Versículo para hoy:

jueves, 30 de junio de 2016

Siempre hay un remanente - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 30

“¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti”. Jeremías 32:17.

EN el mismo tiempo en que los caldeos cercaban a Jerusalén, y cuando la espada, el hambre y la pestilencia habían desolado la tierra, Dios ordenaba a Jeremías que comprara un campo y tuviera la escritura de la transferencia sellada y atestiguada. Era esta una compra rara para que la hiciera un hombre cuerdo. La prudencia no podría justificarla, pues era comprar con escasa probabilidad de que la persona que la compraba pudiera alguna vez gozar de la posesión. Pero para Jeremías era suficiente que su Dios se lo mandara, pues él bien sabía que Dios será justificado por todos sus hijos. El razonaba así: “¡Ah, Señor Dios, tú puedes librar esta nación de estos opresores; puedes aun hacerme sentar bajo mi vid y bajo mi higuera en la heredad que he comprado, porque tú hiciste los cielos y la tierra y nada hay difícil para ti”. El hecho de que osaran hacer cosas que la razón carnal condenaría dio dignidad a los primitivos cristianos. Ya sea un Noé, que tiene que construir un arca en la tierra seca; o un Abraham, que tiene que ofrecer a su único hijo; o un Moisés, que tiene que despreciar los tesoros de Egipto, o un Josué, que tiene que cercar a Jericó por siete días, sin el uso de armas, sino con el sonido de las bocinas de cuernos de carnero, todos obedecen la orden de Dios, que era contraria a los dictados de la razón carnal, y, como resultado de su obediencia, Dios les dio un rico galardón. Quiera Dios que tengamos en la religión de estos tiempos modernos una infusión más abundante de esta fe heroica en Dios. Si nos aventuráramos más a confiar en la simple promesa de Dios, entraríamos en un mundo de maravillas que aún desconocemos. Que el punto de confianza de Jeremías sea nuestro: nada es demasiado difícil para Dios, que creó los cielos y la tierra.

Charles Haddon Spurgeon.

miércoles, 29 de junio de 2016

El juicio de un Dios justo - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 29

“Empero a causa de los embajadores de los príncipes de Babilonia, que enviaron a él para saber del prodigio que había sido en aquella tierra, Dios le dejó para tentarle, para saber todo lo que estaba en su corazón”. 2 Crónicas 32:31.

EZEQUIAS se estaba enorgulleciendo de tal forma y jactándose tanto del favor de Dios que la justicia propia se insinuó en su ánimo, y por causa de su seguridad carnal, la gracia de Dios, en sus acciones más enérgicas, le fue retirada por un tiempo. Aquí hay mucho que explica la insensatez que cometió con los babilonios, pues si la gracia de Dios abandona al mejor cristiano, queda en su corazón suficiente pecado como para hacer de él el peor de los transgresores. Sin la ayuda divina, tú, que eres muy celoso por Cristo, te enfriarías hasta caer en una tibieza enfermiza; tú, que eres sano en la fe, quedarías blanco con la lepra de la falsa doctrina; tú, que ahora andas delante del Señor en bondad y en integridad tambalearías de un lado al otro con una embriaguez de malas pasiones. Tenemos como la luna una luz prestada. Cuando la gracia nos alumbra, brillamos; cuando el Sol de Justicia se oculta, estamos en tinieblas. Clamemos, pues, a Dios que nunca nos desampare. “Señor, no quites de nosotros tu Santo Espíritu; no nos prives de la presencia de tu gracia. Tú has dicho: Yo, Jehová, la guardo, cada momento la regaré; guardarela de noche y de día porque nadie la visite. Señor, guárdanos en todas partes. Guárdanos cuando estemos en el valle, para que no murmuremos contra tu mano que nos humilla; guárdanos cuando estemos sobre la montaña para que no nos pongamos veleidosos por haber sido elevados; guárdanos en la juventud cuando nuestras pasiones son fuertes; guárdanos en la vejez, cuando engreídos de nuestro saber, demostremos ser más necios que el joven o el veleidoso; guárdanos cuando estemos por morir, no sea que en los últimos momentos te neguemos. Guárdanos mientras vivimos; guárdanos al morir; guárdanos al trabajar; guárdanos mientras sufrimos; guárdanos mientras luchamos; guárdanos cuando reposamos; guárdanos en todas partes, porque te necesitamos en todas partes, oh nuestro Dios”.

Charles Haddon Spurgeon.

martes, 28 de junio de 2016

Cultiva el discernimiento en tus hijos - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 28

“Mas la vara de Aarón devoró las varas de ellos”. Éxodo 7:12.

ESTE incidente es un emblema instructivo de la segura victoria de la obra divina sobre toda oposición. Siempre que un principio divino se afirma en el corazón, aunque el demonio invente una falsificación del mismo y produzca multitudes de adversarios, tan cierto como que Dios está en la obra, ese principio tragará a todos sus enemigos. Si la gracia de Dios se posesiona de un hombre, los magos del mundo pueden echar todas sus varas y cada vara ser tan astuta y venenosa como una serpiente, que, a pesar de todo la vara de Aarón tragará sus varas. Las amorosas atracciones de la cruz enamorarán y ganarán el corazón del hombre, y el que vivía sólo para esta engañosa tierra, ahora pondrá sus ojos en las esferas superiores y volará a las alturas celestiales. Cuando la gracia ha ganado la batalla, el mundano se convierte y busca el mundo del porvenir. El mismo hecho debe observarse en la vida del creyente. ¡A qué multitud de enemigos tiene que hacer frente nuestra fe! El diablo echó delante de nosotros nuestros antiguos pecados los cuales se convirtieron en serpientes. ¡Qué multitud de ellos! ¡Ah, pero la cruz de Jesús los destruye a todos! La fe en Cristo aniquila todos nuestros pecados. Luego el diablo arrojó otra multitud de serpientes en forma de instigaciones carnales, tentaciones e incredulidad, pero la fe en Jesús es para ellas más que una refulgente luz y las domina a todas. El mismo cautivante principio resalta cuando servimos fielmente a Dios. Con un amor entusiasta por Jesús, las dificultades son superadas, los sacrificios se transforman en placer y los sufrimientos en glorias. Ahora bien, si la religión es en el corazón una pasión consumidora de tal naturaleza, se sigue entonces que hay muchas personas que profesan religión, pero no la tienen; porque lo que tienen no soporta esta prueba. Examínate, lector, sobre este punto. La vara de Aarón demostró el poder que había recibido del cielo. ¿Tu religión está haciendo lo mismo? Si Cristo es algo, debe ser todo. ¡Oh, no descanses hasta que el amor y la fe en Jesús sean dominantes pasiones de tu alma!

