Versículo para hoy:

sábado, 31 de julio de 2021

31 de julio - Nuestra gran esperanza - Ray Stedman

Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo esté, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado, pues me has amado desde antes de la fundación del mundo. Juan 17:24 


Jesús concluye Su oración con una expresión formidable y profundamente sincera de Su deseo de que estemos con Él en la gloria, que todos los que creen en Su nombre, desde el principio de Pentecostés hasta el final de los tiempos, puedan estar con Él en Su gloria. ¡Qué base tan magnífica para nuestra esperanza del cielo! Y a pesar de esto el cielo solo es el cielo porque estaremos con Cristo. Esta es la esperanza de todo creyente: que un día estaremos con Él. Como dijo Pablo: “Más aún queremos estar ausentes del cuerpo y presentes al Señor” (2 Corintios 5:8b). Y en muchos lugares las Escrituras ponen esta esperanza ante nosotros. El gozo del cristiano es que en el cielo contemplamos la gloria de Jesús, la manifestación de toda la gloria que está en Él.

¡Esta es una gran esperanza! En las Escrituras no se nos dice mucho acerca del cielo, solo lo suficiente para que deseemos estar allí. Pero la esperanza puesta ante nosotros es que estaremos con Jesús, para contemplar Su gloria en respuesta a esta oración. Pero no tenemos que esperar al cielo. Hay un sentido en el que esta oración está siendo contestada ahora mismo. Creo que nuestro Señor quiso que fuese de esta manera, porque en el Espíritu podemos, ahora mismo, contemplar la gloria de Jesús. Y es la visión de esta gloria, acerca de quién es Jesús, lo que nos transforma. Pablo nos dice que ahora estamos sentados con Cristo en los lugares celestiales. “Por tanto, nosotros todos, mirando con el rostro descubierto y reflejando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen, por la acción del Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18).

De manera que cuanto más veamos y contemplemos la gloria de Jesús, tanto más somos hechos semejantes a Él, a pesar de que no seamos conscientes del cambio que se está produciendo. ¿Qué es esta gloria? Nuestro Señor lo define para nosotros en el versículo 26: “Les he dado a conocer tu nombre y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado esté en ellos y yo en ellos”. La gloria de Jesús es la gloria del amor, el amor de Dios hacia Su pueblo. Eso es lo que toca nuestros corazones y transforma nuestras vidas, haciendo que seamos personas diferentes, perdonando nuestros pecados, levantándonos de nuevo y animando nuestros corazones. Es la realización de que Dios nos ama verdaderamente de la misma manera que ama a Jesús.

¡Señor, te doy gracias porque Tú me has agarrado con este gran amor y porque me has dado la esperanza de la gloria!

 
 
 
Aplicación a la vida
 
¿Debemos nosotros esperar el cielo? ¿Reflejan nuestras vidas la gloria de Jesús hoy, así como nuestra esperanza de Su gloria en el futuro?

viernes, 30 de julio de 2021

LA AGONÍA DE CRISTO - Jonathan Edwards (Fuente: Descubriendo el EVANGELIO)

Lucas 22:44 — Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.


En su estado original, nuestro Señor Jesucristo era sobre todo sufrimiento, porque Él era “ Dios sobre todo, bendecido para siempre”; pero cuando se hizo hombre, no solamente fué capaz de sufrir, sino que tomo parte en esa naturaleza que es en verdad débil y expuesta al sufrimiento. La naturaleza humana por su debilidad, es comparada en las Escrituras al pasto en el campo, que fácilmente se marchita y muere. También es comparada a una hoja y a la hierba seca, y a una rafaga de viento, y a la débil naturaleza humana, que es polvo y cenizas, que tiene su fundacion en el polvo, y que puede ser desecha por la polilla. Esta fue la naturaleza, con toda su debilidad, y exposicion al sufrimiento, a la que Cristo, que es el Señor Dios omnipotente, puso sobre Él. ÉL no tomó la naturaleza humana en Él, en su primer, más perfecto y vigoroso estado, la tomó en el estado débil, y desauciado que fué después de la caída; por eso Cristo es llamado “una delicada planta”, y “ una raíz de tierra seca”. Isaias 53:2. Subirá cual renuevo delante de Él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en Él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Así, la principal tarea de Cristo en el mundo era el sufrimiento, así que, en concordancia con esa tarea, Él vino en esa naturaleza y con las circunstancias, porque todo eso podía permitir que sufriera; así que toda su vida estuvo llena de sufrimiento, empezó a sufrir en su infancia, pero el sufrimiento creció a medida que llegaba al final de su vida. Su sufrimiento empezó después del inicio de su ministerio público, probablemente era mayor que antes; y la parte posterior de su ministerio público parece ser distinguido por el sufrimiento. Mientras Cristo vivía más en el mundo, más la gente veía y escuchaba de Él, y más lo odiaban, el odio de sus enemigos crecía más y más, por la oposición que el ponía para sus intereses; Y el diablo siendo vencido continuamente por Él, crecía en su odio más y más contra Él, y reforzaba la batalla más y más contra Él, así que la nube oscura sobre la cabeza de Cristo crecía más y más, mientras vivía en este mundo, hasta que llegó a la más grande oscuridad en donde colgado de la cruz gritó: “¡Dios mío, Dios mío, porque me has abandonado!”. Antes de esto estaba extremadamente oscuro, cuando estaba en agonía en el Getsemaní; el que tenemos en cuenta en las palabras que ahora leo; y el que tengo por propósito presentar el tema de mi presente discurso. La palabra agonía significa una lucha constante, como lo presenciamos en las luchas, correr, o luchar. Y por eso en Lucas 13:24 Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. En el original, la palabra traducida como esforzaos, es agwnizesqe. “Agonicen para entrar por la puerta angosta”, esa palabra es usada especialmente para ese tipo de lucha, que en esos tiempos era exhibida en los juegos Olímpicos, en la que los hombres luchaban para perfeccionar su habilidad para correr, luchar, y esos tipos de ejercicios; y había un premio que era concedido al vencedor. Esos que competían, se decía que agonizaban.

