Afirmo, lo repito, que una fe simple y sencilla en Cristo salva al hombre, aunque nunca logre sentirse seguro, pero no digo que lo llevará al cielo con consolaciones fuertes y abundantes. Afirmo que lo llevará a puerto seguro, pero no que entrará a todo vapor, seguro y con regocijo. No me sorprendería que llegara azotado por los elementos y sacudido por las tempestades, casi sin darse cuenta de que está seguro, hasta que abre sus ojos en la gloria.
Creo que es de suma importancia tener en mente esta diferencia entre fe y seguridad. Explica cosas que el que se pregunta acerca de la religión, a veces, encuentra difícil de entender.
Recordemos que la fe es la raíz y la seguridad es la flor. Nunca se puede tener una flor sin una raíz, pero no es menos cierto que se puede tener la raíz y no la flor.
Fe es aquella pobre mujer que se acercó temblorosamente a Jesús y tocó la punta de su manto (Mr. 5:25ss). Seguridad es Esteban parado con calma en medio de sus asesinos diciendo: "He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios" (Hch. 7:56).
Fe es el ladrón penitente exclamando: "Acuérdate de mí cando vengas en tu reino" (Lc. 23:42). Seguridad es Job, sentado entre cenizas, cubierto de llagas diciendo "Yo sé que mi Redentor vive" (Job 19:25) y "aunque él me matare, en él esperaré" (Job 13:15).
Fe es la exclamación de Pedro, cuando empezaba a hundirse en el agua: "¡Señor, sálvame!" (Mt. 14:30). Seguridad es ese mismo Pedro declarando tiempo después ante el Concilio: "Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hch. 4:11, 12).
Fe es la voz ansiosa y temblorosa: "Creo, ayuda mi incredulidad" (Mr. 9:24). Seguridad es el desafío dicho con convicción: "¿Quién acusará a los escogidos de Dios?... ¿Quién es el que condenará?" (Ro. 8:33,34). Fe es Saulo orando en la casa de Judas en Damasco, triste, ciego y solo (Hch. 9:11). Seguridad es Pablo, el prisionero anciano, contemplando tranquilo a la tumba y diciendo: "Yo sé a quién he creído". "Por lo demás, me está guardada la corona de justicia" (2 Ti. 1:12; 4:8).
Fe es vida. ¡Qué bendición tan grande! ¿Quién puede describir o entender el abismo entre la vida y la muerte? "Mejor es perro vivo que león muerto" (Ec.9:4). No obstante, la vida puede ser débil, enfermiza, enclenque, dolorosa, trabajosa, ansiosa, cansada, pesada, sin gozo ni sonrisas hasta el final. Seguridad es más que vida. Es buena salud, fortaleza, poder, vigor, actividad, energía, virilidad y hermosura.
No es la cuestión "salvo o no salvo" la que tenemos delante, sino "con privilegios o sin privilegios". No es cuestión de paz o no paz, sino de mucha paz o poca paz. No es una cuestión entre peregrinos de este mundo y la escuela de Cristo. Es una que pertenece sólo a la escuela de Cristo; es la diferencia entre el comienzo de la primera clase en la escuela y la terminación de la última.
Aquel que tiene fe anda bien. Yo sería feliz si pensara que todos los lectores de este libro la tienen. ¡Benditos, tres veces benditos son los que creen! Están seguros. Están limpios. Están justificados. Están fuera del alcance del poder del infierno. Satanás, con toda su malicia, nunca los arrebatará de la mano de Cristo. Pero el que tiene seguridad anda mucho mejor; ve más, siente más, sabe más, disfruta más y tiene más días como los que se mencionan en Deuteronomio, a saber, "como los días de los cielos sobre la tierra" (Dt. 11:21)8.
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8 "El bien más grande que podemos desear, después de la gloria de Dios, es nuestra propia salvación; y el bien más dulce que podemos desear es la seguridad de nuestra salvación. En esta vida no hay bien mayor que estar seguros de lo que disfrutaremos en la vida venidera. Todos los santos disfrutan del cielo cuando parten de esta tierra, algunos santos disfrutan un cielo mientras están aquí en la tierra". -Joseph Caryl, 1653.