Charles Haddon Spurgeon.

lunes, 27 de junio de 2016

Cultura, carrera y compromiso - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 27

“Cada uno en la vocación en que fue llamado, en ella se quede”. 1 Corintios 7:20.

ALGUNAS personas tienen la necia idea de que la única manera de vivir para Dios es siendo pastores, misioneros o maestros de clases bíblicas. ¡Ay!, cuántos estarían excluidos de alguna oportunidad de alabar al Altísimo si esto fuera verdad. Amado, no es el cargo, es la diligencia; no es la posición, es la gracia lo que nos capacitará para glorificar a Dios. Dios es, sin duda, muy glorificado en el taller del remendón, donde el obrero piadoso, mientras maneja la lesna, canta del amor del Salvador; sí, mucho más glorificado que en muchos templos, donde una religiosidad oficial cumple sus míseros deberes. El nombre de Jesús es glorificado por el carrero indocto, mientras guía su caballo. El bendice a su Dios y habla en el camino a sus compañeros tanto como lo hace el conocido predicador que, a través del país, a semejanza de Boanerges, hace tronar el Evangelio. Dios es glorificado cuando lo servimos en nuestra propia vocación. Ten cuidado, querido lector, de no olvidar la senda del deber, abandonando tu ocupación, y cuida de no deshonrar a tu profesión mientras la ejerces. Piensa poco en ti mismo, pero no pienses demasiado poco en tu llamamiento. Todo negocio legítimo puede ser santificado por el Evangelio para los fines más nobles. Vuelve a la Biblia y hallarás las formas más vulgares de trabajo relacionadas con los hechos más arriesgados o con personas cuyas vidas han sido insignes por la santidad. Por consiguiente, no estés descontento con tu vocación. Cualquiera sea la posición o la obra en que Dios te ha colocado, permanece en ella, a no ser que estés muy seguro de que él te llama para otra cosa. Que tu primera preocupación sea glorificar a Dios hasta lo sumo en el lugar donde estás. Ocúpate en alabarlo en tu presente esfera de acción, y si él te necesita en otro lugar te lo hará saber. Deja de lado esta noche toda enojosa ambición y confórmate con lo que tienes.

Charles Haddon Spurgeon.

domingo, 26 de junio de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 26

“Habiendo huido de la corrupción que está en el mundo por concupiscencia”.


SI quieres vivir en el poder de tu Señor resucitado, desecha para siempre todo intento de satisfacer a la carne. Sería un mal que uno que vive en Cristo permaneciese en la corrupción del pecado. “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”, dijo el ángel a Magdalena. ¿Debe el que vive habitar en un sepulcro? ¿Debe la vida divina ser aprisionada en el osario de la lujuria carnal? ¿Cómo podemos participar de la copa del Señor y beber también de la copa de Belial? Creyente, tú sin duda estás libre de lujurias y pecados descubiertos, pero, ¿has escapado también de las más secretas y engañosas trampas del cazador? ¿Has huido de la concupiscencia de la soberbia y de la holgazanería? ¿Te sientes enteramente libre de la seguridad carnal? ¿Estás procurando vivir día tras día por encima de la mundanalidad, de la concupiscencia de la vida y del engañoso mal de la avaricia? Recuerda que es para esto que has sido enriquecido con los tesoros de Dios. Si, en verdad, eres el elegido de Dios, amado por él, no permitas que todo el rico tesoro de la gracia se malgaste en ti. Sigue la santidad, pues ella es la corona y la gloria del cristiano. Una Iglesia impía es inútil para el mundo y no goza de ninguna estima entre los hombres. Es, más bien, una abominación, la risa del infierno y el horror del cielo. Los peores males que le han sobrevenido al mundo, se los ha traído la Iglesia impía. ¡Oh, cristiano, las promesas de Dios están sobre ti! Tú eres sacerdote de Dios: obra pues, como tal. Eres rey de Dios; no te asocies con Belial. El cielo es tu porción: vive con un espíritu celestial; así demostrarás que tienes verdadera fe en Jesús, pues no puede haber fe en el corazón a menos de que haya santidad en la vida.

¡Ven Señor!, a ti me entrego
Para siempre tuyo ser;
Hazme santo, hazme puro,
Lléname de tu poder.

Charles Haddon Spurgeon.

sábado, 25 de junio de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 25


“Y no halló la paloma donde sentar la planta de su pie”. Génesis 8:9.