30 de julio - La verdadera unidad - Ray Stedman

 Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. Juan 17:23



En tres ocasiones diferentes Jesús ora por la unidad de la iglesia. ¿En qué consiste esta unidad? Hay un esfuerzo que se ha venido realizando durante algún tiempo para crear una unión de creyentes, para unirlos en una gran iglesia mundial o en alguna organización. Se nos dice que esto será por fin la respuesta a esta oración de Jesús. Pero yo encuentro imposible aceptar esta explicación. Yo no creo que la iglesia tenga que esperar veintiún siglos antes de que sea contestada la oración de Jesús, o que una organización logre lo que el Espíritu Santo (aparentemente) no ha podido hacer. Yo creo que el Espíritu Santo ha estado contestando a esta oración desde el principio mismo y que, cuando entendemos la naturaleza de la unidad por la cual oraba Jesús, veremos que la oración ha sido realmente contestada durante todo el tiempo.

¿Cuál es la naturaleza de esta unidad? Hay varias cosas en este pasaje que nos dan la clave. La primera se encuentra en el versículo 21: “para que todos sean uno”. ¿Qué significa “todos”? Si lee usted el versículo 20, verá que Jesús ora, diciendo: “no ruego solamente por estos”. ¿Quiénes son “estos”? Los apóstoles, los once por los que ha estado orando en la sección anterior. Continúa, diciendo: “sino también por” aquellos que creerán por medio del testimonio apostólico: el gran cuerpo de cristianos a lo largo de los siglos. Estos dos grupos, dice ahora, quedarán unidos “para que todos sean uno”. En otras palabras, la unidad de la iglesia es una unidad con los apóstoles. Y puesto que la labor principal de los apóstoles era darnos la verdad acerca de Jesús, esta unidad es la de la verdad compartida: una fe transmitida a los santos, una sola serie de creencias acerca de Jesús transmitidas por los apóstoles. Por ello, la base de la unidad en el cuerpo de Cristo es la unidad de la verdad compartida.

Otro aspecto de la unidad se encuentra en las palabras: “Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en unidad”. Esta es la gloria de una vida compartida. Jesús en nosotros, el Padre en Él, y de este modo, en las asombrosas palabras de Pedro, nosotros podemos llegar “a ser participantes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4b). ¿Piensa usted alguna vez acerca de sí mismo como unido con la vida de Dios, hasta tal punto que no puede usted ser conocido ni entendido aparte de esta vida? El que entendamos esto es lo que produce la unidad entre los creyentes. Esto es acerca de lo que está orando Jesús, para que podamos entender el compartir la verdad, el compartir el poder y el compartir la vida, y para que podamos ser uno.

¿Cuál es el propósito de esta unidad? En dos ocasiones nuestro Señor nos lo dice, una vez en el versículo 21: “para que el mundo crea que tú me enviaste”, y de nuevo en el versículo 23: “para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado”. Cuando la iglesia empieza a demostrar la unidad de la fe, el mundo queda impresionado por una impresión a la que no puede escapar de que Jesús es el Señor, de que Él tiene realmente la clave de la historia y de la realidad, que Él es verdaderamente la revelación del Dios invisible.

Señor, Tú me has hecho uno con los creyentes de todos los tiempos. Permite que esta realidad se refleje en todo lo que hago.

 
 
 
Aplicación a la vida
 
¿Qué unidad demostramos tener de modo que el mundo pueda ver cómo Jesús tiene la clave de la realidad y es verdaderamente la revelación del Dios invisible?

jueves, 29 de julio de 2021

29 de julio - En el mundo - Ray Stedman

 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. Juan 17:15

En esta sección el Señor se refiere al gran ámbito de la controversia entre Él mismo y Satanás, el ámbito en el que Satanás lleva a cabo su actividad, es decir, el mundo. A lo largo de todo este discurso encontrará usted dos comunidades: el mundo, que es la sociedad secular organizada en su antipatía en contra de Dios, y la iglesia, el cuerpo de Dios, la familia de Dios.

El Señor sabía que iba a haber este conflicto. Él llamó a un grupo del mundo, no para que se separasen de él, sino para que fuese un grupo diferente. Dios ve siempre a la humanidad dividida en dos categorías. En ocasiones se las llama dos reinos: el reino de Dios y el reino de Satanás. A veces son consideradas desde el punto de vista simbólico como dos ciudades: Jerusalén y Babilonia, pero estas dos existen siempre.

Jesús, conociendo el peligro del mundo, ora por estos discípulos y se refiere al motivo por el que el mundo los odia: “Hablo esto en el mundo”, dice, “para que tengan mi gozo completo en sí mismos” (v. 13). Aquí tenemos a unos hombres que habían aprendido una fuente de gozo que el mundo no sabe cómo conseguir. El mundo odia a los cristianos porque tienen una fuente de vida que el mundo no puede explicar. Satanás intenta destruir esta vida. El demonio es un asesino, y su propósito es destruir de cualquier manera que pueda por medio del engaño de las atracciones del mundo.

Jesús, sabiendo esto, oró por dos cosas muy importantes a favor de estos hombres. Él dijo: “No ruego que los quites del mundo”. Entonces ¿por qué les decimos a los nuevos creyentes: “Mira, eres cristiano; así que, apártate del mundo; evita cualquier contacto con él y no te mezcles nunca con él mientras vivas”. A veces puede ser necesario para un joven cristiano apartarse del mundo durante un tiempo, ¡pero no ser quitado del mundo! Es una violación de la oración de nuestro Señor cuando nos apartamos del mundo y creamos una vida totalmente cristiana con amigos y contactos cristianos y no vamos a ninguna parte a la que van las personas que no son cristianas, sencillamente aislándonos. El resultado es que el mundo se queda sin luz; cae en la decadencia y en las tinieblas, sin ayuda alguna.

