Versículo para hoy:

lunes, 2 de mayo de 2016


Las semillas de nuestra extinción - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – MAYO 2

“Conforme a la fe murieron todos estos”. Hebreos 11:13.

¡HE aquí el epitafio de aquellos benditos espíritus que durmieron antes de la venida de nuestro Señor! No importa cómo murieron: ya de vejez o de muerte violenta. El siguiente punto, en el que todos concuerdan, es el más digno de memoria: “Todos estos murieron en la fe”. Vivieron en la fe; ella era su consuelo, su guía, su estímulo y su sostén; y murieron en la misma gracia espiritual, terminando su vida de canto con el melodioso tono en el cual han continuado por tan largo tiempo. No murieron descansando en la carne o en sus propias conquistas. No se desviaron de la antigua manera de llegar a ser aceptos delante de Dios, sino que se aferraron a esa manera, que es la fe, hasta el fin. La fe es tan preciosa para morir como para vivir. Morir en la fe tiene clara referencia al pasado. Creyeron en las promesas que le habían sido hechas y tuvieron la seguridad de que sus pecados fueron borrados por la bondad de Dios. Morir en la fe tiene que ver con el presente. Estos santos confiaban en que habían sido aceptados por Dios, gozaban de los destellos de su amor y reposaban en su fidelidad. Morir en la fe se refiere al futuro. Los creyentes murieron afirmando que el Mesías sin duda vendría y que cuando, en los últimos días, apareciera sobre la tierra, ellos se levantarían de sus sepulcros para contemplarlo. Para ellos los dolores de la muerte eran sólo los dolores de parto de un estado mejor. Ten ánimo, alma mía, al leer este epitafio. Tu carrera, por medio de la gracia, es una carrera de fe, y la vista rara vez te sonríe. Este también ha sido el camino de los más ilustres y de los mejores. La fe era la órbita en la cual estas estrellas de primera magnitud giraron todo el tiempo en que alumbraron aquí. Y feliz eres tú de que la fe sea también tu órbita. Mira esta noche de nuevo a Jesús, el autor y consumador de la fe, y agradécele que te haya dado la misma preciosa fe que tuvieron las almas que ahora están en la gloria.

Charles Haddon Spurgeon.