LECTOR, ¿puedes hallar reposo fuera del arca, Cristo Jesús? Entonces, ten por seguro que tu religión es vana. ¿Estás satisfecho con algo que no es un conocimiento consciente de tu unión y participación con Cristo? Entonces, ¡ay de ti! Si profesas ser cristiano y, sin embargo, hallas plena satisfacción en los goces y ocupaciones mundanos, tu profesión es falsa. Si tu alma puede estirarse en descanso y hallar la cama suficientemente larga y la colcha suficientemente ancha para cubrirse en los dormitorios del pecado, entonces eres un hipócrita y estás lejos de tener un concepto claro de Cristo o una idea de su valor. Pero si, por otra parte, sientes que aunque te fuere posible hundirte en el pecado sin ser castigado, eso mismo sería un castigo, y que, si pudieses poseer todo el mundo y permanecer en él para siempre, sería ya una desgracia el no poder salir de este mundo, porque es a tu Dios, sí, a tu Dios lo que tu alma ansía, entonces anímate porque eres un hijo de Dios. A pesar de todos tus pecados e imperfecciones recibe esto para tu aliento; si tu alma no halla descanso en el pecado, no eres como el pecador. Si aún estás pidiendo algo mejor, recuerda que Cristo no te ha olvidado, pues tú no le has olvidado enteramente a él. El creyente no puede vivir sin su Señor. Las palabras son inadecuadas para expresar el concepto que tiene de él. No podemos vivir sobre las arenas del desierto; necesitamos del maná que cae de lo alto. Nuestros odres de confianza humana no pueden producir ni un poco de humedad, pero nosotros bebemos de la roca que nos sigue, y esa roca es Cristo. Cuando te alimentas de él, tu alma canta: “El sacia de bien mi boca de modo que me rejuvenezca como el águila”. Pero si no lo tienes a él, ni tu bordalesa de vino ni tu bien provista despensa te pueden dar ninguna clase de satisfacción; más bien te lamentarás de ellas con las palabras de la sabiduría: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad”.

Charles Haddon Spurgeon.

viernes, 24 de junio de 2016

Ninguna herejía nueva - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 24

“Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron y dijeron… sepas, oh rey, que tu dios no adoraremos”. Daniel 3:16, 18.

EL relato del coraje juvenil y de la liberación maravillosa de estos tres jóvenes o, más bien, de estos campeones, se adapta muy bien para provocar en la mente de los creyentes firmeza y estabilidad para defender la verdad contra la tiranía y en las mismas garras de la muerte. Que los jóvenes cristianos, especialmente, aprendan del ejemplo de estos muchachos a no sacrificar nunca sus conciencias, tanto en los asuntos de la fe y la religión como en los de la probidad en los negocios. Antes de perder tu honradez, pierde más bien tus negocios y, cuando todo se haya perdido sigue aferrándote a una limpia conciencia como la más preciosa joya que pueda adornar el pecho de un mortal. No te guíes por el fuego de la sagacidad, sino por la estrella polar de la autoridad divina. Sigue lo recto, en todos los azares. Cuando no veas ninguna ventaja presente, anda por fe y no por vista. Hazle a Dios el honor de confiar en él, cuando esto importe pérdida a causa de tus principios. ¡Mira si él será o no tu deudor! Mira si aún en esta vida él no cumplirá su palabra de que “grande ganancia es la piedad con contentamiento”, y de que los que buscan primeramente el reino de Dios y su justicia tendrán por añadidura todas estas cosas. Si aconteciese que, en la providencia de Dios, llegaras a ser un perdedor a causa de tu conciencia, hallarás que, si el Señor no te retribuye con la plata de la prosperidad terrenal, cumplirá su promesa con el oro del gozo espiritual. Recuerda que la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. Mostrar un espíritu sencillo, tener un corazón libre de ofensa, contar con el favor y la aprobación de Dios vale más que las riquezas que las minas de Ofir podrían producir o el comercio de Tiro podría ganar. “Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, que de buey engordado donde hay odio”. Una onza de tranquilidad de corazón vale más que una tonelada de oro.

Charles Haddon Spurgeon.

jueves, 23 de junio de 2016

El único y verdadero Hijo de Dios - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 23

“Esperando la adopción”. Romanos 8:23.

AUN en este mundo los santos son hijos, pero los hombres no pueden probar que son tales sino por ciertas características morales. La adopción no ha sido dada a conocer; los hijos no han sido aún abiertamente declarados. Entre los romanos, uno podía ser adoptado como hijo y podía mantener eso en secreto por mucho tiempo. Pero había una segunda adopción, en público. Cuando el niño era llevado ante las autoridades constituidas, sus vestidos anteriores le eran quitados, y el padre que lo recibía para que fuese su hijo le daba una ropa apropiada a su nueva condición de vida. “Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser”. Todavía no estamos vestidos con la ropa apropiada para la familia real del cielo. Estamos vistiendo, en esta carne y sangre, precisamente lo que hemos vestido como hijos de Adán, pero sabemos que “cuando él apareciere”, el cual es “el primogénito entre muchos hermanos”, “seremos como él, porque lo veremos tal cual es”. ¿No puedes imaginar a un niño tomado de la clase más baja de la sociedad y adoptado por un senador romano, decir: “Ansío el día cuando seré públicamente adoptado; entonces dejaré estos vestidos plebeyos y seré vestido como conviene a mi rango senatorial”? Se siente feliz con lo que ha recibido; es por eso que gime por alcanzar la plenitud de lo que le es prometido. Así acontece con nosotros hoy. Estamos esperando hasta ser vestidos con nuestros propios vestidos y hasta ser manifestados como hijos de Dios. Somos jóvenes nobles, y aún no hemos ceñido nuestras coronas. Somos novias jóvenes, y aún no ha llegado el día del casamiento, y, por el amor que nuestro Esposo nos profesa, somos llevadas a ansiar y anhelar la mañana de nuestra boda. Nuestra misma felicidad nos hace gemir por más felicidad. Nuestro gozo, como un manantial que desborda, ansía brotar como un surtidor de Islandia, saltando hasta el cielo. Ese gozo suspira y gime dentro de nuestro espíritu por falta de espacio y lugar por medio de los cuales manifestarse a los hombres.