Pero, por otro lado, nuestro Señor era consciente de que estos hombres necesitaban ser alejados del maligno. Así que oró para que fuesen protegidos del maligno, de la contaminación con el mundo y todos sus mortales engaños. Es fácil adaptarse al mundo, buscar sus valores y medir su vida conforme a las normas del mundo.

¡Qué cosa tan mortal es esta! Nuestro Señor está llamando aquí a hombres y mujeres que, como Él mismo, puedan vivir en medio del mundo sin dejarse por ello contaminar por la vida del mundo, siendo en lugar de ello una fuente de liberación para las personas a su alrededor.

Señor, Tú me has puesto en el mundo, aunque yo no pertenezco a él. Pero con demasiada frecuencia pienso y actúo como una persona que pertenece al mundo, cuando, de hecho, te pertenezco a Ti.

 
 
 
Aplicación a la vida
 
Al comenzar cada día, ¿reconocemos lo vulnerables que somos a los muchos aspectos del mal? ¿Son nuestras vidas evidencia de que le pertenecemos a Jesús?

miércoles, 28 de julio de 2021

28 de julio - Jesús ora por los Suyos - Ray Stedman

 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. Juan 17:9-10


Aquí encontramos el motivo de la oración hecha por nuestro Señor por estos once hombres, una razón que tiene su origen en el gran amor y preocupación que siente por ellos. Oró por ellos por el mismo motivo que nosotros oramos los unos por los otros, porque es un amor y una solicitud que mostramos los unos por los otros. Nos habla acerca de tres motivos por los que los amó y se preocupó por ellos.

En primer lugar, porque son “los que me diste”. Esto es, son el don que el Padre le concedió al Hijo. Todos nosotros tenemos algo que nos ha sido dado por alguien a quien queremos. Nosotros consideramos un tesoro ese don, no solo por su valor intrínseco, sino porque viene de alguien que significa mucho para nosotros. Jesús amaba a estos hombres y se preocupaba por ellos porque representaban lo que el Padre había escogido para Él.

Aquí tenemos una revelación de cómo Dios obra en las vidas humanas. Ya hemos visto algo acerca de ello con anterioridad en esta oración. Jesús es el único que nos concede el derecho de conocer a Dios, este Ser todopoderoso que lanzó los mundos, haciendo que existiesen, y nos diseñó a nosotros con toda nuestra complejidad humana. El conocerle a Él es recibir la más grande bendición en la vida, y el único que tiene derecho de darnos este conocimiento es Jesús. Pero Jesús dice que el Padre también tiene una parte en esto y atrae a ciertas personas a Él. Dios está obrando en nuestras vidas, atrayéndonos a Él de varias maneras. Si usted tiene un verdadero anhelo de la bondad o una pasión por la verdad, esa es la manera en que el Padre le atrae a usted. Si ama usted las palabras de Jesús y se siente atraído por quien Él es y por lo que dice, esa es la manera que tiene Dios de atraerle a usted, moviéndose en usted para traerle a Cristo, para que se entregue usted a Él.

En segundo lugar, Él dice que son amados porque “todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío”. Porque el Padre se los había dado a Él, le pertenecían a Él. De modo que en Su afecto Él toca sus vidas, porque son Su propiedad; están bajo Su propiedad. Escrito al frente del auditorio de nuestra iglesia están las palabras que reflejan las más grandes verdades de la fe cristiana: “No sois vuestros... habéis sido comprados por precio”. Si es usted cristiano, no se pertenece a sí mismo, pertenece a Dios. “Pues habéis sido comprados por precio” (1 Corintios 6:20a). Estos hombres habían sido comprados por este precio y le pertenecían a Él, de manera que Él los atesora.

La tercera razón es que “he sido glorificado en ellos”. Eran hombres escogidos, porque en ellos Jesús vio el medio por el cual toda la gloria que le correspondía a Él se manifestaría. Ellos serían los mensajeros por medio de los cuales el mundo le conocería a Él. De manera que eran infinitamente preciosos y queridos por Él, y por ello ora por estos discípulos.

Señor, ¡qué pensamiento más asombroso, que Tú me consideres a mí como un tesoro, como un don que Te ha sido concedido por Tu Padre!

 
 
 
Aplicación a la vida
 
De todas las bendiciones que podemos tener en la vida ¿Cuál sería la más grande bendición? ¿Cómo podemos nosotros experimentar el acercarnos más a Dios?

martes, 27 de julio de 2021

El éxito - Ministerios Ligonier

Bien entendido, el éxito es algo a lo que el Señor llama a todos los creyentes a aspirar. El éxito debe ser perseguido, no temido o mirado con recelo, porque Dios nos llama a guardar Sus mandamientos con amor firme y fidelidad para que podamos encontrar «favor y buena estimación ante los ojos de Dios y de los hombres» (Prov. 3:1-4).

Esta serie ayuda a los creyentes a entender el verdadero éxito, a perseguirlo y a responder adecuadamente cuando no nos sentimos exitosos.

27 de julio - Pidiendo en oración lo que ha sido prometido - Ray Stedman

 Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo existiera. Juan 17:5


Jesús está pidiendo poder resumir ahora la plena manifestación de la deidad. La había dejado de lado al venir al mundo, tomando sobre Sí mismo las limitaciones de la humanidad. Cuando nuestro Señor estuvo aquí, no fue demostrando la manera en que Dios se comporta, sino cómo se comporta la humanidad, refiriéndose a aquellas personas en las que habita Dios, tal y como Dios tenía el propósito de que fuese la humanidad y todo lo que ve usted en Jesús durante los días de Su carne es una humanidad perfecta. Su deidad estaba escondida. Él no se dio por vencido, y usted tampoco puede darse por vencido respecto a lo que usted es, pero Él había dejado de lado Su ejercicio de la misma. Ahora está pidiendo que el Padre le restaure la expresión de la deidad que le perteneció antes de que el mundo fuese creado. De esta manera ora por la resurrección y la ascensión que habrían de tener lugar un poco más adelante, para que el Padre le levantase de entre los muertos en gloria y después ascendiese al cielo con Él, como lo había estado antes de que el mundo fuese creado. Esto era algo que necesitaba a fin de poder realizar la obra de dar vida eterna a aquellos a quienes el Padre habría de traer a Él en cada generación. Es como Dios que Él nos da la vida eterna.

