Versículo para hoy:

viernes, 21 de octubre de 2016

Tu impacto sobre las generaciones venideras - Nancy DeMoss de Wolgemuth

Los dolores de parto de la oración - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 21

“¿Por qué estáis turbados y suben pensamientos a vuestros corazones?”. Lucas 24:38.

“¿POR qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel; mi camino es escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio?” El Señor tiene cuidado de todas las cosas, tanto que aún la criatura más insignificante participa de su providencia universal; pero su cuidado particular está sobre sus santos. “El ángel de Jehová acampa en derredor de los que le temen”. “La sangre de ellos será preciosa en sus ojos”. “Estimada es en los ojos de Jehová la muerte de sus santos”. “Sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, es a saber, a los que conforme al propósito son llamados”. Que el hecho de que si bien él es el Salvador de todos los hombres es, especialmente, el Salvador de los que creen, te aliente y conforte. Tú eres el objeto de su peculiar cuidado; eres su real tesoro, que él cuida como las niñas de sus ojos; eres su viña, que él guarda de día y de noche. “Los cabellos de vuestra cabeza están todos contados”. Que el pensamiento de que él te ama mate tu dolor y quite tus penas. “No te dejaré ni te desampararé”. Dios dice esto tanto respecto a ti como de los santos de la antigüedad. “No temas que yo soy tu escudo y tu galardón sobremanera grande”. Nosotros perdemos mucha consolación porque, al leer las promesas de Dios, las relacionamos con la Iglesia como un todo, en lugar de relacionarlas con nosotros particularmente. Creyente, posesiónate de la divina palabra con una fe personal. Piensa en que oyes a Jesús decir: “Yo he rogado por ti para que tu fe no falte”. Piensa en que lo ves caminar sobre las aguas de tu aflicción, pues él está allí y te dice: “Confía, yo soy; no temas”. ¡Oh, cuán dulces son estas palabras de Cristo! Que el Espíritu Santo haga que las sientas como dirigidas a ti. Olvida por un momento cualquier otra palabra. Acepta la palabra que te dirige Cristo y di: “Jesús me infunde consuelo; no puedo rehusarlo. Me sentaré a su sombra con gran placer”.

Charles Haddon Spurgeon.