Charles Haddon Spurgeon.

miércoles, 22 de junio de 2016

La recompensa de la fidelidad - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 22

“Para que queden las cosas que son firmes”. Hebreos 12:27. 

NOSOTROS poseemos muchas cosas al presente que pueden ser movidas; y sienta mal que un cristiano acumule abundancia de ellas, pues no hay nada estable bajo el cielo. La palabra “cambio” está escrita sobre todas las cosas. Sin embargo, tenemos ciertas cosas “que no pueden ser movidas”, y yo te invito esta noche a pensar en ellas, para que, si desaparecen todas las cosas que pueden ser movidas, puedas sacar aliento verdadero de las cosas que no pueden ser movidas, las cuales permanecerán. Cualesquiera hayan sido tus pérdidas, o puedan ser, gozas de una salvación presente. Estás al pie de su cruz, confiando sólo en los méritos de la preciosa sangre de Jesús y ninguna alza o baja en los mercados puede interferir en la salvación que tienes en él. Ningún quebranto de banco, ningún fracaso o bancarrota la puede tocar. Entonces, eres un hijo de Dios esta noche. Dios es tu Padre. Ningún cambio de circunstancia puede privarte de esto. Aunque por pérdidas caigas en la pobreza y quedes completamente desnudo, puedes decir: “El aún es mi Padre; en la casa de mi Padre hay muchas moradas, por lo tanto no seré turbado”. Tienes otra permanente bendición, a saber, el amor de Jesucristo. El que es a la vez Dios y hombre, te ama con toda la fuerza de su naturaleza afectiva; nada puede dañarla. La higuera puede no florecer y los rebaños pueden desaparecer de los campos, pero esto no afecta al hombre que puede cantar: “Mi amado es mío y yo soy suyo”. No podemos perder nuestra mejor porción y nuestra más valiosa herencia. Sea cualquiera la aflicción que viniere, seamos varoniles. Demostremos que no somos nenes para abatirnos por cualquier cosa que nos pueda acontecer en esta vida transitoria. Nuestra patria es el reino de Emmanuel, nuestra esperanza está en el cielo y, por lo tanto, es tranquila como el océano en el verano. Veremos la destrucción de toda cosa terrena, pero, a pesar de todo, nos regocijaremos en el Dios de nuestra salvación. 


Charles Haddon Spurgeon.

martes, 21 de junio de 2016

El amor de un Dios celoso - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 21

“El fundamento de Dios está firme”. 2 Timoteo 2:19.

EL fundamento sobre el cual descansa nuestra fe es este: que “Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo a sí, no imputándole sus pecados”. El gran hecho en el cual la fe genuina confía es “la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” y que “también Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos para llevarnos a Dios”. “El cual mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero”. “El castigo de nuestra paz sobre él y por su llaga fuimos nosotros curados”. En una palabra: el gran pilar de la esperanza cristiana es la substitución. El sacrificio vicario de Cristo por el pecado; Cristo hecho pecado por nosotros para que pudiésemos ser hechos justicia de Dios en él; Cristo ofreciendo un sacrificio verdadero, expiatorio y vicario en lugar de todos aquellos que le fueron dados por el Padre, a quienes Dios reconoce por nombre y quienes son reconocidos porque confían de corazón en Jesús. Este es el hecho cardinal del Evangelio. Si este fundamento fuere removido, ¿qué haríamos? Pero permanece firme como el trono de Dios. Nosotros lo conocemos, descansamos en él y nos regocijamos en él. Nuestro gozo es conservarlo, meditar en él y proclamarlo, mientras deseamos ser impulsados y movidos por gratitud hacia él en cada acto de nuestra vida y conversación. En estos días se está atacando directamente la doctrina de la expiación. Los hombres no pueden tolerar la substitución; crujen los dientes ante el pensamiento del Cordero de Dios que carga con el pecado del hombre. Pero nosotros ni la diluimos, ni la cambiamos, ni la desmenuzamos en alguna forma o estilo. Cristo seguirá siendo un positivo substituto, cargando con el pecado humano y sufriendo en lugar de los hombres. Nosotros no podemos, no nos atrevemos a dejar esta verdad, porque ella es nuestra vida y, a pesar de toda controversia, sentimos que “no obstante, el fundamento de Dios está firme”.

Charles Haddon Spurgeon.

lunes, 20 de junio de 2016

¿POR QUÉ PUSO DIOS EL ÁRBOL DEL CONOCIMIENTO DEL BIEN Y DEL MAL EN EL JARDÍN DE EDEN? - Steven Morales

«El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo cultivara y lo cuidara. Y el Señor Dios ordenó al hombre: “De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás», Génesis 2:15–17.

Convicción y comportamiento - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 20

“Y luego, dejadas sus redes, le siguieron”. Marcos 1:18.