Aquí tenemos una tremenda lección acerca de la oración. ¿No formaba ya parte del programa de Dios que si el Hijo fuese crucificado fuese levantado de entre los muertos y ascendiese a los cielos? Sin embargo, cuando llega la hora, Jesús le pide al Padre que haga esto. Ora pidiendo Su gloria, que ya le había sido prometida. Esto nos ayuda enormemente a entender la oración.

Muchas personas me dicen: “¿Por qué debo orar? Dios ya ha programado mi vida. Él sabe lo que yo voy a hacer, así que, ¿por qué debo yo pedirle nada? Todo va a suceder de todos modos”. Esta actitud ignora totalmente la revelación de las Escrituras de que la oración es una parte del proceso mediante el cual Dios hace que pase lo que ya se había propuesto realizar. Santiago nos dice: “no tenéis lo que deseáis, porque no pedís” (Santiago 4:2b). Si usted no pide, no sucederá, porque rompe el enlace que Dios tiene el propósito de que se establezca. Por lo tanto, la oración es vital, y nuestro Señor nos da este ejemplo. Él ora pidiendo lo que ya le había sido prometido. La oración se basa en las promesas de Dios.

Padre, te doy gracias porque, al invitarnos a orar, Tú permites que participemos en la plenitud de Tus propósitos eternos.

 
 
 
Aplicación a la vida
 
¿Por qué debemos orar, si Dios sabe lo que va a suceder? ¿Hemos aprendido nosotros a orar basándonos en las promesas de Dios?



lunes, 26 de julio de 2021

Señor, todo lo que tengo es tuyo - Jon Bloom


26 de julio - Una oración pidiendo gloria - Ray Stedman

 ―Padre, la hora ha llegado: glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti, pues le has dado potestad sobre toda carne para que dé vida eterna a todos los que le diste. Juan 17:1b-2

Hemos llegado al punto culminante del discurso en el aposento alto al examinar la oración con la que concluye nuestro Señor. Es uno de los pasajes más profundos del Nuevo Testamento. Ha sido llamado “el lugar santísimo de las Escrituras”, y se han escrito volúmenes enteros acerca de este capítulo tan sólo. Nuestro Señor y los discípulos se habían marchado del aposento alto y se dirigían a las sombras del huerto de Getsemaní. Es allí donde comenzó nuestro Señor Su oración. Oró en voz alta para que los discípulos pudiesen oír lo que tenía que decir al Padre.

La primera petición de Jesús es que pueda ser glorificado. Si nosotros orásemos pidiendo ser exaltados, enaltecidos o glorificados para que el mundo pudiese ver lo importante que somos, sería una petición egoísta, pero nuestro Señor añade de inmediato: “para que tu Hijo te glorifique”. De manera que Su petición de gloria es que el Padre sea glorificado.

Este es siempre el propósito fundamental de toda existencia: que glorifique a Dios. Glorificar quiere decir manifestar o que sea evidente una virtud, sabiduría o poder de una persona que está oculto en esa persona. Y aquí nuestro Señor está pidiendo ser glorificado para que las cosas que se encuentran ocultas en Él puedan ahora ser manifestadas, a fin de que Él pueda manifestar a su vez la belleza, la gloria y la sabiduría del Padre.

Nuestro Señor nos dice ahora por qué necesita esta gloria adicional. El Padre le había glorificado ya y le glorificaría de nuevo en Su muerte. Pero el Señor está mirando más allá de la cruz y necesita la gloria adicional por el motivo que explica en el versículo 2: “pues le has dado potestad sobre toda carne para que dé vida a todos los que le diste”. La necesita para realizar la obra adicional que le había sido dada, la de dar vida eterna a todos aquellos a los que Dios había llamado.

Nuestro Señor está destacando el hecho de que en Su resurrección y ascensión, tendrá poder sobre toda carne. Como dijo Él mismo antes de ascender al Padre: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18b). El escritor de Hebreos dice que el Hijo es “quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (1:3). Así que aquí resulta evidente que Jesús es consciente de que Él es Señor sobre todo el universo.

Jesús es Señor, tanto si las personas lo saben como si no. Él controla los acontecimientos de la historia y todos los sucesos normales de nuestras circunstancias. Esto es lo que quiere decir nuestro Señor cuando dice aquí que Él tiene poder sobre toda carne, sobre todas las naciones. Todos los acontecimientos de la historia, y aquellos acerca de los cuales se nos informa en los periódicos, han sido permitidos por el Señor al regular y ser responsable de los asuntos de la tierra, a fin de dar vida eterna a todos aquellos que Dios le ha dado.

Me inclino ante Ti, Señor Jesús, como Aquel a quien le ha sido dada toda la autoridad en el cielo y en la tierra.

 
 
 
Aplicación a la vida
 
¿Puede nuestro conocimiento finito hacer que sintamos una paz duradera? ¿Nos esforzamos nosotros en conocer a Aquel en quien podemos tener esta paz?

domingo, 25 de julio de 2021

25 de julio - Una clase de paz diferente - Ray Stedman

 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16:33

La seguridad de estos discípulos dependía de la habilidad que creían tener para entender lo que Jesús les estaba diciendo. Ellos querían saberlo y pensaban que cuando lo hiciesen tendrían paz. “Ahora lo sabemos”, dijeron. “Ahora lo entendemos”. Jesús les había estado hablando haciendo uso de simbolismos, como puede ser el lavado de los pies, la viña y las ramas, y la mujer dando a luz. “Pero ahora nos estás hablando con claridad. Ahora sabemos y entendemos que tú eres verdaderamente de Dios”. Sintieron una sensación de seguridad porque habían entendido esto.

