II. El pecado que cometió la mujer de Lot
Ahora hablaré del pecado que cometió la mujer de Lot. La descripción de su pecado nos es dada por el Espíritu Santo en pocas palabras sencillas: "La mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal". No nos dice más que esto. Hay una solemnidad manifiesta en esta historia. La suma y sustancia de su transgresión radica en estas dos palabras: "Miró atrás".
¿Le parece pequeño este pecado a alguno de mis lectores? ¿Le parece que la falta de la mujer de Lot fue insignificante como para merecer semejante castigo? Me atrevo a decir que algunos pueden pensar así. Deme su atención mientras razono con usted sobre este tema. Hubo mucho más en aquella mirada de lo que se nota a primera vista; implica mucho más de lo que expresa. Preste atención y lo comprobará.
(a) Aquella mirada retrospectiva fue cosa pequeña, pero reveló el verdadero carácter de la mujer de Lot. Las cosas pequeñas, a menudo, muestran mejor que las grandes lo que el hombre tiene en la mente y los síntomas pequeños son, a menudo, señales de enfermedades mortales e incurables. El fruto que comió Eva era una pequeñez, pero fue prueba de que perdió su inocencia y se convirtió en una pecadora. Una grieta en un edificio parece poca cosa, pero es prueba de que el cimiento está cediendo y que toda la estructura es insegura. Un poco de tos por la mañana parece un mal sin importancia pero, a menudo, es evidencia de una salud quebrantada que lleva a la declinación, tuberculosis y a la muerte. Una paja puede mostrar en qué dirección sopla el viento y una mirada puede mostrar la condición corrupta del corazón del pecador (Mt. 5:28).
(b) Aquella mirada fue cosa pequeña, pero dejó ver la desobediencia de la mujer de Lot. El mandato del ángel había sido claro y no dejaba lugar a dudas: "No mires tras ti" (Gn. 19:17). Fue un mandato que la mujer de Lot se negó a obedecer. Pero el Espíritu Santo dice: "Obedecer es mejor que los sacrificios" y que "como pecado de adivinación es la rebelión" (1 S. 15:22, 23). Cuando Dios o sus mensajeros hablan claramente su Palabra, el deber del hombre es claro.
(c) Aquella mirada fue cosa pequeña, pero dejó ver la incredulidad orgullosa de la mujer de Lot. Parecía dudar que Dios realmente fuera a destruir a Sodoma; parecía no creer que hubiera algún peligro ni necesidad de una huida tan apresurada. "Pero sin fe es imposible agradar a Dios" (He. 11:6). En cuanto el hombre comienza a pensar que sabe más que Dios y que Dios no habla en serio cuando amenaza, su alma corre gran peligro. Cuando no podemos ver razón alguna en sus acciones, nuestro deber es quedarnos en paz y creer.
(d) Aquella mirada de la mujer de Lot fue cosa pequeña, pero mostraba amor por el mundo. Su corazón estaba en Sodoma, aunque físicamente se encontraba fuera de ella. Giró para mirar el lugar donde estaba su tesoro, así como la aguja del compás gira hacia el norte. Y este fue el punto principal de su pecado: "La amistad del mundo es enemistad contra Dios" (Stg. 4:4). "Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él" (1Jn. 2:15).
Pido la atención especial de mis lectores a esta parte de nuestro tema. Creo que es la parte en la cual el Señor Jesús quiere que pongamos nuestra mente. Creo que quiere que observemos que el hecho de que la mujer de Lot mirará atrás, añorando lo que dejaba, indica que estaba perdida. Su fe había sido, en un tiempo, aceptable y artificiosa, pero realmente nunca había dejado el mundo. Pareció en un tiempo, que estaba en la senda segura, pero, aun entonces, los pensamientos más profundos de su corazón eran para el mundo. La gran lección que el Señor Jesús tiene la intención de que aprendamos es el inmenso peligro de la mundanalidad. ¡Oh, que todos tuviéramos ojos para ver y corazón para comprender!
Creo que nunca hubo un tiempo cuando las advertencias contra la mundanalidad se necesitaron tanto en la iglesia de Cristo como en la actualidad. Se dice que cada época tiene su propia epidemia de alguna enfermedad en particular. La enfermedad, que es una epidemia a la cual son más susceptibles los creyentes de hoy, es el amor al mundo. Es una pestilencia que camina en la oscuridad y destruye al mediodía. "Porque a muchos ha hecho caer heridos, y aun los más fuertes han sido muertos por ella" (Pr. 7:26). Deseo levantar mi voz para advertir y tratar de despertar las conciencias aletargadas de todos los que hacen una profesión de fe. Deseo clamar a viva voz: "Acordaos de la mujer de Lot". No era homicida, no era adúltera, no era ladrona, sino que profesaba una religión tan superficial que le hizo mirar atrás, a pesar de las advertencias.