CUANDO oyeron el llamado de Jesús, Simón y Andrés obedecieron enseguida, sin demorar. Si con puntualidad y ardiente celo pusiésemos siempre en práctica lo que oímos, haciéndolo inmediatamente o en la primera ocasión propicia, nuestra asistencia a los cultos y la lectura de libros buenos no dejarían de enriquecernos espiritualmente. No perderá su pan el que procure comerlo enseguida, ni puede ser privado del beneficio de la doctrina el que haya sido influido por ella. Muchos lectores y oyentes se sienten persuadidos hasta el punto de que se proponen enmendarse, pero ¡ay!, ese propósito es como una flor que ha sido arrancada y, por lo tanto, ningún fruto lleva. Los tales postergan, fluctúan y se olvidan hasta parecerse a los estanques en la noche de las heladas que se deshielan, por un momento, ante el sol del día, para volverse a helar a la noche. Aquel fatal mañana está enrojecido con la sangre del asesinato de hermosas resoluciones. Es la matanza de los inocentes. Estamos muy preocupados en cuanto a que nuestro libro “LECTURAS VESPERTINAS” no sea fructífero, y, por eso, rogamos que los lectores no sean sólo lectores, sino también hacedores de la palabra. La lectura más provechosa de este libro es la práctica de la verdad. Si mientras lee estas páginas, el lector se siente impulsado a cumplir con algún deber, apúrese a cumplirlo antes de que ese santo impulso desaparezca de su alma; deje sus redes y todo lo que tiene antes que sea hallado rebelde al llamamiento del Maestro. ¡No des lugar al diablo con la demora! Apúrate mientras la oportunidad y el fervor están felizmente unidos. No seas cazado en tus propias redes, sino rompe las mallas de la mundanalidad y ve adonde la gloria te llama. Feliz el escritor que se encuentra con lectores resueltos a llevar a cabo sus enseñanzas; su cosecha será de ciento por uno y su Maestro tendrá toda gloria. ¡Quiera Dios que tal sea nuestra recompensa en relación con estas breves meditaciones y sugestiones! ¡Oh Señor, concede esto a tu siervo!

Charles Haddon Spurgeon.

domingo, 19 de junio de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 19

“Mi amado es mío y yo soy suya; él apacienta entre lirios. Hasta que apunte el día y las sombras huyan tórnate, oh amado mío; sé semejante al gamo o al cabrito de los ciervos sobre los montes de Beter”. Cantares 2:16-17.

SIN duda, si hay en la Biblia un versículo precioso es este: “Mi amado es mío y yo soy suya”. Es tan suave, tan lleno de seguridad, tan rebosante de felicidad y de contento que bien pudo haber sido escrito por la misma mano que escribió el Salmo 23. Este versículo es igual a Aquel que una hora antes de ir al Getsemaní dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, yo os la doy”. “En el mundo tendréis aflicción; mas confiad, yo he vencido al mundo”. Hagamos sonar de nuevo la campana de plata, porque sus notas son exquisitamente suaves: “Mi amado es mío y yo soy suya; él apacienta entre lirios”. Sin embargo, hay una sombra. Aunque el paisaje es sumamente hermoso, tanto que la tierra no puede mostrar otro mejor, no está sin embargo enteramente iluminado por el sol. Hay una nube en el firmamento que proyecta sombra sobre el paisaje, aunque no lo oscurece, pues todo es claro y se mantiene vivo y brillante: “Mi amado es mío y yo soy suya”. Esto es suficientemente claro, pero no tiene toda la luz del sol. Escucha: “Hasta que apunte el día y las sombras huyan”. Hay también unas palabras en cuanto a “los montes de Beter”, o “los montes de la división”, y una división semejante es amarga para nuestro amor. Veo un cordero pascual, pero también veo con él hierbas amargas. Veo el lirio, pero noto que todavía está entre espinas. Amado, quizás sea este tu presente estado de ánimo. No dudas de tu salvación; sabes que él es tuyo, pero no te estás gozando en él. Conoces la vital simpatía que te une a él, de tal suerte que no tienes ni una sombra de duda en cuanto a que tú eres suya y él tuyo, pero todavía su izquierda no está debajo de tu cabeza ni su derecha te abraza. Una sombra de tristeza se proyecta sobre tu corazón, quizás por aflicción; sin duda, por la momentánea ausencia de tu Señor. Y así, mientras exclamas “soy suya”, te sientes obligada a ponerte de rodillas y decir: “Hasta que apunte el día y las sombras huyan, tórnate, oh amado mío”.
“¿Dónde está él?”, pregunta el alma. Y la respuesta llega: “Apacienta entre los lirios”. Al mundo no le importa donde está Cristo, pero al cristiano sí. Jesús se ha ido entre los blancos lirios que florecen en las dehesas del cielo, los lirios de oro que rodean el trono. ¡Oh, cuándo estaremos con él y participaremos de su gloria! Nuestro impaciente espíritu ansía la hora cuando nuestro enlace sea consumado y nuestra felicidad sea completa. El está entre los lirios aquí en la tierra, vírgenes almas “que siguen al Cordero donde quiera que fuere” y nunca se apartan de él.
Si queremos hallar a Cristo tenemos que tener comunión con los suyos y asistir a los cultos con sus santos. Aunque él no apaciente sobre los lirios, apacienta entre ellos, y allí quizá, podamos encontrarnos con él. ¡Oh si pudiésemos cenar con él esta noche! Señor mío, por todo el amor que me profesas, dígnate visitarme en esta hora con tu cariño y pon el alba del cielo en mi alma. ¡Cuán rápidamente puede él venir a mí! Ningún pie de corzo puede andar tan rápido. En un momento puede alegrarme con su agradable presencia. Ven, Señor Jesús, y permanece conmigo para siempre.
Dulce comunión la que gozo ya
En los brazos de mi Salvador;
¡Qué gran bendición en su paz me da!
¡Cuánto siento en mí su tierno amor!

¡Cuán dulce es vivir, cuán dulce es gozar!
En los brazos de mi Salvador,
Quiero ir con él y a su lado estar,
Siendo objeto de su tierno amor.

No habré de temer ni desconfiar
En los brazos de mi Salvador;
En él puedo yo bien seguro estar
De los lazos del vil tentador.