¡Esto es tan semejante a nosotros! Creemos que Dios tiene que explicar lo que estamos pasando y que entonces nos sentiremos seguros. Nuestra paz necesita descansar en un cierto conocimiento de lo que está sucediendo. Pero nuestro Señor se anda con mucho cuidado para dejar claro que esta clase de paz es realmente muy insegura. “Cuando no haya pasado más que una hora estaréis corriendo como si fueseis un puñado de ovejas asustadas. Decís que sabéis quién soy; decís que entendéis que yo he venido de Dios y que yo sé todas las cosas. ¿Sabéis que en una hora os sentiréis tan confusos y tan inseguros por lo que sucederá que saldréis corriendo y me abandonaréis? En lugar de confiar en mí, para que yo resuelva las cosas, me abandonaréis y no querréis que se os relacione conmigo, a pesar de lo cual no estaré solo. Mi seguridad no se verá amenazada en esa hora, porque el Padre está conmigo. Y os digo estas cosas para que sepáis la clase de paz que tengo. No se basa en lo que suceda o ni siquiera en lo que yo entienda respecto a lo que esté pasando, sino en la confianza en aquel que controla lo que sucede. Os digo esto a vosotros para que en mí tengáis paz. En el mundo no tendréis otra cosa que no sea turbación; os sentiréis turbados en el trabajo, en la escuela, en vuestro hogar y en vuestra familia. No tendréis más que turbación, porque así es el mundo. Pero sed de buen ánimo, porque yo he vencido al mundo.”

¿No es esta verdaderamente una palabra de estímulo? Yo he pasado por momentos de verdadera tensión personal y profundo sufrimiento, momentos de inseguridad y de falta de comprensión, no sabiendo lo que Dios estaba realmente haciendo, percibiendo que estaba obrando de maneras que yo pensaba que eran totalmente equivocadas, pensando que no tenía derecho a hacerme a mí las cosas de ese modo, y he tenido que descansar en estas tremendas revelaciones de Su Palabra. “Podéis tener mi paz”, dice Jesús, “mi sentido de seguridad”, que depende no de las circunstancias, ni de haber entendido las circunstancias que tanto ansiamos, sino en la confianza de que Aquel que está guiando las circunstancias sabe lo que está haciendo. Es en eso en lo que se basa la paz.

Señor, concédeme que aprenda a hacer que Tú seas mi fuente de paz, en lugar de buscar la paz en las circunstancias o incluso en mi manera de entender lo que Tú estás haciendo.

 
 
 
Aplicación a la vida
 
Cuando tenemos problemas en el trabajo, en casa o en cualquier otra parte, ¿cómo afecta eso a nuestra actitud? ¿Por qué es la auténtica paz el resultado de la confianza en la persona de Jesús?



sábado, 24 de julio de 2021

24 de julio - Del sufrimiento al gozo - Ray Stedman

 De cierto, de cierto os digo que vosotros lloraréis y lamentaréis, y en cambio el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo. Juan 16:20

La preocupación de los discípulos tenía que ver con el tiempo que iba a durar la ausencia de Jesús. Jesús había dicho: “un poco y no me veréis”, y sus discípulos inmediatamente se quedaron con las palabras: “un poco”. Sus corazones se sintieron dominados por el temor, y se dijeron a sí mismos: “¿A cuánto tiempo se refiere?”. Ellos fijaron su atención en esto además de las palabras: “porque yo voy al Padre”. Los discípulos se preguntaron: “¿Por qué tiene que suceder esto? ¿Qué quiere decir con: ‘porque yo voy al Padre’?”. Usted se dará cuenta que lo que les preocupaba era el cuándo y el por qué.

¡Si usted y yo hubiésemos estado allí, eso es exactamente lo que habríamos preguntado! Siempre nos preocupa cuánto tiempo va a durar una prueba, y además nos preguntamos por qué tenemos que pasar por ella. ¿No son estas las preguntas que nos hacemos inevitablemente y siempre que tenemos problemas: “¿por qué?” y “¿durante cuánto tiempo?”. Pero cuando Jesús contesta a los angustiados discípulos, hace caso omiso a toda la cuestión del tiempo. Su respuesta enfatiza el proceso y el resultado que ha de seguir con toda seguridad. A Jesús no le preocupa el “¿por qué?” ni el “¿durante cuánto tiempo?” sino el “¿cómo?” y el “¿qué?”. Les deja perfectamente claro que un tiempo de sufrimiento es inevitable y que Él no puede hacer que ellos se libren de este tiempo. Habrá un tiempo durante el cual llorarán y lamentarán; estarán sufriendo durante el tiempo que el mundo que les rodea estará regocijándose. “Pero”, les dice, “vuestro sufrimiento se convertirá en gozo”. El tiempo que llevará no es significativo; lo que importa es el resultado.

Esta es una lección muy importante que debemos aprender. Yo le he estado diciendo al Señor: “¿Durante cuánto tiempo tengo que pasar por esto?”. Y el énfasis del Señor solo tiene que ver con lo que sucederá al final, con el gozo que es seguro. Para ilustrar esto, el Señor usó la preciosa figura relacionada con dar a luz. Cuando un bebé está siendo dedicado, el rostro de la madre es una imagen de gozo. ¿Qué es lo que produce el gozo? El bebé. Pero unas pocas semanas antes esa misma madre estaba angustiada y con dolor. ¿Qué era lo que estaba causando el dolor? El bebé. En otras palabras, la misma cosa que causó el sufrimiento, más adelante causaría el gozo.

Esto es diferente de lo que normalmente pensamos. La mayoría de nosotros damos por sentado que nuestro sufrimiento se va a ver reemplazado por el gozo, pero la promesa de Jesús es que la misma cosa que ha causado el sufrimiento va a ser causa de gozo. Esta es una revelación de uno de los más grandes principios característicos del auténtico cristianismo, una de las maneras mediante la cual el Señor obra en nuestra vida. Él toma lo que nos está causando sufrimiento y lo convierte en una causa de gozo.

