aquel lugar. Cuando alguien da un pagaré, su honor está empeñado en él. El lo firma y debe cumplirlo a su debido tiempo, si no quiere perder su crédito. Nunca se dirá que Dios deja de pagar sus cheques. Los créditos del Altísimo nunca fueron denunciados y nunca lo serán. El los paga puntualmente. Nunca los anticipa, pero nunca los posterga. Escudriña la Palabra de Dios y compárala con la experiencia del pueblo de Dios y hallarás que los dos concuerdan desde el principio hasta el fin. Muchos ancianos patriarcas han dicho con Josué: “No se ha perdido una palabra de todas las buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han venido”. Si tienes una promesa divina, no debes solicitar su cumplimiento con dudas sino con certidumbre. El Señor está dispuesto a cumplir su promesa, si no, no la hubiese hecho. Dios no promete simplemente para tranquilizarnos, no nos mantiene en esperanza por un tiempo con la intención de desentenderse después de nosotros. Cuando habla es porque tiene la intención de hacer como ha dicho.


Charles Haddon Spurgeon.

domingo, 17 de abril de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – ABRIL 17

“Querríamos ver a Jesús”. Juan 12:21.

EL clamor del mundano es siempre “¿quién nos mostrará el bien?” Él busca satisfacción en las comodidades, goces y riquezas terrenales. Pero el pecador transformado conoce un solo bien. “¿Quién me diera dónde hallarlo?” Cuando el pecador está realmente despierto como para sentir su pecado, si le derramases a sus pies el oro de la India, diría: “Quítalo. Yo quiero hallarlo a él”. El llevar los deseos a un punto céntrico, de suerte que estos se concentren en un objeto, es una bendición. Cuando el hombre tiene cincuenta deseos, su corazón se parece a un lago de aguas estancadas, puestas en un pantano, las cuales producen miasma y pestilencia. Pero cuando los deseos son llevados a un canal, su corazón se transforma en un río de aguas puras que corren rápidamente para fertilizar a los campos. Feliz el que tiene un solo deseo, si este está puesto en Cristo, aunque quizás aún no haya sido realizado. El que Jesús sea el deseo del alma es un buen signo de la obra divina interior. Tal persona nunca estará satisfecha con meras ceremonias. Ella dirá: “Yo necesito a Cristo, y debo tenerlo; meras ceremonias no me servirán para nada. Yo lo necesito a Él mismo. No me ofrezcáis, pues, esas cosas. Vosotros me ofrecéis el cántaro vacío, mientras yo me estoy muriendo de sed. Dadme agua o me muero. Jesús es el deseo de mi alma. Yo quisiera ver a Jesús”.
¿Es esta, lector, tu condición en este momento? ¿Tienes tú un solo deseo en tu corazón y ese es el de ser lavado de todos tus pecados en la sangre de Jesús? ¿Puedes decir realmente: Quisiera dar todo lo que tengo para ser cristiano, quisiera renunciar a cada cosa que tengo y a cada cosa que espero, si sólo pudiese sentir que tengo una parte en Cristo? Entonces, a pesar de todos tus temores, anímate; el Señor te ama y tú pronto llegarás a la luz del día y te regocijarás en la libertad con que Cristo hizo a los hombres libres.

Charles Haddon Spurgeon