Charles Haddon Spurgeon.

sábado, 18 de junio de 2016

LA REGENERACIÓN DECISORIA Y LA EVANGELIZACIÓN – Jaime Adams


La enseñanza de la regeneración decisoria repercute grandemente en la práctica de la evangelización en la comunidad cristiana. Muchos cristianos sinceros, que quizá se convirtieron durante campañas en que se utilizó la regeneración decisoria, así como multitudes adoctrinadas y convencidas por la regeneración decisoria, han trabajado en miles de organizaciones por todo el planeta con el fin de propagar esta falsa enseñanza. Han escrito innumerables libros y han dirigido innumerables seminarios de evangelización para ofrecer a los discípulos ávidos “la instrucción necesaria para llevar a las personas a Cristo”. Estos libros y estos cursos enseñan que la evangelización “exitosa” debería culminar con la seguridad de salvación absoluta de la persona. Los autores y los maestros insisten en que sus aprendices les garanticen la salvación a las personas si están dispuestas a repetir una oración y pueden responder afirmativamente a ciertas preguntas. Mientras se cumplan estos requisitos, el obrero personal debería prometerles que su salvación eterna está asegurada.

       ¿Eres consciente de la existencia de tales prácticas? En el siglo pasado un predicador muy “exitoso” fue uno de los muchos que se encargaban de confeccionar tales cursos evangelísticos. Emplazaba al “ganador de almas” a preguntar al inconverso Mengano una serie de preguntas. Si Mengano respondía afirmativamente a todas ellas, se le pedía que pronunciara una oración específica y luego se le declaraba “salvo”. Esta clase de preparación para la evangelización tuvo mucha resonancia y sigue vigente, con el resultado de que un gran número de personas por todo el mundo creen que se han “regenerado” por decisión propia. En líneas generales, ese método de evangelización se ha venido practicando ya durante alrededor de un siglo en muchas campañas evangelísticas por todo el mundo. Estas campañas son como fábricas gigantescas que llegan a producir hasta 10.000 decisiones (“conversiones”) en una semana.

       Iain Murray, el historiador eclesiástico, ha escrito un libro de gran ayuda para adentrarse en el fenómeno de la “decisionalización”. En Spurgeon: un príncipe olvidado (sobre la vida de Spurgeon) Murray cita un librito muy extendido en la enseñanza de la evangelización que “establece ‘tres sencillos pasos’ para convertirse en cristiano: primero el reconocimiento personal del pecado y segundo, una creencia personal en la obra sustitutiva de Cristo. Estos dos se califican de preliminares, pero ‘el tercero es tan definitivo que darlo me convertirá en cristiano […]. Debo acudir a Cristo y reclamar la parte que me corresponde en su obra por todos’. Este paso decisivo me corresponde a mí; Cristo ‘espera pacientemente a que yo abra la puerta. Y entonces entrará […]’. Una vez que haya hecho esto puedo considerarme cristiano de inmediato. Este es el consejo que se ofrece: ‘Cuéntale a alguien lo que has hecho’”.

       Se pueden hallar muchas variantes de esta misma idea en la “evangelización”, pero todas tienen en común un aspecto mecánico, tal como puede ser repetir una oración o firmar una tarjeta. Tras llevar a cabo estos actos se tiene la salvación garantizada. Sin duda, es claro que a efectos prácticos tales métodos reducen la regeneración a un logro humano.

       ¿Enseñó Jesús el Evangelio de esta forma? ¡En absoluto! Insistió constantemente en el origen divino del nuevo nacimiento. (Y tampoco recurrió jamás a ningún sistema estereotipado o a ninguna presentación prefabricada como indican muchos de estos cursos de preparación). Nuestro Señor habló con cada persona de forma completamente individual y con unas necesidades únicas. Sus conversaciones con Nicodemo (Juan 3) y la mujer samaritana (Juan 4), por ejemplo, son completamente distintas. Sin embargo, estas dos necesitadas personas escucharon el Evangelio clara y poderosamente, y fueron convencidos de pecado y de su necesidad de Dios. No se trató de una “decisionalización”. De hecho, no hallamos un solo caso en que se presente el Evangelio de forma “enlatada” en todas las Escrituras.

Fragmento tomado del libro LA REGENERACIÓN DECISORIA de Jaime Adams

Guarda el pacto - Nancy Leigh DeMoss

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 18

“Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía”. Cantares 5:1.

EL corazón del creyente es el jardín de Cristo. El lo compró con su preciosa sangre; entró en él y lo reclama como suyo. Un jardín implica separación. No es un vulgar descampado; no es un desierto; es algo que ha sido cercado. Quisiéramos ver más anchas y más fuertes las murallas de separación entre la Iglesia y el mundo. Me entristece oír decir a los cristianos: “Bien, no hay nada malo en eso, no hay nada malo en aquello”, acercándose así al mundo todo lo posible. Es muy escasa la gracia en aquella alma que aún puede preguntar hasta dónde puede vivir en conformidad con el mundo. Un jardín es un lugar de belleza; sobrepuja a las desoladas tierras incultas. El verdadero cristiano debe procurar ser en su vida mejor que el más destacado moralista, pues el jardín de Cristo tiene que producir las mejores flores de todo el mundo. Aún las mejores flores son pobres en comparación con lo que Cristo merece; no le demos, pues, plantas marchitas y enanas. En el jardín de Jesús, tienen que florecer las rosas y los lirios más raros, más preciosos y más delicados. El jardín es un lugar de crecimiento. Los santos no tienen que quedar estancados, siempre meros capullos y pimpollos. Tenemos que crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Donde Jesús es el labrador y el Espíritu Santo el rocío, el crecimiento tiene que ser rápido. Un jardín es un lugar de retiro. Así también el Señor Jesucristo quiere conservar nuestras almas como un lugar en el cual él pueda manifestarse como no lo hace con el mundo. ¡Oh, si los cristianos estuviesen más retirados de manera que sus corazones estuvieran enteramente reservados para Cristo! Frecuentemente, como Marta, nos inquietamos y turbamos con muchos servicios, de modo que no tenemos para Cristo el lugar que tuvo María, y no nos sentamos a sus pies como debiéramos. Que el Señor nos conceda hoy las refrescantes lluvias de su gracia para regar su jardín.