Señor, Tú obras de maneras tan maravillosas. Yo confío que Tú tomarás lo que es causa de sufrimiento y lo convertirás en un motivo de gozo.

 
 
 
Aplicación a la vida
 
En los tiempos de dificultad ¿nos concentramos en cuánto va a durar esa prueba? ¿Cómo puede nuestro sufrimiento mismo producir gozo?

viernes, 23 de julio de 2021

Cuando el amor de madre nos lleva a la idolatría - Ehiby Martínez

 ¿Cómo sé si idolatro a mis hijos? Te puedo mencionar 5 señales y sus consecuencias.









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23 de julio - Todo lo que es mío es tuyo - Ray Stedman

 Él me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber. Juan 16:14

A veces cuando escucha usted a los maestros de la Biblia hoy, tiene la idea de que debe haber una especie de estudio de la Biblia orientado a Jesús con el cual comenzar la vida cristiana, pero que al madurar debemos avanzar a la verdad orientada al Espíritu, para reconocer que la señal de madurez ya no tiene que interesarse por Jesús, sino por el Espíritu. ¡Nada más lejos de la verdad! La obra del Espíritu es glorificar a Jesús. La vida plena del Espíritu es una vida en la que Jesús ocupa el lugar central, y la persona que madura es la que posee un conocimiento mucho más profundo en lo que se refiere a comprender a Jesús.

¿Hasta qué punto lo abarca esta clase de enseñanza? “Todo”, nos dice Jesús. “Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío y os lo hará saber” (v. 15).

El otro día un joven me preguntó: “¿Está bien que el cristiano estudie temas seculares que no tienen nada que ver con la Biblia?”.

Mi contestación fue: “Pablo nos dice en 1 Corintios 3: ‘Todo es vuestro, y vosotros sois de Cristo y Cristo es de Dios’ (vv. 22b-23). Y Pablo, hablando acerca de Jesucristo, nos dice en Colosenses 2: ‘en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento’ (v. 3). Al investigar usted cualquier tema de la ciencia o del conocimiento, si lo hace confiando en que la vida de Jesús se encuentra en usted y también la enseñanza del Espíritu de Dios, Él le revelará a usted esa especialidad de la verdad”.

George Washington Carver nació esclavo, pero se las arregló para conseguir una educación como científico. Dijo que el verdadero anhelo de su corazón era descubrir los secretos del universo. “Pero”, dijo, “Dios me dijo: ‘George, eso es demasiado grande para ti; tengo algo que es más de tu tamaño. Aquí tienes un cacahuete; trabaja con él’.” Así que empezó a investigar lo que Dios había ocultado en un cacahuete. Encontró 330 productos diferentes que se podían hacer a partir del cacahuete, revolucionando la tecnología de su tiempo. Pero siempre fue un sencillo siervo de Dios que creía en la Biblia y que dependió de Él para que le abriese su mente a la verdad. Eso es lo que quiere decir Jesús: “Todo lo que le pertenece al Padre es mío y será puesto a tu disposición por medio del Espíritu”.

Señor, te doy gracias por haber compartido conmigo todo lo que tiene el Padre. Enséñame a escuchar todo lo que Tu Espíritu me está diciendo por medio de Tu Palabra.

 
 
 
Aplicación a la vida
 
Si aprendemos a pensar como Jesús, ¿intensificará eso nuestra comprensión y nuestro disfrute de cualquier aspecto en la vida?


jueves, 22 de julio de 2021

22 de julio - El Espíritu, el mundo y usted - Ray Stedman

 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no cree en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. Juan 16:8-11

La mayoría de nosotros leemos esto como si el Espíritu Santo fuese a venir al mundo y a trabajar directamente sobre los corazones de las personas que no son creyentes para convencerlas de pecado, de justicia y de juicio. Pero si lo ha leído usted de esta manera, no ha leído correctamente este versículo. Léalo usted de nuevo con el versículo anterior y enfatice usted una palabra clave. Y yo quiero usar esa misma palabra e insertarla en un lugar en el versículo 8, donde no aparece, pero donde el contexto deja claro que debería estar. Jesús dice: “Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. Y cuando él venga (a vosotros), convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (vv. 7-8).

El Espíritu Santo va a venir a usted, a la iglesia, al cristiano. Y cuando venga al cristiano, esto convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Por lo tanto, no viene al mundo, viene a nosotros. Pero cuando venga a nosotros y obre en nosotros como tiene el propósito de hacerlo, tendrá este efecto sobre el mundo.

Hay tres cosas que el mundo debería ver al mirar a la iglesia. La primera es que la fuente de la vida es Jesús. Debería ser acusado de pecado, porque no cree en Él. Si la iglesia no hubiese hablado acerca de Jesús, el mundo no habría tardado en olvidarle, porque el mundo quiere olvidarse con desesperación de que Jesús vino y vivió entre nosotros. Es preciso que la iglesia presente a Jesús de manera consistente ante el mundo.

La segunda cosa que es preciso que el mundo vea en la iglesia es la justicia, acerca de la cual dice Jesús: “por cuanto voy al Padre y no me veréis más”. Cuando el mundo mira a la iglesia, debería ver una norma de comportamiento diferente. Lo que en un tiempo vio en Jesús debería verse ahora en la iglesia, y esto es lo que convence al mundo de que hay absolutos en la vida. Los escritores y los filósofos seculares le dirán a usted que no existen los absolutos, y el mundo creerá eso hasta que no vea en la iglesia una norma de comportamiento que haga que se dé cuenta de que existe una justicia perfectamente definida y existe un mal absoluto.

