Versículo para hoy:

viernes, 22 de abril de 2016

EL CAMINO DE LA SALVACIÓN - Arthur W. Pink

¿Qué debo hacer para ser salvo? ¿Salvo de qué? De Qué deseas ser salvo? Del infierno? Eso no prueba nada. Nadie quiere ir allá. El asunto entre Dios y el hombre es EL PECADO. ¿Quieres ser salvo de ésto?



¿Qué es el pecado? El pecado es una especie de rebelión en contra de Dios. Es auto-complacencia; es ignorar los reclamos de Dios, y ser indiferente por completo al hecho de que nuestra conducta puede agradar o desagradar a Dios.
          Antes que Dios salve a un hombre, Él lo convence de su pecaminosidad. No quiero decir con esto que él diga como muchos dicen, -Si, todos somos pecadores, ya lo sabemos.- Más bien, quiero decir que el Espíritu Santo me hace sentir en el corazón que he estado toda mi vida en rebelión contra Dios, y que mis pecados son tantos, tan grandes, tan negros, que temo haber transgredido fuera del alcance de la misericordia divina.
          ¿Has tenido esta experiencia alguna vez? ¿Te has sentido totalmente indigno para el cielo y alelado de la presencia de un Dios Santo? ¿Percibes que en tí hay nada bueno, ni nada bueno acreditado a tu cuenta; y que siempre has amado las cosas que Dios odia y odiado las cosas que Dios ama?
          ¿Al pensar en estas cosas no se te ha quebrantado el corazón ante Dios? ¿No te lamentas tú por haber hecho mal uso de Sus misericordias, de Sus bendiciones, por haber abusado del Día del Señor, por haber desechado Su Palabra, y por no haberle dado un verdadero lugar en tus pensamientos, en tus afecciones y en tu vida? Si no has visto ni sentido esto personalmente, entonces actualmente no hay esperanza para tí, pues Dios dice, "Antes si no os arrepintiereis, todos pereceréis igualmente" (Lucas 13:3). Y si mueres en tu condición actual, estarás perdido para siempre.
          Pero si has llegado al lugar donde el pecado es tu mayor plaga, donde ofender a Dios es tu mayor pesar, y donde tu mayor anhelo es agradarle y honrarlo a Él; entonces tienes esperanza. "Porque el Hijo del Hombre vino á buscar y á salvar lo que se había perdido" (Lucas 19:10). Él te salvará, si estás listo y dispuesto a abandonar las armas de tu rebelión en contra de Él, te inclinas a Su Señorio, y te rindes a Su control.
          Su sangre puede limpiar la mancha más obscura. Su gracia puede sostener al más débil. Su poder puede librar al que sufre con pruebas y tentaciones. "He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salud" (2 Co.6:2). Cede ante los reclamos de Dios.
          Dále el trono de tu corazón. Confiá en Su muerte expiatoria. Amalo con toda tu alma. Obedécelo con todas tus fuerzas, y Él te guiará al cielo. "Cree en el Senor Jesucristo, y seras salvo tu, y tu hogar" (Hechos 16:31).

Fuente: Arthur Pink - Iglesia Reformada, http://www.iglesiareformada.com/Pink_El_Camino.html

¿Porqué es tu familia tan importante? Dannah Gresh, Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – ABRIL 22

“No tendrás temor de espanto nocturno”. Salmo 91:5.

¿QUÉ es este espanto? Puede ser el grito de ¡fuego!, o el ruido de ladrones o apariciones imaginadas o el clamor de enfermedad o muerte repentinas. Vivimos en el mundo de la muerte y del dolor; podemos, por lo tanto, esperar males tanto en vigilias de la noche como bajo el resplandor del ardiente sol. Esto no debiera alarmarnos, porque sea cual fuere el espanto, la promesa es que el creyente no tendrá temor. ¿Por qué lo ha de temer? Pongamos esto más ajustadamente: ¿Por qué lo hemos de temer? Dios, nuestro Padre, está aquí y estará aquí a través de las horas de la soledad. El es un omnipotente Velador, un Guardián que no se duerme, un fiel Amigo. Nada puede acontecer sin su orden, pues aun el infierno está bajo su control. Las tinieblas no son oscuras para él. El ha prometido ser una muralla de fuego en torno de su pueblo. ¿Y quién podrá abrirse camino por tal barrera? Los mundanos bien pueden estar espantados, porque ellos tienen sobre sí a un Dios airado; dentro de sí una conciencia culpable; y debajo de sí un infierno abierto. Pero nosotros que descansamos en Jesús, estamos a salvo de todas estas cosas por su rica misericordia. Si damos lugar a necios temores, deshonraremos nuestra profesión y llevaremos a otros a dudar de la realidad de la piedad. Debemos tener temor de temer, no sea que contristemos al Espíritu Santo con necia desconfianza. ¡Abajo, pues, tristes presentimientos e infundadas aprensiones! Dios no se ha olvidado de ser benigno ni encerró sus mercedes. Aunque sea de noche en el alma, no hay necesidad de temer, porque el Dios de amor no cambia. Los hijos de luz pueden andar en tinieblas, pero no por eso son abandonados; no, más bien se les permite en la prueba demostrar su adopción, confiando en su Padre celestial como no pueden hacerlo los hipócritas.
Señor Jesús, el día ya se fue,
La noche cierra, oh conmigo sé;
Sin otro amparo tú, por compasión,
Al desvalido da consolación.

Charles Haddon Spurgeon.