Charles Haddon Spurgeon.

viernes, 17 de junio de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 17

“Entonces cantó Israel esta canción: Sube, oh pozo; a él cantad”. Números 21:17.

EL pozo de Beer en el desierto fue famoso por ser el tema de una promesa: “Este es el pozo del cual Jehová dijo a Moisés: Junta el pueblo y les daré aguas”. El pueblo necesitaba agua, y esta le fue prometida por el Dios de la gracia. Necesitamos provisiones de gracia celestial y, en el pacto, Dios se ha comprometido darnos todo lo que pedimos. El pozo, en segundo lugar, fue causa de un canto. Antes que el agua brotara, la alentadora fe estimuló a la gente a cantar; y, al ver burbujear la cristalina fuente, la música se hizo aun más alegre. De la misma manera, los que creemos en la promesa de Dios, debiéramos regocijarnos ante la perspectiva de que nuestras almas gocen de avivamientos divinos, y, al experimentarlos, nuestro santo gozo desbordará. ¿Estamos sedientos? No murmuremos, sino cantemos. La sed espiritual es difícil de soportar, pero no es necesario que la soportemos, pues la promesa nos señala un pozo. Animémonos y busquémoslo. Además, el pozo fue el centro de una oración. “¡Sube, oh pozo!” Debemos demandar lo que Dios se comprometió a darnos, de lo contrario manifestaremos que ni tenemos deseos ni fe. Roguemos esta noche que tanto el pasaje leído como nuestras devociones no sean una vacua formalidad, sino un canal de gracia para nuestras almas. ¡Oh que el Espíritu Santo obre en nosotros con todo su poder llenándonos con toda la plenitud de Dios! Por fin, el pozo fue el objeto de un esfuerzo. “Caváronlo los príncipes del pueblo con sus bordones”. El Señor quiere que seamos activos para obtener gracia. Nuestros bordones no se adaptan para cavar en la arena, pero debemos usarlos con toda nuestra fuerza. La oración no debe ser descuidada; las reuniones no deben ser abandonadas; el Bautismo y la Cena del Señor no deben ser menospreciados. El Señor nos dará su gracia muy abundantemente, pero no por el camino de la ociosidad. Movámonos, pues, para buscar al Señor, en quien están todos los frescos manantiales.

Charles Haddon Spurgeon.

jueves, 16 de junio de 2016

Dios conoce dónde vives - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 16

“Jehová es mi luz y mi salvación: ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida: ¿de quién he de atemorizarme?” Salmo 27:1.

“JEHOVÁ es mi luz y mi salvación”. Aquí hay interés personal: “mi luz”, “mi salvación”. El alma se siente segura de ello y, por consiguiente lo proclama resueltamente. Cuando nacemos de nuevo se derrama sobre el alma luz divina, como precursora de la salvación. Donde no hay suficiente luz que revele nuestras tinieblas y nos haga ansiar al Señor Jesús, no hay evidencia de salvación. Después de la conversión, nuestro Dios es nuestro gozo, consuelo, guía, maestro y, en todo sentido, nuestra luz. El es luz dentro y en derredor de nosotros; luz reflejada por nosotros y luz que tiene que ser revelada a nosotros. Observa que no se dice meramente que Dios es luz; ni que él dé salvación, sino que él es salvación. El que por fe se prende de Dios, tiene en su poder todas las bendiciones del pacto. Una vez sentado esto, el argumento que se desprende está expresado en forma de pregunta: “¿De quién temeré?” Una pregunta que tiene en sí su respuesta. Los poderes de las tinieblas no deben ser temidos, pues el Señor, nuestra luz, los destruye; la condenación del infierno no tiene que ser temida por nosotros, pues el Señor es nuestra salvación. Es este un desafío diferente del que hizo el jactancioso Goliat, pues no descansa en el arrogante vigor de un brazo de carne, sino en el poder real del omnipotente “YO SOY”. “Jehová es la fortaleza de mi vida”. Aquí hay un tercer brillante epíteto para mostrar que la esperanza del escritor estaba asegurada con una triple cuerda que no debe romperse. Bien podemos acumular palabras de alabanza donde el Señor prodiga hechos de gracia. Nuestra vida deriva de Dios todo su poder; y si él se propone hacernos fuertes, todas las maquinaciones del adversario no pueden debilitarnos. “¿De quién temeré?” La clara pregunta mira tanto al futuro como al presente. “Si Dios es por nosotros” ¿quién puede ser contra nosotros tanto ahora como en el porvenir?

Charles Haddon Spurgeon.

miércoles, 15 de junio de 2016

2 temporada Entendiendo Los Tiempos Cap #32 "Post-modernismo: la muerte de la verdad

Enseña a tus hijos a tener un impacto - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 15

“El que abre y ninguno cierra”. Apocalipsis 3:7.