La tercera cosa que debe ver el mundo es el juicio: “por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado”. Al mirar a la iglesia, el mundo debería ver el choque frontal entre su filosofía y la filosofía de Jesucristo, y saber que el que va a ganar es Jesús. Va a haber un juicio, y la señal del mismo es que el poder de Satanás ya ha quedado roto en las vidas que están observando. Esto es lo que debe ver el mundo al mirar a la iglesia.

Señor, permíteme vivir mi vida en el poder del Espíritu Santo, para que el mundo pueda ver la realidad de Jesús.

 
 
 
Aplicación a la vida
 
¿Cómo convence Dios al mundo del pecado, de la justicia y del juicio? ¿Cómo pueden las personas darse cuenta de que existe una justicia absoluta y un mal absoluto?

miércoles, 21 de julio de 2021

21 de julio - El testigo - Ray Stedman

 Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros… Pero cuando venga el Consolador… él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio. Juan 15:18, 26-27


Es extraordinario que nuestro Señor pasase rápidamente de Sus palabras acerca del amor los unos para con los otros a esta palabra acerca del odio del mundo hacia el cristiano. “El mundo” se refiere a la sociedad secular. No se trata de la humanidad. La humanidad no odia a la iglesia, es el mundo el que odia a la iglesia y al Señor de la iglesia. El mundo es la sociedad organizada sin Dios, pero con su propia moral, normas y sistemas de valor. Es lo que normalmente llamamos “el sistema”, y es lo que odia a los creyentes y no quiere tener nada que hacer con ellos.

¿Cuál debe ser la actitud del cristiano frente a esta clase de mundo en el que todavía vivimos? La respuesta de nuestro Señor se encuentra en los versículos 26 y 27. Él dice: “Cuando haya venido el Espíritu de Dios, vosotros daréis testimonio a este mundo”. El mundo no debe ser abandonado en su rechazo sin esperanza de Cristo, a pesar de que se haya resistido y rechazado la verdad cuando sabía que era la verdad.

Cada uno de nosotros hemos hecho esto, a pesar de lo cual Dios no nos abandona. Incluso cuando estaría totalmente justificado en darnos la espalda y alejarse de nosotros, dejándonos a nuestras propias consecuencias, Él no lo hace, sino que continúa dando testimonio ante el mundo.

De manera que el cristiano no debe tomar represalias ni resentir el odio y la persecución del mundo; no debemos ser vengativos ni devolver mal por mal. Más bien, hemos sido exhortados a devolver bien por mal. ¡Tampoco tenemos que retirarnos del mundo, separarnos de él y construir un gueto cristiano en el que ocultarnos y después tirar folletos al otro lado del abismo! Sino que debemos movernos en el mundo, vivir en medio de él como lo hizo Jesús y dar testimonio de la verdad, a pesar de que el mundo la rechaza con frecuencia. Esto es algo que debemos hacer por amor a aquellos que recibirán, que creerán y que aceptarán la Palabra.

Este es un doble testimonio. Principalmente es el testimonio del Espíritu Santo, que hace lo que no puede hacer ninguna persona. El Espíritu de Dios abre los corazones, elimina la ceguera y abre las mentes para que puedan entender. Él da testimonio de que una palabra es verdad; le da un toque de autenticidad, de manera que el poder del testimonio depende del Espíritu, no de nosotros. Como indica Jesús aquí, también nosotros debemos dar testimonio como lo hicieron los apóstoles respecto a lo que vieron y oyeron y lo que ellos mismos experimentaron. Ese es el lugar en el que se encuentra todo cristiano. Justo antes de Su ascensión Jesús dijo: “pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos” (Hechos 1:8a). Todos debemos ser testigos de lo que Jesús ha sido para nosotros, de lo que hemos experimentado, de lo que ha sucedido en nuestras vidas y lo que Él ha hecho por nosotros.

Y el Espíritu Santo dará testimonio con esto, usando estas palabras, por sencillas que puedan ser, para abrir las mentes y actuar en los corazones endurecidos, atravesando y derribando las barreras y haciendo que las personas estén abiertas a la Palabra. De este modo, la labor de la iglesia es dar testimonio ante un mundo de odio.

Señor, Tú me has puesto en este mundo. Permite que sea Tu testigo hoy en todo lo que diga y haga.

 
 
 
Aplicación a la vida
 
¿Cuál es nuestra reacción cuando vemos o sentimos el odio en el mundo? ¿Cómo podemos ser testigos efectivos?

martes, 20 de julio de 2021

20 de julio - El mayor amor - Ray Stedman

 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Juan 15:12-13

Esta sección empieza y termina con el mandamiento de Jesús: “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros”. El hecho de que esto se exprese en forma de mandato significa que no es una opción en nuestra vida, no es algo que hacemos si nos apetece. Debe ser una respuesta deliberada ante otra persona que sabemos que pertenece a la familia de Dios, sin tener en cuenta cómo nos sintamos respecto a esta persona.

Muchas personas realizan grandes esfuerzos al llegar a este punto, diciendo: “¿Cómo se puede mandar al amor? El amor es un sentimiento, y si no puede usted amar a alguien, no lo puede usted evitar. El amor es nuestro amo; nosotros no lo dominamos”. Las personas que dicen estas cosas revelan que tienen un grave concepto erróneo del amor. Desgraciadamente, somos víctimas de Hollywood en este sentido. Pensamos en el amor como un sentimiento que tenemos de afecto hacia otra persona.

Pero el amor, acerca del cual habla Jesús aquí, es algo totalmente diferente. Hay una cosa de la que podemos estar seguros: Él nunca nos mandaría hacer lo que es imposible para nosotros hacer. El secreto, como es natural, es que nosotros debemos amar, como dice Él: “como yo os he amado”. Esta clase de amor debe surgir de la misma clase de relación que Él tiene con el Padre, que hizo posible que Él nos amase a nosotros. De esta misma manera, y de la misma procedencia, debemos amarnos los unos a los otros con la misma calidad de amor. Él nos amó a nosotros porque Dios es amor y el Padre habitó en Él. Él estaba en el Padre y el Padre en Él. Al rendirse por medio de esta relación, el amor fluyó. No lo pudo evitar, porque Dios es amor y, al rendirnos nosotros en esa relación con el Hijo, el amor fluye de nosotros y tendrá las cualidades que tiene Su amor. Él continúa definiendo para nosotros los aspectos del amor que caracterizan la calidad de Su amor para con nosotros que también nosotros debemos mostrar los unos para con los otros.

