Versículo para hoy:

lunes, 30 de enero de 2023

ENERO 30 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"Cuando oyeres un estruendo que irá por las copas de los morales, entonces te moverás". 2 Samuel 5.24

Los miembros de la Iglesia de Cristo tienen que ser muy afectos a la oración, buscando siempre que la unción del Santo repose sobre sus corazones, para que el reino de Dios venga y se haga "su voluntad en la tierra como en el cielo".
Pero hay ocasiones cuando Dios parece favorecer a Sión de una manera especial; esas ocasiones deben ser para ellos como un estruendo que va por las copas de los morales. En esos casos es necesario que estemos aún más dedicados a la oración; es menester que seamos celosos, luchando ante el trono de la gracia más intensamente que nunca. La acción en estos casos debe ser pronta y vigorosa. La marea crece; boguemos ahora hacia la costa, valientemente. ¡Ojalá experimentemos un nuevo pentecostés! Cristiano, en ti mismo hay ocasiones "cuando oyes un estruendo que va por las copas de los morales". Tienes un poder particular en la oración; el Espíritu Santo te da gozo y contentamiento; la Biblia es clara para ti; las promesas son apropiadas; caminas a la luz de la presencia de Dios; tienes una confianza y una libertad particular en la devoción y una comunión más íntima con Cristo. En esas gozosas ocasiones, "cuando oyes un estruendo que va por las copas de los álamos", es tiempo de que te muevas. Ahora, mientras el Espíritu Santo ayuda a tu flaqueza, es tiempo propicio para que te libres de cualquier mal hábito. Despliega las velas de tu nave, pero no olvides que sólo Dios puede enviar el viento para hacerla andar. Lo único que debes procurar, es estar seguro de que las velas están desplegadas. No malogres el viento favorable por no haber preparado las velas de antemano. Busca la ayuda de Dios para que seas más diligente en el deber, cuando seas hecho más fuerte en la fe; para que seas más constante en la oración, cuando tengas más libertad ante el trono, y para que seas más santo en tu conversación mientras vivas más cerca de Cristo.

ENERO 29 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"Las cosas que no se ven". 2 Corintios 4.18

Es bueno que la mayor parte del tiempo de nuestra peregrinación, estemos mirando hacia adelante. 

Mas allá está la corona, más allá está la gloria. El futuro debe ser, al fin y al cabo, el gran objeto del ojo de la fe, pues él nos trae esperanza, nos comunica  gozo, nos da consolación e inspira nuestro amor. Al mirar hacia el futuro, vemos eliminado el mal, vemos deshecho el cuerpo del pecado y de la muerte y vemos al alma gozando de perfección y puesta en condiciones de participar de la herencia de los santos en luz. Mirando aún más allá, el iluminado ojo del creyente puede ver cruzado el río de la muerte, vadeado el sombrío arroyo, y alcanzadas las montañas de luz donde está la ciudad celestial. El creyente se ve a sí mismo entrando por las puertas de perla, aclamado como más que vencedor, coronado por las manos de Cristo, abrazado por Jesús y sentado con él en su trono, así como él ha vencido y se ha sentado con su Padre en su trono. La meditación en este futuro bien puede disipar la noche del pasado y la niebla del presente. Las alegrías del cielo compensarán sin duda las tristezas de la tierra. ¡Afuera mis temores! La vida en este mundo es corta; pronto la terminaré. ¡Afuera, afuera mis dudas! La muerte es sólo un arroyuelo; pronto lo cruzaré. ¡Cuán corto es el tiempo! ¡Cuán larga es la eternidad! ¡Cuán breve es la muerte, cuán infinita es la inmortalidad! Me parece que ahora mismo estoy comiendo de los racimos de Escol y bebiendo del manantial que está del otro lado de la puerta. ¡El viaje es tan corto...! ¡Yo pronto estaré allí!
                                                Cuando aquí de mi vida mis afanes cesen ya
                                                y se anuncie bella aurora celestial,
                                                en las playas del cielo mi llegada esperará
                                                mi Señor con bienvenida paternal.

                                                Podré entonces conocerle,
                                                y seguro en su seno estaré.
                                                Cara a cara espero verle
                                                y con él, redimido, viviré.