JESÚS es el guarda de las puertas del paraíso; él colocó delante de toda alma creyente una puerta abierta que ningún hombre ni ningún demonio puede cerrarle. ¡Qué gozo será hallar que la fe en él es la llave de oro para las puertas eternas! Alma mía, ¿estás llevando por todas partes esta llave en tu pecho o estás confiando en alguna llave falsa que, al fin, fracasará? Oye esta parábola del predicador y recuérdala: El gran Rey hizo un banquete y proclamó por todo el mundo que ninguno entraría en él, salvo los que trajeran la flor más hermosa del mundo. Los espíritus de los hombres se adelantan por millares a la puerta y cada uno trae una flor que estima ser la reina del jardín, pero son echados en tropel fuera de la presencia real y no pueden entrar en la sala del banquete. Algunos traen en sus manos la mortal hierba mora de la superstición, o la pomposa adormidera de Roma, o la cicuta de la justicia propia, pero como estas flores no agradan al Rey, los que las llevan son cerrados fuera de las puertas de perla. Alma mía, ¿has arrancado la rosa de Sarón? ¿Llevas en tu pecho constantemente el lirio de los valles? Si es así, cuando llegues a las puertas del cielo, conocerás su valor, pues sólo tienes que mostrar la más selecta de las flores y el Portero abrirá. Ni por un momento te negará admisión, pues el Portero siempre abre a aquella Rosa. Tu camino al trono de Dios lo hallarás con la Rosa de Sarón en tus manos, pues el cielo no posee nada que sobrepuje su radiante belleza, y de todas las flores que florecen en el Paraíso, no hay ninguna que pueda rivalizar con el lirio de los valles. Alma mía, ten, por la fe, en tus manos la roja Rosa del Calvario; llévala por amor, presérvala por la comunión, haz de ella tu todo en todo por una diaria vigilancia y serás grandemente bendecido, feliz más allá de toda imaginación. Jesús, sé mío para siempre: mi Dios, mi cielo, mi todo.

Charles Haddon Spurgeon.

martes, 14 de junio de 2016

Conoce bien a tus hijos - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 14

“¡Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro… porque contra ti pecamos!”    Daniel 9:8.

UN sentido profundo de lo que es pecado, un concepto claro de su gravedad y del castigo que merece nos haría estar humillados delante del trono. Hemos pecado como cristianos. ¡Qué lástima! Nos hemos mostrado ingratos, aunque fuimos favorecidos; no hemos producido los frutos esperados, aunque fuimos más privilegiados que muchos. ¿Quién, aunque haya estado ocupado en la batalla cristiana, no se sonrojará al pensar en el pasado? Lo que hicimos en los días que precedieron a nuestra regeneración puede ser perdonado y olvidado, pero lo que hicimos desde entonces, aunque no lo hayamos hecho como antes, sin embargo lo hemos hecho contra la luz y contra el amor; luz que ha penetrado realmente en nuestras mentes y amor en el cual nos hemos regocijado. ¡Oh, cuán horrible es el pecado de un alma perdonada! El pecado de un pecador no perdonado no es nada comparado con el pecado de uno de los elegidos de Dios, que ha tenido comunión con Cristo y ha reclinado su cabeza en el seno de Jesús. ¡Mira a David! Muchos hablarán de su pecado, pero yo te ruego que te fijes en su arrepentimiento y oigas sus huesos quebrantados, mientras cada uno de ellos expresa su dolorosa confesión. Observa sus lágrimas mientras caen al suelo, y sus profundos suspiros con los que acompaña la melodiosa música de su arpa. Hemos errado; busquemos, pues, el espíritu de arrepentimiento. Mira también a Pedro. Hablamos mucho de que Pedro negó a su Maestro. Recuerda que está escrito que él “lloró amargamente”. ¿No tenemos que lamentar con lágrimas algunas ocasiones cuando hemos negado a nuestro Maestro? ¡Ay!, si no fuera por la soberana merced que nos transformó, arrebatándonos como tizones del fuego, los pecados cometidos antes y después de nuestra conversión nos consignarían al lugar del fuego inextinguible. Alma mía, inclínate bajo un sentido de tu natural perversidad y adora a Dios. Admira la gracia que te salvó, la merced que te guardó y el amor que te perdonó.

Charles Haddon Spurgeon.

lunes, 13 de junio de 2016

El retiro está sobrevalorado - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 13

“Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí”. Proverbios 30:8.
“Dios mío, no te alejes de mí”. Salmo 38:21.

AQUÍ tenemos dos grandes lecciones: 1) qué cosas hay que implorar, y 2) qué cosas hay que suplicar. El estado más feliz del cristiano es el de una profunda santidad. Así como sentimos más calor cuanto más cerca estemos del sol, así también gozamos de mayor felicidad cuanto más cerca estemos de Cristo. Ningún cristiano se siente satisfecho cuando sus ojos están fijos en la vanidad; no halla placer en otra cosa sino en que su alma se sienta vivificada en los senderos del Señor. El mundo puede conseguir felicidad en otra parte, pero él no puede. Yo no condeno a los impíos porque se hunden en los placeres. ¿Por qué debo hacerlo? Dejemos que tengan su satisfacción, pues eso es todo lo que ellos tienen para gozar. Una esposa convertida, que había perdido toda esperanza en cuanto a su marido, se mostraba siempre muy afectuosa con él, pues decía: “Temo que este sea el único mundo en el cual él será feliz y, por lo tanto, me he resuelto hacerlo tan feliz como puedo”. Los cristianos tienen que buscar su placer en una esfera más alta que la de las frivolidades insípidas o los pecaminosos goces del mundo. Las ocupaciones vanas son peligrosas para las almas renovadas. Hemos oído de un filósofo que, mientras estaba mirando arriba a las estrellas, cayó en un pozo; pero, ¡cuán profundamente caen los que miran abajo! Su caída es fatal. Ningún cristiano está seguro cuando su alma es indolente y su Dios está lejos de él. Satanás no ataca, por lo regular, al cristiano que vive cerca de Dios. Cuando el cristiano se aparta de su Dios, padece de hambre espiritual y se esfuerza por alimentarse de vanidades, pues el diablo descubre su oportunidad. Ese cristiano puede estar algunas veces en la misma posición en que están los hijos de Dios que son activos en el servicio de su Maestro, pero eso, generalmente dura poco. El que resbala mientras desciende al Valle de la Humillación, toda vez que da un paso en falso, da lugar a que Apollyon lo ataque. Necesitamos gracia para andar humildemente con nuestro Dios.

Charles Haddon Spurgeon.