La primera es la que se expresa con estas palabras: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por los amigos”. El amor pone su vida por otra persona. Todos nosotros sabemos lo absolutamente real que es el ejemplo de Jesús acerca de esto. El Suyo es el mayor amor que ha demostrado nadie hacia sus amigos. Evidentemente esto significa más que simplemente morir físicamente por ellos. Si solo significase eso, habría muy pocos de nosotros que pudiésemos o que estuviésemos dispuestos a cumplir esto jamás, principalmente porque careceríamos de la oportunidad para hacerlo. ¡Y, como es natural, esto es algo que solo podríamos hacer una vez! Pero el Señor nos está mandando hacer esto repetidamente. De manera que quiere decir con esto que debemos entregarnos los unos por los otros. Cuando usted realmente se esfuerza por suplir la necesidad de un amigo, cuando está usted dispuesto a dedicar tiempo a alguien que es cristiano sencillamente porque esta persona es cristiana, no necesariamente porque se siente usted atraído a ella y está usted dispuesto a desvivirse por y a sacrificarse por él o por ella, está usted poniendo su vida, por lo menos una parte de ella, por esa persona, y esto es en lo que estaba pensando Jesús.

Señor, Tú me has amado con esta clase de amor. Ahora te pido que este mismo amor fluya de mí a otros en el cuerpo de Cristo.

 
 
 
Aplicación a la vida
 
¿Qué significa amarnos los unos a los otros? ¿Cómo podemos nosotros amar a una persona a la que no nos sentimos atraídos? ¿Qué papel desempeñan los sentimientos en cuanto a que amemos a otros?


lunes, 19 de julio de 2021

Nightbirde, ¿cómo puede todo estar bien? - ANGELA DAVIS

 



19 de julio - Activa y pasiva - Ray Stedman

 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Juan 15:4

Fíjese usted en que nuestro Señor dividió este pasaje en dos secciones. Hay una actividad que debemos hacer y una pasividad que es preciso que reconozcamos. Debemos permanecer en Él (eso es activo, es algo que hacemos) y debemos permitirle a Él que permanezca en nosotros (esto es pasivo, algo que nosotros le permitimos a Él que haga). Estas dos relaciones son esenciales, y la una no se opone a la otra, sino que ambas aparecen juntas.

Cuando nuestro Señor dice: “Permaneced en mí”, se está refiriendo a la voluntad y a las decisiones que tomamos. Debemos decidir hacer cosas que nos mantienen en contacto con Él. El Espíritu Santo nos ha puesto en Cristo, y ahora debemos mantener esa relación por medio de las decisiones que tomamos, como pueda ser el exponernos a Su Palabra y tener una relación con Él por medio de la oración. Permanecemos en Él cuando llevamos las cargas los unos de los otros y confesamos nuestras faltas y compartimos la comunión los unos con los otros. Todo esto ha sido diseñado para relacionarnos con Él: “Permaneced en mí”. Si hacemos esto, estamos cumpliendo esta decisión activa y necesaria de la voluntad de cumplir Su Palabra.

De esto se trata el estudio de la Biblia y la oración. ¡No son prácticas sencillamente mecánicas que debiera realizar todo cristiano a fin de conseguir “ganarse puntos” con Dios! No, son los medios de que nos valemos para conocerle a Él. Si abre usted su Biblia y empieza a leerla sin la expectación consciente de que le va a decir a usted algo acerca de Él, leerá usted en vano. Si intenta usted orar como si fuese una especie de ejercicio al que le dedica unos quince minutos, siguiendo de manera mecánica una lista, será una experiencia sin valor alguno. Pero si ora usted porque está hablando con Uno al que ama y acerca del cual desea saber más, compartiendo con Él de la plenitud de su corazón, entonces la oración se convierte en una hermosa experiencia. Eso es lo que significa permanecer en Él.

Pero esto es solo una parte de ello. Jesús dice: “Permaneced en mí, y yo en vosotros”. Está también el otro aspecto: “Permitidme permanecer en vosotros”. Esto tiene que ver con autorizar, que hacer posible. Usted puede hacer elecciones, pero no puede realizarlas, y aunque es usted responsable de tomar decisiones, no es responsable del poder para cumplirlas. En ese caso tiene que depender de Él, permitiéndole a Él que permanezca en usted, descansando en Su habilidad para ayudarle a usted a realizar las cosas. Al intentarlo sobre esta base, usted espera que Él le ayude hasta el fin.

Estas dos son esenciales. El tomar decisiones y luego intentar hacer todo usted mismo va a producir una actividad intensa, pero sin resultado alguno. Por otro lado, el permitirle a Él tener toda la responsabilidad y no tomar decisiones para nada también produce una vida carente de fruto. Debemos decidir exponernos a Él, debemos buscar Su rostro en la Palabra y por medio de la oración, además de tener comunión con otros. Y entonces debemos contar con Él para que nos dirija hasta el fin, supliendo y concediéndonos el poder que hace que seamos capaces de amar, perdonar, gozarnos y dar gracias. Cuando lo hacemos, estamos permaneciendo en Él y permitiéndole a Él permanecer en nosotros.

Padre, enséñame el equilibrio apropiado entre tomar decisiones difíciles para permanecer en Ti y descansar en Ti, para que Tú hagas en mí lo que solo Tú puedes hacer.


 

Aplicación a la vida
 
¿Cuál es la tremenda diferencia que existe entre nuestra fuerza de voluntad y el poder de nuestra actividad, entre nuestro poder para escoger y nuestro poder para actuar?